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31 de octubre de 2016

Antecedentes desde la perspectiva teológica

Hacia un diálogo interreligioso juvenil
para la transformación social
Edwin Roberto Mendoza Hipp.




1.2.2) Antecedentes desde la perspectiva teológica




A diferencia de las ciencias de la religión que examinan los hechos objetivamente a través las ciencias comprobables, la teología del pluralismo religioso se enmarca dentro   del contexto de la fe. Esta transición de la ciencia a la fe ha significado un paso importante para el diálogo interreligioso, ya que ha conducido a los creyentes a darse cuenta que existen otras comunidades religiosas que también están en la búsqueda de lo trascendente.

A pesar de que la teología de las religiones es una disciplina muy joven, las reflexiones teológicas producidas durante la primera mitad del siglo XX fueron claves para desarrollar la actual teología del pluralismo religioso. Por esa razón es importante dar un vistazo a las distintas posturas teológicas que el cristianismo ha ido adoptando con relación las otras tradiciones religiosas. Estas posiciones no son más que las respuestas de las religiones a la conciencia de la pluralidad religiosa que se ha experimentado en estos dos últimos siglos.

Aunque existen diversas clasificaciones sobre estas posturas, en este estudio solamente se  examinará la clásica tipología tripartita (exclusivismo inclusivismo-pluralismo) basada en la propuesta original del jesuita neoyorquino Peter Schineller25, la cual ha alcanzado hoy en día bastante popularidad entre la mayoría de teólogos.

a. Exclusivismo
Esta corriente ha sido tradicionalmente representada por el teólogo suizo Karl Barth (1886-1968). 

Como todo buen protestante, Barth creía fielmente en los principios de las cinco solas (sola scriptura, sola gratia, sola fide, solus Christus, soli Deo Gloria). En este sentido, a muchos teólogos no les resulta extraño afirmar que para Barth la salvación está dada, única y exclusivamente a través de aceptación explícita de la fe en Cristo. La monumental obra de Barth Kirchliche Dogmatik (Dogmática Eclesial), publicada por primera vez en 1932, recoge en su primer volumen un capítulo llamado La Revelación como abolición de la religión. En este capítulo Barth declara sobre la religión lo siguiente:

―La religión] es el intento de reemplazar la obra divina por un producto humano. La realidad divina que se nos ofrece y se nos manifiesta por la revelación es sustituida por un concepto de Dios desarrollado por el hombre arbitraria y deliberadamente.
La clasificación original de estas tipologías aparece por primera vez en la revista Theological Studies en 1976, en ella Schineller distingue cuatro grupos de opiniones teológicas en relación a las diversas tradiciones religiosas: 1) cristología exclusiva; 2) cristología inclusiva, 3) cristología normativa, 4) cristología no normativa. 

Por tanto, para Barth, ninguna religión escapa a esta verdad, ni siquiera el cristianismo como institución. Es en este punto donde Barth introduce el valor insuperable de la revelación en Cristo por encima de cualquier religión.

Contrario a la popular concepción exclusivista de Barth que niega la salvación a los no cristianos, en el libro Verdad y tolerancia, el teólogo Joseph Ratzinger opina que esa no era la visión original de Barth, sino que se refería propiamente al fenómeno de la revelación y su contraste con la religión, y no específicamente a otras religiones28. Sin embargo, es innegable que Barth posiciona a los cristianos en un lugar predominante entre las demás religiones. Partiendo desde el elemento revelatorio del evento crístico, Barth llega a la inevitable conclusión que Jesús es quien le da un valor único y especial al cristianismo, elevándolo de esta manera a una categoría distinta y superior a las demás religiones. En este contexto, Barth considera que el cristianismo es superior al resto, pero no como religión, […] sino porque es la única receptora de la revelación.

Para otros, esta visión también está muy bien representada por medio del popular axioma católico: “Extra Ecclesiam nulla salus” (Fuera de la Iglesia no hay salvación). Uno de los aspectos que hay que tomar en cuenta es que a lo largo de la historia de la iglesia, el dogma siempre estuvo condicionado por sus contextos históricos, que en la mayoría de las veces tendió a interpretarse de forma literal. Con el paso de los años el dogma ha sido reinterpretado y desarrollado de forma distinta, hasta llegar a matizarse en las últimas declaraciones del documento Lumen Gentium del Concilio Vaticano II, las cuales se expondrán en la segunda tipología inclusivista.

A pesar que la corriente exclusivista ha sido gestada desde el ámbito cristiano, varios estudiosos han visto en esta concepción una aplicación más universal para todas las religiones. Por lo que desde este plano más genérico también se puede considerar que el exclusivismo es la  afirmación de que la verdad absoluta se encuentra solamente en una religión (budismo, islam, cristianismo, judaísmo, etc.), y por ende, considera a las demás religiones como falsas.

Muchos autores coinciden en que esta corriente (en su versión más rígida) ya no es defendida teológicamente por nadie, por lo que hacer referencia a ella es útil solamente en el sentido que sirve como contrafigura para las otras tipologías31. Sin embargo, existen todavía algunos autores que defienden en cierta medida esta posición.  Asimismo, desde la práctica también es innegable que esta concepción se encuentra todavía bastante arraigada en la mentalidad de varios creyentes, especialmente dentro de círculos fundamentalistas y conservadores.

