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18 de diciembre de 2015

Así echaron del país a financistas y actores de cambio


Todos estamos felices con la CICIG. Mete a la cárcel a corruptos, a Byron Lima, a Otto Pérez Molina, a Roxana Baldetti, a Haroldo Mendoza por narco, a la directiva del IGSS, persigue a Gustavo Alejos, tiene en jaque a Líder. Es posible gracias a muchas guatemaltecas y guatemaltecos valientes que se enfrentan a estas estructuras. Pero es posible también por el financiamiento extranjero a oenegés especializadas y a la misma CICIG. Y culpa de grandes empresas y el gobierno de Pérez Molina, entre 2012 y 2015 perdimos a dos embajadas aliadas: Holanda y Noruega.
Por  Martín Rodríguez Pellecer

Para muchos guatemaltecos urbanos, el concepto de ‘cooperación extranjera’ viene amarrado de ‘financiamiento de terroristas’. Esta idea no sólo es mentira sino que es un concepto fabricado por una campaña que le hace mucho daño a nuestra democracia.

La cooperación internacional normalmente va a los países más pobres del mundo. Guatemala no es de los países más pobres; es de renta media. Y en una primera mirada, no debería recibir cooperación. Pero resulta que somos uno de los países más desiguales del mundo y eso provoca un 60 por ciento de pobres, ser uno de los 11 más violentos del mundo y un Estado capturado por los poderosos. Unos poderosos, además, que son egoístas y no quieren pagar más impuestos para redistribuir educación de calidad o créditos ni tampoco quieren pagar mejores salarios.

Y entonces es lógico que los gobiernos internacionales quieran apoyar a las organizaciones que buscan que Guatemala sea un país más justo y un Estado al servicio de los ciudadanos. Que buscan que Guatemala deje de ser tan desigual, con tantos pobres y con tanta violencia.

Además de la CICIG, dentro de la sociedad, ¿quiénes son estas organizaciones que reciben fondos de países como Noruega, Holanda u otros europeos? Acá dos ejemplos, muy distintos: 1) El Comité de Unidad Campesina (CUC), que reivindica el derecho de los campesinos a la tierra, el derecho a la resistencia a la minería, que puede ser cuestionable, pero también fue el que convocó y trajo campesinos para la gran manifestación para exigir la renuncia de Pérez Molina el 27 de agosto de 2015.

O Nómada, este medio digital que busca hacer periodismo independiente de los más poderosos y que no es del agrado de algunos porque menciona palabras incómodas. ¿Cuáles? Sobornos empresariales, desigualdad, pagar impuestos, genocidio, feminismo, soberanía sexual, Estado laico, progreso para todos, disfrutar la vida, unión de clases sociales, empatía, esperanza en un país en el que todos podamos ser plenos sin importar si nacemos ricos o pobres, hombres o mujeres, mayas o mestizos. Financiamos nuestro periodismo con publicidad, eventos, inversiones de socios, un préstamo, donaciones de lectores y cooperación internacional que viene de Holanda, Noruega, Suecia, Nueva York o Londres. Una de las ventajas de recibir fondos de cooperación es que no censuran ni nos exigen contenido, como grandes empresas lo hacen con otros medios.

Pero a los ciudadanos y las organizaciones nos hace falta aprender de estrategia. Veamos la que hicieron algunos poderosos para hacer que dos aliados, Holanda y Noruega, decidieran cerrar sus embajadas en Guatemala.

Los cuatro pasos de la estrategia

Antes, dos matices. Uno: Venimos de 12 años en el que el gobierno de los grandes empresarios, el de Óscar Berger, decidió que Guatemala sería un país minero. A pesar de que no iban a pagar impuestos, que no había controles ambientales y que las comunidades indígenas y mestizas se oponen porque esa minería así no los va a sacar de pobres. Y dos: en Holanda y Noruega llegaron gobiernos de partidos conservadores/libertarios que creen que la cooperación internacional es un gasto, debe reducirse y enfocarse en los países pobres o con crisis, como Siria. Y si a esto le sumamos la estrategia para echarlos, pues era más fácil tomar la decisión de irse de Guatemala.


1. Financiar a un candidato para obtener beneficios

Desde 2002 y con más fuerza desde 2007, grandes empresas decidieron apoyar financieramente a un candidato conservador, con un pasado oscuro y corrupto: un militar de nombre Otto Pérez Molina. Él mismo le dijo a la embajada estadounidense que lo financiaban las cuatro grandes familias: los Castillo, los Novella, los Herrera y los Gutiérrez. Dueños de la cerveza, el cemento, el azúcar y el pollo.

Pero al Tribunal Supremo Electoral le dijo que lo habían financiado otros, como el grupo Imágenes Urbanas, de Emisoras Unidas, de la familia Archila.

A cambio de este apoyo, cuando llegó al gobierno (entre otras cosas) colocó como ministro de Energía a Erick Archila, dueño de Canal Antigua, y a un exgerente de Cementos Progreso, Jorge Lemcke, como embajador de Guatemala ante Holanda.

Además, colocó como ministro de Relaciones Exteriores a un político de los empresarios de la élite, Harold Caballeros, del partido Viva. Como otros gobiernos, les cedió la diplomacia a los grandes empresarios. Y una de las prioridades diplomáticas guatemaltecas fue detener el financiamiento europeo a organizaciones campesinas e indígenas que se oponen a la minería, sea en San Marcos o en San Juan Sacatepéquez, donde tiene una planta Cementos Progreso.

