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11 de noviembre de 2016

La Huerta




Aquel buen hombre cultivaba
un huerto donde había plantado patatas.








En la aldea tenían fama de ser
las más hermosas y sabrosas
de aquella región.








Un día intentando buscar por si hubiera
alguna fuente
para poder regarlas más facilmente
se puso a cavar algo más profundo





 


Lo que encontró fueron unos huesos.
Aunque ya estaban en buena parte
desmenuzados
claramente se vió que eran restos humanos.


El campesino, asustado acudió a la iglesia del pueblo
El párroco sonrió:
Claro, claro… ¿No sabe usted que esas tierras que usted trabaja
eran parte de un monasterio
que existió hace muchos años?



Allí tenían los monjes su cementerio,
sus patatas son tan buenas
porque esa tierra
tiene abono orgánico:
la materia humana
que se convierte de tierra
en vegetal.

 El campesino se puso pálido
entonces ¿Pero quiere decir?...
Sí - dijo el sacerdote -
Que usted, yo
y los que comemos sus ricas papas
nos alimentemos de algo que fue parte
de aquellas santas personas
o sea -siguió sonriendo-
que al final de los tiempos
¿a quién pertenecerán
esas partículas que nos comimos?
¿a ellos, los frailes
o a nosotros?

El padre siguió dando explicaciones al labrador.
Si alguno de ustedes también las necesita
es que aun no tiene muy claro lo que significa
para un creyente: resurrección.