LAS BOTAS QUE HAN FLORECIDO
Qué senderos recorrieron
hasta perderse
sus pasos?
¿Cómo penetró por ellas
esa tierra que abrazaron?
O… los huesos y la carne
se convirtieron en barro
para acoger la semilla
que floreció en su regazo
¿Dónde estará el caminante?
¿Dónde quedó su cansancio?
Tal vez voló al horizonte
impaciente y angustiado
porque el camino era lento
y él
buscaba un mundo extraño
sin caminos,
sin barreras,
que se alcanzase de un salto.
Y por eso, por la senda
abandonó su calzado.
Allá
quedaron las botas
y el viento las fue llenando
de tierra, semillas, flores…
Y de
nostalgia, esperando
que las botas florecidas
continúen caminando.