El drama de miles de
refugiados frente a la hipocresía de los gobiernos europeos.
Por Carlos Iaquinandi Castro,
Redacción de SERPAL,
SERvicio Prensa ALternativa
¿ Quien es
el responsable de la sangre de estos hermanos ? . Ninguno.
Todos
respondemos: yo no he sido, yo no tengo nada que ver, serán otros, pero yo no.
Hoy nadie se
siente responsable, hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna,
hemos caído
en el comportamiento hipócrita.”
“Los que
buscan desesperadamente la libertad y para eso atraviesan el mar sabiendo que
corren graves riesgos,
no son menos
dignos que nuestros partisanos que llevaron adelante la Resistencia”.
Darío
Nardella, alcalde de Florencia, Italia.
“La llave
para que deje de morir gente en el Mediterráneo, la tiene Europa”
Paula Farías, coordinadora
del proyecto de Médicos Sin Fronteras
Miles de seres humanos cruzan andando, en
trenes, camiones, barcas precarias,
carros o cualquier medio artesanal los miles de kilómetros que separan
sus tierras de origen de los países europeos donde esperan encontrar la paz y
la seguridad que no tienen.
Mientras, los gobiernos levantan
muros y vallas, cavan fosos, instalan puestos de control, sueltan perros
adiestrados, militarizan bosques y
ríos, y califican de “enjambre”,
“chusma”, “gotera”, “plaga” o “amenaza” al éxodo de refugiados más importante
de la historia.
No pueden argumentar que es una situación imprevista. Los mismos
gobiernos que generan invasiones, fomentan guerras internas para seguir
obteniendo materias primas, permiten la venta de armas y municiones incluso a
grupos terroristas y apoyan autocracias y dictaduras, ahora se desentienden de
las consecuencias humanas de sus políticas neocoloniales.
El último informe de ACNUR, organismo de las
Naciones Unidas para los Refugiados, denuncia que hoy son 60 millones de seres
humanos los que abandonaron sus hogares desplazados por conflictos, hambre,o
persecución.
El
mayor número de refugiados de la historia
Ese número de seres humanos desplazados,
desesperados y que llevan consigo a sus hijos y poco más, es la cifra más alta
alcanzada en la historia. De ellos más de la mitad son menores de edad. Durante 2014, 42.500 personas al dia se
convirtieron en refugiados o desplazados internos. Unos 15 MM más que los que
había hasta entonces.
En lo que va del año, cientos de personas han
muerto en el Mediterráneo en sus
intentos de abandonar el horror en sus tierras de origen. Libios, afganos,
eritreos, yemeníes, sirios, iraquies, kurdos, somalíes, congoleños,
pakistaníes, senegaleses, zambianos, nigerianos, etc. Todos dejan atrás el caos y la destrucción
provocados por guerras y conflictos, muchas veces generados por los países
desarrollados que buscan control geopolítico, influencia comercial, o la explotación
de recursos y materias primas. Y esos mismos países “desarrollados” son los que
les venden las armas y pertrechos bélicos.
Y a quienes tienen suerte de llegar a un país
europeo, les aguarda un futuro incierto. Muchos serán deportados, otros
alojados en campamentos precarios, y otros intentarán sobrevivir en la
“ilegalidad” que les otorga la indiferencia de los gobiernos, que a la hora de
la verdad, justifican su insolidaridad y niegan sus responsabilidades. Salvo la
cooperación solidaria de pobladores y de organizaciones de derechos humanos,
nadie les acoge, les refugia o les protege.
De la solidaridad a la “seguridad”
Los gobiernos europeos decidieron el pasado
noviembre suspender la operación “Mare Nostrum” que logró rescatar unas 170.000
personas de las aguas, en una operación coordinada por el gobierno italiano y
financiada por la Unión Europea. En
reemplazo de ese despliegue solidario, se puso en marcha “Tritón”, una
operación que depende de FRONTEX. Este
es un organismo de la Unión Europea creado para coordinar temas de control y
vigilancia de fronteras, con criterios básicamente de “seguridad”. Tiene un presupuesto y unos medios muy
inferiores a “Mare Nostrum”. Por el
contrario, las condiciones de supervivencia de muchas personas en los
territorios con conflicto han empeorado.
