Hacia un diálogo interreligioso juvenil para la transformación social
Edwin Roberto Mendoza Hipp
2.2)
Antecedentes históricos del diálogo interreligioso: un nuevo camino
hacia la paz
No
hay que olvidar que la interacción entre las religiones como tal no
es ningún fenómeno
nuevo.
Desde épocas muy antiguas las religiones siempre se han relacionado
(directa o
indirectamente)
por motivos políticos, geográficos, religiosos o sociales,
generando la mayoría de veces, conflictos que han resultado en
cruentos enfrentamientos. Es desde esta premisa que el Diccionario
Abreviado Oxford de las Religiones del Mundo no teme empezar su
definición de diálogo
desde el papel negativo que las religiones han ejercido en la
historia, calificándolas duramente
como las ―discriminadoras tradicionales de la humanidad,
sacralizando [su] identidad por medio de la fuerza de la doctrina y
la cultura, creando sistemas para la protección y transmisión de la
información muy valorada y no negociable.
Sin
embargo, la primera vez que se utiliza la palabra ―diálogo en el
contexto de las
relaciones
interreligiosas es en una obra publicada en 1949 por el pastor Henri
Nusslé. En ella, Nusslé
invitaba a promover una relación más constructiva entre cristianos
y musulmanes en donde se sustituyera el antagonismo por el diálogo.
En esa misma sintonía sobre el diálogo entre cristianos y
musulmanes, en 1955 el inglés J. Spencer Trimingham hace uso del
término diálogo de una forma mucho más clara y explícita,
describiéndolo como un ―encuentro constructivo […], exento de
intenciones polémicas o de voluntad de conversión; […]
encuentro
en un clima de respeto recíproco y de comprensión mutua de la fe
del otro, con el propósito de encontrar una base común y un
compromiso en favor del bienestar de la sociedad en su conjunto.
Aunque
en la práctica, es ya desde el siglo XIX que el diálogo
interreligioso (tal y como se
entiende
actualmente) empieza a dar sus primeros pasos. El primer suceso
interreligioso se produjo en el contexto de la feria mundial de
Chicago en 1893, nombrada oficialmente como la Exposición Universal
de Chicago. El evento fue organizado con ocasión del cuarto
centenario del descubrimiento de América, y tuvo como objetivo
principal conmemorar el progreso técnico, científico
y social de la época. La exposición permaneció abierta durante
seis meses, y fue dentro de ese contexto que se celebró una serie de
congresos, entre los que figuraba el del Parlamento Mundial de las
Religiones (World Parliament of Religions), que se llevó a cabo del
11 al 27 de septiembre.
Este
acontecimiento marcó sin duda un precedente mundial, ya que por
primera vez en la
historia,
representantes de la mayoría de las religiones del mundo se
reunieron para dar a conocer sus tradiciones religiosas y exponer el
papel de las religiones en el desarrollo social. El programa de la
edición preparatoria declaraba que el fin de la reunión era ―unir
a las religiones contra todo tipo de irreligión; hacer de la regla
de oro la base de esta unión; [y] presentar al mundo la unidad
esencial de las numerosas religiones en las buenas acciones de la
vida religiosa. El Parlamento Mundial de las Religiones fue uno de
los eventos más sobresalientes de toda la exposición, ya que en su
sesión de clausura contó con la impresionante participación de
casi ocho mil asistentes.
La
celebración del Parlamento Mundial de Religiones despertó un gran
interés por el diálogo
interreligioso
en muchas partes del mundo, especialmente en Estados Unidos. Y fue a
partir de allí que surgió una serie de movimientos e instituciones
como la International Council of the Unitarian and Other Free
Religious Thinkers and Workers en 1900, la cual organizó varios
congresos en ciudades como Londres (1901), Ámsterdam (1903), Ginebra
(1905), Boston (1907), Berlín (1910) y París (1913).
