"La memoria
de Leonidas Proaño ha languidecido, se ha ocultado, se la quiere borrar"
"¡Qué gran sintonía se siente
al escuchar a Francisco y leer a Proaño!"
El
uno dice "oler a oveja", el otro decía "oler a borrego", el
uno habla de los "descartables", el otro hablaba de los
"oprimidos"
Precisamente hoy, día 31 de agosto, se
cumplen 28 años de la Pascua de monseñor Leónidas Proaño, uno de esos
obispos-profetas de Latinoamérica que dejó huella profunda y estela imborrable
en el Ecuador, en el continente y en la Iglesia entera. Con motivo de esta efemérides
publicamos dos artículos en su memoria. Uno del equipo de Iglesia de a pie y el
otro del laico y rector emérito universitario Anastasio Gallego.
Caminar, siempre
caminar
Hace 28 años la misa de cuerpo presente
en la catedral de Riobamba, fue un encuentro de fuego entre quienes amaban al
Obispo de los pobres y los que habían llegado a "constatar" su
muerte. La alabanza en los idiomas originarios, la severa presencia del pueblo
indígena, el cariño de los humildes de esa ciudad marcaron los ritos, Dios
recogía a su hijo luego de un itinerario único, el Cuerpo y la Sangre del mayor
de todos sellaba una alianza vivida en honda fidelidad, el pastor decía hasta
pronto a sus amigas... amigos.
Momentos después, poco antes de que los
restos de Monseñor Proaño comenzaran, en medio del dolor de su pueblo, a una
peregrinación doliente que culmino en Pucahuaico a más de 500 kilómetros de
distancia, con paradas en cada pueblo y ciudad, incluida Quito, para descansar
feliz entre los pobres... en la sacristía del templo riobambeño , sacerdotes,
seglares, líderes indígenas, amigos y compañeros del Obispo Proaño, escucharon
absortos las exclamaciones de dos altos jerarcas de la Iglesia que decían:
" ...por fin, se acabó, ahora que le entierren lo más hondo y con cemento
para que no quede ni recuerdo..." el uno y ",... pues bien desde
ahora todo el mundo a "desproañizar" el Ecuador", el otro.
Tristes deseos, difíciles de aceptar en
quienes estarían llamados a vivir "el amor fraterno", pero la
realidad es terca y es como es.
Casi tres décadas más tarde parecería que
estos nefastos deseos se han cumplido.
Si usted pregunta a un joven hoy, ¿quién
era Monseñor Proaño?, probablemente obtendrá una respuesta desconcertante y
fría: NO SE.
Su nombre está ligado a la lucha
indígena, fue de sus empeños y los de sus misioneros que nació la organización
que más tarde se convirtió en el mayor de los movimientos sociales del país.
Con dolor constatamos hoy, que a causa de la traición de sus dirigentes, se ha
degenerado en un espacio que se vende al mejor postor, a sus peores verdugos
históricos.
Al menos tres generaciones crecieron con
su nombre en los labios, con admiración, cariño, respeto. Ha sido por mucho
tiempo la mejor carta de presentación de la Iglesia misionera del Ecuador. Era.
¿Qué ha sucedido? Esos tristes tiempos de "invierno eclesial" pasaron
factura, la involución de la Iglesia comunidad, a otra vez el templo del poder
y los poderosos, dejaron, dejan su huella. Y también la situación nacional.
La vorágine que ha vivido esta sociedad
en los últimos 16 años ha trastocado, muchos de los referentes con los que se
construyeron procesos, organizaciones, memorias y valores. De ello no se ha
escapado la Iglesia y lo que se halla ligado a ella.
El milenio comenzó con la quiebra brutal
de la economía de todos los ecuatorianos, una migración forzada de casi un
tercio de la población, la desarticulación de los movimientos sociales, hambre
y desolación campearon en este país de la mano de los neo-liberales y la
Iglesia, su jerarquía con poquísimas y santas excepciones, callo y otorgo. Las
rebeliones populares de 1997, 2000, 2005, que derribaron gobiernos corruptos,
no lograron cambiar el sistema, fueron manipuladas y traicionadas. Todo esto
genero un sentimiento de apatía en los más jóvenes respecto a la memoria de los
que lucharon antes y entre ellos muchos de los santos que labraron el camino.
En América Latina se vive un fuerte sacudón, llegan gobiernos populares,
algunos revolucionarios, se vive una ilusión sembrada con mucha sangre y
esperanza.
