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26 de marzo de 2015

Concilio Vaticano II (Parte 3)


LO QUE SE DIJO Y LO QUE SE OLVIDA
DEL CONCILIO VATICANO II.
2. Los nueve decretos conciliares
Con la excepción del Decreto sobre los Medios de Comunicación Social, que fue promulgado antes de la Constitución sobre la Iglesia, todos los demás se basan en el fundamento doctrinal de la Constitución sobre la Iglesia y desarrollan ciertos aspectos, particularmente con respecto a un programa concreto de actualización (aggiornamento).
Es  decir, estos documentos  nacen de la constitución sobre la  Iglesia, para bajarla a aplicaciones concretas, que  no nos quedemos solo en ideas generales. Para que la iglesia se ponga al día
Las tareas pastorales de los obispos
Este Decreto, que comienza con las palabras “Christus Dominus” (Señor Jesucristo), en primer lugar, explica las aplicaciones prácticas de la colegialidad del episcopado (participación de todos los obispos en la responsabilidad de la Iglesia Universal)
Ya no es que cada obispo haga en su diócesis lo que le parece sin sentirse unido con los demás obispos y sintiendo como propios los problemas de la iglesia universal. Eso es la colegialidad, no que los obispos “vayan al colegio” sino que se sienten todos en conjunto  responsables de la iglesia universal (colegio es reunión de personas que  eligen trabajar juntas (colegas).
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 Enseguida estudia el papel del obispo en su diócesis (esta parte del decreto ha incorporado la esencia de un esquema ya preparado para el ministerio de los sacerdotes). Por último, el decreto habla de la actividad de las Conferencias Episcopales.
Así tiene gran importancia la conferencia episcopal de cada Nación,Antes quien mandaba en todos los obispos de un país   era el cardenal primado puesto por el Vaticano.  Ahora la conferencia episcopal elige el presiente que dura unos años y luego democráticamente cambia y se elige otro

La Vida y Ministerio Sacerdotal
En el capítulo 3 de la Constitución sobre la Iglesia y el Decreto sobre los deberes pastorales de los obispos hablan sobre el lugar que ocupa el sacerdote en la Iglesia. Este Decreto está dedicado especialmente a los sacerdotes, porque van a tener un papel particularmente importante en la renovación de la Iglesia. El Decreto establece las funciones del sacerdote, sus relaciones con el obispo, con sus hermanos y los laicos, y muestra cómo el ministerio es para el sacerdote una fuente de vida espiritual y como su unión con Cristo por su sacerdocio dará lugar a la unidad de su existencia. Este texto reafirma la ley del celibato para los sacerdotes de la Iglesia latina, y exhorta a los sacerdotes casados de las Iglesias orientales para vivir una vida familiar ejemplar y una vida totalmente consagrada al servicio sacerdotal de su pueblo.
Algo  que mucha gente no sabe es que dentro de la iglesia católica está la iglesia oriental, del oriente de Europa, (Grecia, Rusia…) que son católicos pero tienen algunas  costumbres y leyes diferentes, por ejemplo, que  los ritos de la misa  tienen  elementos distintos… también que puede habar sacerdotes casados… Eso hace pensar que en la iglesia occidental, que es la nuestra, aunque en este concilio no se hayan dado algunos cambios, es posible que en otro  concilio   que se tenga más tarde, se  realicen cambios que hoy algunos no se imaginan
 El decreto insiste firmemente en la unidad de la misión de todos los sacerdotes, que es básicamente la misma, independientemente de la tarea particular confiada a cada uno.

La formación sacerdotal
Este decreto traza el marco general de una renovación de los seminarios, en armonía con el esfuerzo de actualizar toda la Iglesia. Los seminaristas deben prepararse para ser capaces de asumir las grandes responsabilidades en un momento de renovación como el nuestro.
Si el mundo cambia  en sus problemas en sus crisis sociales  políticas, culturales, los seminaristas tienen que conocer esos cambios prepararse bien para enfrentarlos, tanto en su vida espiritual  como en su apostolado.

La renovación de la vida religiosa
El presente Decreto establece las normas generales para una revisión de las condiciones de la vida religiosa, de modo que pueda cumplir mejor su papel, no sólo de la santificación personal, sino en relación con la vida espiritual de toda la Iglesia. Por ejemplo antes los religiosos y religiosas llevaban habito y  solían estar muy cerrados en sus conventos y no se enteraban de lo que sucedía en le mundo. Después del concilio se han abierto mucho más al mundo actual, han ido a vivir a barriadas pobres, se han implicado en  problemas sociales. También es verdad  que ha habido más salidas de la vida religiosas. Lógicamente que cada uno se sienta responsable y viva su vocación no porque le obligan a vivir alejado del mundo sino porque  su fe y compromiso los  tiene consciente y libremente.

