En
el número de Prensa Libre del domingo 1 de marzo, hay un artículo titulado “El papa y sus dichos”. Este escrito da pie a algunas reflexiones.
La
primera es que afortunadamente un
papa dice algo que escueza a los lectores y especialmente a gobiernos
y lectores de “categoría”. Ya en otras ocasiones algunos, hasta
jerarquías de la iglesia, han dicho del papa Francisco que tenía ideas “comunistas”. Menos mal. Como
dijeron hace años algunos curas
obreros a ciertas jerarquías: “Ya que la iglesia se ha
equivocado muchas veces a favor de los
ricos déjennos equivocarnos alguna vez a
favor de los oprimidos”.
Y
es que, si leemos, aunque sea rápidamente, el evangelio descubriremos que ese Jesús, que
está a la raíz de la iglesia, también tuvo frases que molestaron a las
autoridades de su tiempo.
Si
tienen un rato léanse el capítulo 23 de
Mateo o el 12 de Marcos o el 11 de Lucas
También
Jesús empleó palabras políticamente incorrectas
llamando perros, en la expresión vulgar de la gente de su tierra a los
fenicios, paganos del pueblo fronterizo, aunque después de su provocación escuchó y puso de ejemplo la súplica de la mujer extranjera.(Marcos
7, 24-30)
Es
mucho más seguro limitarse a citar encíclicas y documentos pasados, con
doctrinas abstractas, que reaccionar espontáneamente, con el corazón
en la mano, ante situaciones angustiosas
que claman al cielo. Que clamen al cielo- dirán algunos -pero que
no clamen contra países y políticos que viven bien cómodos en sus privilegios y
abusos.
Nosotros
los cristianos de cualquier confesión, y cualquier persona que busque un mundo de justicia, debemos preferir que los
responsables de nuestras comunidades hablen claro y afronten cara a cara los
problemas, aunque a veces se le escapen
expresiones que no sean medidas por una
prudencia diplomática sino por la
solidaridad con los oprimidos que tuvo Jesús de Nazaret.