"Amigos
y admiradores elogian su ejemplo a 38 años de su muerte"
Gaspar
García Laviana, sacerdote, misionero del Sagrado Corazón y
guerrillero
"Recordar
su inquebrantable compromiso en la liberación de los más débiles"
José
María Álvarez.
Gaspar
García Laviana, sacerdote comprometido con la gente de Nicaragua
Al
acercarse el 38 aniversario de la muerte de Gaspar, 11 de diciembre
de 1978, me gustaría escribir unas líneas sobre él con el fin de
cooperar a mantenerle vivo entre nosotros, sus paisanos. A ello
también ayudará la misa que tendremos en Tuilla a las 12h el día
10 de diciembre, como viene siendo costumbre cada año.
Los
datos más sobresalientes de su vida creo que los resume el título
de este artículo: Gaspar fue un sacerdote Misionero del Sagrado
Corazón (año 1966) que, enviado a Nicaragua, tomó allí, después
de algún tiempo, la opción de ser guerrillero, entrando a formar
parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional (año 1977),
donde militó hasta que le mataron en un enfrentamiento con la
Guardia Nacional el año 1978.
Algunos
amigos queremos destacar que este año celebraría las bodas de oro
de su ordenación sacerdotal, igual que ellos mismos. Entre los que
le recuerdan en Tuilla (Asturias) cada año en el aniversario de su
muerte hay quienes le vieron celebrar allí su Primera Misa.
He
tenido el honor de conocer algo a Gaspar cuando de Nicaragua venía
de visita al hogar paterno. Alguna vez cenó con los curas que
andábamos por la Cuenca del Nalón. De algunos se hizo buen amigo.
Nos hablaba de la situación de Nicaragua. Él peleaba allí contra
la dictadura de Tacho Somoza y nosotros aquí contra la de Franco.
Pero la lucha y el riesgo eran muy distintos, claro. Existía una
cierta sintonía ideológica entre él y algunos curas de aquí. Era
el tiempo del posconcilio y de los curas obreros en Asturias.
Con
el paso de los días, Gaspar había quedado arrinconado entre mis
recuerdos, que vino a reavivar la Radiotelevisión del Principado de
Asturias, pidiéndome una entrevista para decir unas palabras sobre
su persona, que quedaron recogidas en el libro Gaspar, misionero y
comandante sandinista, RTPA 2008, fruto del esfuerzo de José Ramón
Pérez Ornia, director general entonces del ente autonómico.
También
en el año 2008 comenzamos a promover un foro al que quisimos honrar
con el nombre de Gaspar García Laviana, nuestro cura, que se había
unido al FSLN y había caído en la lucha hacía ya treinta años,
pero en ese momento estaba muy vivo en la memoria de muchos de
nosotros. En la web del Foro se puede encontrar bastante información
sobre nuestro amigo y compañero.
Todos
los años, en un día próximo al 11 de diciembre, un grupo cercano a
Gaspar, admiradores de su persona sobre todo por el ejemplo de
entrega total a la causa de los más débiles de su pueblo, nos
encontramos en Tuilla, donde aún vive su hermana Marisa, para
mantener viva su memoria.
Celebramos
juntos la Eucaristía y hacemos una ofrenda floral al pie de un
monumento levantado en su pueblo. Creo que entenderéis que, al
acercarse esta fecha en un año tan especial como es el 2016, el 50
aniversario de su ordenación, quiera hacer una breve reflexión
sobre la vida de Gaspar resaltando lo que yo más valoro de ella.
En
primer lugar su especial sensibilidad a los problemas de la gente, al
sufrimiento de los más pobres. Dice en uno de sus versos: "Sentí
en mi carne/ tu pobreza/ como látigo/ de fuego" (A corazón
abierto, pág. 80). Así describe él la situación en la carta donde
anuncia su incorporación a la guerrilla:
"El
estado de ignorancia, vejación y miseria que sufren la mayoría de
los nicaragüenses, ha comprometido nuestra vocación ... Nuestro
compromiso de librarles de la ignorancia y opresión somocista, nos
convirtió en enemigos de los explotadores y nos hizo víctimas
también del aparato represivo" (de la carta A mis hermanos los
obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas)
Le
hacían sufrir sobre todo las niñas en los prostíbulos: "Catorce
añitos de edad,/ dos de puta,/ cara joven,/ rasgos viejos,/ piel
lozana,/ ojos muertos...", dice, refiriéndose a ellas en otro
verso (o.c. pág. 39). Y, ya para terminar este apartado, en La
muerte del indio, llora así a los pobres: "Se moría José
Pérez,/ vestido de hambre diaria./... A él le dolía el cuerpo,/ a
mí me dolía el alma,/ a mí se me iba el llanto,/ a él se le iba
el alma,/ a él le moría el cuerpo,/ a mí me moría el alma"
(o. c. pág. 35).
