En los últimos años, las luchas
indígenas por la restitución de Tierra y Territorio aumentó considerablemente
en América Latina, sobre todo presionadas por las diferentes olas ampliadas del
sistema extractivo que busca toda la riqueza natural/cultural por todas partes.
El
Comité de Desarrollo Campesino (CODECA) y la Comunidad Intercultural de
Estudios Sociales (CIES), junto a otras organizaciones, y con el apoyo de la
Coalición Internacional por la Tierra (ILC), en el marco del Día Internacional
de los Pueblos Indígenas, realizaron el Foro Público titulado: Tierra y
Territorio, un derecho colectivo vigente, pero un debate pendiente en
Guatemala.
El
evento se realizó el viernes 05 de agosto, en el Aula Magna de la
Universidad de San Carlos de Guatemala, donde diferentes organizaciones mayas
expusieron sus propuestas de cómo incorporar en el ordenamiento jurídico
interno este derecho colectivo, y el cómo implementar o ejercer el mismo desde
los pueblos.
Varios
centenares de personas, en su mayoría indígenas mayas, irrumpieron en la
atmósfera mestiza de la Universidad con la finalidad de participar e
informarse/formarse en el evento.
Los expositores, casi en su totalidad, coincidieron que
históricamente fue imposible garantizar Tierra y Territorio para pueblos
indígenas en Guatemala porque el Estado nación es racista y al servicio de los
intereses de los ricos. Y, seguir apostando a incidir en el Estado actual para
que restituya este derecho colectivo a los pueblos es como esperar “que el
tigre se vuelva vegetariano”, en palabras de Domingo Hernández, maya
quiché, representante de Waqib’ kebj, uno de los expositores en el evento.
Thelma
Cabrera, maya mam, defensora principal de derechos en CODECA, planteó la
necesidad urgente de impulsar el proceso de Asamblea Constituyente Popular y
Plurinacional con la finalidad de restituir derechos colectivos a los pueblos
indígenas, y a todos los sectores excluidos de Guatemala, y así fundar un Estado
Plurinacional.
“En
Guatemala los pueblos indígenas jamás hemos tenido Estado” fue una de las
afirmaciones contundentes de esta mujer maya que vivió y vive en carne propia
el peso de la sistemática exclusión y explotación en su propio territorio, por
parte de los actores del Estado y de las empresas privadas.
En la comunidad internacional, hasta finales del pasado
siglo, las categorías de pueblo y territorio estaban reservadas única y
exclusivamente para los Estados y países soberados. Pero, con la entrada en
vigencia del Convenio 169 de la OIT (1989), la Declaración de las Naciones
Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007), y la Declaración
Americana sobre Derechos de los Pueblos Indígenas (2016) a las y los indígenas
se nos reconoce la cualidad de pueblos, y se
establece tierra y territorio como
derecho colectivo para los pueblos indígenas.
La incorporación/implementación
de este derecho, por parte de los estados republicanos en América Latina, está
aún en proceso. Al igual que la capacidad y voluntad política de los pueblos
indígenas organizados para ejercer dicho derecho.
En
los últimos años, las luchas indígenas por la restitución de Tierra y
Territorio aumentó considerablemente en América Latina, sobre todo presionadas
por las diferentes olas ampliadas del sistema extractivo que busca toda la
riqueza natural/cultural por todas partes.
Mientras
para el sistema-mundo-occidental la Tierra es un elemento más de la economía,
para los pueblos indígenas es el mayor ser vivo. Es nuestra única Madre. De
igual manera, el Territorio es asumido por la concepción occidental como un
elemento geopolítico más para la constitución estados soberanos. Para los
pueblos indígenas, Territorio es la casa donde se fecunda, cría y desenvuelve
el entramado de la Vida. Territorio es la Vida misma.
Por
tanto, las resistencias y luchas comunitarias de los pueblos por restitución de
Tierra y Territorio no son únicamente motivadas por intereses económicos, sino
ante todo por la preservación de la Vida y sus tejidos en sus diferentes
formas. De allí que la defensa de los territorios y el reconocimiento de los
derechos de la Madre Tierra son demandas indivisibles en las agendas de los
pueblos indígenas