LO QUE VA DE AYER A HOY… Y A MAÑANA
(HISTORIAS BÍBLICAS DE AYER QUE SE REPITEN HOY Y
DESPUÉS...)
En el tema anterior les prometimos hablar del proceso
religioso del ayer al mañana (naturalmente pasando por el hoy).
¿Cómo? - me dirán algunos - Eso no puede ser. La religión es algo firme, sólido, siempre igual,
ayer, hoy y mañana por ser algo divino.
Eso es precisamente el
tema para reflexionar. La religión, cualquiera, en nuestro caso la nuestra, ¿es
algo tan inmutable como una pirámide, o los menhires de esos círculos misteriosos
que se encuentran en los restos de civilizaciones antiguas?
Escuchando a algunas personas religiosas eso parece:
“Así se hizo siempre y siempre se hará
así”. Quienes piensan de ese modo confunden su religión con “su dios” y cuando
aparece en la sociedad algún atrevido que plantea otro modo de relacionarse con
la divinidad puede surgir acontecimientos desagradables o trágicos.
Podemos mirar hacia los orígenes de las religiones:
el AYER. Podemos reflexionar sobre lo
que sucede: HOY…
Podemos mirar
al futuro: al MAÑANA.
Empecemos por lo que en
el plano religioso sucede hoy y
después miremos al ayer y al mañana, a ver qué sorpresas nos
llevamos.
HOY
No podemos aquí abordar todas las religiones. Igual que en personas de la humanidad actual aumenta la increencia, paralelamente aumente la cantidad de cultos religiosos de distintos estilos y tamaños.
Para no
complicarnos nos centramos en la fe cristiana, confiados en que quienes
cultiven otras podrán fácilmente hacer paralelismos y comparaciones.
HOY: ya saben, el
cristianismo es una religión que en veinte siglos pasados ha tenido tiempo de acumular, no sólo la tradición que dejó Jesús con su vida y su palabra, sino los escritos de sus discípulos inmediatos, de los Santos padres y teólogos posteriores, de los ritos y ceremonias que se fueron poco a poco creando; y junto con ellos los templos, monasterios, objetos sagrados, documentos valiosos, riquezas acumuladas, leyes, costumbres y estructuras.
Junto con todo eso también desestructuras y ruinas:
Eso que llamamos fe cristiana con el tiempo se ha ido dividiendo en múltiples “cristianismos”
con sus diferencias pequeñas o grandes, aunque todos diciendo que siguen la
enseñanza de Jesús (el que decía en su oración: “Padre, que todos sean uno”)
Pero ya ven…
Ayer: Mirando hacia los
orígenes de esa mole de estructuras y recuerdos de hoy, encontramos la presencia de aquel campesino galileo que apenas salió de su país, que nunca habló de fundar una religión y todo lo que dijo podemos resumirlo en una expresión que repetía por todos los rincones: Viene a ustedes el Reino de Dios. Ni siquiera explicó lo que era ese reino. Sí explicó cómo era, usando comparaciones y parábolas y con las obras que realizó. Podemos decir que quienes mejor lo entendieron fueron los hombres religiosos y poderosos de su tiempo. Lo entendieron tan bien que lo asesinaron.
Fue inútil aquel asesinato. Sus seguidores lo reconocieron vivo y Él
siguió presente en sus reuniones. El famoso Reino de Dios les siguió inspirando.
Pero encontramos a lo largo de los años un serio
problema. La palabra Reino en la época
en que Él la anunció era de uso normal. Había reyes por todos los rincones. Reyes
y emperadores poderosos, reyezuelos que eran casi como alcaldes de pequeños
Territorios, tiranos
con corona, con guerreros y verdugos a su servició. Por algo dijo Él que su reino no era de ese mundo.
Eso decía, pero
sus seguidores, cuando él ya no estaba físicamente para pararles los
pies , pasados dos o tres siglos, se les fue envenenando en la cabeza la idea
del reino y se olvidaron poco a poco de que aquello no –era-de-ese-mundo. Empezaron a aparecer palacios y templos
grandiosos, solemnes vestiduras y hasta coronas o extraños sombreros en la
cabeza de los dirigentes de aquella… sí de aquella religión, porque lo que habían empezado los seguidores del nazareno
se había ido convirtiendo en religión.
Pero fíjense que al tiempo que en la religión
sucedía aquel cambio hubo otra trasformación en la sociedad.
Y fue que surgieron
rebeldes poniendo en duda que la humanidad necesitase reyes. La conciencia y la razón humana se habían ido
desarrollando y eso hizo que empezasen a perder su cabeza bastantes monarcas.
¿Para qué hacen falta reyes?
Surgió una
extraña palabra que necesitaba al principio explicación Democracia: Gobierno del pueblo.
Desde los siglos, por poner una fecha, XVII,
XVIII XIX… fueron cayendo los reyes como piezas de ajedrez. Los que mantuvieron
su cabeza y su reino quedaron totalmente disminuidos por el aplastante
proverbio: “El rey reina pero no
gobierna”. Entonces para qué los reyes?
Curiosamente entre los seguidores de Jesús, como él
en sus tiempos repetían con fuerza la idea de “reino de Dios”. A nadie se
le ocurrió buscar otra expresión.
