Que el país es más
pobre, que los pobres son pobres porque quieren, que estamos creciendo
económicamente, que no es cierta la desigualdad entre indígenas y mestizos. Los
debates cotidianos sobre la realidad de Guatemala se sustentan más en mitos que
en estadísticas. Pero después de ocho años, el país cuenta de nuevo con una
medición estadística. Y el espejo que nos pone enfrente no es halagador.
Por Diego Padilla Vassaux
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) es
un estudio que hace el Instituto Nacional de Estadística (INE), con la
asistencia del Banco Mundial, en toda Guatemala para determinar los niveles de
pobreza del país. Es una fotografía social, por así decirlo, de lo que esconden
las cifras de crecimiento económico del país. Es la que muestra el lado
incómodo, concreto, de la desigualdad.
1. Qué es ser pobre: Vivir con Q15 al día
La pobreza se mide de dos maneras: una persona vive en
condición de extrema pobreza o en de pobreza “no extrema”. Los cálculos que
hacen para medir la pobreza en general, son la suma de esos dos tipos de
pobreza.
El informe Encovi2014 nos dice que la pobreza afecta al
59.2% de la población, es decir a 3 de cada 5 personas en toda Guatemala. Pero
también indica que la pobreza extrema subió a 23.4% en 2014. En el año 2000, la
pobreza extrema afectaba al 15.7 % de la población. En la encuesta de 2006 la
pobreza extrema había bajado a 15.3%.
Vivir en pobreza extrema, según las mediciones de la
Encovi, significa vivir con solo Q.5,750 al año. Vivir en pobreza no extrema,
significa vivir en promedio con Q.10,210 al año. A principios del 2015, el INE
calculó el costo de la canasta básica alimentaria a Q.3 mil 123.60. El salario
mínimo, varia entre Q.2,644.40 y Q.2,450.81.
Los más pobres, aquellos en pobreza extrema, son más en
2014, y la cifra de pobreza no extrema no significa una mejora de la calidad de
vida, sino un empeoramiento. En total, la población en pobreza extrema y en pobreza
no extrema suman 58.65%. La punta de la pirámide es más chica, la base es más
amplia. Así es como funciona la desigualdad.
Esta realidad no le agrada a algunos de los que están en
la parte alta de la pirámide. El centro de pensamiento Fundesa se apresuró a
decir que estaba considerándose como pobres a gente que en realidad no son
pobres. “En Guatemala, nos hemos puesto una línea de pobreza casi 2 veces al
estándar internacional, lo que demuestra un interés en enfocarnos en un grupo
mayor de la población. No obstante, calificarnos a partir de ahí como un país
que no avanza o que ha retrocedido, es contar solamente la mitad de la
historia”.
2. El crecimiento no reduce la pobreza
Este dato no figura en la Encovi2014 sino de las cifras
del Banco de Guatemala. Pero conviene tomarlo en cuenta:
La economía del país ha crecido de manera estable, desde
2001 para 2014, arriba de 3% al año, con sectores que crecen mucho más, hasta
18%, como algún año los bancos. Incluso sectores que sí redistribuyen el
crecimiento y reducen la pobreza no lo hacen con tanta intensidad. El cardamomo
se produce en la región más desigual del país, en Alta Verapaz. Casi se
triplicó, de Q671 millones en 2001 a Q1,537 millones en 2014. En Alta Verapaz,
sólo 21.8% es clase media. El resto son pobres.
La tendencia de crecimiento por sectores económicos es
general. Desde 2000, y excepto el año 2009, Guatemala es un país que ha tenido
un crecimiento económico constante.
Pero un crecimiento sin redistribución por medio de
impuestos y bienes públicos o por medio de mejores salarios no reduce la
pobreza.
3. La pobreza cotidiana: ir al baño
Los datos que arroja la Encovi nos permite hacernos una
idea sobre lo que se entiende por ser pobre.
De los 3.3 millones de hogares en Guatemala se calcula
que el 59% de los hogares consumen agua proveniente de una conexión de vivienda
a tubería, de un chorro en una cocina. Pero el 11.4% de los hogares usan pozo
perforado y no tienen tuberías. La tubería afuera de vivienda (es decir,
hogares que tienen un solo chorro para recibir agua, afuera de las paredes
principales de la vivienda), es la cotidianidad para el 16.8% de las familias.
En 27.5% de los hogares, el piso es de tierra. Este porcentaje
refleja sobre todo condiciones de vida rurales y de pobreza extrema.
