Comparatimos del Grupo de Mujeres y
Teología
En esta ocasión ofrecemos un recurso de
la escritura creativa, para la reflexión dentro de la Teología Feminista, desde
la relectura bíblica y la hermenéutica de la sospecha.
Del texto del N.T. en Marcos. 7:24-30
Por Lilian Haydee Vega Ortiz
Para ti, en cualquier lugar que te
encuentres
¡También tú y yo somos parte del proyecto
de Dios! ¡Yo hablé con Jesús de Nazaret, créeme! Aunque cuando lo he contado, algunas personas
han preguntado esto: ¿Cómo es que dejaste que ese tal Jesús te tratara como
perrillo? Otra dijo: ¡Que! ¿Jesús también hacía bromas? Y ¿cómo pudo hablar
contigo… siendo una mujer… sirofenicia? ¡Hasta me recordaron que era pagana! De verdad, me sentía vulnerada y tenía gran necesidad, mi niña estaba enferma.
Y la gente me decía que tenía un espíritu inmundo, cuando su cuerpo se movía
sin control, muchas veces, y sus ojos como que se salían de sus órbitas, y,
ciertamente no sabía qué hacer, yo no sabía a quién acudir. ¡Cuántos años de
esconderla, protegiéndola del vecindario para que no nos apedrearan!
Pero, eso ya pasó, hoy quiero contarte
sobre mi encuentro con Jesús: Yo solo había escuchado hablar de él, de sus
milagros, pero como yo no podía ir a Galilea, a Decápolis o por donde él caminaba con sus discípulos,
¿sabes? él vino hasta aquí, a esta tierra. Yo estaba en el campo cuando lo
supe, e inmediatamente dejé mi tarea para buscarle. Aunque te parezca increíble
vino a tierra de gentiles. ¡Él siendo judío!
Y me escabullí entre los que lo entraban
a una casa y fui directamente hacia él y le clamé con toda mi alma, que sanara
a mi niña. Le pedí con todas mis fuerzas, pues la angustia y el dolor se desbordó en mi voz. Supe que mi irrupción no
fue agradable, pero era mi oportunidad, él vino a mi pueblo. ¡Ah! Imagina…Había entrado una mujer, de un
pueblo gentil, una mujer impura y con todo,
sudorosa… Iba con el manto cayéndose entre mis pies, por la prisa de
llegar hasta él. Sin percatarme de la puerta estaba dentro con el Maestro...y
todo pasó tan rápido, cuando algunos de los discípulos se quejaron y pidieron
que me atendiera, creo que todos estaban cansados. La verdad, a la primera
súplica no tuve respuesta, pero me llené de valor e insistí. Luego él me
sorprendió cuando dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está
bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. Bueno, eso yo lo
sabía, aunque no esperaba que Jesús lo
enfocara en ese momento. Esto, pues,
aunque suene áspero, Jesús probablemente lo citó así como un refrán popular,
pero también creí que de forma irónica me estaba negando lo que pedía; lo cierto, para los judíos, los
perros eran considerados animales inmundos.
Realmente no han sido ajenas las
confrontaciones entre gentiles y judíos, y Jesús me lo recordó…Yo casi no lo
creía. ¡Sentí algo desde lo profundo de mi ser, para responderle con toda
seguridad, allí en medio de todos! Porque grande era mi necesidad y grande la
fe que la acompañaba. Entonces le
contesté: “Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen
de las migajas de los hijos”.
Luego, sentí una paz que no puedo
explicar, cuando escuche de nuevo su voz: Por esta palabra, ve; el demonio ha
salido de tu hija.
Y supe que mi niña era sana desde ese
instante. Yo reconocía la prioridad de la misión de Jesús hacia Israel pero, a
pesar de eso, reclamé una extensión de la misma para los gentiles. Yo sabía del
plan que Dios había estado realizando desde el llamamiento de Abraham en Gn.
12:1-3, me acogí a su misericordia. También sabía que, a su tiempo extendería
la Iglesia fuera de los límites.
Pero ahora sé que mi fe creció juntamente
con la prueba. Y me siento feliz de
haber experimentado lo que me decían, si
calmó la tempestad ¿cómo no iba a escuchar mi clamor? Siendo de las
desposeídas, “las que comemos por debajo de la mesa, muchas veces, esa mitad de la humanidad”, ¡no podíamos
quedarnos sin la opción sustentadora! Hoy emocionada escribo: Desde la sanidad
de mi hija Dios inició el proceso y extendió
su misericordia para responder a mi propuesta, en la inclusión de todas
y todos, de quienes se decía, no teníamos derecho.
Más, sé que él se congració conmigo cuando le
hice mención de incluirme en su plan, al presentarle esa nueva opción, creo que
cobró vida y luz el significado de la
parábola; sin estudiar teología, la realicé, él me dio esa oportunidad. Sí,
Jesús. Y me siento privilegiada por estar en las páginas de la Biblia, en un
evento donde Dios quiso plasmar este encuentro, en el que una mujer lo
persuade. El me ungió de su gracia, de su sabiduría y humildad; me condujo a su
propósito. Alcancé la misericordia de Dios, pues a través de mi necesidad y de
la tenacidad, me dio la respuesta favorable, él pudo ser flexible; y que desde
los discípulos, que me tuvieron tan cerca y todos cuanto han conocido esto,
conozcan del mensaje de Salvación, que es inclusivo y nunca exclusivo, es de
vida, no de muerte, de misericordia.
Ese encuentro me mostró que Dios está en
lo cercano y desde las personas desvalidas muestra su grandeza.
Nunca se mencionó mi nombre. Creo que hay
un propósito y es el de adoptar el tuyo.
(Esta es la carta que mi madre dejó como
testimonio del diálogo con Jesús: Mi salud se extendió al proyecto de vida
digna para toda la humanidad).
Lilian Haydée Vega Ortiz