Volviendo unos momentos al Hoy encontramos que
todavía en pleno siglo XXI, existen algunos reyes aunque parecen de
adorno, como unos responsables de relaciones publicas, muchos mejor vestidos, con palacio y con aire solemne, y con sus príncipes que si Dios no lo remedia les sucederán años después en el trono.
Y
aquí está el problema: El reino de Dios ¿qué pinta entonces?
En la Iglesia se sigue hablando de ese reino (aunque
reconociendo que la iglesia no es dicha reino). Seguimos diciendo en el Padre
nuestro “venga a nosotros tu reino” y hasta con ganas de complicar las cosas al pobre
campesino nazareno, el que se escapaba al monte cada vez que lo querían hacer
rey, le han colgado la etiqueta de Jesucristo Rey del universo
¡Lo que le faltaba!
Pero como entre los seguidores de Jesús, a pesar
de todo el montón de ceremonias,
símbolos, adornos que han complicado la
vida de la iglesia, también hay gente inquieta que se mueve y piensa, algunos se ha reunido a reflexionar: ¿Es que a estas alturas, con los
cambios que está teniendo la civilización, ¿merece la pena seguir jugando con
ese símbolo del Reino de Dios?
Porque debemos tener en cuenta que el reino de Dios
no expresa una realidad sino un símbolo, lo que se llama una metáfora.
En nuestro lenguaje, cuando una metáfora, un
símbolo o comparación ya no sirve, se cambia, como cuando un traje se nos queda
pequeño.
Nuestra religión tiene que mirar al futuro. Entonces la expresión reino de Dios, en estos tiempos
en que nos rebelamos contra las monarquías, los patriarcados, las
dictaduras, los machismos, los imperialismos… todo lo que implique poder sobre las personas; para ser fieles a lo que Jesús predicaba
usando otras palabras, ¿qué metáfora podemos
utilizar en vez de reino, que se entienda, que exprese la misa idea y
guste?. Miremos al
Mañana: Se
trata de expresar un modo de vivir que nos muestre una cercanía
a Dios, como cuando le llamamos señor o rey pero que nos libre de lo
que signifique dominio, el sometimiento de esclavos, que nos dé
libertad, nos ayude a la felicidad y al amor, a la unidad con Dios y
con toda la creación que son las claves del mensaje de Jesús.
Hoy,
en el tiempo en que hemos descubierto
el universo como una gran unidad desde la estrellas y galaxias, hasta las
partículas ínfimas y las ondas, los electrones y los quarks, lo inmensamente
pequeño de la materia y la energía.
Entonces a hombres y mujeres reflexivos se les ha
ocurrido hablar, en vez de reino… de Cuerpo de Dios.
Entonces ustedes se asustan. ¡Por favor! Cuerpo es algo material, físico, se confunde con nuestro cuerpo pecaminoso, con pasiones, apetitos y sexo. Jesús sí se puede considerar con Dios y hombre verdadero. Pero cuerpo de Dios?
No se asusten. Cuando hablábamos de reino también
teníamos presente todos los absolutismos, corrupciones, crímenes que han
manifestado los reyes del mundo. Hablando de reino hablábamos de una
comparación, de una metáfora. No de una realidad.
Tampoco estamos hablando de cuerpo de Dios como de
una realidad, sino de un símbolo.
Ese símbolo nos hace sentir a un Dios más cercano que al hablar de
reino. Nos hace sentir, en palabras de San Agustín a Dios más íntimo a mí que yo mismo. Eso es fuerte. Estamos buscando en los tiempos actuales liberarnos del dios que está en los cielos, o
mejor descubrir que lo que llamamos cielos no es
la tapadera que flota por encima de nuestras cabezas, sino que el cielo es todo el universo. Nosotros estamos en el cielo, y
eso no en metáfora sino de verdad. No es una exageración decir que somos parte
del universo, que estamos en el universo y el universo está en
nosotros. Hoy no se puede estar mirando al cielo, dice la canción
(pensando en el cielo donde las nubes flotan)
Dios, si no somos panteístas, no es el universo naturalmente, no es el mundo pero igual que decimos
que nosotros no somos cuerpo pero sí que tenemos cuerpo. El espíritu, nuestra conciencia da vida a
nuestro cuerpo.
De modo semejante como decimos que el reino de Dios,
no es Dios, es su reino, tal vez podamos decir que el
mundo no es Dios, es el cuerpo de Dios. Es una metáfora, un fuerte simbolismo que nos
ayuda a sentir íntimamente la presencia de Dios en nuestras vidas. En vez de
dar más vueltas al tema pongo en sus manos, aquí al final las reflexiones de la
teóloga Sallie Mc Fague.
Antes, como resumen de todo esto les planteo en esta meditación entre hoy , ayer y mañana que, si quieren ser cristianos reflexivos, de
los que no se conforman con el “siempre se ha
dicho así, o siempre ha sido así”, debemos darnos cuenta de que estamos en un momento de nuestra historia en que muchas cosas están cambiando, tanto en la sociedad como en
la espiritualidad, la religión, la
ciencia. Cada uno de nosotros no nos
podemos quedar encogidos ni en el hoy ni en el ayer, tenemos que abrir los ojos
a lo que el mañana nos propone. El mañana que ya está aquí
http://servicioskoinonia.org/relat/397.htm
http://servicioskoinonia.org/relat/397.htm
El mundo como cuerpo de Dios Sallie Mc Fague