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22 de septiembre de 2016

Lo que va de ayer a hoy... CERCA, LEJOS


Historias bíblicas  de ayer que se repiten hoy



CERCA, LEJOS




Perdonen, que se me había olvidado.  Puestos a jugar con los adverbios de lugar  (pueden  revisar el blog anterior) no tuve en cuenta algo que hoy  es de palpitante actualidad, aunque no nos damos cuenta. Ya han visto el título (cerca… lejos). Los seres humanos y todo lo demás ocupamos un sitio en el universo,  pero… 

Ayer




El universo  que antes del big bang, estaba  todo él  condensado – dicen los que saben - en menos de una cabeza  de alfiler,  al producirse el  susodicho  ¡bang!,  empezó a expandirse por el espacio y el tiempo. De esto – siguen diciendo -  hace 100.000 millones de años. Y sigue expandiéndose. Aquello que estaba  “tan juntito, tan apretadito”, ahora la distancia de unos cuerpos a otros se mide por años luz. Levantamos de noche los ojos y miramos al cielo.


Entre  las lucecitas de aquel  techo que nos “cubre”, algunas de esas estrellas que vemos, ya   hace mucho que se apagaron. Lo que parece cerca de nosotros está lejos, lejos, lejos…


Pues con la fuerza de nuestra imaginación  no tenemos más remedio que saltar al: 




Hoy
En vez  de mirar al  cielo de arriba, a las alturas  donde Dios está,  como se canta a veces en el templo, podemos seguir  mirando a  “este cielo” de aquí, en el que estamos sumergidos.  ¿No se han dado cuenta de que  también  estamos nosotros  en el mismísimo cielo, sin tener que mirar hacia arriba?


Los marcianitos o los saturninos (de Saturno)… o los posibles habitantes de  aquellos astros a años luz, mirarán hacia  arriba, o abajo, y comentarán en su idioma: “miren, posiblemente por aquellas alturas haya también seres inteligentes, ¿quién  sabe?”.

Con estas bromas me estoy saliendo  del tema. Ya sabemos que  las chispas, las partículas, los cuerpos que brotaron de la gran explosión, se han ido diversificando y hoy existen, existimos,  infinitos seres que nosotros los pensantes hemos ido clasificando en: gaseosos, líquidos, sólidos; minerales, vegetales, animales… y el ser humano al que llamábamos antes rey de la creación, ¡pero ya no!.

Nos hemos ido percatando de que, igual que en el espacio vemos los cuerpos celestes reunidos en galaxias,  constelaciones,  estrellas, astros, satélites, asteroides que se atraen mutuamente y giran en sus órbitas, también nosotros los hombrecitos y mujercitas con todo lo que nos rodea, mineral, vegetal y animal  formamos nuestras galaxias y órbitas en las que giramos, nos atraemos nos repelemos, pero no dejamos de seguir formando puñados de seres interrelacionados.  

Y aquí viene nuestro problema: el de nuestra cercanía como personas, o simplemente como seres que compartimos nuestro universo.  
Todos nosotros hemos tenido nuestro pequeño bang (sin big) cuando salimos llorando del  vientre de otra persona, que  nos abrazó y nos fue cuidando para que no nos fuéramos lejos.

Pero con el tiempo nos fuimos a encontrar cerca de otros seres, no solamente personas, sino rocas, vegetales, animales… e instrumentos que nosotros mismos hemos ido fabricado.

Ahí estamos perdidos en el universo, en nuestra pequeña galaxia,  rodeados, sumergidos, cerca o lejos de  los  otros seres.
A veces físicamente  lejos de aquellos con quienes nos sentimos  muy cerca afectivamente.

A veces  físicamente cerca de otros con quienes nos sentimos afectivamente alejados o incluso enfrentados,  en  competencia y rechazo.
Muchos de nosotros  nos sentimos cerca o lejos de  aquel Dios del que  unas veces nos dijeron que estaba en el cielo, lejos y otras veces  nos contaron que estaba en todas partes  o que estaba en tal o cual templo. Y así hemos llegado a dudar de donde está, y si está o no está.

Parece  que  últimamente se le hace más caso a aquel sabio del siglo IV, Agustín, cuando afirmaba que  Dios  es más íntimo a mí  que yo mismo. Los físicos y hasta teólogos actuales también  nos hablan de que ninguno de nosotros  estamos separados, ni de Dios ni entre nosotros.
 
La conciencia de senrienos lejos… o cerca,  se está cambiando por una nueva conciencia de sentirnos uno.

Como que se va  intentando borrar ese yo que todos  nos creemos ser para pasar a la conciencia de un yo universal  que lo abarca todo, en el que estamos todos.

Se están ustedes riendo. (Yo también).  En un mundo de enfrentamientos y competencia, donde cada uno quiere  tener  más  que los otros, ganar más que los otros, ser más, subir más que… ¿podemos  pensar en  una conciencia universal  donde el lejos o cerca físico  esté superado por  el Yo universal?.    Esto afirman  quienes van aprendiendo a mirar al fondo de sí mismos  y  del  universo: sabios y   místicos.  
Lo afirman y lo viven  quienes han superado su yo y no sólo fueron buenas personas sino que  sintieron la conciencia  abarcando el universo y a  ellos.
En muchos lugares y épocas de la historia ha existido gente así.
Un  nombre  que destaca en el trozo de mundo  donde escribo esto  es  el de Jesús   Nazareno. Individuos y grupos han  hecho con su memoria y su mensaje muchas deformaciones y caricaturas;  pero abordando  el fondo de su buena noticia encontramos su presencia como el ser  humano que estuvo cerca y vino a buscar a los alejados.  Sus pasos de cercanía  le crearon la enemistad de quienes,  en su sociedad, querían estar  arriba y lejos del pueblo.  El  “Padre que está en el cielo” al que se dirigía en la oración  estaba tan cerca que era con él uno solo y pedía que quienes lo siguieran fueran con él todos uno.

Tristemente  sus seguidores no han seguido mucho ese deseo. 

Hoy se han multiplicado las  opiniones, las luchas por el poder, el ser y el tener  que nos han mantenido lejos unos de otros. Incluso como signo simbólico y real, en los templos levantados en su memoria, la lejanía resquebraja la unidad. 

La jerarquía  pone arriba, lejos a los dirigentes. Los asistentes a las asambleas  buscan cada uno su lugar, su reclinatorio, su banca lejos de los demás y va desapareciendo la cercanía y la íntima unidad que él propuso. 
Hasta la palabra comunión que emplean es todo menos verdadera comunión de vidas y corazones.
Es proceso de la conciencia  que descubre este acercamiento hacia la unidad va siendo lento.  
La ciencia y la técnica ha  avanzado en dimensiones  grandes pero han reforzado el yo y la competencia
La sabiduría y la conciencia han ido reforzando el sentimiento de unidad universal  y de colaboración  mutua.

Ahí  aparece entre niebla esa vieja palabra: amor, que tiene tantas formas y deformaciones, sublimaciones y caricaturas, antes de ser total y universal.
Esa danza que empezó  con el big bang: lejos…. cerca…  separación… unificación…. no acabamos de bailarla quienes vamos poquito a poco aumentando la conciencia, la que nos puede abrir los ojos y ver que ya somos uno por creación aunque no acabamos de darnos cuenta.




Un video del Equipo CAUCE  que nos ilumina este tema es  DÉJENNOS SOÑAR  perteneciente a la serie  de videos del libro Para que otro mundo sea posible pinche aquí para ver el video.