Por
otra parte, tampoco hay que olvidar que ya desde el siglo XIX, el
estudio científico de
las
religiones jugó un papel clave para la evolución del diálogo
interreligioso. Tal y como se expuso en el primer capítulo, la
propagación de las disciplinas científicas de las religiones, así
como las múltiples tensiones entre el estudio de las religiones y el
compromiso interreligioso, fueron factores cruciales que permitieron
no solo el desarrollo de la teología de las religiones, sino también
la intensificación de decenas de iniciativas de diálogo
interreligioso en distintas partes del mundo.
En
1928 se creó en Estados Unidos la National Conference of Christians
and Jews, la cual
tenía
como fin entablar un diálogo entre protestantes, católicos y
judíos. Su fin era favorecer la unidad,
la justicia, la mutua cooperación y la comprensión entre estos
grupos. Con respecto de las relaciones entre cristianos y judíos,
años más adelante, se fundó en 1942 un movimiento similar en el
Reino Unido con el nombre de Council of Christians and Jews. Este
último proyecto buscaba principalmente ―refrenar
y combatir todos los tipos de intolerancia religiosa y racial; [así
como] alentar
la comprensión mutua y la buena voluntad entre cristianos y judíos
en todos los sectores de la sociedad. Uno de los fervientes
trabajadores de esta iniciativa fue el pastor William W. Simpson,
quien se entregó afanosamente a esta causa, especialmente durante
los años del nazismo.
Después
de la Segunda Guerra Mundial, estos movimientos también sirvieron de
ejemplo para la creación de iniciativas semejantes en otros países
de Europa.
En
1933, tres organizaciones estadounidenses conformadas con el nombre
de World
Fellowship
of Faiths, dieron vida a un congreso celebrado en Chicago y Nueva
York, que contó con
la representación de grandes tradiciones religiosas. Entre sus
participantes se encontraba el inglés
Sir Francis Younghusband, quien fundó posteriormente un Consejo
nacional británico para organizar
el World Fellowship of Faiths en Londres en 1936, el cual poco a poco
fue descentralizándose
con diferentes nombres en Francia (1946), Holanda (1948), Alemania
(1956- 1975) e India (1950).
Otro
suceso relevante en la historia del diálogo interreligioso fue el
surgimiento del Consejo
Mundial
de Iglesias, el cual celebró su primera asamblea en 1948 en
Ámsterdam. Desde sus inicios, su objetivo principal fue instar a la
unidad entre los cristianos de diferentes denominaciones y promover
valores como la paz y la justicia. Aunque este tipo de acercamiento
entre cristianos se conoce más formalmente como ―ecumenismo, y no
como una actividad explícita del diálogo interreligioso, se puede
considerar que esta iniciativa marcó un ejemplo para las demás
religiones, dando a entender que el primer paso para lograr un
coherente diálogo interreligioso, es entablar un diálogo al interno
de las distintas denominaciones descendientes de una tradición
religiosa común.
Por
otra parte, el continente asiático fue también escenario de
múltiples iniciativas como la
del
comité ad hoc, instituido en 1957 en el nuevo Estado de Israel, el
cual estuvo conformado por musulmanes sunnitas, drusos, cristianos y
judíos. Asimismo, en otras partes de Asia también se
consolidaron otros movimientos interreligiosos como la Japan
Religions League en 1945, la Interreligious Organization of Singapore
en 1949, el Continuing Committee on Mulsim Christian Cooperation en
el Líbano en 1954, el Congress of Religions in Ceylon en Sri Lanka
en 1963 y el Consejo de la religiones en Vietnam en 1965, entre
otros.
Otro
de los acontecimientos de gran importancia para el diálogo
interreligioso fue el Concilio
Vaticano
II.
El
evento fue convocado por el papa Juan XXIII en 1959, pero no fue
hasta octubre
de
1962 que el concilio fue solemnemente inaugurado en la Basílica de
San Pedro en Roma.
Aunque
la sola convocatoria del concilio presentó cierta resistencia por
parte de algunos sectores conservadores de la Iglesia, la iniciativa
fue recibida con muy buenos ojos, no sólo por la mayoría de
católicos, sino también por muchos creyentes de otras religiones.
