Lunes, 1 de junio de 2015
Federico Mayor Zaragoza, profesor y científico
español, fue director de la UNESCO y
tiene importantes reflexiones y propuestas sobre la situación actual de la sociedad y la defensa de la paz
Esas reflexiones
son aplicables a muchas situaciones
actuales en Latinoamérica
a)“Es de necio
confundir valor y precio”, advirtió con exquisita clarividencia D. Antonio
Machado.
(Nota previa: la
palabra “necio” que en algunos lugares de Centroamérica significa insistente, firme en sus intentos,
en España significa persona que no
reflexiona, sin sentido común.)
Han sido necios quienes, en la década de los ochenta del
siglo pasado, sustituyeron los valores por lo precios, la justicia social y los
principios democráticos por las leyes del mercado.
Fueron necios y culposos el Presidente Reagan y el
Partido Republicano de los Estados Unidos al que tan radicalmente representó. Y
fue necia la Primer Ministro Margaret Thatcher. Los valores éticos se
sustituyeron por los bursátiles. Marginaron a las Naciones Unidas
sustituyéndolas –no me canso de repetirlo, porque sigue siendo intolerable- por
grupos plutocráticos de 6, 7, 8… 20 países.
Pero fueron muy necios también los que, progresivamente
fueron adoptando las directrices globalizadoras neoliberales, que han conducido
a un peligroso incremento de las desigualdades, a desgarros sociales, a unos
cuantos millonarios más, a muchísimos pobres más, desahuciados, desempleados,
humillados…
Necios han sido los que en lugar de hacer frente a estas
tendencias con una educación de calidad –para formar a seres humanos “libres y
responsables”, como establece la Constitución de la UNESCO- han seguido las
indicaciones de los Informes PISA que, lógicamente, por proceder de la OCDE,
procuran el tener y no el ser.
Han sido necios y perversos los promotores. Pero también
necios, muy necios, los que han seguido las infaustas directrices. Porque han
confundido los valores con los precios. Porque siguen anclados en el dinero…
Pero pronto serán muchos los que, totalmente de acuerdo
con D. Antonio Machado, no consentirán que les sigan imponiendo unas normas de
conducta que han conducido a una situación humanamente inadmisible.
b) “Si no nos
dejan soñar, no les dejaremos dormir”. Me encantó este “poster del 15-M”.
Me sigue encantando ahora. La historia reciente contiene suficientes ejemplos
de lo que parecía imposible… y hoy es realidad. “Lo conseguimos porque no
sabíamos que era imposible”… “Sólo quienes son capaces de ver los invisibles –y
no sólo lo que iluminan los focos de la comunicación- serán capaces de hacer
los imposibles”… “Todo está por-hacer y todo es posible… pero, ¿quién si no
todos?”, escribió Miquel Martí i Pol en unos versos que no me canso de repetir.
Hoy podemos promover grandes clamores populares. El tiempo del silencio ha
concluido. El tiempo de “no hay remedio” ha terminado. Inventemos el futuro.
Ahora es un buen momento, porque la tensión humana que favorece la creatividad.
Soñemos y actuemos… y, si no dejan que nuestros sueños
conviertan imposibles ayer en posibles mañana… no les dejaremos dormir!
c) El fútbol, de
deporte a negocio y corrupción de grandes proporciones.
Me encanta el fútbol como espectáculo, como afición, como
afiliación también. Pero todos los abusos son malos y, con frecuencia, derivan
en situaciones extremadamente perjudiciales.
La desafección política y religiosa ha ido dando paso a
una afición futbolística caracteres perniciosos, hasta llegar en algunos casos
a una auténtica demencia, a desbordamientos incontrolados de decoro y dignidad.
Se habla de “mercado de verano, de otoño, de invierno”…
Creo que algunos traspasos e incorporaciones de futbolistas deberían realizarse
de otra manera.
Se programan los acontecimientos deportivos en los medios
audiovisuales de tal manera que la audiencia permita enormes ingresos y hacen
públicos precios inadmisibles comparativamente, ya que constituyen un agravio
que los mismos futbolistas, en manos de “administradores únicos”, no ven con
agrado.
Llevan en las camisetas nombres de países, empresas o
instituciones que, con algunas excepciones, desacreditan a los jugadores,
convertidos en “hombres-anuncio”.
Luego resulta que algunos de estos países han promovido la
corrupción en la FIFA –sí, ¡también la Federación mundial, alentada en
ocasiones por las nacionales…!- y el conjunto resulta otro “espectáculo”
deplorable. Me gusta el fútbol. Por eso quisiera que se tuviera el coraje de
arrancar de las camisetas letras que no se merecen porque mancillan al deporte
y a los deportistas. Y proceder, con todo el peso de las aficiones sanas y
amantes del deporte, a poner a los corruptos en su sitio. Quienes así lo
hicieran se ganarían un aplauso adicional de los aficionados “de verdad”. ¿Y
los obcecados forofos? Se irían convirtiendo en “aficionados”…