Historias bíblicas de ayer que se repiten hoy
CERCA, LEJOS
Perdonen, que se me había olvidado. Puestos a jugar con los adverbios de
lugar (pueden revisar el blog anterior) no tuve en cuenta
algo que hoy es de palpitante
actualidad, aunque no nos damos cuenta. Ya han visto el título (cerca… lejos).
Los seres humanos y todo lo demás ocupamos un sitio en el universo, pero…
Ayer
El universo que antes del big bang, estaba todo él
condensado – dicen los que saben - en menos de una cabeza de alfiler,
al producirse el susodicho ¡bang!,
empezó a expandirse por el espacio y el tiempo. De esto – siguen
diciendo - hace 100.000 millones de
años. Y sigue expandiéndose. Aquello que estaba
“tan juntito, tan apretadito”, ahora la distancia de unos cuerpos a
otros se mide por años luz. Levantamos de noche los ojos y miramos al cielo.
Entre
las lucecitas de aquel techo que
nos “cubre”, algunas de esas estrellas que vemos, ya hace mucho que se apagaron. Lo que parece cerca
de nosotros está lejos, lejos, lejos…
Pues con la fuerza de nuestra
imaginación no tenemos más remedio que
saltar al:
Hoy
En vez
de mirar al cielo de arriba, a
las alturas donde Dios está, como se canta a veces en el templo, podemos seguir mirando a
“este cielo” de aquí, en el que
estamos sumergidos. ¿No se han dado
cuenta de que también estamos nosotros en el mismísimo cielo, sin tener que mirar hacia arriba?
Los marcianitos o los saturninos (de
Saturno)… o los posibles habitantes de
aquellos astros a años luz, mirarán hacia arriba, o abajo, y comentarán en su idioma:
“miren, posiblemente por aquellas alturas haya también seres inteligentes, ¿quién sabe?”.
Con estas bromas me estoy saliendo
del tema. Ya sabemos que las chispas, las partículas, los cuerpos que brotaron de la gran explosión, se
han ido diversificando y hoy existen, existimos, infinitos seres que nosotros los pensantes
hemos ido clasificando en: gaseosos, líquidos, sólidos; minerales, vegetales,
animales… y el ser humano al que llamábamos antes rey de la creación, ¡pero ya no!.
Nos hemos ido percatando de que,
igual que en el espacio vemos los cuerpos celestes reunidos en galaxias, constelaciones, estrellas, astros, satélites, asteroides que
se atraen mutuamente y giran en sus órbitas, también nosotros los hombrecitos
y mujercitas con todo lo que nos rodea, mineral, vegetal y animal formamos nuestras galaxias y órbitas en las que
giramos, nos atraemos nos repelemos, pero no dejamos de seguir formando puñados de seres interrelacionados.
Y aquí viene nuestro problema: el de
nuestra cercanía como personas, o
simplemente como seres que compartimos
nuestro universo.
Todos nosotros hemos tenido nuestro
pequeño bang (sin big) cuando salimos
llorando del vientre de otra persona, que nos abrazó y nos fue cuidando para que no nos
fuéramos lejos.
Pero con el tiempo nos fuimos a
encontrar cerca de otros seres, no solamente personas, sino
rocas, vegetales, animales… e instrumentos que nosotros mismos hemos ido
fabricado.
Ahí estamos perdidos en el universo, en
nuestra pequeña galaxia, rodeados,
sumergidos, cerca o lejos de los otros seres.
A veces físicamente lejos de aquellos con quienes nos
sentimos muy cerca afectivamente.
A veces
físicamente cerca de otros con quienes nos sentimos afectivamente
alejados o incluso enfrentados, en competencia y rechazo.
Muchos de nosotros nos sentimos cerca o lejos de aquel Dios
del que unas veces nos dijeron
que estaba en el cielo, lejos y otras veces
nos contaron que estaba en todas partes
o que estaba en tal o cual templo. Y así hemos llegado a dudar de donde
está, y si está o no está.
Parece que últimamente se le hace más caso a aquel sabio del siglo IV, Agustín, cuando afirmaba que Dios es más íntimo a mí que yo mismo. Los físicos y hasta teólogos actuales también nos hablan de que ninguno de nosotros estamos separados, ni de Dios ni entre nosotros.
La conciencia de senrienos lejos… o cerca, se
está cambiando por una nueva conciencia de sentirnos uno.
Como que se va intentando borrar ese yo que todos nos creemos ser para pasar a la conciencia de un yo universal que lo abarca todo, en el que estamos todos.
Se están ustedes riendo. (Yo también). En un mundo de enfrentamientos y competencia, donde cada uno quiere tener más que los otros, ganar más que los otros, ser más, subir más que… ¿podemos pensar en una conciencia universal donde el lejos o cerca físico esté superado por el Yo universal?. Esto afirman quienes van aprendiendo a mirar al fondo de sí mismos y del universo: sabios y místicos.
Lo afirman y lo viven quienes han superado su yo y no sólo fueron
buenas personas sino que sintieron la
conciencia abarcando el universo y
a ellos.
En muchos lugares y épocas de la historia
ha existido gente así.
Un
nombre que destaca en el trozo de
mundo donde escribo esto es el
de Jesús Nazareno. Individuos y grupos
han hecho con su memoria y su mensaje
muchas deformaciones y caricaturas;
pero abordando el fondo de su buena noticia encontramos su presencia como el ser humano que estuvo cerca y vino a buscar a los
alejados. Sus pasos de cercanía le crearon la enemistad de quienes, en su sociedad, querían estar arriba y lejos del pueblo. El
“Padre que está en el cielo” al que se dirigía en la oración estaba tan cerca que era con él uno solo y pedía
que quienes lo siguieran fueran
con él todos uno.
Tristemente sus seguidores no han seguido mucho ese deseo.
Hoy se han multiplicado las opiniones, las luchas por el poder, el ser y el tener que nos han mantenido lejos unos de otros. Incluso como signo simbólico y real, en los templos levantados en su memoria, la lejanía resquebraja la unidad.
La jerarquía pone arriba, lejos a los dirigentes. Los asistentes a las asambleas buscan cada uno su lugar, su reclinatorio, su banca lejos de los demás y va desapareciendo la cercanía y la íntima unidad que él propuso.
Hasta la palabra comunión que emplean es
todo menos verdadera comunión de vidas y
corazones.
Es proceso de la conciencia que descubre este acercamiento hacia la unidad va siendo lento.
La ciencia y la técnica ha avanzado en dimensiones grandes pero han reforzado el yo y la
competencia
La sabiduría y la conciencia han ido
reforzando el sentimiento de unidad
universal y de colaboración mutua.
Ahí aparece entre niebla esa vieja palabra: amor, que tiene tantas formas y deformaciones, sublimaciones y caricaturas, antes de ser total y universal.
Esa danza que empezó con el big bang: lejos…. cerca… separación… unificación…. no acabamos de
bailarla quienes vamos poquito a poco aumentando la conciencia, la que nos
puede abrir los ojos y ver que ya somos uno por creación aunque no acabamos de darnos cuenta.
Un video del Equipo CAUCE que nos ilumina este tema es DÉJENNOS SOÑAR perteneciente a la serie de videos del libro Para que otro mundo sea posible pinche aquí para ver el video.
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