Entrevista a Leonardo Boff, teólogo.
Camilla Hoshino y Camila Rodrigues da Silva
“Creo que no lograremos
derrotar al capital con nuestros propios medios. Quién derrotará al capital será
la Tierra, negando los medios de producción, como el agua y los bienes de servicio,
obligando a cerrar las fábricas, a terminar con ilusorios grandes proyectos de
crecimiento”, opina.
En una entrevista exclusiva a
Brasil de Fato y a Jornalistas LIvres en la XV Jornada de Agroecología Boff
también es optimista identificando nuevos modelos de organización que tienen
por objeto central la subsistencia y el cuidado de la naturaleza y los ensayos
sobre biorregionalismo.
“Existen más de 1010 lugares en
los que se intenta vivir de manera sostenible y superando límites artificiales
que los seres humanos han instalado, como los municipios y las regiones
geográficas”, explica.
La entrevista es de Camila Hoshino y Camila
Rodrigues da Silva para el diario Brasil de Fato.
Casa Común y agroecología
Existen dos categorías básicas
sin las cuales no garantizamos el futuro de una nueva civilización. La primera
es la sostenibilidad que garantiza el mantenimiento de los seres y su
reproducción, tanto para nosotros como para las futuras generaciones.
Pero la sostenibilidad por sí
misma carece de la fuerza intrínseca para realizarse. Precisa del cuidado. El
cuidado entraña una relación inversa de la que produce la agresión de la
modernidad, que es violenta, destruye y agota los ecosistemas.
De modo que el cuidado no
es solo un gesto sino un paradigma. Es decir, un conjunto de valores, de
ciclos, de actitudes que tiene como efecto la protección y el mantenimiento de
lo que existe y de lo que vive. La categoría cuidado cumple una función de
columna que sustenta un nuevo ensayo civilizatorio.
Es muy importante el título que dio el papa Francisco a la encíclica “Cuidando la Casa Común” Si nosotros no cuidamos nuestra casa común esta se convertirá en una tapera y nadie puede vivir en una tapera. Va perdiendo su biocapacidad, es decir, su capacidad de producir vida y puede amenazar el futuro de la especie humana y la vida de la naturaleza.
Hemos llegado a un punto en que
resulta fundamental cuidar todo y responsabilizarnos de los seres que allí
viven porque la biodiversidad, que es la relación con todos, teje aquella trama
que sustenta a todos y lleva adelante el proceso.
La agroecología ha entendido que
se debe producir según los ritmos y la lógica de la naturaleza, no según la
lógica de la producción que consiste en la superexplotación. Es preciso extraer
de ella lo que necesitamos pero darle tiempo para que se autoreproduzca y siga
dándonos vida a nosotros y a toda la comunidad.
No basta con producir
buenos elementos para la salud humana, la agroecología implica una nueva
relación con la naturaleza. Una relación de respeto y de cooperación. No
estamos sobre ella con el puño cerrado del que domina sino con las manos
abiertas de quien acaricia.
Biorregionalismo, otro modelo de relación con la Tierra
Existen actualmente no menos de
1010 ensayos de biorregionalismo, que diseñan un desarrollo adecuado a una
biorregión, a un territorio. Se aprovechan los medios, bienes y servicios que
la naturaleza aporta, y se produce de forma colectiva en pequeñas empresas de
manera orgánica teniendo en cuenta las tradiciones del lugar, conociendo cómo
se formaron sus montañas, cómo son sus ríos.
Este tipo de experiencias se
iniciaron en Escocia y se fueron difundiendo en el mundo. Hoy en día existen
muchas de estas comunidades, en India, en Minas Gerais, Brasil. No sé en
cuantos países pero sí sé la cantidad. Hay más de 1010 lugares donde se trata
de vivir de manera sostenible, superando los límites artificiales que han
establecido los seres humanos los municipios y las regiones geográficas. Dentro
de esos espacios se trata de aprovecharlos de manera más racional. Son
economías de subsistencia y no de acumulación.
