LO QUE SE
DIJO Y LO QUE SE OLVIDA
DEL CONCILIO VATICANO II.
Es bueno que demos un repaso a lo que los obispos participantes en el concilió
reflexionaron y decidieron.
Publicaron
una serie de documentos.
Algunos de
ellos han tenido efecto en los años posteriores. Pero algunas de sus decisiones y conclusiones se han quedado en papel mojado, porque a
algunos, también entre las jerarquías, no les gustaban y no les interesaba que
se pusieran en práctica; también porque hubo fieles cristianos que no movieron
ni un dedo para ponerlo en práctica.
Nos
detendremos en algunos aspectos
destacados del concilio.
Ante todo
les presentamos todos los documentos que allí se discutieron y aprobaron.
Fueron:
Constituciones (más teóricas)
- Dei Verbum (Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación)
- Lumen Gentium (Constitución Dogmática sobre la Iglesia)
- SacrosanctumConcilium (Constitución sobre la Sagrada Liturgia)
- Gaudium etSpes (Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual)
Decretos
conciliares (más prácticos)
- Ad Gentes (Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia)
- PresbyterorumOrdinis (Decreto sobre el ministerio y vida de los presbíteros)
- ApostolicamActuositatem (Decreto sobre el apostolado de los laicos)
- OptatamTotius (Decreto sobre la formación sacerdotal)
- PerfectaeCaritatis (Decreto sobre la adecuada renovación de la vida religiosa)
- ChristusDominus (Decreto sobre el ministerio pastoral de los Obispos)
- UnitatisRedintegratio (Decreto sobre el ecumenismo)
- OrientaliumEcclesiarum (Decreto sobre las Iglesias orientales católicas)
- Inter Mirifica (Decreto sobre los Medios de comunicación social)
Declaraciones
conciliares (temas concretos)
- GravissimumEducationis (Declaración sobre la Educación Cristiana)
- NostraAetate (Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las Religiones no cristianas)
- DignitatisHumanae (Declaración sobre la libertad religiosa)
El papa
Pablo VI presentó de manera resumida el contenido de
cada uno de estos documentos conciliares.
Hablaremos
hoy de
1.
Las cuatro constituciones del Concilio
·
Pondremos en rojo
comentarios sobre algunas
ideas de cada documento
La Constitución dogmática sobre la Iglesia
Este
documento, el más solemne de todo el Concilio, comienza con las palabras “Lumen gentium” (la luz de los pueblos).
El primer capítulo habla del misterio de la Iglesia ” es en Cristo como un sacramento, o sea
signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el
género humano.” Después de este primer capítulo que describe la relación de la
Iglesia con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo,
El segundo capítulo presenta a la Iglesia como
Pueblo de Dios,
constituido por el Bautismo y cuya cabeza es Cristo, en camino por la historia
y destinado a reunir a todos los hombres. En este capítulo se señala la
relación entre la Iglesia y los cristianos que no son católicos, sus relaciones
con los no cristianos, y afirma el carácter misionero del Pueblo de Dios.
Esa palabra, PUEBLO DE DIOS no se usaba antes. Es importante porque
muestra a toda la iglesia, obispos, sacerdotes y laicos todos unidos con igual
importancia, hace que los laicos no se sientan disminuidos y NO como que todo
lo hagan y lo decidan los sacerdotes. En eso insistió mucho el concilio pero
luego hay gente que lo ha olvidado y muchos
laicos se quedan pasivos.
La
Constitución presenta a continuación los miembros del Pueblo de Dios: la
jerarquía (obispos, sacerdotes y diáconos) y los laicos.
El
tercer capítulo, sobre la jerarquía, afirma la colegialidad del episcopado
(Los obispos, sucesores de los apóstoles, en torno al Papa, sucesor de Pedro,
su jefe, que ha recibido de Cristo la responsabilidad de la Iglesia universal (Es decir que, no es cada
obispo solo en su diócesis separado de los demás sino que todos “hacen equipo” con el papa)
El concilio
decide que los obispos locales pueden restaurar el diaconado como un
Orden permanente y conferir este Orden a los hombres casados ( Los
diáconos pueden realizar muchas responsabilidades y servicios
sagrados en la comunidad: bautismos,
matrimonios…Esto lo empezaron a hacer obispos como don Samuel Ruiz en
Chiapas(México), pero en Roma algunos le
pusieron muchas dificultades).
En el cuarto
capítulo, sobre los laicos, muestran su participación en la vida y misión
de la Iglesia (culto, anuncio del Evangelio, la orientación de la vida y las
actividades de la humanidad hacia Cristo).Todavía falta que
muchos católicos se lo tomen en serio y que los laicos sean gente más activa
en los compromisos cristianos, no
sólo dentro del templo sino en su acción por la paz y la justicia.
El quinto capítulo habla de la vocación a la
santidad de
todos los miembros del Pueblo de Dios.(Parece que cuando se canoniza, se declaran santos, a
algunas personas, la mayor parte son sacerdotes, religiosos y religiosas… Pero hay
muchos laicos, madres y padres de familia que viven admirablemente el amor a Dios y al prójimo
aunque no se les reconoce oficialmente. Entonces muchos laicos y laicas no se toman
en serio su compromiso cristiano…”eso es cosa de los sacerdotes….)
El sexto
capítulo, sobre los Religiosos, explica la función de la vida religiosa en
relación con la vida espiritual de todo el pueblo cristiano. (No como gente
separada sino unida en su vida y acción
con los laicos y los sacerdotes)
El séptimo capítulo presenta a la Iglesia, peregrina
en la tierra hacia
la vida eterna, en comunión con la Iglesia en el cielo.
