Algunos
muy educados, otros sucios y pordioseros, algunos vivos y
esperanzados, otros muertos y abandonados, miles de historias, miles
de casos, y nuestros ojos siempre tan ciegos.
En
nombre de los invisibles.
Son
los invisibles, la vergüenza de nuestra sociedad "del
bienestar", lo "escondible" de las ciudades, lo que
nadie quiere que vea, la indigencia, la miseria, el rechazo.
Invisibles a nuestros ojos de consumidores, propagadores de la
lástima más ruin y superficial, la mentira y la verdad de nuestro
sistema, el principio y el fin de nuestra moral.
Algunos
son tachados de locos, enajenados, borrachos y vividores, sus cabezas
no fueron lo suficientemente fuerte para aguantar la vanidad impuesta
por nuestra raza, poco habladores, nadie escucha sus historias, sus
vidas, nadie se interesa por los motivos que les llevaron a acabar en
la calle; alguno simplemente es pobre, otro fue repudiado por su
familia porque no supo superar sus problemas, otro simplemente tuvo una
mente tan débil o sensible que no fue capaz de superar la pérdida
de un familiar o el engaño de una mujer, otros nacieron en la calle
de la que se hicieron doctores... cada uno una historia, una vida,
mil aventuras, y sin embargo "nosotros", los visibles, nos
consideramos mejores. Mejores por ser sumisos al sistema, por no
haber caído en su desgracia, por no ser los rebeldes ni soñadores,
por tenerlo todo y no tener nada. Más de una vez pensé y pienso que
puedo acabar así, que puede que mi almohada sea una bolsa y mi
colchón las tablas de un banco o el frío mármol de una sucursal
bancaria, que el mundo me da la espalda, que también soy invisible
como ellos, o que yo soy de ellos, que ellos son de los míos, sin
entrar en la razón de que ellos no son más que el espejo de
nosotros, pues todos somos lo mismo. Algunos muy educados, otros
sucios y pordioseros, algunos vivos y esperanzados, otros muertos y
abandonados, miles de historias, miles de casos, y nuestros ojos
siempre tan ciegos. Nos da vergüenza de ellos, nos cambiamos de
acera, no nos acercamos, para algunos dejaron de ser personas cuando
perdieron su identidad, pero en el fondo sabemos que no es así, que
son como nosotros, que son nuestra cara visible aunque no queramos,
nuestro espejo, la verdad emergente de nuestra mentira social, y la
vergüenza es nuestra permisividad, nuestro mirar para otro lado...
Va
por ellos, por nosotros, mi alegato.
Comunidades
Solidarias de Cádiz