¡QUE DULCE EL CAFÉ, PERO QUE
AMARGA REALIDAD LA DEL CAMPESINO!
¡Cuánto sufrimiento, oh Dios! Para ganar una limosna por el trabajo arduo,
bajo el abrazador sol, y ¿cuántas penas tendrá Don Pedro? Que desde muy
temprano tomó una taza con café y lo endulzó con el fruto de su esfuerzo, que
tanto sudor le ha costado.
La caña de azúcar que ya lo tiene
enfermo, porque al patrón lo que le importa es la producción y su ganancia, sin
importarle que al utilizar químicos para optimizar la producción dañan al medio
ambiente y a nuestros hermanos campesinos.
Al llegar el atardecer Don Pedro,
regresa a su humilde casa hecha de paja y bambú le esperan Doña María y sus
seis hijos, que son quienes llenan su vida. Mientras que el sistema es injusto
que da al que más tiene y al que trabaja bajo condiciones de explotación e
inhumanas lo mantiene sumido en la pobreza extrema.