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1 de junio de 2016

Lo que va de ayer a hoy: ESPÍRITU

Historias bíblicas  de ayer que se repiten hoy


ESPIRITU




AYER


A Dios nadie lo ha visto nunca.  (Juan 1,18)

En las antiguas religiones “del libro”, tanto en la ley de Moisés como  en la del Islam se prohibía  por eso presentar imágenes de  la divinidad.


Recordemos la furia de Moisés  cuando se encontró a su pueblo  danzando ante un becerro de oro
No creo que   nadie  de los que adoran  estatuas, ni siquiera aquellos  que se postraban ante los dioses greco- romanos  pensasen que esas esculturas eran dios. Ni  los egipcios  ante sus monumentales imágenes.

Más bien esos que llamamos “idólatras”  pensarían  que las figuras   veneradas representaban a unos seres que  ellos no eran capaces de ver, que eran “espíritus”.

 Espíritu,  (inspirar, respirar), soplo, ruah en hebreo,  algo que no se ve ni se puede agarrar…  aunque se siente…   el día en que la persona expira, entrega el  espíritu.

Siempre los seres humanos  se han dado cuenta de que por  encima, o por dentro  de su   mundo tangible  había   algo que no tocaban ni  veían.  Espíritu.



HoY



Pero, al ir avanzando  en su conciencia del mundo, empezaron a pensar que dentro de los mitos de   épocas pasadas  también    el espíritu  era algo  superado.  Algún filósofo materialista  llegó a decir que el cerebro segrega pensamiento como el hígado segrega bilis.

    Pero los creyentes,  recogieron a lo largo de siglos  la doctrina de quien  dijo: “El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que nace del Espíritu (Juan 3,8),  Así se mantuvo  firme  la idea de que junto  a  (¿o contra?) el   cuerpo “de carne y hueso”  estaba   presente  el espíritu,  al que no  podían  pintar  adecuadamente ni como  pequeñas llamas  ni como una palomita  que flota sobre nuestras cabezas.
Así, a  algunos  creyentes   les cuesta acercarse a a ese impalpable espíritu   y prefieren    “adorar” o cargar  a hombros la imagen de  Jesús crucificado  como  si fuera alguien real  que siente  su contacto. A  ver  si el milagroso señor… de Esquipulas, o de donde sea,  reacciona misericordioso a sus súplicas cundo se le mira, se le toca o se le encienden candelas.

Ciertamente, los seres humanos necesitamos contacto de ojos o manos con lo que  creemos real  pero no lo tenemos presente.  Así  usamos imágenes u objetos  como   símbolos para cada uno, igual que el delantero    después de meter un gol  besa el anillo   como si  de su esposa o novia se tratase. O  el       que sueña en una nueva sociedad. lleva en su camiseta la imagen del Che Guevara.

Por eso la cantidad de pinturas, estatuas, símbolos, vasos y paños  sagrados,  vestidos litúrgicos  que se muestran se usan, se besan, se inciensan… en la liturgia de  los  seguidores de Jesús. Todos  son objetos materiales.

Y  sin embargo en  el lenguaje  de las ceremonias litúrgicas  de lo que más se habla no es de lo material sino de lo espiritual. 

Al espíritu  tampoco nadie lo ha visto nunca. 
En lo que consideran  religión, muchos  se han limitado a buscar el espíritu en todos  esos objetos signos, materiales.
  Otros     buscan el espíritu en gestos, cánticos y movimientos  que consideran más “espirituales”: elevan los ojos y manos a lo alto, o cierran los ojos  y dicen en voz bajita, o gritando desaforados:.  : ¡OH mi señor!… Mi… como si fuera sólo suyo.

Objetos litúrgicos  o evasión a lo alto  son intentos de la humanidad  que busca eso que es como el viento, que lo sentimos, pero no sabemos cómo  encontrarlo. 
Y, de pronto, los sabios de hoy , al revés de los que en los siglos XVIII, XIX… habían hablado  con desprecio del  espíritu.., alma,.. pensamiento   segregado  como bilis, dan la vuelta a su conciencia. Empiezan a descubrir   en sus investigaciones sobre el universo,  que  eso que  llaman materia  o está vacía  entre  las  partículas que forman sus átomos o   hay algo que las  mantiene y las relaciona, las une…  intentan llamarlo de diversas maneras.  Algunos  se atreven a llamarlo espíritu, otros se atreven más y lo llaman  con una palabra vulgar: amor.

Puede que muchos de los llamado creyentes o religiosos  no  se hayan enterado y sigan mirando al cielo y gritando “¡ven espíritu santo!”,  como clamaban los sacerdotes de Baal ridiculizados por  Elías: “griten más fuerte que puede que dios esté meditando, o tiene un trabajo… o duerme (libro 1 de Reyes, 18, 27)

  Otros hoy siguen buscando sólo   al espíritu en los objetos sagrados, en imágenes, vestiduras, vasos e incienso…ceremonias.

Pero  existen   creyentes  que van tomando   conciencia como la de  su profeta, el que dijo   “Padre que todos sean uno”,  (que se den cuenta de que son uno,) . En vez de mirar a lo alto o  a   los objetos  sagrados bajo la bóveda  del templo, se miran unos a otros,  se asoman a la puerta, contemplan  este mundo  que no es sólo  materia,   se sienten unidos con su belleza y con sus miserias y exclaman: “¡ Mirá vos!, ¡si aquí mismo, en todos nosotros está el Espíritu y no nos habíamos dado cuenta.