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11 de marzo de 2015

Concilio Vaticano II



LO QUE SE HA OLVIDADO  Y SE RECUERDA  
 DEL CONCILIO VATICANO II

Como me dijo alguna vez una señora, miembro de una asociación católica: “Ha hablado usted mucho  del concilio  pero yo no sé qué es eso del concilio”.

Apuesto a que muchos de los que leen esto no saben casi nada  de esa asamblea general de los obispos del mundo que se celebra de vez en cuando.  Él último, el Vaticano II desde 1962  hasta 1965. Hace,  en 2015,  50 años. El objetivo de los concilios  es renovar la Iglesia porque con los cambios de la historia van sucediendo  hechos y problemas que piden una  transformación. Imagínense en 20 siglos, los cambios de civilización, cultura, enfrentamientos y guerras  que ha tenido la humanidad. Y  los  seguidores de Jesús ante todo eso ¿se quedan quietos como estatuas?

Hay personas  en la iglesia que tienen un carácter pasivo y quieren que siempre todo siga igual, que no los molesten con cambios.
Afortunadamente  hay gente  más reflexiva que se da cuenta de que cómo evoluciona  el  mundo. Los cristianos tenemos que procurar que cambie para  bien y nosotros no nos quedemos al margen.

No nos detenemos a hablar de los 21 concilios que ha habido a lo largo de 2,000 años.  Haremos una presentación de este último  y en otras semanas seguiremos dando detalles de los temas que se trataron y que algunos “muy católicos”  han procurado olvidar. 

Durante esa gran asamblea donde se reunieron más de 2,000 obispos del mundo entero,  con algunos  invitados teólogos que no tenían voz ni voto pero  les asesoraban,  algunos laicos comprometidos con la misión de la iglesia y hasta cristianos no católicos  hacia los que  el concilio dio pasos de acercamiento y reconciliación.

Los diálogos, seguidos de votaciones, tuvieron como resultado varios documentos:

 Cuatro “constituciones dogmáticas” (con reflexiones  más  teológicas),
Nueve decretos conciliares (para poner el día  esas constituciones).  Tres declaraciones conciliares (sobre aspectos concretos).

Se pueden suponer que entre tantos obispos de distintos países, de distintas edades, de distintas culturas  los diálogos fueron  vivos y a veces difíciles.

Lo que allí se  concluyó  eran unas pistas para reemprender nuevos caminos  los católicos de todo el   mundo.

Pero después del concilio, en estos 50 años que han pasado, ha habido personas que han intentado dar marcha atrás y hacer como si no se hubiesen enterado.

De todo esto y de  las nuevas iniciativas y reflexiones que nacieron de ese concilio  hablaremos en posteriores  presentaciones  en este blog. Así ninguno de ustedes podrá decir  que no se enteró.