La década de gobierno de Rafael Correa,
marca cambios, muy importantes, históricos: el país se pone en orden; se
desarrolla en espacios urgentes. Se dan pasos en los que no se debe retroceder.
Pero todo esto sin alterar el marco del sistema capitalista, no se ha cambiado
el modelo de producción, ni las relaciones de producción, y proceso de
acumulación del capital sigue vigente, la raíz de la injusticia social sobre
todo en el campo, está casi intocada, aun somos un país gobernado por el poder
de los empresarios, de nuevo cuño, pero igual empresarios.
Los valores, el comportamiento, las
relaciones están marcadas por la "competencia", el egoísmo. La
comunidad, la relación redonda, el triunfo fruto del esfuerzo de todos, la
solidaridad no cuentan, tienes que ser: el mejor, el abanderado, el
emprendedor, el exitoso, fomentando el individualismo como norma. Y la iglesia
no escapa a esa trama de comportamientos, por el contrario, aupados por la
"teología de la prosperidad", verdadero engendro del diablo, hay
ministros que no sirven a sus hermanos si no tienen: carro, casa, seguro,
sueldo, vacaciones, viajes, becas etc…
¿Solidaridad? ¿Amor a la pobreza?
¿Espíritu misionero? :"cuentos de viejas". La Iglesia se encierra en
sí misma, por eso crecen los "movimientos solo espirituales", nada de
prójimo con hambre, ni sed de justicia... todo se reduce al templo, el rito, la
"exclusividad".
Pues así está el mundo y esta patria.
Entonces ¿cómo pretender que los jóvenes recuerden a quien desde su silencio,
entrega, oración y amor a los más pobres, proclamo el Evangelio y fue vital
para que el pueblo indio se levante sobre sus pies y camine con dignidad?
Sí, "hemos cargado las tintas"
y deliberadamente. Hay que sacudirse de esa especie de modorra que agobia a
quienes estamos exigidos por fidelidad, a dar la vida por los demás. Sí, hay
muchísimos, innumerables hermanos y hermanas que trabajan, sueñan, se
sacrifican por los pobres. Sí, hay iglesias enteras que están en camino y
luchan por el Reino. Sí, pero no es suficiente y se corre el riesgo del
desaliento. Hay que volver a tomar la "mochila de los misioneros y
misioneras" y salir con solo el Evangelio y el rosario al encuentro de
Jesús que vive en los pobres.
28 años después, la memoria de Leonidas
Proaño ha languidecido, se ha ocultado, se la quiere borrar.
No se trata solamente de recordar al que luchó,
hay que retomar sus prácticas y salir, salir, salir del templo. El actual
obispo de Riobamba, Julio Parrilla, acorralado por la indignación que provocó
su desatino al retirar el mural de Pérez Esquivel de esa catedral, luego de
haber demolido la humilde habitación de Monseñor Proaño, para levantar ahí un
lujoso y muy cómodo seminario, ha ofrecido "construir una réplica" de
su aposento y una especie de "museo" con sus recuerdos. ¡Cuidado! lo
que busca es reducir a Proaño a una pieza de exhibición de lo que fue...y ya no
será. ¿Se lo vamos a permitir?
"Solo muere lo que se olvida"
dice el verso popular. Que el olvido no alcance a nuestros santos, a los santos
del pueblo, ni a nuestra vocación, ni nuestros sueños.
Equipo de la Iglesia de a pie
Monseñor
Proaño, una guía o una reliquia
Siempre me llamó la atención lo grande
que fue el titular de la prensa en Ecuador cuando falleció Mons. Leónidas
Proaño: MURIO EL OBISPO DE LOS INDIOS.
Así, como un título esperado y querido
por todos, o por muchos, cuando en realidad, en aquellos tiempos, 1988, era
recibido como un insulto en gran parte del país que a alguien le dijeran
"indio".
El obispo que repartió las tierras de la
diócesis a los campesinos; que alfabetizó a miles de indígenas desde las
ESCUELAS RADIOFONICAS; que impulsaba la concientización y organización
indígena, campesina y popular. Que empujaba hacia una reflexión teológica desde
los más pobres, que soñaba con una "iglesia indígena"; que propuso
vender la custodia de la catedral (joya colonial) para que estuviera en el
museo del Banco Central y, con el dinero, capacitar indígenas y campesinos,
para comprar tierras para ellos; que organizo la diócesis en zonas pastorales
animadas por equipos misioneros; que usó más el sombrero y el poncho que la
mitra y el báculo.
