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19 de octubre de 2016

Influencia del estudio científico en las religiones

Hacia un diálogo interreligioso juvenil
para la transformación social
Edwin Roberto Mendoza Hipp.



1.2) Influencia del estudio científico en las religiones.




Un primer análisis realizado en este campo fue el del jesuita francés Joseph-François Lafitau (1681-1746), quien elaboró una comparación de las costumbres religiosas de los indios norteamericanos con las del paganismo grecorromano y del cristianismo. Posteriormente, a lo largo del siglo XIX el interés por el estudio de las religiones se desarrolló de manera más científica a través del nacimiento de la mitología comparada, disciplina que fue liderada por el alemán Max

Müller. Desde 1855 Müller se dedicó a profundizar en el estudio de religiones orientales, publicando constantemente diversos escritos sobre este tema15. En este mismo periodo, otro destacado personaje que realizó aportes significativos en el campo de historia de las religiones y religión comparada, fue el teólogo protestante holandés Cornelis Petrus Tiele (1830-1902), quien defendía ardientemente la reconciliación entre teología y ciencia de la religión.

Ya a finales del siglo XIX se intensificó aún más el estudio de las religiones. La vitalidad de esta actividad científica se vio reflejada a través de cuatro eventos significativos: 1) la apertura de la primera cátedra de estudio de las religiones en la universidad de Ginebra en 187317; 2) la creación de una revista de historia de las religiones en 1880; 3) la celebración del primer encuentro interreligioso mundial (World Parliament of Religions) en 1893, que dedicó una sección para la joven ciencia de las religiones; y 4) la inauguración del primer congreso internacional de historia de las religiones en 1920.

Desde comienzos del siglo XX inicia una nueva etapa en la que se produce un crecimiento más acelerado en los diversos campos de estudio de las religiones. Un ejemplo de ello fue el obispo luterano Nathan Söderblom, quien además de realizar varias publicaciones sobre historia de las religiones, fue también líder ecuménico y Premio Nobel de la Paz en 1930. Por otro lado, en una línea similar a la de Tiele y Söderblom, resulta interesante observar que otros sectores creyentes advocaron también por un estudio de las religiones con una sustentación más teológica, tal es el caso del teólogo protestante alemán Rudolf Otto al fundar en 1920 la Religiöser Menschheitsbund (La liga religiosa de la humanidad).

A pesar de la gran conmoción provocada por la Primera y la Segunda Guerra Mundial, los congresos de historia de las religiones iniciados en 1900 siguieron celebrándose de forma periódica e independiente, hasta que en el séptimo congreso de 1950 en Ámsterdam, se tomó la decisión de afiliarse formalmente a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). El nombre definitivo adoptado para este organismo fue el de International Association for the History of Religions (IAHR). En este nuevo contexto institucional, uno de los participantes más activos de la IAHR fue el teólogo protestante Friedrich Heiler, quien defendía vehementemente que la finalidad del estudio científico de las religiones debía conducir a una cooperación más estrecha entre las comunidades religiosas para el fortalecimiento de la paz.

Esta postura originó varias críticas entre académicos occidentales como Zwy Werblowsky, quienes reafirmaron que el estudio de las religiones se limitaba al estudio de hechos observables, y por lo consiguiente, no debía confundirse con las preocupaciones teológicas o interreligiosas. Frente a este planteamiento el secretario general de la IAHR, Carl Jouco Bleeker, reconoció el interés de ambos posicionamientos, por lo que propuso una combinación sobre la finalidad de dichos estudios, siendo esta: 1) la observación de los hechos de manera objetiva, y por otra parte, 2) el interés personal del investigador en su compromiso por las relaciones interreligiosas.

Pese a que los estudios sobre las religiones siguieron una línea más científica, estos acontecimientos dejaron las puertas mucho más abiertas para seguir profundizando en el estudio de las religiones desde una clave teológica.