En
segundo lugar destacaría su inquebrantable compromiso en la
liberación de los más débiles, que él siente como normal
consecuencia de su fe cristiana. No es cuestión sólo de ver el
dolor humano, que hay muchos que ni eso, o reaccionar ante él con
nada más que lamentos u oraciones. Gaspar se implica al cien por
cien. Su comprensión de la realidad socio-política hace que no le
vea otra salida más que la lucha armada, muy a su pesar:
"No
podemos quedarnos como mudos espectadores de la tragedia del pueblo
mientras la dictadura somocista enloquecida por el oro y el poder,
sigue torturando y matando a los nicaragüenses como si fuesen
bestias sin derechos... Por otra parte, mi fe y mi pertenencia a la
Iglesia católica me obligan a tomar parte activa en el proceso
revolucionario con el FSLN, porque la liberación de un pueblo
oprimido es parte integrante de la redención total de Cristo. Mi
contribución activa en este proceso, es un signo de solidaridad
cristiana con los oprimidos..." (de la carta anteriormente
citada)
Son
palabras claras que nos muestran el profundo sentido religioso en el
que fundamentaba su compromiso que él consideraba que habría de
ser, necesariamente, participando en la lucha armada.
Y
en tercer lugar su valentía y generosidad al tomar la decisión de
integrarse en el FSLN. Al margen de las diversas posturas que pueda
haber en relación a la participación de un cura en la lucha armada
de liberación de un pueblo que sufre la opresión permanente de una
dictadura, lo que hay que hacer, en mi opinión, es respetar y
posiblemente admirar la decisión de quienes optan por el riesgo
evidente de entrar a formar parte de un ejército guerrillero en
lucha.
El
cura guerrillero Camilo Torres cayó en su primer combate a los tres
meses de entrar en el Ejército de Liberación Nacional y Gaspar al
año de incorporarse al Frente Sandinista. El peligro al que le
conducía su decisión era percibido por él, como le dice en carta a
su amigo cura en Asturias, Mario Garramiola:
"Bueno,
la vida es única y debo aprovecharla siendo fiel a mí mismo y a la
misión que crea más positiva para la gente, así me cueste la vida.
Es por eso que no doy paso atrás, aunque como buen mortal tengo mi
dosis de miedo que me trago y disimulo como puedo. Sé que de esta
decisión no saldré con vida. Bien, eso es un riesgo ineludible que
tengo que correr, ¿no te parece? Por lo demás tengo una extraña
paz y sosiego que nunca había sentido y un contento conmigo mismo
extraordinario. Parece mentira que me meto en la guerra y siento
intensa paz"
Por
eso, al mismo tiempo que valentía, su arriesgada decisión es
muestra de una gran generosidad, pues es consciente de que comienza a
andar por un camino que le conducirá a una muerte segura. Pero no le
importa. Es más se siente feliz porque es fiel a sí mismo y al
pueblo sufriente, en quien ve al mismo Cristo: "¿No es Cristo
mismo el torturado? ¿No es la iglesia misma la que está siendo
asesinada en cada uno de sus hijos?" (de la Carta citada).
Pero,
además, al entrar en la guerrilla, parece que lo hace no por
sentirse naturalmente proclive a utilizar la violencia, sino que lo
ve como una exigencia de su fe cristiana y de la situación del
pueblo nicaragüense. Él mismo manifiesta que se siente molesto con
su vida de guerrero: "¿Desarraigaré mi vida/ de la guerra/ de
guerrilla?" (o.c. 165). Y también cansado: "Ya me cansa/
el rojo diario/ de mi túnica./ Ya me pesa/ en la cabeza/ el gorro
frigio/ con la escarapela roja" (o.c. 166).
Me
gustaría hacer un párrafo con palabras dichas sobre Gaspar por
nicas de sus pueblos, llenas de sencillez y de verdad: "Venía a
casa con campesinos enfermos, les dejaba su cama y él se acostaba en
el suelo". "Compartió todo con nosotros". "Él
se implicaba como si fuéramos su familia". "Él hizo que
leyéramos la Biblia, hablándonos de Dios en la playa". "Era
un hombre que vivió la palabra de Dios. Que se encarnó en nuestra
pobreza, que se hizo uno más entre nosotros... le dolía en el alma
ver la pobreza de los campesinos, el abandono de los niños... y
aquella represión que había por parte de la dictadura".
Y,
como punto final, signo de la importancia que en América tuvo Gaspar
recojo unas líneas de las dedicadas a él, por aquel entonces, nada
menos que por el muy admirado obispo Pedro Casaldáliga, uno de los
referentes más importantes de la Iglesia de los pobres en la América
de la Teología de la Liberación:
"Como
un vuelo cortado por la muerte / Igual que un crucifijo en carne
viva, / Como un abrazo extremo, que me llama, / Me ha cercado tu
nombre, / Gaspar, hermano mío."
"Terratenientes
eran / Los que ahogaban tus pobres, / Los que ahogan mis gentes. / Y
es el mismo Evangelio / Que te ardía en las manos / Más que el
fusil inhóspito, / Amor exasperado, hermano mío: / Tus manos bajo
el óleo / Sangrándote, / Llorándote los ojos cielo arriba. / Dime,
Gaspar, / ¿qué harías / Si volvieras?…"
Gaspar
nos muestra un modo de vivir la fe y la vocación sacerdotal en un
determinado contexto. Fue un cura muy cercano a la gente, con el
corazón abierto a sus problemas y comprometiéndose en su solución.
Puso sus hombros bajo la misma cruz que pesaba sobre los más débiles
y en ella terminó clavado y muerto. Pero sigue viviendo resucitado
en la vida de Dios y en el corazón de muchos.
José
María Álvarez es miembro del Foro Gaspar García Laviana de
Asturias.