El octavo capítulo presenta, finalmente, el papel
maternal de María en el
misterio de Cristo y la Iglesia. Es en sintonía con este texto que Pablo VI, 21
de noviembre de 1964, otorgó a la Virgen el título de Madre de la Iglesia,
porque ella, como madre de Cristo, es también la madre de todo el Pueblo de
Dios, tanto de los fieles y como de sus pastores.
La
Constitución Dogmática sobre la Revelación
Este
texto que comienza con las palabras “Dei Verbum” (Palabra de Dios), se inserta
“en el corazón del misterio de la Iglesia y es el centro del problema del
ecumenismo: Todos
los cristianos, se unen, o se tendrían que unir iluminados por la Biblia. Hubo un tiempo que los católicos no leían la
biblia, hasta algunos les parecía cosa de los “protestantes” y sin embargo es base de nuestra fe
cristiana. Hoy ya ha avanzado el interés por conocer la biblia como base de
nuestra fe y eso puede ser fuerza de
unión entre todos los cristianos
Dios
ha hablado a los hombres. Cristo, el Verbo (la Palabra) de Dios, por quien todo
fue creado, es la plenitud de la Revelación. En la Constitución se muestra cómo
en las Sagradas Escrituras se encuentra la Palabra de Dios puesta por escrito
bajo la inspiración del Espíritu Santo, mientras que la Palabra de Dios, confiada
por Cristo a los Apóstoles, es totalmente transmitida por la Tradición de los
sucesores de los apóstoles.
La
jerarquía tiene el oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios. La
Constitución hace hincapié en el papel fundamental que debe tener la Sagrada
Escritura en la vida de la Iglesia.
La
Constitución sobre la Sagrada Liturgia
A este texto se lo
conoce por sus efectos, teniendo en cuenta que la reforma de la liturgia latina
se está aplicando en todos los países del mundo (así tendría
que ser, sin embargo hay muchos católicos que se resisten a cambiar según las
directrices del concilio). La
Constitución se limita a establecer las directrices de la reforma, cuya
ejecución fue confiada en gran parte a las Conferencias Episcopales (como en cada país existen culturas distintas Se
decidió que siguiendo los principios que marcó el concilia las conferencias los
apliquen después. El primer capítulo de esta Constitución (aceptada
en sustancia, desde la primera sesión del 7 de diciembre de 1962, con 1.922
placet, 11 non placet y 180 placetyuxtamodum) (la votación
en el concilio se hacía en latín. Placel quiere decir que sí, non placet que
no, placel yuxtamodum que sí pero con algún cambio) establece los principios generales de la reforma
y presenta un carácter doctrinal. Muestra cómo la liturgia es “es la cumbre a
la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde
mana toda su fuerza” .
El
capítulo fija doctrinalmente la participación activa de los laicos, mientras se
desarrolla una noción clara del Pueblo de Dios, hacia el cual la Jerarquía
tiene una función de servicio, tal como explica más adelante la Constitución
dogmática sobre la Iglesia (aquí volvemos encontrar la
iglesia como pueblo de Dios, y ese pueblo somos todos. Todavía mucha gente
cuando habla de la iglesia está hablando de sacerdotes, obispos, papa… falta
conciencia de que todos somos el pueblo de Dios).
La
Constitución sobre la Iglesia en el mundo de nuestro tiempo
Esta
constitución, se compone de una primera parte sobre la
vocación del hombre y una segunda sobre algunos problemas urgentes.
Una introducción
describe primero el estado actual del mundo, con sus transformaciones
profundas, sus esperanzas y sus ansiedades. La Iglesia quiere captar todo lo
que es un signo de la presencia y la voluntad de Dios en los acontecimientos,
las necesidades y aspiraciones de los hombres. Se quiere juzgar a la luz de la
fe los valores que la gente de hoy cree. A estos valores quiere volver a
conectarlos a la fuente, que es Dios, lo que implica la rectificación de las
desviaciones causadas por el pecado.
La primera parte de la Constitución responde a algunas
preguntas: ¿Qué
piensa la Iglesia de la dignidad del hombre (capítulo 1)? ¿Qué cosas deberían
ser recomendadas para la construcción de la sociedad moderna (cap. 2)? ¿Cuál es
el sentido último de la actividad humana (cap. 3)? El capítulo 4 muestra
cómo el Pueblo de Dios y la humanidad en la que este pueblo se inserta, se
ayudan mutuamente, de modo que la misión de la Iglesia es profundamente
religiosa y profundamente humana.
La segunda parte estudia la dignidad del matrimonio
y la familia, la promoción de la cultura, la vida económica y social de la
comunidad política, y, finalmente, la paz y la promoción de la comunidad de
naciones.
“A
partir de estas premisas, aunque consciente de sus limitaciones, la Iglesia en
todo esto se propone un objetivo: ayudar con su luz donde se pueda, ayudar con
su esperanza, su mano en la mano de los hombres, abiertamente, para salvar al
hombre”.
El primer párrafo de este
documento es tal vez el más conocido y repetido de los documentos conciliares.
Se lo copiamos aquí para que lo mediten y saquen consecuencias para su vida:
1. Los gozos y las esperanzas, las tristezas
y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de
cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los
discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su
corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en
Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del
Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos.
La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y
de su historia.
Esto nos hace pensar en algo fundamental para
nuestra fe cristiana. Jesús, Hijo de Dios es también verdadero hombre y los
cristianos sentimos como nuestro todo lo
que sucede en el mundo. Eso nos pide nuestra espiritualidad… pero el “espiritualista”, que no es lo mismo que
espiritual, se encierra en el templo y no se preocupa de lo que sucede en torno
suyo.
(Seguiremos con los demás documentos)