Tal y como el papa Juan XXIII lo declaró, el fin del concilio era
abrir las ventanas de la Iglesia. Y fue desde este espíritu de
diálogo y apertura, que miles de obispos y teólogos de todas partes
se reunieron para reflexionar acerca de la doctrina de la Iglesia y
su rol en el mundo moderno. Entre los temas tratados figuró el de
las relaciones con las religiones no cristianas, el cual generó
varios debates y discusiones entre los padres conciliares.
Durante
el desarrollo del concilio se produjo también el fallecimiento del
papa Juan XXIII,
quien
fue inmediatamente sucedido en 1963 por el papa Pablo VI. No pasó
mucho tiempo para que el nuevo pontífice realizara varios gestos y
acciones importantes para avanzar en el tema de las relaciones con
otras tradiciones religiosas, como su viaje a Jerusalén, que le
permitió el histórico encuentro con el patriarca ortodoxo
Atenágoras, así como su reunión con judíos y árabes; la apertura
de un Secretariado para los no cristianos; su viaje a Bombay, que
marcó una mayor apertura con las tradiciones religiosas de la
India; o la promulgación de su carta encíclica Ecclesiam suam,
donde situó al diálogo como tema central de la misión de la
Iglesia en el mundo contemporáneo. El concilio fue finalmente
clausurado en 1965 y emanó varios documentos que definieron por
primera vez, y de forma positiva, la relación de la iglesia con
otras tradiciones religiosas, especialmente con aquellas de orígenes
comunes como la judía y la musulmana. Entre los
documentos conciliares se encontraba la declaración Nostra Aetate,
que invitaba a reconocer lo ―santo y verdadero‖ que hay en otras
religiones y exhortando a su vez, a la promoción por un diálogo
fraterno para apoyar los valores socio-culturales de las distintas
religiones (Nostra Aetate).
Es
evidente que a finales de la década de 1960 se produjo una
extraordinaria eclosión de
múltiples
iniciativas interreligiosas a nivel internacional. Entre los eventos
interreligiosos más
sobresalientes
se encuentran: la National Inter-Religious Conference on Peace en
Washington en 1966;
las dos primeras reuniones de la Spiritual Summit Conference, la
primera en Calcuta en 1968
y la segunda en Ginebra en 1970; el World Conference on Religion and
Peace en Nueva Delhi en 1970; el Dialogue between Man of Living
Faiths: Present Discussiones and Future Posibilities
en Ajaltoun en 1970; y el World Conference on Religion and Peace en
Kyoto en 1970.
A
pesar de que cada uno de estos acontecimientos tuvo matices y acentos
distintos, la sola
realización
de estos eventos manifestó la convicción por la búsqueda de un
sincero diálogo
interreligioso.
Esta nueva ola de iniciativas interreligiosas en el ámbito
internacional también tuvo eco en ambientes locales, provocando
diferentes diálogos y encuentros interreligiosos regionales con
temas y problemáticas más específicas, tales como los diálogos
producidos en Varanasi, Kyoto y Ginebra.
Por
último, uno de los acontecimientos de gran trascendencia que marcó
un antes y un después en la historia reciente del diálogo
interreligioso fue la Jornada Mundial de Oración por la
Paz,
celebrada el 27 de octubre de 1986 en Asís, Italia. El evento fue
convocado por el papa Juan Pablo II, y hasta el día de hoy ha sido
catalogado como un acontecimiento único y sin precedentes, puesto
que reunió a cientos de representantes de todas las religiones con
el único objetivo de orar por la paz mundial. Más allá de las
inspiradoras oraciones hechas por los participantes de este
encuentro, la sola convocatoria y realización de esta jornada envió
un mensaje muy poderoso al mundo entero. Prueba de ello fue el
llamamiento político que el papa dirigió a 143 Estados para que el
27 de octubre se efectuara una tregua de 24 horas en todos los
enfrentamientos bélicos, guerras, movimientos armados o guerrillas.
Para su sorpresa, la propuesta fue respondida satisfactoriamente por
al menos 40 países. Iniciativas como estas son sin lugar a duda
pruebas fehacientes de que el diálogo interreligioso posee la
inmensa capacidad de invitar a la humanidad a derribar todo prejuicio
étnico, religioso y cultural en favor de la paz.