Aquel
buen hombre cultivaba
un
huerto donde había plantado patatas.
En
la aldea tenían fama de ser
las
más hermosas y sabrosas
de
aquella región.
Un
día intentando buscar por si hubiera
alguna
fuente
para
poder regarlas más facilmente
se
puso a cavar algo más profundo
Lo
que encontró fueron unos huesos.
Aunque
ya estaban en buena parte
desmenuzados
claramente
se vió que eran restos humanos.
El
campesino, asustado acudió a la iglesia del pueblo
El
párroco sonrió:
Claro,
claro… ¿No sabe usted que esas tierras que
usted trabaja
eran
parte de un monasterio
que
existió hace muchos años?
Allí
tenían los monjes su cementerio,
sus
patatas son tan buenas
porque
esa tierra
tiene
abono orgánico:
la
materia humana
que
se convierte de tierra
en
vegetal.
El
campesino se puso pálido
entonces
¿Pero quiere decir?...
…
Sí
- dijo el sacerdote -
Que
usted, yo
y
los que comemos sus ricas papas
nos
alimentemos de algo que fue parte
de
aquellas santas personas
o
sea -siguió sonriendo-
que
al final de los tiempos
¿a
quién pertenecerán
esas
partículas que nos comimos?
¿a
ellos, los frailes
o
a nosotros?
El
padre siguió dando explicaciones al labrador.
Si
alguno de ustedes también las necesita
es
que aun no tiene muy claro lo que significa
para
un creyente: resurrección.