LO QUE SE HA OLVIDADO Y SE RECUERDA
DEL CONCILIO VATICANO II
Como me
dijo alguna vez una señora, miembro de una asociación católica: “Ha hablado
usted mucho del concilio pero yo no sé qué es eso del concilio”.
Apuesto a
que muchos de los que leen esto no saben casi nada de esa asamblea general de los obispos del
mundo que se celebra de vez en cuando. Él
último, el Vaticano II desde 1962 hasta
1965. Hace, en 2015, 50 años. El objetivo de los concilios es renovar la Iglesia porque con los cambios
de la historia van sucediendo hechos y
problemas que piden una transformación.
Imagínense en 20 siglos, los cambios de civilización, cultura, enfrentamientos
y guerras que ha tenido la humanidad.
Y los
seguidores de Jesús ante todo eso ¿se quedan quietos como estatuas?
Hay personas en la iglesia que tienen un carácter pasivo y quieren que siempre todo siga igual, que no los molesten con cambios.
Afortunadamente hay gente
más reflexiva que se da cuenta de que cómo evoluciona el
mundo. Los cristianos tenemos que procurar que cambie para bien y nosotros no nos quedemos al margen.
No nos
detenemos a hablar de los 21 concilios que ha habido a lo largo de 2,000
años. Haremos una presentación de este
último y en otras semanas seguiremos
dando detalles de los temas que se trataron y que algunos “muy católicos” han procurado olvidar.
Durante
esa gran asamblea donde se reunieron más de 2,000 obispos del mundo
entero, con algunos invitados teólogos que no tenían voz ni voto
pero les asesoraban, algunos laicos comprometidos con la misión de
la iglesia y hasta cristianos no católicos
hacia los que el concilio dio
pasos de acercamiento y reconciliación.
Los
diálogos, seguidos de votaciones, tuvieron como resultado varios documentos:
Cuatro “constituciones dogmáticas” (con
reflexiones más teológicas),
Nueve
decretos conciliares (para poner el día esas constituciones). Tres declaraciones conciliares (sobre aspectos
concretos).
Se
pueden suponer que entre tantos obispos de distintos países, de distintas
edades, de distintas culturas los
diálogos fueron vivos y a veces
difíciles.
Lo que
allí se concluyó eran unas pistas para reemprender nuevos
caminos los católicos de todo el mundo.
Pero
después del concilio, en estos 50 años que han pasado, ha habido personas que
han intentado dar marcha atrás y hacer como si no se hubiesen enterado.
De
todo esto y de las nuevas iniciativas y
reflexiones que nacieron de ese concilio
hablaremos en posteriores
presentaciones en este blog. Así
ninguno de ustedes podrá decir que no se
enteró.