DOS AMIGOS SE DAN LA MANO
El 23 de mayo será beatificado Óscar
Romero, mártir salvadoreño. Charo Marmol se ha fijado en un episodio clave en
la vida del arzobispo de San Salvador en el que resuenan otras muchas voces
como la de Rutilio, Jon Sobrino o los jesuitas de la UCA.
Permítanme que subraye el oficialmente,
porque el pueblo salvadoreño y muchas de las gentes creyentes de distintas
partes del mundo, ya habíamos reconocido su vida como una vida digna de imitar
y reconocíamos que su muerte fue causa de esa vida de denuncia a favor del
pueblo crucificado, de entrega y amor a los pobres. La muerte de Monseñor
Romero era una muerte anunciada y esperada, como lo fueron las muertes de los
jesuitas de la UCA.
Mural en una iglesia de Cinquera, El Salvador, con los retratos de Romero y Rutilio |
Como también lo fue la del primero de
todos, Rutilio Grande, jesuita, párroco de Aguilares, en El Salvador, y amigo
de Monseñor Romero, cuando Romero aún no se había “topado” con los pobres y
estaba al lado de la oligarquía política y religiosa. Ambos eran amigos, aunque
militaban en distintos bandos. A Rutilio le asesinan el 12 de marzo de 1977 por
su defensa de los pobres y excluidos. Sus homilías eran una defensa acalorada
de los campesinos explotados. En una de ellas decía: “Queremos ser la voz de
los que no tienen voz para gritar contra tanto atropello contra los derechos
humanos. Que se haga justicia, que no queden impunes tantos crímenes manchando
a la patria, al ejército. Que se reconozca quiénes son los criminales y que se
dé justa indemnización a las familias que quedan desamparadas”.
Rutilio Grande, primero por la derecha, junto a Romero. |
Cuando mataron a Rutilio, Monseñor
Romero fue a Aguilares, Jon Sobrino le acompañó, y en palabras de Sobrino ,
“allí se topó con los pobres”, con la injusticia, con el dolor, la opresión y
la muerte. Y este fue el momento del cambio y la conversión de Romero. En ese
momento empezó a hacer comunidad, intentando que nadie se quedase fuera:
sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, las comunidades de base… toda la
iglesia unida, con el Pastor a la cabeza comenzó a defender a los pobres de El
Salvador. Ya no eran unos cuantos curas, religiosas, campesinos quienes
denunciaban y a quienes acusaban de comunistas, ahora era toda la Iglesia
presidida por su Arzobispo quien no dejaba de denunciar las injusticias que el
pueblo salvadoreño sufría.
Misa por Rutilio Grande. Catedral. Marzo 1977 |
Con la muerte de Rutilio comenzaron tres
años de una muerte anunciada que concluirían con el asesinato de Romero el 24
de Marzo de 1980.Tres años en los que Romero supo que la muerte rondaba su
vida. En el último retiro espiritual que hizo, escribía: “Mi otro temor es
acerca de los riesgos de mi vida. Me cuesta aceptar una muerte violenta que en
estas circunstancias es muy posible, incluso el Sr. Nuncio de Costa Rica me
avisó de peligros inminentes para esta semana. El padre me animó diciéndome que
mi disposición debe ser dar mi vida por Dios cualquiera sea el fin de mi vida.
Las circunstancias desconocidas se vivirán con la gracia de Dios. Él asistió a
los mártires y si es necesario, lo sentiré muy cerca al entregarle el último
suspiro. Pero que más valioso que el momento de morir es entregarle toda la
vida y vivir para él”.
El próximo 24 de mayo cuando suban a los
altares oficialmente a Monseñor Romero, el pueblo tendrá un motivo de celebración
y de fiesta, que no está nada mal. En algún lugar, no sabemos dónde, Romero y
Rutilio, a quien también le han abierto ahora causa de beatificación, se alegraran si el pueblo salvadoreño
aprovecha esta ocasión para fortalecer sus comunidades y trabajar
conjuntamente, desde la fe, por salir de la violencia y la pobreza que sigue
asolando al pueblo salvadoreño.