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22 de octubre de 2015

Lo que va de ayer a hoy... Palabras, palabras

Lo que va de ayer a hoy
Historias   bíblicas  de ayer

que se repiten hoy

PALABRAS, PALABRAS...

AYER   



Debió de ser muy curioso, cuando las hordas de pre-homínidos  iban  cambiando, sin prisa, a través de los siglos transformándose en lo que hoy llamamos “humanos”;  cómo fueron poco a poco evolucionando sus primeros rugidos, gemidos, alaridos, en una serie de sonidos que algún día pudieron ponerse  por orden alfabético en un diccionario.  

El proceso fue lento. Todavía  hoy seguro que ustedes conocen personas que rugen, chillan, gimen o emiten sonidos que no  pueden ser clasificados por la real academia de la  lengua.

No es cuestión de  hacer aquí un estudio de lingüística, pero sí es divertido, dentro de  un idioma concreto  ver cómo se maneja la gente  para entenderse  unos con otros  e impresionarse unos a otros.´



Quiero fer una prosa en román paladino,
En el qual suele el pueblo fablar a su vecino,
Ca non so tan letrado por fer otro latino:
Bien valdrá, como creo un vaso de bon vino.  
                                                              

Así hablaba Don Gonzalo de Berceo, hace 8 siglos, para decirnos que “intentaba escribir en lengua popular, como la que  se habla entre los vecinos, y aunque él  no es  tan  culto para hablar en latín   sería bueno que le dieran un vasito de  buen vino”.
Monasterio de San Millán de la Cogolla (Rioja)

De ese monasterio de San Millán de la Cogolla  donde escribió sus versos don Gonzalo  ha salido el lenguaje con el que, como nosotros, mucha gente en buena parte del mundo  intenta entenderse.  ¿Pero se entienden?

Bien valdría un vaso de  buen vino, aunque algunos hoy lo estropeen  con coca cola (bebida especial para aflojar tornillos).


Hoy

Todos comprendemos la importancia  de entenderse  con el lenguaje. Después de que el cura de Berceo se ganase el vaso de vino  riojano, ha pasado demasiado tiempo y al idioma  castellano le han modificado también demasiados “tira –y- afloja”  que van transformando el lenguaje.

Podemos ver algunos ejemplos de las variaciones  que ha tenido este idioma que hablamos, sin hacer un estudio profundo del tema.

Los primeros cambios más sencillos fueron el nacimiento continuo de nuevas palabras  según aparecían nuevas realidades.  

Por ejemplo, cuando un francés descubrió  en el  “Nuevo Mundo”  un extraño tubérculo al que él llamó en su idioma “manzana de tierra”,  en  el país  donde se levanta el monasterio de San Millán se les ocurrió llamarlo patata. O papa.  
 
 Cuando a  Barcelona, a Madrid, a Buenos Aires y su  barrio de la Boca,  llegó un juego inglés donde estaba prohibido tocar la pelota  con la mano,  la real academia de la lengua dijo que debería llamarse “balón pie”; pero el pueblo se sublevó  y consiguió que se llamase como en inglés: el fútbol o  en sevillano “er  furbo”.

Esto lo decimos de paso, porque  no es ese el asunto que  quería hoy tratar.  Ahora me interesa    el tema de las palabrejas, (o palabras para listos) y las palabras  cristianas (o claras).

Pues resulta que  estamos hablando  en castellano, en “castilla”  que dicen los hermanos mayas, o en español; pero lo que quiero reflexionar con ustedes  es  que en esta  lengua que tratamos no todos se pueden entender  aunque hablemos el mismo idioma.

Podíamos  poner como ejemplo   la definición de filosofía que algunos nos ofrecen:
Filosofía: es una ciencia que explica  lo que todos saben con palabras que nadie entiende.

Ahí llegamos a lo que intento tratar  hoy.  El diccionario de la lengua  va engordando  con más palabra,  cada vez que se hace una nueva edición, pero el diccionario que tenemos en la cabeza  la mayor  parte de los mortales que hablamos español  es bastante raquítico.

Quienes escriben libros, dan conferencias o sermones  suele ser gente que tiene  en su memoria el diccionario más gordito pero el pueblo normal, el que les escucha e intenta entenderles, sólo conoce , una lista de palabras   más reducida.  Sin embargo el escritor, predicador, orador o locutor no se da cuenta a veces con quiénes  está hablado y suelta  “palabrejas”  que a él  le parecen normales pero que sólo  las entienden los  dos o tres  listillas y listillos  que le escuchan.  Esto varía según  el ambiente  donde se desarrolla el acto.  Les cuento  algún caso que les va a sorprender:



En cierta  comunidad cristiana, el padre predicador decidió hablar a los feligreses durante varios días sobre “lo que es la misa”; más concretamente habló  sobre “el banquete eucarístico”. Al cabo de pocos días, como era hombre observador, empezó a notar que la gente reflejaba en su rostro que no se daba cuenta de lo que estaba hablando. Al final de una de las misas se acercó a los vecinos y les preguntó: “¿Ustedes entienden bien eso del  banquete?”  “¡Pos” claro Don Casimiro, un banquete es eso… un banquito pequeñito para sentarse!”.
                                                  
Don Casimiro y  sus feligreses hablaban  el mismo idioma, el de Cervantes y Gonzalo de Berceo, pero no tenían el mismo vocabulario…
 
Hubo otro caso en que los oyentes  cortaron por lo sano al joven maestro  que  estaba reunido en la escuela  con los padres de los alumnos y les explicaba: “Para entender bien lo que les voy a decir sepan que cuando hablo de los psíquico quiero decir  lo del  espíritu y cuando hable de lo  somático me refiero al cuerpo, así que…


Le cortó una madre de familia: “por favor señor maestro y ¿por qué no dice cuerpo y espíritu y así nos aclaramos todos? ¡Por  favor hable usted en cristiano!”



