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20 de abril de 2017

¿CÓMO APLICAR EL DIÁLOGO JUVENIL A NIVEL LOCAL?

HACIA UN DIÁLOGO INTERRELIGIOSO JUVENIL PARA LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL

Edwin Roberto Mendoza Hipp


3.4 ¿Cómo aplicar el diálogo interreligioso juvenil a nivel local?

Después de reflexionar acerca de la importancia que posee el diálogo interreligioso para las culturas juveniles en Guatemala, salta inmediatamente a la vista una serie de inevitables Interrogantes, como por ejemplo: ¿cómo hacer para materializar ese ideal del diálogo? ¿Qué métodos emplear para hacerlo realmente patente? ¿Cuáles son los pasos para convertirlo en una realidad? ¿O es solamente una propuesta irrealizable? Preguntas como estas pueden ir surgiendo a la hora de confrontar la teoría con la realidad.

Por esa razón, hay que ser sensatos y admitir antes que nada que no existe una fórmula secreta ni un método exacto para el diálogo interreligioso, pues éste es un camino que cada comunidad religiosa tendrá que recorrer según el contexto donde se desenvuelva. Sin embargo, el primer paso para lograr un diálogo genuino es entablar un acercamiento sincero y respetuoso hacia los demás.

El diálogo interreligioso implica salir de esa zona religiosa de confort en la que muchas veces los grupos y comunidades juveniles se encuentran instalados. En ese sentido, una de las ventajas que poseen los jóvenes urbanos del Área Metropolitana, es su accesibilidad para conectar con otras iglesias y comunidades religiosas. Esto es sin duda una tarea arriesgada que requiere de mucha madurez y valentía, pero es definitivamente el punto de partida para promover un fértil diálogo interreligioso entre los jóvenes.

Como se ha dicho antes, el diálogo interreligioso no consiste en crear una religión alterna o Paralela, ni mucho menos en fusionar prácticas y ritos religiosos, por el contrario, invita a fortalecer y a enriquecer la propia identidad religiosa. Entonces ¿de qué se trata realmente el diálogo juvenil interreligioso? Para entender esto se puede hacer referencia a las formas de diálogo interreligioso enunciadas en el segundo capítulo, las cuales pueden ser una guía muy útil para proporcionar algunas pistas acerca de la implementación del diálogo interreligioso.

Tomando como modelo estos cuatro modos de diálogo, se puede empezar deduciendo cuáles serían los tipos de acercamiento más adecuados para los jóvenes en Guatemala. En primer lugar se encuentra el diálogo de la vida (nivel existencial), que es de por sí una actitud que debería estar implícita en el actuar de todo joven creyente, ya que se basa en el testimonio cotidiano por crear mejores climas de cooperación y tolerancia religiosa; en segundo  lugar, el diálogo de los intercambios teológicos (nivel teológico), el cual está primordialmente  dirigido a teólogos y especialista que buscan profundizar en los acervos espirituales de las  religiones; por lo que solo quedan dos modos de diálogo que parecen encajar más adecuadamente  con las necesidades y urgencias de las juventudes guatemaltecas, siendo el tercero el diálogo de la experiencia religiosa (nivel místico), cuyo objetivo es compartir las riquezas espirituales de las religiones a través de la oración y contemplación; y por último, el diálogo de las obras (nivel ético),  el cual presenta un reto aún mayor, pues requiere de una planificación conjunta y coordinada para promover iniciativas de impacto social.


Estos dos últimos modos del diálogo interreligioso ofrecen una infinidad de posibilidades para  echar a andar la creatividad juvenil con iniciativas como: visitas a templos de otras religiones,  oraciones interreligiosas con una determinada temática, campamentos donde se promuevan los  valores éticos de las religiones, mesas de diálogo para compartir los aspectos positivos de las  religiones, acompañamiento a personas de la tercera edad, talleres ecológicos, marchas pacíficas  para defender algún derecho o denunciar alguna injusticia, programas de formación sobre  diversidad religiosa y organización de campañas de conciencia social basadas en algún tema coyuntural, entre muchas otras iniciativas. Lo importante con estas dinámicas es comprender que el diálogo juvenil interreligioso debe posicionarse en un terreno común donde se valoren simultáneamente aquellos aspectos que unen a las religiones.