Historias bíblicas
de ayer
que se repiten
hoy
EL CAMAROTE
ayer
Imagínense
el universo como un océano infinito donde flotan barcos de
todas dimensiones y tamaños, desde
pequeñas lanchas a barcos de cabotaje y trasatlánticos enormes…
Se trata de una inmensa flota y, según
parece por ahora, las naves que
conocemos están vacías de pasajeros. Las historias de platillos volantes y
extraterrestres no son por ahora más
que hipótesis y leyendas aunque nadie descarta que exista alguna otra nave tripulada.
También según parece por los estudios actuales, todas estas naves y barquichuelas empezaron a construirse al mismo tiempo, cuando sonó el primer redoble
de la big band (gran banda de jazz)… que fue
el big bang (gran explosión) con la
que empezó el concierto del
universo y en millones de años, o años luz, según hoy analizan los astrónomos, se han ido ordenando y
poniendo en marcha las
galaxias y las órbitas de cada estrella y planeta.
Siguiendo
con nuestra comparación marinera, nos asombramos de que
sólo, por ahora, nos sintamos los humanos
únicos tripulantes en este
océano de estrellas.
Algunos de nosotros se han asomado
al espacio y
hasta parece, no es del todo seguro,
que pusieron un pie en la lancha de aquí al lado, vulgarmente llamada Luna.
Pero en el trasatlántico habitado van aumentando los pasajeros.
Siguiendo
el lenguaje simbólico de ese libro de
ruta llamado Biblia, los primeros que
sacaron boleto para la navegación, llamados varón y mujer, se encontraron en
una nave maravillosa a la que no faltaba nada
para recrear la vista, para llenar el estómago, para abrigarse, defenderse
del sol, de la lluvia, de las enfermedades.
“Sean
fecundos multiplíquense y llenen la nave
– dijo el que provocó la explosión (génesis 9,7). Y se multiplicaron tanto que algunos empezaron a pelearse por tener un espacio en aquella nave espacial
(perdón por la redundancia). Todos los
camarotes de aquel bello trasatlántico se iban llenando de gente y de cosas, cosas que
extraían de la misma nave por lo
que ésta se iba desgastando con tanta extracción. Pues ahora podemos saltar al
hoy
Veamos hoy lo que está sucediendo en esta nave dentro de
sus camarotes, en los que van aumentando los viajeros y los objetos que van
cargando. Pedimos permiso a unos
señores hermanos muy bien avenidos que se llaman Marx aunque no sean marxistas. Ellos nos van a
explicar simbólicamente lo que está sucediendo en nuestra nave Tierra. Los traviesos
hermanos
se metieron de polizones en un trasatlántico y ocuparon un
camarote. Basta que ustedes pinchen
este enlace y se sienten a ver una
secuencia del filme “Una noche en la ópera” ( si quieres verla de una vez sino pues luego y sigue leyendo):
Pues ya ven,
esta secuencia de las más famosas del cine,
nos puede servir de símbolo y resumen de lo que sucede en casi todos los
camarotes del trasatlántico (trans-universo) Tierra.
Como no queremos amargarles la vida contando la trágica realidad, aquí resumimos todo el amontonamiento de
personas, de comida, de objetos, de trabajos que se dan en ese
espacio. Cierren los ojos y piensen
en el desbarajuste que se está
produciendo en nuestra nave. Tanto que ya
están pensando muchas personas en ir a
ocupar camarotes en la navecilla Luna.
Dicen que ya alguno puso un primer pie en ella y plantó una bandera. Tenemos el peligro de que empiecen a patear su cubierta, a llenarla de banderas y lanzamisiles, porque desde allí se puede atinar muy bien a los camarotes de la nave tierra.
Dicen que ya alguno puso un primer pie en ella y plantó una bandera. Tenemos el peligro de que empiecen a patear su cubierta, a llenarla de banderas y lanzamisiles, porque desde allí se puede atinar muy bien a los camarotes de la nave tierra.
Si eso
ocurriera, la luna no serviría ya para lo
que hoy sirve, para que a su
pálida luz las parejas se quieran y las big
band interpreten a Glen Miller en su sonata a la luz de la luna. Les propongo que mientras leen lo que falta, pinchen al siguiente audio y mientras estuchan esta música sigan la lectura
Aquí llega
nuestra nave, envuelta en nubes, Intentando que los montes y las selvas que
embellecen su cubierta, la locura
de viajeros ambiciosos, no conviertan sus pequeños camarotes en infiernos.
Nuestra nave
que perdida en las estrellas nos suplica
que tengamos compasión y
tratemos nuestros campos , nuestros
mástiles erguidos de la selva, y las aguas
que las nubes han llorado… las tratemos como
a nuestro propio cuerpo.
Nuestra nave nos suplica que el pequeño camarote que habitamos no se vuelva un terreno de alambradas ni se vaya convirtiendo en cementerio. Que se ensanchen sus paredes, para que quepamos todos, cocineros, manicuras, y plomeros, los payasos, camareras y loquitos.
Que no quepan armamentos ni papeles de desahucio ni condenas. Que se ensanchen sus paredes y que nuestra nave, madre tierra se convierta en un solo y grande camarote donde quepan todos: niños y árboles, libros, aves, músicos ballenas y palomas, bailarinas y artesanos, monjes, lobos rosas, y un montón de cocineros que amasen panes grandes para todo el camarote.