El apostolado de los laicos
Este Decreto, que comienza con las palabras «Apostolicam Actuositatem» (actividad apostólica) desarrolla la doctrina de la vocación al apostolado de los laicos, el objetivo preciso de este apostolado (anuncio del mensaje evangélico y su aplicación en toda la vida de la humanidad), muestra las diferentes formas y establece las normas generales de organización, especialmente con respecto a las relaciones con la jerarquía. Estas normas deben aplicarse en la práctica por las Conferencias Episcopales de manera apropiada a las circunstancias locales de cada país. Demasiada gente  piensa que los laicos son cristianos de segunda categoría. No han pensado nunca que Jesús era “laico”. Aunque  ahora se le llame “sumo y eterno sacerdote”… pero él era un trabajador, no tenía ningún cargo especial en el templo.  Estaba más metido en la vida con la gente corriente, e iba poco al templo. As jerarquías del templo fueron quienes lo hicieron matar. Hoy los laicos los seglares se escapan de muchos compromisos en el seguimiento de Jesús.Dicen:  “Que lo hagan los padrecitos o las monjas”
Los sacerdotes tienen que saber contar con los laicos no como ayudantes de segunda clase y los laicos tienen que formarse bien, porque a veces tienen mucha ignorancia de los principios dela fe, la liturgia, los sacramentos, la Biblia


La actividad misionera de la Iglesia
El decreto comienza con las palabras “ad gentes” (hacia los pueblos). Subraya y profundiza el carácter esencialmente misionero de la Iglesia. La misión responde a la voluntad expresa de Dios para la salvación de todas las personas. El decreto estudia la obra misionera que conduce a la formación de nuevas iglesias, precisa en qué consiste la vocación de los misioneros y cuál debería ser su formación, y traza las grandes líneas de reorganización de toda la Iglesia en esta actividad.
Esa misión no es ya la captación de fieles para la iglesia católica sino el conocimiento de Cristo y su mensaje y la actitud  de fraternidad universal

Las Iglesias orientales católicas
Este decreto hace hincapié en la legítima diversidad de las iglesias locales en la unidad de la Iglesia universal, afirma la igualdad absoluta de las iglesias locales, y proclama el derecho y el deber, para las Iglesias Orientales, de conservar y desarrollar celosamente su patrimonio eclesiástico y espiritual. Los derechos de los patriarcados de Oriente son resaltados en el texto que trata, entonces, sobre las relaciones entre católicos orientales y ortodoxos, especialmente en lo que respecta a la posibilidad de que los ortodoxos puedan recibir los sacramentos de la Iglesia Católica y viceversa.
Ya hablamos e que la iglesia católica tiene diócesis originarias deleste de Europa  que  desde los primeros siglos del cristianismo tienen  sus propios modos de celebración litúrgica y ciertas diferencias en algunas  normas de vida cristiana.  –son parte de la Iglesia católica. Al mismo tiempo hay otras iglesias orientales separadas de la católica. Usan el nombre de iglesia ortodoxa.  Fue  el patriarca de Constantinopla que  en el siglo  XI, se separó de la iglesia de Roma. Hoy están en camino de reconciliación)

Ecumenismo
Este Decreto, que comienza con las palabras “Unitatis redintegratio” (la restauración de la unidad), sugiere a los católicos las ayudas, las directrices y recursos para responder al mandato divino que quiere la unidad de su Iglesia y suscita hoy en todos los cristianos de hoy un vivo deseo de unión. Este texto establece claramente que la acción ecuménica comienza con la renovación de la Iglesia, en la que cada miembro debe participar. La acción y el diálogo ecuménico no constituyen una actividad aparte sino más bien una dimensión de todas las demás actividades. Por lo tanto, en referencia a este decreto, hay que prestar atención a los otros documentos conciliares que presentan efectivamente esta dimensión ecuménica. El último capítulo de este Decreto se explica cómo la Iglesia católica considera a las comunidades separadas de Roma, por un lado, las Iglesias de Oriente y en el otro lado, las comunidades eclesiales de Occidente (anglicana y protestante). El texto dice brevemente lo que tenemos en común al mismo tiempo que hace notar los puntos de división.
Seguimos en este proceso de  buscar la unión, pero existen grupos sectarios que  evitan la unión. Influyen en ellos intereses, especialmente capitalistas  que  siguen es  refrán muy útil para ellos: “divide y vencerás”.  Piensan que los cristianos unidos pueden ser  una fuerza contra sus intereses y prefieren que estén  separados y discutan  entre ellos.

Los medios de comunicación
Este decreto, titulado “Inter Mirifica”, estudia los medios en sí mismos y explica cómo la Iglesia puede utilizarlos. Este texto promulgado hacia el final de la segunda sesión, no pudo usufructuar los resultados obtenidos con otros documentos del Concilio posteriores. La Comisión, ya integrada, de la cual el decreto prevé su constitución, tiene una tarea muy importante.
Se trata de procurar que los medios masivos en poder de grandes intereses económicos no siembren la mentira, el engaño, la sumisión de los más pobres en provecho de  poderes de la prensa, pa radio, la televisión…  Es un deber de los cristianos utilizar esos medios en defensa de los derechos  humanos, dela justicia social, de la educación, la familia y el respeto a las naciones  menos desarrolladas 

Sería bueno, ustedes que leen esto, ponerse a pensar.  En  mi  parroquia, en el grupo cristiano donde estoy ¿Hay interés por estos documentos,  especialmente  por los que tienen más relación  con nuestra vida y actividad.  Hará falta que leamos alguno de estos documentos y lo comentemos en comunidad?.  No dejemos que el concilio se pierda en el pasado.