2. Decirles terroristas a las organizaciones y a los cooperantes

A inicios del gobierno de Pérez Molina, se transmitió en Canal Antigua –el canal de Erick Archila– una supuesta investigación periodística en el programa de Sylvia Gereda y Pedro Trujillo. Una periodista y un ultraconservador “descubrieron” evidencias que mostraban que Suecia y otros europeos financiaban a terroristas.

Aquí está otra versión, más rigurosa de la historia, escrita por Nómada: Los primeros, los últimos y los próximos muertos de San Juan Sacatepéquez.

A Gereda y Trujillo se sumaron columnistas de extrema derecha en elPeriódico y Prensa Libre, que empezaron a llamar terroristas a las organizaciones campesinas. Y el problema con llamar terrorista a alguien es que con los terroristas no se negocia ni se discute de política, a los terroristas hay que neutralizarlos y eliminarlos.

¿Qué pasó el 4 de octubre de 2012, del primer año de Pérez Molina? El Ministerio de la Defensa masacró a 6 manifestantes de 48 cantones de Totonicapán en la carretera Interamericana.


No hay una responsabilidad directa, es obvio, entre llamar terroristas a unos grupos y que un Gobierno aliado haga una masacre. Pero digamos que es una gran irresponsabilidad llamar terroristas a grupos que hacen oposición política.

Y la violencia engendra violencia. En San Juan Sacatepéquez han asesinado a líderes comunitarios que se oponen a la cementera y en 2014 masacraron a 9 colaboradores de Cementos Progreso, sin que el Estado hiciera algo para frenar estos crímenes; y la élite no quiere pagar más impuestos para que el MP pueda tener agencias en todo el país, incluido San Juan.
3. Demandas penales contra líderes

Para evitar que puedan hacer contrapesos dentro del Estado, las gremiales o las grandes empresas han puesto demandas contra algunos líderes comunitarios en Huehuetenango, por ejemplo. Hay una desigualdad ahí. Mientras un exgerente de Cementos Progreso puede ser nombrado embajador, un líder que se opone a una hidroeléctrica en Huehuetenango no puede ser candidato a alcalde porque está con una demanda penal y preso –aunque una vez pasaron las elecciones un juez encontró que no hay responsabilidad penal–. Es una democracia bastante hipócrita.

Al trabajo desde la cancillería de Harold Caballeros, que visitó Holanda, Suecia y Noruega desde su primer año para pedir que dejaran de financiar a organizaciones campesinas ‘revoltosas’, a este trabajo usando fondos gubernamentales se sumó el trabajo particular de empresas que viajaron ellas mismas a Noruega, por ejemplo, para pedir que dejaran de financiar a sus opositores.

Tres académicas escribieron en Plaza Pública que hay registros de visitas a Noruega de personeros de Cementos Progreso o del comunicador Pedro Trujillo, el del primer programa en Canal Antigua, donde se llamó terroristas a las organizaciones campesinas. Las visitas eran para pedir que dejaran de financiar a organizaciones terroristas.

Y bueno, pues Holanda cerró su embajada en Guatemala y se quedó con la de Costa Rica. Y Noruega cerrará en 2016 y se quedará con la de México. Holanda y Noruega explicaron cuando anunciaron estas decisiones que se debía a dinámicas internas de sus países.

***

Que las empresas o los conservadores hagan este lobby para avanzar sus causas es legítimo, es parte del juego de la política. Lo hacen también organizaciones de derechos humanos y especializadas en la lucha contra la impunidad.

Lo que es ilegítimo es que se financie a un candidato (sin hacerlo público) y después se cobren recursos públicos para hacer avanzar sus causas. Lo que es ilegítimo es hacer una campaña para calificar de terroristas a opositores políticos.

Erick Archila, exministro de Energía y Minas y dueño de Canal Antigua, respondió que la empresa Imágenes Urbanas (que financió a Pérez Molina) es de sus familiares, pero que él no es accionista y por lo tanto no tiene responsabilidad sobre ella. Agregó que aceptó el cargo de ministro para servir al país. Recordó –y es cierto– que los periodistas en Canal Antigua gozan de independencia para publicar, como ocurrió con el programa de Sylvia Gereda y Pedro Trujillo. Pero los dueños de medios sabemos que si damos una columna o un programa a radicales, publicarán productos radicales. O si se dan programas a periodistas serios, publicarán productos serios –como también hace Canal Antigua–.

Rolando Archila, hermano del exministro, aclaró que su empresa, Grupo Imágenes Urbanas, nunca financió a Otto Pérez Molina. Explicó que en 2009 compró a Alejandro Sinibaldi, otro exministro, parte de la empresa Imágenes Urbanas (sus bienes, no sus deudas) y que mantuvo parte del nombre comercial. “Grupo Imágenes Urbanas e Imágenes Urbanas (que aparece como la principal financista del PP) son empresas completamente diferentes”, añadió. “Nunca hemos sido parte de ninguna estrategia para que embajadas se retiren del país”. *

Cementos Progreso declinó opinar para este artículo. Respondieron que se trata de prejuicios de este periodista que escribe. Ni una mención sobre las evidencias.

De momento, los poderosos ganaron una batalla en Guatemala. Aportaron para que cerraran embajadas en el país dos amigos contra la impunidad y la injusticia. Pero es demasiado temprano para enojarse o desalentarse. Hay un país por cambiar.