En los últimos diez años, grandes superficies de
terreno de cultivo (203 millones de hectáreas, según Oxfam) han cambiado de
dueño, y ¿a manos de quién han ido a parar?
Esa es una pregunta difícil de responder con
exactitud dada la opacidad con la que se hacen estas transferencias, a veces en
complicidad con gobiernos corruptos, por las amenazas que sufren los
propietarios de las mismas y por el poder mediático y político que tienen las
empresas que las compran. Por eso es difícil hacer un seguimiento a estas
operaciones financieras que, como decimos, van en aumento, especialmente
en África, pero también ocurren en Asia, Latinoamérica e incluso en Europa.
Intentaremos poner algo de luz en este artículo
diciendo de antemano que, dada la gravedad del tema, facilitaremos fuentes en
las que los interesados puedan ampliar sus conocimientos.
El acaparamiento de tierras (landgrabbing) se
fundamenta en una serie de principios que defienden los actores implicados en
estas transacciones:
2. La agricultura necesita una fuerte inversión
para hacerla más eficaz y eso es posible solo gracias a empresas fuertes
que tienen los conocimientos, la tecnología y el capital suficiente para
llevarla a cabo. También detrás de esto está el Banco Mundial.
La realidad es que, cuando las grandes transnacionales invierten en un territorio con fines agrícolas, no incrementan el número de empleos significativamente sino que en algunos casos los disminuyen.
La realidad es que, cuando las grandes transnacionales invierten en un territorio con fines agrícolas, no incrementan el número de empleos significativamente sino que en algunos casos los disminuyen.
Además, este tipo de agricultura es nociva para el
medio ambiente por el uso excesivo de productos químicos para obtener mejores
resultados y por los largos recorridos que tienen que hacer los alimentos hasta
los países consumidores, situados a muchos miles de kilómetros de distancia,
con el consiguiente gasto energético y emisiones de CO2.
3. Es necesario, dados los muchos millones de
personas con nutrición deficiente en el mundo, hacer una gestión global de los
alimentos que garantice que estos van a llegar a todos de forma suficiente para
acabar con el hambre.
La realidad es diferente: en el mundo se producen alimentos
suficientes para alimentar a todos sus habitantes, lo que falla es la
distribución y la posibilidad de acceso de muchas personas a los mismos porque
no tienen medios económicos para ello. A las grandes empresas implicadas en el
sector agrícola, les interesa la venta de su producción y los precios
competitivos, aunque para ello tengan que explotar con trabajos de esclavos a
sus empleados o destruir millones de toneladas de alimentos que mantengan los
precios de sus productos.
4. La concentración de tierras hace más beneficioso
su rendimiento para la obtención de alimentos.
La realidad es que estas empresas no están
interesadas es producir alimentos para las poblaciones del entorno y así
combatir el hambre. La mayoría de estas tierras se están comprando para producir agrocombustibles que
mitiguen la dependencia del petróleo en aquellos países que son dependientes
del mismo (la Unión Europea tiene mucho que ver en este asunto), tener acceso a
los recursos de la tierra: minerales, agua, etc., o producir té, azúcar,
cacao,.. que alegren las sobremesas de los países ricos. Podríamos seguir
hablando de otros muchos usos para los que se destinan estas tierras, ninguno
de ellos en beneficio de las poblaciones locales.
¿Quiénes son los principales actores
en este acaparamiento de tierras?
Los “culpables iniciales” modernos, pues
acaparamiento de tierra ha habido siempre pero no con esta intensidad, han sido
los países del Golfo Pérsico que tenían muchos petrodólares y pocas
posibilidades de obtener alimentos en el futuro. También Corea del Sur inició
este proceso. Las inversiones se hicieron principalmente en África: Mali,
Sudán, Madagascar. Posteriormente han seguido con este proceso otros países,
entre ellos China e India. Con el auge económico que han tenido en algunas
zonas de estos dos grandes países (en extensión y número de habitantes), han
pasado de una dieta fundamentalmente vegetariana, con escaso aporte de
proteínas de origen animal a una dieta carnívora que requiere mucha más agua y
más terreno para obtener los alimentos y los cultivos que alimenten al ganado.
Y por último, como decíamos, la necesidad de disponer de agrocombustibles en
teoría (solo en teoría, pues está por demostrar la realidad de la misma), más
respetuosos con el medio ambiente y que combatan al cambio climático, ha hecho
que los países ricos, Unión Europea, Estados Unidos y otros, se hayan volcado
en la acaparamiento de tierras para cultivar caña de azúcar, maíz, soja,
cebada, girasol…
¿Hay solución?
Indudablemente es muy difícil abordar las posibles
soluciones a esta grave situación que padecen muchos habitantes de la Tierra.
En general podemos decir las mismas cosas que venimos sosteniendo desde hace
muchos años: una mayor austeridad de los países ricos en sus hábitos de
consumo; una implicación mayor en la defensa de los Derechos Humanos de las
personas, sobre todo cuando se ven atacadas en su derecho a la tierra, al
hábitat que han tenido durante generaciones; crear mecanismos de transparencia
real sobre las inversiones en la compra de tierras en países extranjeros; hacer
partícipe de esas decisiones a las poblaciones locales; priorizar ante todo,
las necesidades nutricionales de todas las personas; cuidar la Tierra, pensando
también en las generaciones futuras…
Algunas frases de la encíclica Laudato Si´ que
nos pueden ayudar a implicarnos en estos temas:
Isabel Cuenca Anaya
Secretaria General
Secretaria General
Justice and Peace of Spain