Hacia
un diálogo interreligioso juvenil para la transformación social
Edwin
Roberto Mendoza Hipp
C.
Pluralismo
Al
igual que las otras dos tipologías, el pluralismo también hila con
diferentes matices. Pero
sin
duda, el exponente más emblemático de la corriente pluralista ha
sido el británico John Hick, a quien también se le han sumado una
serie de teólogos contemporáneos como Juan José Tamayo, Alan Race,
John Cobb y Paul Knitter, entre muchos otros. Desde 1973 Hick se
dedicó a profundizar en su nuevo planteamiento que él mismo bautizó
como la ―revolución copernicana de la teología de las religiones.
El
teólogo y filósofo estadounidense David Ray Griffin propone una
doble afirmación para
resumir
la tipología pluralista en su sentido más genérico. La primera es
una afirmación negativa que define a la posición pluralista por su
rechazo de absolutizar determinada religión como la única
divinamente inspirada, siendo ella la portadora exclusiva de la
verdad plena para alcanzar la salvación. Para los teólogos
pluralistas como Griffin, este absolutismo puede expresarse en formas
exclusivistas o inclusivistas. La segunda es más una afirmación
positiva que proclama que todas las religiones son caminos verdaderos
y válidos para la salvación, ya que todas ellas conducen a esa
Realidad Última y Trascendente a las que las religiones aspiran.
En
este contexto, la postura pluralista proclama un cambio radical de un
paradigma cristocéntrico a un paradigma teocéntrico. Es aquí
precisamente donde cobra sentido la figura
comparativa
de la revolución copernicana que Hick utiliza, porque como es
sabido, la teoría
heliocéntrica
de Copérnico enunciaba que la Tierra y los demás planetas giraban
en torno al Sol, y no como se creía en aquella época en la que la
Tierra era el centro del Universo y todo giraba en torno a ella. Del
mismo modo, el pluralismo evita concebir al cristianismo como la
gerente de las religiones, y busca en última instancia situar a Dios
como su centro.
La
corriente pluralista aduce que el hecho de afirmar que todas las
religiones son verdaderas e iguales
universalmente, no implica el renunciar a la unicidad y especificidad
de cada religión. Es decir, para el islam, la normativa la sigue
constituyendo el Dios revelado por el profeta Muhammad; para el
hinduismo, el Brahman como el Absoluto; o para el cristianismo, Jesús
como el Salvador universal.
Desde
una óptica cristiana, el jesuita americano Roger Haight defiende
esta
tesis
declarando a Jesús como el ―verdadero, más no como el ―único
portador de salvación. De manera más directa Paul Knitter sostiene:
[…]
los cristianos, ante sus hermanos y hermanas en otras religiones,
pueden y deben continuar anunciando
que Jesús es totus Deus, totalmente Dios. Pero no pueden y no deben
afirmar que es totum Dei, la totalidad de Dios.
Al
igual que el exclusivismo e inclusivismo, el pluralismo ha sido
también ampliamente
criticado
por muchos autores. Entre sus opositores principales se encuentran
teólogos como A.
Kreiner,
J.J. Lipner, G. D’Costa y M. Heim, los cuales han elaborado fuertes
críticas en contra de esta
tipología. Asimismo, en una línea similar se encuentra el teólogo
español Andrés Torres Queiruga,
quien advierte que la igualdad de verdades proclamada por algunos
modelos pluralistas llega a caer inevitablemente en el relativismo,
lo cual –según él– puede constituir el mayor problema en este
modelo. Torres Queiruga tampoco se opone totalmente a la visión
pluralista, pero sí la trata con mucha cautela en cuanto al tema de
la verdad:
Dado
que toda mujer y todo hombre están en constitutiva relación con
Dios y, por tanto, en contacto con
él, y que las religiones son justamente la tematización de esa
relación y de ese contacto, todas las religiones son, en principio,
verdaderas. De lo que se trata es, pues de ver el ―tipo de verdad
que, en esa difícil y oscura pugna por captar la irradiación
amorosa del Misterio, alcanza cada religión. Y más adelante vuelve
a afirmar que este universalismo propuesto por Hick, trae consigo una
nueva concepción de verdad, que en su constante afán por desconfiar
de cualquier tipo de pretensión absoluta ―tiende a un
igualitarismo relativista.
