Lo
que va de ayer a hoy
Historias
bíblicas de ayer que se repiten hoy
CON
LOS CINCO SENTIDOS
Ayer:
Desde
que el ser humano empezó a moverse por el mundo y tuvo que
relacionarse con la naturaleza y con los otros seres, para sentir
lo que tenía cerca o lejos, tocando su piel , su lengua, el aire
que entraba por su nariz… eso que llamamos Luz y acaricia nuestra
retina…
No
es cuestión ahora de hacer un estudio científico. Búsquense
libros sobre el tema o, más sencillo, rebusquen en internet.
Como
curiosidad piensen en estas palabras: sentido del equilibrio,
cinestesia, cenestesia, termocepción intercepción… y no sigo,
busquen…
Es
curioso que esos sentidos los hemos ido adquiriendo a lo largo de la
evolución. Aunque algunos animales “menos evolucionados”
tienen sentidos que nosotros no tenemos.
Como
el perrito al que sus amos abandonan cientos de kilómetros lejos
de su casa y aparece días después con ellos; o infórmense de
la ecolocalización de los delfines, animales con sentidos de lo más
desarrollados…
En
cambio los bichos humanos también fuimos perdiendo o disminuyendo
sentidos al progresar la llamada civilización; de modo que hoy…
Hoy
Vamos
destruyendo nuestros sentidos elementales: nuestra vista con el
exceso de luces, focos…(el deslumbrar de que hablamos hace poco),
la sordera producto del exceso de decibelios en las discotecas o
bajo las bocinas de los predicadores que quieren meter su doctrina a
gritos…
En
nuestros trabajos y estudios se nos pide que pongamos los cinco
sentidos. También en nuestras manifestaciones de espiritualidad,
de cualquier expresión que sea, se nos recomienda la atención.
Algunos
jovencitos o mayores, se acusan a veces en confesión de que “me
he distraído en misa”. Entonces el padre, “paternalmente”, le
dice que en el templo hay que poner los cinco sentidos. Demasiados
sentidos nos piden, pero ya que no nos los dejamos en casa, podemos
aprovecharlos en esa celebración a la que vamos por obligación, por
devoción, por convicción, o porque a esa misa va la chavala o el
chavalo ese que te interesa…
Pues
quienes se consideren cristianos y expresen su fe en la llamada
Eucaristía, será bueno que hagan un repaso de los seis sentidos
que les pueden servir. (¿Seis o cinco? – Pongamos seis y ya
hablaremos)
1-LA
VISTA: ¿Dónde
la podemos dirigir?:
Hay muchas cosas en el templo para distraerse,
sobre todo en catedrales
y basílicas: estatuas, pinturas, símbolos, capiteles, cortinas,
lámparas… Lugar especial: el sagrario donde muchos fieles,
cuando no es la hora de la celebración suelen fijar los ojos como
centro de oración.
Pero ¿cundo asistimos a esa celebración
llamada eucarística?... Claro, miramos al celebrante, me dirán
ustedes. Pues pienso que no, fíjense, que el primer centro de
atención de nuestras miradas no es principalmente el señor que
está vestido con traje de ceremonia, sino los asistentes, la gente
que acude con nosotros a esa celebración y que también son –
aunque no se quieran dar cuenta - celebrantes. Me explico:
¿No
cantamos muchas veces, “juntos como hermanos” cuando empezamos
la misa? Pues lo primero será mirarnos unos a otros los allí
presentes, porque el presidente de la celebración es eso,
presidente, pero celebrar, ¡celebramos todos!, como hermanos
juntos. Lo primero, pues, al entrar será saludar a los que
conozcamos o junto a quienes nos coloquemos. Es curioso que muchos
de los que asisten a misa con frecuencia “juntos como hermanos”,
ni se miran ni se saludan al entrar o salir. Más importante que los
“santos” del templo e incluso más que el sagrario, son los
demás, los que están allí formando comunidad, ¿Cuentan algo
para nosotros?
