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17 de octubre de 2015

El caso del venezolano Leopoldo López



Una de las preocupaciones principales de nuestro blog, en sus pequeñas dimensiones  es la de luchar con la falsificación de la información  que hacen las grandes empresas de comunicación multinacionales y que mucha gente inteligente y de buena voluntad no llega a darse cuenta y se traga todo lo que le echan. Un caso de esos es el que aquí presentamos para su reflexión

EL CASO DEL VENEZOLANO LEOPOLDO LÓPEZ: OBSTRUCCIÓN A LA JUSTICIA (Tomado de Fe Adulta)
Escrito por  Nacho Dueñas

Aquí, en EEUU, en Rusia, en China, en Reino Unido, y en todo lugar del mundo existe el principio fundamental de respeto a la justicia, en cuanto a sus resoluciones se refiere. De modo que, en la práctica, el mayor desacuerdo posible consiste en la socorrida fórmula verbal de “no lo comparto pero lo acato”. O “lo respeto pero no lo comparto”.

Hay, al parecer una lamentable excepción: La Venezuela chavista. En este caso, todo el mundo parece unánime al exigir al gobierno la puesta en libertad de Leopoldo López, al considerarse que es un preso político encarcelado por oponerse al gobierno, el cual lo acusa de instigar a unos disturbios violentos.

Esa misma opinión pública, que no destaca por su lucidez ni por su rigurosidad, parece no recordar varios elementos: hay 43 muertos, pruebas irrefutables de actividad paramilitar en dichos disturbios, y serios, muy muy serios indicios de que López guarda relación directa no sólo con disturbios venidos a más, sino con los 43 asesinatos. En todo país del mundo corresponde a la justicia analizar si tal o cual acto es delito, y castigarlo llegado el caso.

¿Debiera ser Venezuela una excepción? Y si la causa, como hace al caso, es tomar el poder violentamente tras perder 17 elecciones, estamos hablando de golpe de Estado, lo cual es un delito en cualquier país del mundo. ¿Debiera ser de nuevo Venezuela una excepción?

Pues en el país caribeño, la justicia ha analizado el caso, y ha determinado su culpabilidad, tras analizar los testimonios, las pruebas y los hechos. Ahora, aquellos que exigen la puesta en libertad de López, ¿han analizado las pruebas, han entrevistado a víctimas, paramilitares, han peritado los cadáveres, las balas, para determinar su inocencia? Y si no es así (como de hecho no es así), ¿no están llevando a cabo un dictamen sin proceso? ¿No es un acto de obstrucción a la justicia? ¿No es un juicio paralelo? ¿No es fomentar la impunidad de 43 asesinatos y de centenares de agresiones?

Se podrá aducir supuestas irregularidades del proceso, pero primero habrá que fundamentarlas. Y aunque así fuera: baste echar un ojo a numerosas irregularidades en España y en EEUU (bien expuestas por informes de AI), por poner sendos ejemplos, y se verá que no sólo abundan, sino que a nadie en su sano juicio se lo ocurre linchar al gobierno español o al norteamericano, por resoluciones que ni siquiera obedecen al ejecutivo, sino al judicial.

También argumentan  (pero no lo demuestran) que el poder judicial está controlado por el gobierno. Y eso les parece suficiente para un juicio paralelo sin proceso y generando la impunidad de 43 crímenes. Y olvidando que en España los jueces se nombran casi a dedo por los partidos políticos (¿no es eso “controlar el poder judicial?”), como también eligen desde el Congreso al Presidente del Gobierno (¿no es eso “controlar el ejecutivo?”), en lugar de celebrar elecciones directas, como sí sucede en cualquier democracia que se precie, como Venezuela. O que en EEUU el poder judicial lo nombra a dedo el presidente del gobierno (última razón de que el sanguinario Bush fuese presidente, siendo el candidato menos votado, y mediante la resolución de un Tribunal de Miami, en un proceso lleno de irregularidades).

Tenga en cuenta la opinión pública quién es el repentino adalid de los DDHH en Venezuela: nada menos que Felipe González, responsable político, cuanto menos, del terrorismo de Estado español (los GAL). Y amigo personal de Carlos Andrés Pérez, presidente de Venezuela en los años 80, quien ordenó en 1989 la represión de los sucesos del Caracazo, con sus cerca de 3.000 muertos (y la más absoluta impunidad al respecto). ¿Dónde estaba el demócrata y adalid de las libertades González? Este señor, aparte de que lo que dice del caso López no es cierto, tiene tanta autoridad moral para defender a dicho opositor como la madre Teresa para defender la promiscuidad.

Todo esto, sencillamente, se trata del enésimo acto del sistemático linchamiento mediático contra la Venezuela chavista, por ser una revolución que, con todos los fallos y errores que tenga, ha demostrado que se puede gobernar para los votantes, y no para las multinacionales, propietarias de las cadenas de prensa que linchan al chavismo.

Por eso, dichos medios callan antes de reconocer ciertos datos publicados por organismos internacionales, referentes a Venezuela, tales como el descenso de la pobreza del 70% al 24% (The World Factbook), la erradicación del analfabetismo (UNESCO), la erradicación del hambre (FAO), la cancelación de la deuda externa con el FMI (FMI), el cumplimiento de los Objetivos del Milenio para la erradicación de la Pobreza (ONU), tener el mejor sistema electoral del mundo (Centro Carter), ser el país menos desigual de América Latina (Índice de Gini, Unesco), limpieza de 19 consultas electorales, 18 de ellas ganadas por el chavismo, con casi 10 puntos de diferencia de media (observadores internacionales de la OEA, UE y Centro Carter).

Pues nada, que siga González  jugando a ser demócrata, mientras trata de provocar la impunidad de un delincuente que quiere ganar por mediante la violencia lo que le niegan las urnas una y otra vez. Y sin embargo, nadie dudaría de que si Al Gore, por poner un ejemplo, tras perder las elecciones, hubiese provocado unos disturbios con medio centenar de muertos, con la confesa intención de expulsar al presidente, le hubiese caído la cadena perpetua.

Ah, pero es que no se trata de EEUU, sino de Venezuela…Y es que, como dice Silvio Rodríguez: “El que tenga una canción tendrá tormenta, el que tenga compañía, soledad”. Precisamente.

Nacho Dueñas, Cantautor e Historiador