Ante
críticas como éstas, Knitter advierte que hay que tener cuidado en
no caer por las
pendientes
resbaladizas del relativismo. Precisamente por esa razón el teólogo
José María Vigil recuerda que el pluralismo no está únicamente
definido por Hick, ya que sus
planteamientos
deben ser entendidos como parte de un amplio conjunto de posiciones
pluralistas. Aunque Vigil admite que los planteamientos de Hick
fueron un tanto radicales al inicio, aclara también que sus
posiciones teológicas siempre estuvieron en constante reflexión y
evolución. Por tanto, sostiene firmemente:
Esta
posición pluralista reivindica una igualdad básica de las
religiones, no un igualitarismo que las quiera hacer prácticamente
idénticas. […] O sea, el paradigma teológico pluralista sostiene
que las religiones son básicamente iguales en el sentido –y sólo
en el sentido- de que no hay una de ellas que sea la verdadera, o la
depositaria de la salvación, de la cual todas las demás serían
deudoras o subsidiarias o participaciones, sino que todas ocupan un
estatuto salvífico básicamente igual.
Por
otro lado, declara también con toda franqueza:
[…]
el pluralismo acepta y reconoce la desigualdad real de las religiones
concretas, que tienen desarrollos
diferentes, sensibilidades y capacidades diversas, itinerarios y
evoluciones más o menos avanzados o retrasados en cada caso. El
pluralismo no se cierra a esta evidente desigualdad, es realista. No
todas las religiones son iguales, ni siquiera para el pluralismo.
¿Cae en el relativismo la posición teológica pluralista? Así lo
sostienen algunos de sus detractores, creando intencionadamente un
enemigo mental que combatir, un enemigo que prácticamente no existe
en la realidad. El pluralismo afirma la relatividad de las formas
religiosas, no el relativismo frente a las religiones.
Con
todo ello Vigil advierte que ―hay que expresarse con propiedad y
reconocer que una cosa es relatividad y otra es relativismo.
Todos
estos modelos pluralistas coinciden en que la diversidad religiosa no
debe de ser vista
como
una realidad negativa ni como una amenaza para las religiones, sino
como una
complementariedad
que las lleve a tomar una conciencia más humilde de que ellas son
solamente distintos caminos que conducen hacia una misma Meta. Para
ejemplificar esta actitud, el jesuita español Javier Melloni alude a
una popular parábola oriental. La parábola cuenta la historia de
un elefante rodeado por cinco ciegos en la que cada uno de ellos se
limitaba a tocar una parte distinta del animal. Al final, cuando los
ciegos describieron lo que tocaron, cada uno proporcionó una
interpretación totalmente diferente. Uno de ellos dijo que era una
columna de un templo, otro que era una escoba, otro decía que era
una roca, otro que era una serpiente y otro que era la rama de un
árbol. A través de esta parábola Melloni reafirma que al igual que
los ciegos, ―las religiones son [solo] puntos de vista. [Ya que]
sólo Dios es el Punto desde el cual todo es mirado.
De
igual forma, el pensador y poeta musulmán Abdennur Prado invita
ardientemente a
―desidolatrizar
la religión, a considerar la propia religión como un medio entre
otros medios, y no como un fin en sí mismo. Prado sostiene que,
según la tradición islámica, el mismo Corán afirma la pluralidad
religiosa querida por Allá, siendo así todas las religiones vías
legítimas para acceder a Dios (Corán 22:67; 2:62; 16:36). Esta
convicción hace un llamamiento a todas las religiones a derribar
cualquier pretensión de superioridad que busque monopolizar la
verdad o la salvación.
Algunos
aducen que el hecho de afirmar que todas las religiones son solamente
caminos
distintos
de salvación, es una aseveración bastante peligrosa que corre el
riesgo de vaciar de
contenido
el carácter singular y universal de la propia religión58. De ahí
que muchos aseguran que esta actitud lleva inevitablemente a un
relativismo que concibe a todas las religiones como iguales.
Respecto
a esto, Knitter dice que tal declaración debe de ser tomada muy
seriamente59, ya que en el fondo también subyace la preocupación
por provocar en los creyentes un indiferentismo religioso. Por ese
motivo Melloni recuerda que el tener la convicción que las
religiones son sólo distintos medios que guían a la misma Verdad,
es un valor teologal que exhorta a las diferentes tradiciones
religiosas a creer con toda humildad que existe ―una Verdad más
alta, jamás abarcable por nuestras verdades parciales.
El
objetivo aquí no es propiciar ningún debate teológico entre las
corrientes antes vistas, de lo
cual
ya existen una gran cantidad de escritos al respecto, de lo que se
trata en última instancia en esta investigación es de poner en
contexto la visión pluralista como una de las propuestas teológicas
que intenta dar una respuesta constructiva a la cuestión del diálogo
interreligioso. Por eso es importante resaltar que este modelo
pluralista ha sido principalmente desarrollado en miras a un diálogo
interreligioso más equitativo, convirtiéndose así en uno de sus
propósitos fundamentales el ofrecer una reflexión teológica que
motive a la generación y creación de espacios en donde todas las
religiones ―tengan cabida y puedan participar en pie de igualdad
para aprender de ellas mismas, y asumir una responsabilidad
compartida para trabajar en favor de la dignidad humana.