Lo que va de ayer a hoy
Historias bíblicas
de ayer
que se repiten
hoy
UNA SOLA BANDERA
AYER
Esta
vez nos vamos a un ayer muy ayer…. Al primer ayer de la
humanidad, y como en esa época no
existía la escritura, vamos a verlo en la ficción de Stanley Kubrick, una
escena de “2001 Odisea del Espacio”.
Aquellas tribus de pre homínidos reunidos en pequeñas bandas vivían aquellos inicios de lo que iba a ser la humanidad que hoy conocemos. Los que han intentado seguir de cerca (¿) y han estudiado la evolución de la especie descubren señales de que estos seres no están hechos para vivir aislados. Les guía el instinto, la necesidad de sobrevivir agrupados. Por lo que ahora sabemos, seguían unidos en hordas, grupos, que fueron evolucionando hacia los homínidos (homo habilis, homo erectus, homo Sapiens , homo Sapiens Sapiens).
Pero dentro de esos colectivos se desarrollaban dos fuerzas contradictorias: la solidaridad que los unía, especialmente con los más cercanos y la competencia teñida de agresividad con los lejanos, aunque fueran cercanos en la misma tierra por la que se enfrentaban y se mataban.
Con la evolución
las tribus se fueron convirtiendo en aldeas. Las aldeas en
pueblos, los pueblos en ciudades.
Las ciudades en reinos.
Las ciudades en reinos.
Algunos de
los reyes se fueron haciendo
suficientemente poderosos para
convertir su dominio en un imperio con naciones sometidas a su
poder.
Según avanzaba la humanidad en muchos lugares fueron
surgiendo tiranos, conquistadores,
asaltantes que destrozaban la unidad de los pueblos y la seguridad de
las personas. El mundo falsamente unido bajo mano de hierro.
A la vez
también iban apareciendo en la historia humana pensadores, sabios, profetas,
que clamaban por una humanidad unida, solidaria.
En la evolución de distintos pueblos surgía en los seres humanos el pensamiento en un ser superior al universo. Tenía muchos nombres e imágenes, porque nadie lo había visto y los humanos se inventaban cómo podría ser; reflejaban en ese ser sus deseos de felicidad, de unidad, también los turbios deseos de poder.
Por eso, a ese ser superior lo vieron de modos muy diferentes. Unos como una fuerza de unidad entre todos los seres humanos y otros como un dios propio de su grupo, que se enfrentaba con los dioses de las otras tribus y pueblos vecinos.
Sus estandartes, sus banderas y hasta las imágenes de sus dioses, para así marcar sus diferencias con los demás pueblos.
Pero al progresar en cultura las naciones, han ido desapareciendo los reyes, reempla-zados por gobiernos llamados democráticos. Un paso adelante a la unidad igualdad y liberación de la humanidad.
Aunque a la vez, junto al nombre de democracia empezó a crecer el poder de dos extraños inventos:
Uno: la industria y las máquinas que mejoran algunos aspectos de la humanidad, pero cambian sus relaciones, a veces las corrompen.
Otro: el
dinero y la propiedad privada de todas las cosas que los seres humanos podían
comprar con él.
Eso
debilitó otra vez la unidad de las personas y los pueblos porque, teniendo unos
mucho, otros poco y otros muriéndose de hambre, ya no eran todas las personas
iguales sino unas mucho menos iguales que otras. Se volvió a desgarrar la unidad.
A pesar de todo siguió la lucha por esa unión de los humanos, porque entre las naciones y los gobiernos llamados “democráticos” fue surgiendo otra vez la idea de asociarse en vez de enfrentarse. Surgió la “unión de las naciones”… pero una unión donde unos pocos dominan y ponen veto a las iniciativas de otros, aunque sean más.
Ya ven:
igual que en los tiempos de los pre-homínidos, todavía sigue la vieja tensión
entre la solidaridad y la unión frente a la separación y la competencia
agresiva. Así estamos hoy:
HOY
Encontramos
países llamados democráticos llenos de
miseria; con niños muertos de desnutrición, con separaciones de muy pobres y
muy ricos, con guerras y enfrentamientos.
Encontramos avances de la ciencia junto a inventos de
armas que cada vez matan mejor.
Encontramos pueblos muy religiosos con un dios que les “manda” rechazar a los que no son de los suyos y hasta
degollarlos.
Encontramos gente que dice seguir fielmente a Dios
mientras se queda pasiva ante el sufrimiento de otros seres.
Pero
también siguen apareciendo en la historia de hoy sabios y profetas que
continúan clamando el grito del Nazareno: ¡que todos sean uno!.
Son mujeres
y hombres de muchos países, de
muchas ideas religiosas, de muchas culturas, pero conscientes de que
está incompleto mientras no
tengamos la conciencia de que este mundo
es uno solo.
Sabios,
filósofos, profetas y hasta los científicos van descubriendo, más al fondo de
sus investigaciones la presencia de un espíritu que mantiene todo el universo en unidad.
Parece ser que ya no nos basta con en H0Y y el AYER y tenemos que pensar en el …
MAÑANA
Ese mañana
está sembrado en el ayer y en el hoy. Dentro del universo, en continua
creación y recreación está la unidad y la solidaridad de todos los seres.
Nosotros explicamos que sí … que ya está, pero que todavía
no(!).
Caminamos (con atascos y retrocesos, pero caminamos) hacia un solo mundo donde todas las
diferencias no sean competitivas
sino complementarias.
Caminamos
hacia un mundo donde todos nos
entendamos aunque los idiomas sean todavía diferentes.
Caminamos hacia un mundo sin fronteras, sin
pasaportes, sin banderas, o, tal vez, donde las fronteras sean puertas de entra-da
que nunca se cierren, los pasaportes sean tarjetitas donde podamos enseñar la foto de nuestra
tierra, las banderas sean saludos de bienvenida
junto a una bandera de todos y para todos: Una bandera universal que nos inventemos entre todos.