Se comprende que es preciso
mejorar los bosques ribereños para que las aguas sigan fluyendo en abundancia,
en empresas pequeñas para reducir el transporte desde otros mercados gracias al
consumo de petróleo y contaminando más, integrando a las personas, conocer la
historia de la región, sus comidas, las personas destacadas que allí vivieron,
sus poetas, sus artistas, sus cantores. Es exactamente la Casa Común. Y no ver
a la Tierra como una forma de producción, que es lo que hace el capitalismo
partiendo de una visión absolutamente instrumental.
En mis viajes percibo que está
surgiendo una nueva conciencia. Y si partimos de la noción de que la Tierra es
un organismo vivo, de que tiene vida en sí misma, de que tiene objetivos, irán
apareciendo nuevas ideas, nuevas utopías, nuevas formas de producir y de
construir casas, de utilizar los bienes y los servicios de modo que se reduzca
la pobreza hasta medidas responsables y sostenibles.
Es preciso que estas
biorregiones se abran a otras comunidades porque hay cosas que no se pueden
mantener en áreas reducidas, como la electricidad e internet. De modo que todo
eso nos genera esperanza. El ser humano está comenzando a tomar conciencia del
riesgo que corre y de que con tecnología e inteligencia puede encontrar salidas
salvadoras.
Cambios culturales y políticos
Tenemos un gran problema porque
teóricamente desmantelamos el sistema capitalista. Sabemos que comete dos injusticias.
Por un lado sabemos que acumula mucha riqueza en pocas manos mientras existe una
enorme pobreza. Es decir una injusticia social.
Comete una injusticia ecológica
devastando ecosistemas íntegros, creando verdaderos desiertos, especialmente a
causa de la minería. El capitalismo es un buen sistema para producir riqueza,
pero pésimo para generar igualdad y justicia.
A partir de los últimos datos
que publicó la ONU sabemos que necesitamos 24 elementos fundamentales para
mantener la vida, agua, suelo, clima, fibras, metales básicos para fabricar
entre otras cosas instrumentos. De estos 24 elementos, 15 están en alto grado
de agotamiento. Dos de ellos pueden generar el colapso de nuestra civilización:
la falta de agua y el calentamiento global. La coincidencia de los dos puede
producir un desastre mundial como el hambre de millones de personas que no
aceptarán el veredicto de muerte. Puede convertirse en una catástrofe mundial.
La irracionalidad del capital
El sistema capitalista se está
dando cuenta que no consigue reproducirse. Solo hace más de lo mismo. Eso ya lo
decía Marx. Cuando al capital se agota a partir de los bienes que puede
explotar, va a explotar el dinero. Hoy el capital se usa especulativamente. Hay
60 trillones dedicados a la producción produciendo autos, heladeras, zapatos, y
hay 300 trillones en la Bolsa, en la especulación, en el dinero virtual que no
existe pero que la gente usa para intercambiar y negociar. El gran objetivo
histórico del sistema es acumular lo más posible.
Creo que no lograremos derrotar
al capital con nuestros medios Quien derrotará al capital será la Tierra,
negando los bienes productivos como el agua y los bienes de servicio, haciendo
cerrar sus fábricas y terminando con sus grandes e ilusorios proyectos de
crecimiento.
Pero también puede producir unas enormes consecuencias negativas para
la humanidad. Desestabiliza gobiernos para instalar el neoliberalismo que
constituye la mayor acumulación posible de capital. En los EEUU el 1% acumula
el equivalente al 90% de la población. En Brasil 71.000 personas controlan la
mitad de la renta nacional. Y con ese dinero manipulan al Estado, compran
políticos y manejan el funcionamiento de la economía. Eso demuestra la
irracionalidad del sistema.
De modo que no estamos en una
crisis sistémica. Por eso debemos concienciar a la gente, tenemos que ser
insistentes en el sentido de retomar continuamente los temas ecológicos. El
papa ha escrito la Encíclica no para los cristianos sino para la humanidad. El
tiempo cronológico corre en nuestra contra. O cambiamos ahora o será demasiado
tarde.