Begoña Iñarra
Misionera Ntra. Sra. De África
Con el verano y la mejoría de la mar, aumentará el número
de emigrantes que intenta alcanzar las costas europeas. Han dejado país,
familia y amigos no por gusto, sino por necesidad… Los refugiados escapan de
los horrores de la guerra, de regímenes dictatoriales o para salvar su vida.
Los emigrantes económicos, muchos de ellos de África, huyen de la pobreza con
la esperanza de una vida mejor.
Medios de comunicación y políticos nos presentan la
emigración como negativa para los países europeos: nos empobrecen, destruyen
nuestra cultura, aumentan el crimen, toman nuestros puestos de trabajo, se
aprovechan de nuestros sistemas sociales…¿ Es esta una mirada justa ?
Los que salen son los más intrépidos, los mejores. Tienen
el valor de abandonarlo todo, ir a lo desconocido y empezar en una nación a
menudo hostil. Este flujo de jóvenes empobrece al país de origen y enriquece al
país de acogida, que no sabe apreciarlo. Europa, como el resto de zonas
desarrolladas, rechaza a los nuevos inmigrantes.
Sin embargo, estudios sobre la inmigración de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos ( OCDE ) y de
universidades norteamericanas muestran que cuando se les ofrecen oportunidades,
la economía y la calidad de vida mejoran, no solo para los inmigrantes, sino
para todos los ciudadanos del lugar de acogida.Como resultado de esto,
municipios y condados estadounidenses han establecido programas de acogida para
ellos.
El bombardeo de noticias e imágenes recibidas y el cambio brusco de tema cuando se alude a
esta realidad, hace que nos sintamos abrumados y sobrepasados por los
acontecimientos. El fatalismo y la impotencia nos invaden, lo que nos impide
reflexionar en profundidad ante hechos que nos emocionan, como la muerte de
inmigrantes en el Mediterráneo.
Reflexionemos juntos. ¿ Por qué vienen tantos africanos a
Europa ?. Huyen de la pobreza y de la falta de progreso en sus países, a pesar
de los numerosos programas de desarrollo, de la ayuda oficial y las abundantes
riquezas naturales que posee el continente. Y ellos continuarán llegando
mientras esta situación no cambie.
Muchas veces, los medios de comunicación responsabilizan
de este empobrecimiento a líderes corruptos e incompetentes, más preocupados de
sus propios intereses que de los del pueblo. Ellos tienen una parte de
responsabilidad, pero Europa e instituciones como el Fondo Monetario
Internacional (FMI), el Banco Mundial(BM) o la organización Mundial del
Comercio(OMC) son corresponsables de esa falta de desarrollo, por su apoyo a
estos líderes y por sus políticas que empobrecen al continente y provocan el
flujo migratorio.
Europa apoyó los programas de ajuste estructural del FMI
y del BM de los 80, conocidos hoy como políticas de austeridad. Forzaron a los
países empobrecidos a producir para exportar y así poder pagar la deuda. El
resultado fue la pérdida de su seguridad alimentaria, el empobrecimiento de la
población y el colapso de la industria local.
Estos acuerdos facilitan el saqueo de los recursos de
África, sin beneficio para la población. Las flotas pesqueras extranjeras,
entre ellas la española, han vaciado los océanos de África, destruyendo el
sustento de los pescadores auctóctonos. Inversores extranjeros y locales
acaparan las tierras de campesinos y pastores, a menudo con la colaboración de
los Gobiernos africanos, para producir… alimentos para la exportación, piensos
para el ganado o biocarburantes.
El Papa Francisco llama a esto una << economía de
exclusión y de desigualdad >> declara sin rodeos que << esta
economía mata >> y la presenta como una de las causas de la migración y
de las guerras.
La emigración no cesará con más barcos en el
Mediterráneo, ni con miles de millones de euros para el desarrollo, aunque eso
sea necesario. Lo que se precisa es un cambio de economía, políticas y manera
de vivir la solidaridad. Necesitamos debates sobre los efectos desastrosos de
una economía cuya finalidad es el enriquecimiento de una minoría, así como
buscar nuevas economías locales y mundiales que establezcan un mínimo de
igualdad social, un desarrollo sostenible que proteja los recursos naturales y
ofrezca la posibilidad de un desarrollo para todos.
Sin este cambio, aunque construyamos murallas alrededor
de Europa o enviemos más barcos al Mediterráneo, los emigrantes continuarán
arriesgándose para entrar en la fortaleza europea.
En este mundo globalizado, todos estamos en el mismo
barco. Si África se hunde, todo el barco se hundirá. Aunque solo sea por
egoísmo, el desarrollo de África es una cuestión vital no solo para los
africanos, sino para todos los que vivimos en el planeta.