También
está, para que nos fijemos, la mesa de reunión, mal llamada altar
(¿o sólo es altar porque está alto?) pero el altar es cosa del
antiguo testamento… donde se mataban animales para el sacrificio
sobre el gran bloque de piedra.
En
la llamada “misa” el centro es la mesa, como cuando los
apóstoles se reunieron con Jesús; aunque hoy día, por la
afluencia de fieles, se pone al fondo y levantada sobre
escalones. La gente sigue cantando a veces “reunidos en torno a tu
mesa”. ¿En torno?… y se ponen muchos lo más lejos que pueden
(parece que el centro para ellos es la puerta); pero ciertamente,
aunque seamos muchos, el centro de atracción es la mesa y cuanto más
cerca estemos mejor, si queremos hacer esto en memoria de Jesús.
Alrededor de la mesa y cerca unos de otros haciendo bloque,
comunidad.
Antes
de terminar este apartado podríamos decir que durante la homilía el
centro de atención para los ojos de muchos es el reloj. “¡Cuánto
tarda este cura, lleva ya 25 minutos y no termina!”. Terminamos
pues, con la vista. Y pasamos a…
2-EL
OÍDO:
Naturalmente
el oído tendrá como centro de atención la palabra y la música,
lo que dicen el presidente, los ministros que leen, los cantores, y
junto a los cantores, usted y yo mismos si conocemos los cantos o
si el coro ha tenido el buen detalle de fotocopiar letras para que
todo el mundo participe lo más posible.
Hay
en la misa sonidos extemporáneos como ese camión que pasa
atronando por la calle a media homilía, o la bocina de propaganda
que nos hace recordar en el ofertorio que no hemos comprado jabón
para la ropa. Al oído de un servidor le agradan los bebés que
lloran o gritan, con tal de que no sea mucho tiempo o la mamá se
salga junto a la puerta. Dan ambiente familiar a la celebración,
que lo necesita. Igual que son encantadores y familiares para la
vista, los pequeños que juegan por los pasillos, con tal que no
hagan mucho ruido. Y, hablando de ruido no podemos olvidar en la
misa ni en la vida otro sonido: el sonido de…l
Silencio:
Igual
que muchas veces tiene más impacto en nuestro espíritu un templo
austero sin apenas imágenes ni adornos, como suelen ser algunos
templos románicos, también en nuestras asambleas nos pide el
espíritu: silencio. Tenemos peligro de amontonar músicas, cantos
oraciones, palabras, palabras, palabras y no tener en cuenta la
presencia de Dios en el silencio. Hay algún momento en nuestras
eucaristías en las que pueda ser importante que callemos, meditemos
, que
nos pongamos frente a frente a eso que no tiene que ser ruidoso
cuando está más dentro de nosotros que nosotros mismos.
Tengo la
experiencia de ciertos momentos parroquiales llamados “hora santa”
donde los fieles no paran de hablar y cantar (y a veces hasta
gritar) y Dios no tiene por qué estar en el ruido. En las
eucaristías, en algunos momentos, después de escuchar la Palabra,
después de la comunión… por qué no puede haber ratos de un
sonoro silencio?
Y
vamos adelante.
3-OLFATO.
Litúrgicamente
el olfato está representado por el incienso que en muchas
religiones simboliza el aroma de la oración que sube al cielo…
Antiguamente
en realidad servía para disminuir el olor a sudor, a caballo, a
pobreza de muchos asistentes. Por eso en la basílica de Santiago de
Compostela, lugar de peregrinación, hay un gran incensario, el
botafumeiro, para suavizar el olor a tigre de los peregrinos que
llegan después de un camino de treinta días, sin lavarse demasiado
ni perfumarse.
Pues
a pesar del incensario es bonito sentir a veces junto a nosotros
el olor de alguien enfermo, o que viene sudado del trabajo o de un
largo camino. Pensamos en el buen olor de Cristo cuando alguna
mujercita le perfumaba los pies (y los fariseos se enfadaban). Vamos
pues con...
