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30 de diciembre de 2016

Diálogo en el mundo contemporáneo

Hacia un diálogo interreligioso juvenil para la transformación social
Edwin Roberto Mendoza Hipp


2.1.3) El diálogo en el mundo contemporáneo
Esta nueva comprensión del diálogo iniciada por la filosofía, ha permitido un uso más recurrente de ésta expresión en distintos ámbitos, al extremo que muchos consideran de que se ha convertido ya en un cliché en cualquier tema. A pesar de su uso tan trillado, hasta el día de hoy todavía se sigue entendiendo el diálogo como una herramienta necesaria para la efectiva resolución de conflictos, especialmente en aquellas situaciones donde se corre el peligro de recurrir a la violencia. Por ejemplo, hoy en día se habla con mucha frecuencia del diálogo político entre naciones, en este sentido, los autores del libro Dialogue in Políticos ponen de manifiesto que la cuestión del diálogo en el campo de la política, no sólo se refiere a la actividad de intercambiar opiniones y puntos de vista, sino también al hecho de ubicarse en un terreno común que busque la toma de consensos y acciones para una cooperación grupal. En cualquier caso, el concepto actual de diálogo denota una actitud positiva para la comprensión recíproca, pero sobretodo como un instrumento para establecer relaciones fructíferas entre dos o más partes.


Dentro de esta comprensión contemporánea sobre el diálogo, J. Basset clama que la existencia de un genuino diálogo conlleva cinco elementos esenciales: 1) encuentro de personas, 2) intercambio de palabras, 3) reciprocidad, 4) alteridad y 5) algo en juego. A partir de estos elementos Basset intenta proporcionar una definición más funcional que léxica sobre el diálogo, describiéndolo de esta manera como un ―intercambio de palabras y escucha recíproca, que compromete a dos o varias personas, diferentes e iguales a la vez. Por tanto, tener presente la herencia de la filosofía dialógica, así como las reflexiones contemporáneas sobre el diálogo, puede proporcionar unas bases sólidas para entender de manera más global el tema del diálogo interreligioso en el contexto actual.

2.1.4) El diálogo interreligioso: presupuestos, condiciones y actitudes
Vivir en un mundo cada vez más interconectado, en donde diariamente se produce una inevitable interacción entre las religiones, exige restablecer nuevas y mejores formas de
convivencia entre los creyentes. Estas interacciones religiosas, dadas en todos los niveles de la sociedad (desde las conversaciones más cotidianas hasta los grandes enfrentamientos violentos entre naciones), ha llevado a líderes religiosos, estudiosos de las religiones, políticos, activistas sociales y otros sectores de la sociedad, al convencimiento de que es necesario un acercamiento mutuo entre las religiones para posibilitar relaciones más pacíficas entre sus seguidores. A pesar que algunos sectores religiosos conservadores (generalmente de corte fundamentalista) se han opuesto al diálogo interreligioso, la gran mayoría de líderes de todas las religiones y sus instituciones, sostienen que el diálogo interreligioso es el primer paso para el fortalecimiento de la paz mundial.

Así lo afirma el teólogo alemán Hans Küng con su famoso lema: ―No puede haber paz entre las naciones sin paz entre las religiones‖ . Es pues, desde esta convicción que el diálogo interreligioso ha empezado a tomar un lugar cada vez más preponderante entre los temas a tratar de cada comunidad religiosa. Prueba de ello son los incontables movimientos, organizaciones e instituciones interreligiosas que han surgido en todas partes del mundo.
Por lo que siguiendo la línea trazada por Basset en su concepción del diálogo, se puede definir ya más específicamente al diálogo interreligioso como un ―intercambio de palabras y escucha recíproca que compromete en pie de igualdad a creyentes de diferentes tradiciones religiosas.

Pero para que este intercambio de palabras y escucha recíproca se dé, es necesario establecer ciertos criterios y condiciones comunes. Entre ellos se pueden observar valores fundamentales como la escucha, la apertura, el respeto y la tolerancia. Sin embargo, hay que tener presente que la práctica de estas actitudes no consiste simplemente en ―soportar educadamente las opiniones y creencias de los demás, sino en reconocer y valorar la riqueza que existe en la diversidad. Es por esa razón que es importante recalcar que el diálogo interreligioso no debe ser entendido como un pretexto para debatir doctrinas religiosas, ni como un espacio oportunista para convencer a los demás sobre determinada creencia o ideología. Tampoco debe ser confundido con el sincretismo religioso, ni mucho menos como una propuesta que busca fusionar a todas las religiones.

El diálogo interreligioso no pretende anular el valor identitario de las religiones, por el contrario, las anima a acercarse desde lo que ellas son. La identidad de cada religión será siempre el valor inherente e irrenunciable en la práctica del diálogo interreligioso. No obstante, hay que admitir que tal actitud siempre correrá con el peligro latente de proyectarse en una excesiva autoafirmación de la identidad religiosa. Por ello, las religiones deben ser conscientes que el verdadero diálogo es aquel que se produce en la apertura sincera, en una apertura que no niega las diferencias y desemejanzas que existen entre ellas, sino que las aprovecha positivamente como una oportunidad para aprender y enriquecer los propios horizontes religiosos.


Muchos teólogos afirman que este proceso de enriquecimiento mutuo presupone el establecimiento de un diálogo espontáneo y real entre los participantes. Esto quiere decir que dialogar genuinamente implica situarse con toda humildad en un proceso de búsqueda conjunta de la verdad . Tal predisposición puede suponer un reto muy desafiante –y hasta cuestionante– para la propia fe, pero es un acto necesario si se quiere lograr un auténtico diálogo, y no un diálogo esquemático, predefinido y unilateral.