Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

9 de julio de 2016

La reacción de los Indignados


"No estamos solos"

"El sistema siembra cada vez más desigualdad injusta"

La enseñanza social de la Iglesia desde hace tiempo viene denunciando a un neoliberalismo económico que genera cada vez más desigualdad y pobrezas' repetirán manifestaciones el 15 de octubre.


Es el título de un documental que vi hace unos días. En él toman la palabra mujeres y hombres, colectivos sobre todo del ámbito laboral, que piden cambios en vistas a establecer la justicia para garantizar la dignidad de todos.

El 15 de mayo del 2011, en  España fue detonante de una sociedad en ebullición, que cada vez con más fuerza reacciona contra un deterioro de lo humano que ya es intolerable.
En otros países (Guatemala…) en otras fechas ha sucedido o está sucediendo algo semejante

(No es fácil canalizar esta reacción en el juego político, pero de algún modo ha entrado ya en ese juego cuestionando al funcionamiento actual del sistema. Todos los cristianos, y especialmente los comprometidos en el mundo laboral que últimamente vienen apostando por un trabajo digno, deberíamos vislumbrar y discernir en esta ebullición signo del Espíritu.

La enseñanza social de la Iglesia desde hace tiempo viene denunciando a un neoliberalismo económico que genera cada vez más desigualdad y pobreza como podemos constatar dentro de nuestra sociedad española en estos últimos años de crisis. Y contra esa ideología tan inhumana del sistema se levanta la reacción de los indignados. En esta indignación hay como un reclamo de lo humano nunca definido pero sí barruntado. Y ahí comienza la ética. Si no asume y amplia el horizonte de esa ética, ninguna religión, incluida la cristiana, puede ser bendecida.

En el proceso de las últimas elecciones generales, desde distintos ángulos asomó la necesidad de cambio en el sistema cuyo funcionamiento siembra cada vez más desigualdad injusta; por tanto también un cambio en las políticas de la economía.
Pero por la cerrazón ideológica del sistema y también por la falta de conciencia crítica en muchos incluso que se dicen cristianos no es fácil emprender un nuevo camino para responder a esa necesidad.

Ya mirando a la situación actual de nuestra sociedad y buscando caminos para curar sus heridas me parecieron iluminadoras al final de dicho documental, las sugerencias del conocido profesor de Historia económica Josep Fontana:

"La única manera de acabar con algo del sistema que permita eliminar todos estos mecanismos que protegen la desigualdad y que engendran el paro, los bajos sueldos y la pobreza, es precisamente aquella que permita extender la conciencia de la situación real en la que estamos, que actúe tratando de re-armar la actividad en cada asociación de vecinos, en cada escuela, en cada lugar de trabajo, en cada lugar en que se pueda pedir que nos permitan participar en aquellas decisiones que afectan nuestras vidas. Es verdad, cuando decimos que otro mundo es posible, si no fuera así no merecería la pena continuar, pero para que otro mundo sea posible es evidente que hay mucha faena a hacer y necesitamos implicarnos todos para que se produzcan estos cambios".