hay
un niño perdido,
un
niño perdido…¡y no lo busquen en el templo entre doctores!
No
lo busquen tampoco
en
pueblos que se dicen cristianos
Ni
en tierras protegidas con postes y
alambradas.
No
pregunten por él ni a pastores ni a magos.
No
vayan a Belén
ni a cualquier pesebre con luces y estrellitas.
No
lo busque ahí
Sálgan
afuera.
Fuera
de lo que llaman centro.
Fuera
de los abetos de madera
o de plástico.
Salgan
a lo que llaman periferia.
Pero
no piensen que tienen que andar lejos
La
periferia está a la puerta del templo.
En los seres humanos
que
se dicen pueblo.
Está
fuera de postes y alambradas,
escarbando
la tierra para entrar por debajo.
O
está en la periferia campesina
entre los pastores y labriegos
sin
finca y con finquero.
Está
el niño perdido
Esperando
a la puerta
de
donde se reúnen los magos y los brujos, inventándose leyes
que
transformen
los
panes en metal
y el agua en hidroeléctricas.
No
vayan a Belén,
sino a las ruinas de Alepo
donde
el niño perdido después del bombardeo busca si algún pesebre
tiene algo que llevarse a la boca.
A ese niño perdido
con
su padre y su madre
flotando en el océano
tal
vez le queden fuerzas
para,
si lo encontramos en esas periferias, desearnos:
Felices
navidades
con
la voz que le queda.
Aunque
tal vez nosotros sintamos
que
en realidad nos dice
antes
de tiempo
en
contra de costumbres
navideñas
¡Feliz resurrección!
Eso
les desea nuestro blog,
TODOS
SOMOS UNO deseando que lo seamos.
Martín
Rosario Freddy