En Siria, distintas fracciones armadas bombardean, atacan y ocupan pueblos y ciudades. Libia, tras la
intervención de la OTAN, ha quedado dividida en fracciones, feudos y
seudo-gobiernos. Es un país destrozado y en manos de bandas armadas. Los Kurdos,
son atacados por los terroristas del llamado •Ejército Islámico y bombardeados
por el gobierno turco. En Yemen, el
gobierno autócrata de Arabia Saudita decidió intervenir en el conflicto interno
de ese país a favor del gobierno depuesto por una rebelión popular, y bombardea
con sus aviones poblaciones civiles, refugios, y estructuras básicas. En Egipto
la vida se hace imposible: tras las frustradas “primaveras”, el actual gobierno
del General Al Sisi se ha convertido en una dictadura férrea y cruel, con la
tolerancia o el beneplácito de los gobiernos europeos y la asistencia militar
norteamericana, como en los mejores tiempos de Mubarak. Los palestinos,
prisioneros del ejército israelí en esa cárcel a cielo abierto que es la Franja
de Gaza, y con carencias de agua, medicamentos y sin poder reconstruir las
miles de viviendas destruidas por los bombardeos israelíes. Similares
situaciones se sufren en Irak, Afganistán, Pakistán, y otros países donde en
los últimos años se produjeron invasiones o intervenciones militares de países
occidentales, con la colaboración de naciones árabes gobernadas por dictaduras,
autocracias y oligarquías. Tras su paso, dejaron el caos, muerte y destrucción.
No es un fenómeno natural o inevitable
Esta crisis humanitaria no es un “tsunami” o un
fenómeno natural. Tiene sus responsables, aunque se escondan tras discursos
solemnes, mentiras y promesas incumplidas. Esta vez, no son las grandes
migraciones de National Geographic, donde miles de animales buscan tierras
donde puedan beber y alimentarse o escapar de una catástrofe natural.
Esta vez, en la Europa del siglo XXI, son seres
humanos de diferentes países, razas y religiones, que huyen del caos generado
por la insaciable avaricia de poder de los grandes grupos económicos y
financieros y sus representantes en los gobiernos y en los grandes partidos
políticos.
Más barreras, ninguna ayuda.
Los refugiados aumentan exponencialmente.
Familias enteras hacen cientos, miles de kilómetros en busca de un lugar donde
rehacer sus vidas. Pero ahora hay menos dispositivos de alerta y de rescate
para los que se juegan la vida en busca de su lugar en el mundo. Los gobiernos
de Europa invierten en seguridad, no en solidaridad. En control y represión, no
en socorro a los débiles y perseguidos.
El mundo “civilizado”, la ONU y sus
innumerables organismos, los gobiernos de las grandes potencias, siguen
produciendo discursos grandilocuentes pero no asumen sus responsabilidades.
Los resultados del cambio están a la vista: más
muertes, más angustia, más dolor para miles de seres humanos. El Mediterráneo
pasa a ser una trampa mortal para las esperanzas de los refugiados. Las
fronteras europeas una barrera difícil de franquear.
La argamasa de los muros fronterizos europeos
son insolidaridad, egoísmo e hipocresía.
La pista para encontrar la razón de esos
acuerdos colectivos basados en egoísmo, insolidaridad e hipocresía, la podemos
encontrar en las actitudes que individualmente adoptan los gobiernos europeos.
Hungría levanta una valla con cuchillas de 4 metros de altura y que tendrá una extensión de 175 kms.
para que no crucen quienes vienen de Siria, y que han atravesado Grecia y luego
Macedonia y Serbia. Muchas son familias
que llevan niños y enseres
y que aspiran a ser recibidos como refugiados
en Alemania. En realidad, la mayoría de ellos, por su condición, tienen derecho a solicitar asilo y refugio
conforme las normas europeas. En el Reino Unido, el primer ministro Cameron
define su política de hostigamiento hacia los refugiados: “Hemos legislado
recientemente para asegurarnos de que no puedan obtener un carné de conducir,
no pueden alquilar una casa, no puedan abrir una cuenta bancaria, y
expulsaremos a más migrantes ilegales de
nuestro país para que la gente sepa que no es un refugio seguro una vez estás
aquí”. Incluso advirtió que para evitar
la llegada desde quienes consiguen “colarse” en el túnel desde Calais, soltará
más perros “especialmente adiestrados para detectar y controlar a los
refugiados.” En Holanda los refugiados
que logran arribar, son distribuidos en “centros de acogida”. En la práctica
quedan aislados de la sociedad y si no tienen trabajo ni permiso de estancia
deben marcharse.
En España, el gobierno levantó en Melilla más
vallas y colocó “concertinas”, como les llaman a las cuchillas que llevan las
alambradas para que quienes
intentan subir y cruzarlas, sufran cortes en
sus manos y cuerpo. También se practica la
“devolución en caliente”, que consiste en no identificar al recién
llegado ni averiguar su situación, sino devolverlo inmediatamente al territorio
marroquí, donde en muchos casos, sufren maltrato policial.