4.
EL TACTO.
¡Qué miedo le tenemos al tacto!
¿Quién
me ha tocado? – Dijo Jesús – (miren en Lucas 8, 45)
Pero
maestro - le dijeron sus discípulos - si todo el mundo te rodea
y aprieta por todas partes, y preguntas…
Pues
nada, nosotros nos hemos contagiado del miedo a tocar a Jesús, no
pensamos en la mujer que le ungió los pies, se los besó y secó con
los cabellos, en Pedro agarrándose a su mano para no hundirse… y
desde que- parece que hacia el siglo IX- alguien prohibió tocar
con la mano el pan sacramentado, mucha gente solo se atreve hoy a
sacar la lengua, aunque parece burlarse del que le da la comunión.
No son malas ni una costumbre ni otra, pero saquen del bolsillo el
sentido común y piensen lo que es lógico en un adulto cuando come.
Además
de tocar la eucaristía nos tocamos unos a otros. Gran iniciativa
fue la de darse la paz con abrazos, besos, apretón de manos, algunas
bromitas a los pequeños que se acercan corriendo a saludar al padre
o a la tía María que está al otro extremos del templo. Y esos
saludos pueden ser también cuando entramos y nos encontramos con
alguien al que no conocemos y nos ponemos a su lado, o al final la
despedida, ¡Adiós, feliz semana!
5-COMER.
Pues lo que también comentábamos antes. Que comer fue el comienzo
de lo que llamamos ahora ir a misa. Al principio se llamó ir a
“compartir el pan”.
Ya
saben que a Jesús le llamaban comilón y bebedor (vean en Mateo 11,
19). Con frecuencia se le veía en banquetes con personas a veces
no muy recomendables. Y Él también los organizaba cuando había
gente que no tenía qué comer… y siempre sobraba.
Pues
hoy, como de las ruinas de algunos monumentos antiguos solo quedan
algunas piedras y columnas, también de la antigua comida de fiesta
de Jesús queda un montón de Ceremonias que algunas no se
entienden ¿pero comida?… se come una cosita redonda que no
ayuda mucho a recordar la frase de Jesús:
Hagan
esto en memoria mía.
¿A qué llamamos “esto”? Y del tema del comer no hay nada más
que hablar, mientras las misas no sean un verdadero banquete; Pero
no se terminaron los sentidos, nos falta un sexto sentido que
es:
6-EL
SENTIDO COMÚN.
Este
sentido tiene relación con mucho de lo que antes hemos comentado. Se
suele decir que cuando alguien entra en el templo se debe quitar el
sombrero, la gorra, ¡pero ¡no debe quitarse el cerebro!
Pues
piensen si un problema serio en las celebraciones religiosas es que
entramos sin cerebro, sin reflexión, sin sentido común en la
iglesia.
Se
celebran ceremonias sin saber por qué. Porque así está mandado,
porque así me enseñaron de pequeño.
El
ser humano ha ido desde la conciencia primitiva, cuando empezó a
reflexionar, avanzando en reflexión. Se ha ido dando cuenta de lo
que tendría que cambiar en su pensamiento y su vida… pero aún nos
falta mucho.
Limitándonos
ahora al tema de las celebraciones, en la eucaristía tenemos hoy
que realizar muchos cambios que son de sentido común, para ser
más fieles a la palabra y vida de Jesús y a la vida actual.
Tenemos que hacerlo de modo reflexionado, no dejándonos llevar de
impulsos primarios, pero el sentido común, la reflexión, la
oración, el conocimiento de Jesús nos pueden ayudar a que los
cinco sentidos, dirigidos por este sexto, “el común”, con el que
terminamos, nos ayuden a celebrar eucaristías vivas, participadas,
comunitarias, donde todos nos sintamos a gusto, unidos, queriéndonos
y fortaleciendo nuestra unión con el maestro de Nazaret y su
palabra. Ese que dijo a sus discípulos: Hagan
esto en memoria mía.