A veces   se pone de moda alguna palabra  que antes no se decía.   Esa palabra  se repite y se pone de moda, aunque no se entienda mucho.

En estos años de principios del siglo XXI,  cuando escribo,  se usa mucho la  palabra  “paradigma”·.  Si el orador está  en una asamblea de licenciados  seguramente no hay problema,  pero si  está en una reunión más popular, podría buscar en el diccionario y ver que paradigma: es ejemplo o modelo de algo. O sea que si en vez de paradigma  dice “tal cosa es  ejemplo de…” seguro que todos le entienden mejor.



Estas reflexiones no son sólo  para los “listillos”  que dan clases,  conferencias o sermones. También se pueden volver los paradig… perdón, los ejemplos del   revés. 


Un servidor propone al pueblo en general  que lea más, que se acuerde de que hay  un antiguo invento  llamado libro (si no saben lo que es “libro”  busque en el diccionario). Porque a veces la culpa de no entender  alguna palabra sencilla es  de quien escucha y  aunque sabe leer, ha leído muy poco.

Si usted, hablando  de geografía con un universitario, se da cuenta de que el  estudiante  no sabe qué es un “continente” ni cuántos son en el mundo, no se cree usted mala conciencia.  Es problema de  él.(el que suscribe vivió esa  experiencia personalmente).

Todo esto que les cuento, ahora lo quiero referir a los que intentan comunicar el mensaje evangélico.



Porque precisamente quien inspiró el evangelio, Él  que  no era licenciado, usaba un idioma  que todos entendía demasiado bien.


Por eso lo mataron porque lo entendían y les molestaba lo que decía


Los testigos de su resurrección  que tampoco era  gente de muchos estudios  también hablaban claro y sencillo.


Pero con el tiempo  los evangelizadores  se  han ido  complicando  la vida y el lenguaje.

-          “¡Qué bien habló el padre en la misa!”

-          “¿Qué dijo?”

-          “No sé, pero habló muy bien”.
Pues  en un paradig… digo como  ejemplo diferente  hay actualmente (y en todas las épocas) también quienes anuncian el mensaje cristiano,  según parece demasiado claro. Se les entiende demasiado.


Le “pirateo” a Jorge Oesterhel, director de ‘Vida Nueva Cono Sur’ algunos comentarios sobre el lenguaje de Francisco, obispo de Roma:

El Papa hablaba con cualquiera en un tono muy directo, que se prestaba a todo tipo de interpretaciones. Incluso hablaba por teléfono con personas que luego contaban lo que el Papa les había dicho en el ámbito privado, y esa conversación era puesta en los titulares de los medios sin ningún filtro ni contextualización. En más de una ocasión se debió salir apresuradamente a aclarar los dichos del Pontífice….

…Comentando unos conflictos que existen en  una diócesis chilena dijo Francisco: “Osorno sufre por tonta”, porque no abre su corazón a lo que Dios dice y “se deja llevar por las macanas que dice toda esa gente”.
Si el Santo Padre hubiera dicho algo así: “Invito a la Iglesia de Osorno a abrir su corazón a la voluntad de Dios y a no dejarse confundir por otras voces”, es probable que nadie se hubiera sentido afectado;….
El Papa acepta los riesgos de ser cercano y directo. ¿Nosotros también estamos dispuestos a aceptar esos riesgos?...
Francisco da la impresión de saber que esto es así y que no teme las discusiones; no se detiene, avanza, enfrenta las críticas y nos enseña a ser cristianos en medio de las tormentas de nuestro tiempo. Mientras la nave de Pedro se sacude en el mar de los conflictos, Francisco se mantiene al timón, y, por momentos, más que un timonel, parece el conductor de una misteriosa máquina trituradora de hipocresías. Como el Maestro.(  nº 2.960 de Vida Nueva)
En este “Lo que va de  ayer a hoy”, empezábamos diciendo que Gonzalo de Berceo  intentó hablar en román paladino: en el lenguaje sencillo con el que suele el pueblo hablar a su vecino;   con el que Jesús de Nazaret contaba las historietas de sus parábolas o  les llamaba sepulcros blanqueados a los fariseos. Con el que Francisco anima a no escuchar macanas.
Pero yo también  quisiera animar  a toda la gente  que no predica ni  escribe, a los que escuchan y quieren entender al que  habla, a que por favor lean, se enteren, conozcan más palabras de su idioma, para no dejarse engañar por lenguajes  hipócritas, o sea macanas, y que el pueblo unido jamás sea engañado y  todos sean un paradigma (con perdón) para  la  humanidad.  Todo eso… Bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino,.