Los derechos de asilo y refugio
son ignorados sistemáticamente
Si los gobiernos europeos no se “escondieran”
en su egoísmo, podrían intentar regular los flujos migratorios desde los
propios países de origen, pero partiendo de la base de reconocer los derechos
de refugio y asilo. El propio FRONTEX reconoce que el 84 % de las personas que
cruzaron el Mediterráneo tenían derecho a ser tratados como refugiados y no
simplemente como “inmigrantes”. Pero los gobiernos evitan poner mecanismos
legales porque las cifras se dispararían. Entonces, prefieren que el
Mediterráneo se convierta en una barrera natural.
Tampoco parece preocuparles la precariedad de
las embarcaciones que utilizan las mafias. Suelen quedar a la deriva, o
hundirse antes de ser localizadas. Según los estudios de la OIM ( Organización
Internacional para las Migraciones), unos 2.300 refugiados han muerto en el
Mediterráneo en lo que vá del año. Médicos Sin Fronteras y otras organizaciones
que se han implicado en la ayuda a los refugiados estiman que la cifra es muy
superior, pero nunca la sabremos. No hay registro de las barcas, lanchas o
botes que zarpan de las orillas de Libia, de Egipto o ahora de las costas turcas; y mucho menos
de las personas que transportan. Muchas veces ni sus propias familias llegan a
conocer la suerte corrida por quienes intentan llegar a Europa.
Los grupos que trafican con los desesperados,
cobran entre 900 y 1.500 euros por cada refugiado . Muchos pagan por un espacio
en una patera, varias veces más de lo que les costaría un billete de avión.
Pero los países potencialmente destinatarios de los refugiados, no otorgan
visado ni facilidades legales. En la
travesía se juegan entonces su vida. Pero además, las posibilidades de llegar y permanecer en
un país europeo son más que inciertas. El horizonte de los refugiados que dejan
su tierra, tiene más de sueños y esperanza que de realidad.
Algunas cifras reveladoras
El proyecto transfronterizo “The Migrants
Files” ( Los archivos de los migrantes), en el que participan periodistas y
técnicos de varios países, publilca varios datos que cuantifican económicamente
la crisis humanitaria de los refugiados.
Indican que durante los últimos 15 años, los
traficantes de migrantes y refugiados han tenido un beneficio de al menos
15.700 millones de euros.
Las políticas de expulsiones y repatriaciones
de los desplazados, han costado al menos 11.300 millones de euros a los países
europeos.
El control y vigilancia de las fronteras
europeas para evitar la entrada de refugiados e inmigrantes ha costado a los
contribuyentes al menos 1.600 millones de euros desde el año 2000.
Los grupos y empresas que participaron en las
políticas europeas de control fronterizo ( también le llaman “defensa” ), han
sido los mayores beneficiarios
de los proyectos de Investigación y Desarrollo
dedicados a evitar la llegada de refugiados y migrantes. Entre otros, mencionan
a Finmeccanica, Airbus,Thales o la española Indra.
El diario español “El Confidencial”, indica que
el detalle de adjudicaciones del Fondo Europeo denominado “Solidaridad y
Gestión de los Flujos Migratorios”
entre el 2007 y el 2013 refleja que los
diferentes gobiernos españoles han adquirido material bélico para la “lucha
contra la inmigración ilegal” por 155,87 millones de Euros.
El coste en seres humanos, como reveló la
primera fase del proyecto elaborado por “The Migrants Files” se estima en
treinta mil seres humanos fallecidos en quince años cuando intentaban llegar a
Europa. Los organismos de solidaridad y acogida implicados en los rescates,
estiman que la cifra seguramente es más elevada, pero nunca podrá saberse con
certeza.
Hay que denunciar y detener este horror.
El Mediterráneo ha sido la tumba de muchos
hombres, mujeres y niños que lucharon por su dignidad como seres humanos,
intentando llegar a un lugar seguro y en paz.
Pero hoy mismo, cuando Ud. está leyendo esta
crónica, el drama y las causas que lo originan, continúan.
Siria, Palestina, Irak, Yemen, Libia, Egipto y
muchos otros territorios sufren violencia y destrucción. Sus pueblos,
desprotegidos, intentan escapar. Miles
de refugiados caminan, intentan subirse a un tren, a cualquier transporte.
Aguardan en refugios improvisados, en pleno monte, en orillas de ríos, en
fronteras alambradas y con policías armados.
No podemos ser indiferentes ante este drama
humanitario.
No podemos ser cómplices de los que solo se
preocupan de su poder, de su dinero, de sus negocios y de su bienestar.
Somos muchos más que ellos y tenemos razones
poderosas para luchar por un mundo mejor.
* Carlos Iaquinandi Castro,
redacción de SERPAL, SERvicio de Prensa ALternativa.