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13 de octubre de 2016

¿Y a nosotros quién nos pregunta?


El derecho de los pueblos indígenas a ser consultados sobre lo que afecte a sus tierras es violado por Gobiernos, empresas e incluso ONG. La FAO edita un manual para el respeto de ese consentimiento.


Imagina que un día un perfecto desconocido, un millonario o un funcionario aparecen en tu casa y te dicen que van a pintar de otro color las paredes. O que van a cambiar las cortinas. Puede que lo hagan de buena fe. Porque creen que será mejor para ti o que tu casa quedará mucho más bonita. O puede que no tengan tan buenas intenciones, lleguen y te digan que van a quedarse con el salón, la cocina y el baño para montar un negocio, y que casi mejor que no salgas de tu habitación. Y si protestas, te dirán que eres un reaccionario enemigo del progreso económico y tratarán de poner a tu familia en contra. Quizá acaben por perseguirte. O incluso matarte, como le ocurrió a Berta Cáceres.

Así es como se sienten los cientos millones de miembros de comunidades indígenas cuando Gobiernos o empresas tratan de explotar o tomar sus tierras para obtener recursos mineros, hídricos o forestales. O cuando agencias de cooperación u ONG llegan para ayudarles diciéndoles desde el principio cómo tienen que mejorar sus vidas. Sin pedirles su opinión. Sin preguntarles. Sin informarles. Ni mucho menos obtener su aprobación.

El ejemplo de la invasión de la casa, utilizado por Yon Fernandez de Larrinoa —del equipo de Pueblos Indígenas de la FAO (agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura)— ilustra bien el problema de la falta de respeto a los derechos de estas comunidades. Y el incumplimiento de tratados y acuerdos internacionales como el convenio 169 de la Organizacion Internacional del Trabajo, de 1989. "Las consultas a los pueblos indígenas no se realizan en el 99% de los casos", según ha denunciado este jueves en Roma Álvaro Pop, presidente del Foro de Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas.

Pop no se ha sentido capaz de mencionar un solo caso en el que un proyecto que afecte a pueblos indígenas haya respetado todos los derechos de estos. Porque, como ha apuntado Fernández de Larrinoa, "no basta con consultar". De acuerdo con el principio de Consentimiento Libre, Previo e Informado, no vale preguntar a toro pasado. Ni hacerlo sin informar debidamente sobre los detalles del proyecto, sea una plan de desarrollo, una obra, una explotación... Ese "debidamente" implica utilizar los idiomas propios de estas comunidades —"nuestro ADN", en palabras de Pop—, no limitarse a repartir panfletos... Por último, no vale preguntar y pasar de la respuesta. Para hacer cualquier cosa en casa ajena, hay que obtener el consentimiento del dueño.

Álvaro Pop: “Las consultas a los pueblos indígenas no se realizan en el 99% de los casos”.
En este sentido, la FAO y varios de sus socios en los proyectos de cooperación han editado un manual para respetar estos principios en todas sus iniciativas. Los planes que no cumplan con esas directrices no se llevarán a cabo por muy buenas intenciones que alberguen. "Hay que consultar a las comunidades. También a los jóvenes. No puedes llegar a una comunidad pesquera a proponerle un proyecto para que produzca maíz". Era el ejemplo que ponía este martes en otro evento en Roma Dali Angel, del Caucus de Juventud Indígena (una asociación global de jóvenes indígenas). La nueva guía se enmarca dentro del plan de acción de todo el sistema de Naciones Unidas para cumplir con su propia declaración de los derechos de los pueblos indígenas, unos 370 millones de personas repartidos en 5.000 comunidades distintas de todos los continentes.

Pop ha saludado la edición del manual como un avance "sumamente importante", pero ha defendido que la única manera de que se respete realmente el principio del consentimiento es que los países lo incluyan en sus procedimientos legales. "Tiene que tener la coercitividad del Estado", ha mantenido, al tiempo que señalaba a Perú, Chile o Colombia como los países que tienen "algún tipo de procedimiento más o menos claro". Pero ha insistido en que por ahora no hay experiencias plenamente armónicas. Al contrario, según este analista político guatemalteco maya, quienes exigen una consulta acaban criminalizados, perseguidos o asesinados.

El respeto a los derechos de los indígenas sobre sus tierras, bosques y ríos es especialmente relevante teniendo en cuenta que muchos de ellos dependen de estos recursos para subsistir. Son el 5% de la población, pero cuentan con el 15% de los pobres del mundo y numerosos problemas de hambre y desnutrición. "La tierra es la base de la vida de estos pueblos", como sostenía este martes Erika Yamada, de la red de expertos en asuntos indígenas de la ONU. "Y como tal, es un derecho fundamental". Pero Yamada insistió en que se ignora constantemente por racismo, una visión colonialista y falta de información.


"La tierra te da y tienes que devolver con respeto", argumentaba Pop.  "Los pueblos indígenas viven con la tierra de manera intensa".  No por casualidad estas comunicades albergan el 75% de la biodiversidad del planeta. "Nos hemos encontrado con un Occidente que tiene contradicciones sobre el tema. Le falta una ética en términos de relaciones con los recursos y la naturaleza".  Y, por lo que se ve, tamién en relación con lo que se hace en las casas ajenas.