Lo
que va de ayer a hoy…
Historias
bíblicas de ayer que se repiten hoy
ESO
QUE LLAMAN COMUNIÓN
Ayer
Hablamos
del “ayer” cuando Jesús caminaba por la tierra. No caminaba
solo. En cuanto bajó del desierto y se fue aclarando en su misión
buscó unos compañeros que le ayudasen en el anuncio de ese
extraño reino sin rey: el reino de Yahvé . Caminaban
predicaban, bautizaban y compartían la vida en común.
Eso
de la vida en común es muy molesto para los que quieren estar
encima, los que se sienten autoridad, como los que manejaban el
país desde el templo de Jerusalén.:
-¿Vivir
en común? eso es comunismo.
-oiga,
no, ¡si no se había inventado todavía!.
-
pues lo que sea, pero en nuestro templo y en este país existen
jerarquías y clases.
No
hicieron caso. El nazareno vagabundo empeñado en reunir a los
pobres, en hacerles sentirse hijos del Padre celestial y bajar a
los poderosos de sus tronos, como le contaban que había dicho su
mamá antes de que él naciera. (Lucas 1, 52,53)
Eso
forzó a quienes le escucharon decir que el amor y la unidad
llegaba hasta “dejarse comer” (Juan 6,56) lo considerasen
antropofagia y abandonase al profeta loco: “duras son estas
palabras, ¿quién puede soportarlas?”.(Juan 6,60)
Y
quienes lo vieron como una rebelión contra el poder – “su”
poder- mandasen la policía a detenerlo y los verdugos a torturarlo
hasta la muerte.
¿Qué
pasó para que su fracaso no quedase así?.
La
fuerza de su palabra ya estaba actuando en mentes y corazones. Su
presencia seguía viva entre ellos. No eran muchos los primeros,
pero…
vendían
sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos,
según las necesidades de cada uno, partían el pan en sus casas,
y comían juntos con alegría y sencillez de corazón.
(Hechos 2,45)
Así
seguía aumentado el número de los que seguían esa peligrosa
doctrina.
De
esto hace los conocidos veinte siglos y pico. Pero, ya lo decía
Él.: “Los hijos de las tinieblas son más astutos que los de la
luz” (Lucas 16,8). Fueron muy astutos los tenebrosos cuando se
dieron cuenta de que persiguiendo a los seguidores no conseguían
nada. Inventaron un gran remedio: la corrupción: privilegios,
regalos, palacios, honores y nuevas jerarquías a semejanza de los
sacerdotes del templo de Jerusalén) -ya en ruinas. La enseñanza
del maestro se empezó a debilitar
Hoy
¿Qué
quedó de aquella vida en común, de aquel partir el pan, de
repartir y compartir los bienes de los primeros tiempos?
Del
reunirse a la fracción del pan en las casas quedó hoy el
sacerdote diciendo misa en el templo o catedral y los fieles lejos
oyendo (así: oyendo) lo que el señor del altar con amplios vestidos
hace y dice
De
poner los bienes en común, quedaron los donativos que hacían
personas ricas a los templos para poner muchas imágenes y lujosos
vasos sagrados y custodias de oro.
También
quedó Cáritas y muchas otras meritorias iniciativas benéficas –
Algo es algo.
Y
hombres y mujeres que se mantuvieron fieles a la pobreza de los
primeros tiempos. Quedaron grupos – comunidades- que intentaron
recuperar aquellas palabras, “lo tenían todo en común”
aunque quienes no lo tenían en común, quienes lo querían para
ellos solos, procuraban sobornarlos para tenerlos a su servicio.
De
la memoria del Nazareno y su entrega hasta dejarse comer,
quedó un Jesús sentado a la derecha del Padre, con corona solemne,
un tanto lejos de su lugar entre los pobres y marginados de la
sociedad.
Quedaron
imágenes, sobre todo de su tortura: estatuas del crucificado en
templos y museos (“¡qué bello crucifijo! – dicen – o sea: qué
bello torturado”. ¿No les parece absurdo?!).Quedan Cruces de
plata, de oro o monumentales que levantaban los vencedores para
celebrar sus victorias y sus héroes. La cruz de “sus” caídos,
porque que los otros caídos no se la merecen…(¿)
Así
lo de tener todo en común, lo de partir el pan y compartirlo en
comunidad, lo de seguir a Jesús pobre y marginado de parte de los
vencidos, se va difuminando en la niebla de los tiempos pasados.
De
vez en cuando aparecen en los rincones del mundo, y hasta entre las
llamadas jerarquías de la Iglesia algunos que vuelven a levantar la
voz volviendo a las raíces.
En
estos últimos tiempos un llamado sumo pontífice se está atreviendo
a mirar a las raíces de su cargo:
El
papa Francisco afirmó que ·"son
los comunistas los que piensan como los cristianos", al
contestar sobre si querría una sociedad de inspiración marxista,
en una entrevista publicada en el diario italiano ·la república”.
"Son
los comunistas los que piensan como los cristianos. Cristo ha
hablado de una sociedad donde los pobres, los débiles y los
excluidos sean quienes decidan. No los demagogos, los barrabás, sino
el pueblo, los pobres, que tengan fe en dios o no, pero son ellos a
quienes tenemos que ayudar a obtener la igualdad y la libertad",
explica Jorge Bergoglio.
Por
ello, Francisco espera que los Movimientos Populares, de los que
recibió en el Vaticano una representación, entren en política,
"pero no el politiqueo, en las luchas de poder, en el egoísmo,
en la demagogia, el dinero, sino en la alta política, creativa y de
grandes visiones".
Estas
palabras y otras del papa Francisco, como de los obispos Romero ,
Helder Cámara, Samuel Ruiz, Casaldáliga, Iniesta y muchos más,
junto a mujeres y hombres testigos cristianos como Dorothy Day,
Jacinto Rovirosa, Simone weil, las madres de la plaza de Mayo y
muchos otros, más de lo que muchos se piensan, están llamando a la
iglesia a mirar a sus raíces y a tomar conciencia de que la
comunión no es sólo abrir la boca para recibir el pan sacramental.
Es mucho más:
Estas
reflexiones se dedican especialmente a quienes son ”de misa
dominical y hasta diaria”, pero no se dan cuenta de todo lo que
significa la palabra comulgar.