Por lo tanto, cualquier creyente o comunidad religiosa que tiende a adoptar una actitud exclusivista corre el riesgo de bloquear de entrada un diálogo constructivo con otras religiones. En el caso del cristianismo, el único tipo de interacción que esta corriente puede permitir con otras religiones es la de convencer a los demás que Cristo es la verdad y el único medio de salvación.

En lenguaje de Barth esto significa que los cristianos son los encargados de anunciar el evangelio para dejar que la luz de Cristo ocupe el lugar de las tinieblas que existen en aquellos que aún no creen en él. Por ese motivo algunos teólogos han llamado a esta posición el modelo de sustitución completa, debido a que intenta reemplazar totalmente una religión falsa por la verdadera.

b. Inclusivismo
En cuanto al inclusivismo respecta, se puede considerar que los trabajos de Jean Danielou, Henri de Lubac, Hans Urs von Baltasar y Karl Rahner, fueron sin duda piezas teológicas claves para avanzar en el tema de la autocomprensión cristiana ante las demás religiones, y fueron ellos quienes en gran medida influenciaron la nueva posición oficial de la iglesia católica en este campo.

 Además de estos tres autores que Dupuis menciona, también habla de la Alianza de Lausanne como un cuarto ejemplo de esta postura neoexclusivista en el ámbito protestante, la cual afirma que la salvación solamente puede encontrarse en la aceptación explícita de Cristo mediante la fe.  

Incluso hasta el día de hoy, todavía se considera a esta corriente como la más extendida y propagada desde la celebración del Concilio Vaticano II (1962-1965), evento que provocó un mayor interés por la reflexión teológica sobre las religiones.
A diferencia del exclusivismo que defiende que la salvación y la verdad se encuentran  únicamente en la fe cristiana (o en determinada religión), el inclusivismo se caracteriza por una actitud más positiva y dialogante. El pensamiento inclusivista acepta la participación de la revelación en las demás religiones, es decir, que ellas también poseen ciertos elementos de verdad y pueden llegar a salvarse, pero no por su valor en sí mismas, sino por el valor que la persona de  Cristo les confiere. Dicho de otra manera, es solamente en Cristo que los creyentes de otras religiones llegan a ser incluidos y abarcados en el plan salvífico de Dios.

En esta sintonía, Rahner propone que este tipo de creyentes (o incluso ateos) son cristianos anónimos,  aduciendo que Cristo se encuentra presente a través de sus propias prácticas y tradiciones religiosas. De este modo, -según Rahner- aunque no conozcan explícitamente a Cristo, su gracia salvífica los alcanza sin ninguna distinción37. Una clara expresión de esta figura se encuentra materializada en una de las constituciones del Concilio Vaticano II:

Los que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación eterna. (Lumen Gentium).

A pesar que el modelo inclusivista ha sido denominado como el modelo católico, es posible encontrar actitudes similares en otras religiones. Un ejemplo de ello puede ser visto en la religión islámica, en donde se aprecia cierta tensión entre exclusivismo e inclusivismo. De acuerdo a la doctrina clásica y tradicional, el Corán concibe al islam como la restauración de la única y exclusiva religión monoteísta que el Creador había querido para la humanidad desde el principio a través de la práctica del bien, de la justicia y de la obediencia a Dios verdadero Dios, son considerados como adversarios que llegarán a ser condenados el día del juicio final (Corán 39,60.71-72; 33,73; 48,6).

Ante interpretaciones negativas y excluyentes como ésta, se han alzado también nuevos planteamientos dentro del islam que abogan por una reinterpretación más abierta en relación a los creyentes de otras religiones diferentes al islam. A esta corriente se le ha denominado con el nombre de  humanismo coránico. Uno de sus principales propulsores fue el teólogo musulmán Syed Vahiduddin (1909-1998), quien reafirmó que Alá se comunica a toda la humanidad por medio del Corán, pero de forma limitada, ya que muchos de los pasajes coránicos están condicionados por un contexto histórico concreto. Para Vahiduddin esto no causa ninguna contradicción, ya que tal declaración no excluye la validez del mensaje moral del islam. Teniendo esto en cuenta, Vahiduddin basa su tesis central en la idea de una universalidad islámica que permite a las personas y a todas las religiones, expresar su adoración y veneración a Dios a través de un espíritu de fraternidad. De esta manera, el islam va mucho más allá de lo geográfico e institucional al manifestarse como un proceso que penetra todas las cosas.

Según el teólogo y filósofo británico John Hick, otro ejemplo puede observarse en las enseñanzas contemporáneas de la filosofía hindú, la cual afirma que la realidad Última y Trascendente (Brahman) va más allá de cualquier dios o deidad personal como el Yavé del Antiguo Testamento, el Alá del Corán, o el mismo Krishna del Bhagavad-Gita. Para el hinduismo todos ellos pueden llegar a ser vistos como aproximaciones válidas, puesto que en el fondo revelan al Absoluto (Bhagavad-Gita 13.17). De esta forma, todo cristiano, musulmán, judío o budista, pasa a convertirse automáticamente en un veda anónimo quien al final de su vida llegará a ser confrontado con la verdad en todo su esplendor.

Uno de los problemas que muchos teólogos ven en la visión inclusivista (al menos dentro del ámbito cristiano), es la valoración negativa con la que se concibe a las demás religiones, debido a que siempre prevalece un nivel de superioridad y dependencia hacia el cristianismo (o a determinada religión) como la única religión poseedora de la verdad completa. Esto ha llevado a  varios teólogos a concluir que una actitud inclusivista suele imposibilitar un auténtico y equitativo diálogo interreligioso.