A este obispo, algunos de sus hermanos de
ministerio no le acogían. Hubo un tiempo en que no asistía las reuniones de la
Conferencia Episcopal Ecuatoriana. A este obispo el Presidente de la República
José María Velasco Ibarra le expulsó a un sacerdote del país, luego quiso
ayudar económicamente la labor pastoral y recibió como respuesta de monseñor:
"GRACIAS, NO QUIERO ESPARADRAPOS DE ORO EN LA BOCA".
Este obispo dejo de ser
"peligroso" después de su muerte.
Se ha escrito sobre él, su obra, su
pensamiento. Pero...¿es actual, sirve para estos tiempos o es una BUENA
RELIQUIA?
Cuando él hablaba de concientización
¿esta palabra tiene sentido en este mundo de "emprendedores", "competitivos",
globalizados, que no cuestionan al sistema?
Cuando él habla de FE Y POLITICA ¿
servirá para algo hoy en este medio "espiritualizado"?
¡¡QUE GRAN SINTONÍA SE SIENTE AL ESCUCHAR
A FRANCISCO Y LEER A PROAÑO!!!
El uno dice "oler a oveja", el
otro decía "oler a borrego", el uno habla de los
"descartables", el otro hablaba de los "oprimidos".
El uno habla de Iglesia en salida, el
otro hablaba de caminar en dos pies: La Palabra y la Realidad.
Ambos son la ternura personificada y, al
mismo tiempo, la decisión; LA ORACION ANTE EL SAGRARIO DE MADERA Y PAJA EL UNO,
Y EN SANTA MARTA EN COMUNIDAD, EL OTRO.
El sistema ha ido ganando en precisión y
asepsia: el oprimido está presente y puede llegar a romper la opresión, se
puede hacer visible porque está presente; el "descartable" no sirve
ni para ser oprimido. A lo sumo para ser reciclado.
Recuerdo muy bien una de las charlas que
dio Mons. Proaño a su regreso de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano
en Puebla-México. Fue en el auditorio de la Universidad Católica de Santiago de
Guayaquil.
Luego de su exposición se abrió el foro
de preguntas. Uno de los estudiantes, de economía, por más señas, levantó la
mano y preguntó:
“¿MONSEÑOR. UN CATOLICO PUEDE SER
CAPITALISTA?"
Se hizo un gran silencio. Y Mons. con la
calma que le caracterizaba y su espíritu eminentemente positivo, le respondió:
"CLARO QUE SI. SI NO ROBA, NO
EXPLOTA, RESPETA LA DIGNIDAD DE SUS TRABAJADORES...PUEDE SER BUEN CATOLICO. LO
QUE DUDO ES QUE PUEDA SER BUEN CAPITALISTA".
Son 28 años desde la partida de Mons.
Proaño. En Riobamba, la que fuera su única diócesis, le han sucedido ya dos
obispos. El uno, su auxiliar, que él había pedido, trabajo con su propio estilo
y sus propias huellas. El otro llegó de otra diócesis. Hoy ya se le dice "EL
OBISPO DEL MURAL", en alusión a la orden de retirar el mural pintado por
Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, sobre los mártires de América y
el pueblo indio. Menos mal, se retiró la orden y el mural volverá "algún
día".
Unos dice que se quiere "enterrar
definitivamente a Proaño"; otros que Proaño ya no es actual, que son otros
tiempos; OTROS QUE ES PELIGROSO QUE HAYA OTRO PROAÑO, QUE LES BASTA CON LO QUE
ESTA REVOLVIENDO FRANCISCO. (¿Será por eso que trataron como trataron a Mons.
Gonzalo López en su jubilación de Sucumbios?).
Lo cierto es que hay quien ha tomado el
trabajo de rescatar de alguna bodega, donde estuvo oculto, parte inédita del
legado escrito de Mons. Proaño y lo custodia, hay el empeño en publicarlo para
que surjan nuevos Proaños. Hay que "globalizar" a Proaño NO COMO
RELIQUIA SINO COMO SENDA, COMO GUIA QUE SEÑALA EL CAMINO, NO COMO ANECDOTARIO.
Tal vez inquiete mucho recordar a Proaño.
Pero...¿qué sería de la Iglesia en Ecuador sin Proaño, Agustín Bravo, José
Gómez Izquierdo, Gonzalo López y algunos de los que están todavía vivos?