El 44% de la población queman su basura para eliminarla.
El 93.8% de las viviendas encuestadas en el área rural usan leña para cocinar.
Sobre saneamiento, solo el 42.8% de las viviendas están
conectadas a una red de drenaje. El 36.7% usan letrinas. Un 7.8% usan fosa
séptica. El 5% de las viviendas no tienen servicio sanitario.
4. El mito del avance de la educación
El ministerio que más fondos recibe del presupuesto es el
de Educación. Uno de cada seis quetzales que se recauda. Pero no es suficiente.
Se calcula que el 93.3% de jóvenes saben leer y escribir.
Lo cual es un avance significativo, comparado con los datos del año 2000. Pero
esto solo dice parte de la historia.
En la encuesta se hizo la pregunta sobre el grado escolar
al que llegó la persona, para juzgar el promedio de años de estudio: En total,
incluyendo a toda la población encuestada de 7 años o más, el promedio es 5.9
años. Lo que no es siquiera culminar con la escuela primaria. Desagregado por
situación de pobreza, los resultados se empeoran: En población en extrema
pobreza, el total es 3.9 años de estudio.
5. Todo es peor si sos maya y no mestizo
El racismo en Guatemala se retrata con la pobreza.
Nuestra historia y nuestro sistema económico y político producen un resultado:
Cuatro de cada cinco indígenas vive en situación de pobreza: 79.2%.
Este resultado se agrava cuando hablamos de extrema
pobreza. La diferencia entre la cantidad de mayas y de mestizos viviendo en
extrema pobreza es todavía más pronunciada. Casi 40% de los indígenas vive en
extrema pobreza. Es decir, en una situación inhumana.
Esta situación ha crecido de 12 puntos porcentuales desde
el año 2000. 12.8% de la población mestiza vive en extrema pobreza. 5 puntos
porcentuales más desde el año 2000.
De las personas que se registran como no indígenas, 89%
de los hombres son alfabetos, y las mujeres 84%.
De las personas registradas como indígenas, 77% de los
hombres y 58% de las mujeres saben leer y escribir, en el 2014.
6. Todo es peor si sos mujer
No hemos mejorado prácticamente nada en educación y en
igualdad entre hombres y mujeres en los últimos 15 años.
En el 2000, los datos de la Encovi nos decían que los
hombres reportaron una tasa de 81.4 de alfabetismo. Las mujeres 70.4%.
Los datos de 2015 nos enseñan que 84.4% de hombres
reportan saber leer y escribir. Las mujeres encuestadas reportan que el 74%
sabe leer y escribir. En la encuesta del año 2000, la tasa de hombres alfabetos
era de 81.4% y de mujeres era 70.4%.
La pobreza es más fuerte cuando se comparan los
resultados entre hombres y mujeres. Esta diferencia es aún más pronunciada en
el caso de las poblaciones indígenas. En términos económicos, se puede decir
también que la situación de pobreza afecta de manera proporcional, en mayor
cantidad, a las mujeres que a los hombres. De tal manera que la pobreza es más
fuerte por género conforme pasamos de casos de pobreza a pobreza extrema.
7. Los más ricos no aparecen en la encuesta
Pareciera como si la desigualdad se hubiera reducido en 3
puntos en Guatemala entre 2006 y 2014, pero hay un truco. El coeficiente de
Gini es un número entre 0 y 1, en donde 0 sería que todos tuvieran los mismos
ingresos y 1 en el que 1 tuviera todos los ingresos y los demás, ninguno.
Guatemala, con 0.56 de Gini es ya uno de los 10 países más desiguales del
mundo. O con los 0.53 de la Encovi de este año. Pero el detalle es que el
Estado guatemalteco no tiene acceso a la información financiera del 1% o del
0.1% con más dinero.
La ENCOVI se basa en encuestas a hogares guatemaltecos.
Pero es prácticamente imposible para los encuestadores llegar a entrevistar al
1% de los millonarios guatemaltecos. O al 0.1% que, según estudios de una
consultora de un banco suizo, acumula una fortuna de US$30 mil millones.
Muchísimo dinero.
Y entonces lo que mide la Encovi es la diferencia de
ingresos entre la clase media alta y la clase baja. El 1% no sólo escapa a
pagar todos sus impuestos, también escapa a que se mida la desigualdad de sus
ingresos respecto del resto del país.