Parábola
del pastor descarriado
¿Y
si son las ovejas
Las
que ahora no encuentran
dónde
está su pastor, que se ha perdido?
¿Y
si es que los pastores se han ido del rebaño
buscando
el suave olor del poder y el dinero?
¿Y
si los que debieran andar con el rebaño,
que
era un rebaño pobre,
prefieren
acogerse a la sombra de las ovejas gordas
que
pastan en rediles con pesebres dorados
protegidos
con alambres de espinos,
y
desde allí repiten incendiarias consignas,
con
voces de ventrílocuos,
mintiendo
con palabras
de
otros pastores mártires
que
murieron por su rebaño pobre?
¿Y
si a esos pastores que ahora se ven perdidos,
sólo
les gusta estar con ovejas muy bien alimentadas
mientras
noventa y nueve son las que andan errantes,
esquivando
disparos
que
les caen desde dentro de los cercos de espino?
¿Y
si lo que se lee y oye en papeles y radios
son
graznidos de buitres
que
desde las alturas de torres de petróleo
esperan
la carroña de las ovejas muertas?
Y
si… ¿y si ustedes que escuchan los graznidos
no
se lo creen todo?
¿No
han pensado venirse
buscando
a los pastores perdidos,
rompiendo
su alambrada?
¿A
invitarles que también salgan ellos
a
perderse
por
montes y barrancos,
barriadas
y suburbios,
esos
que el buen pastor
les
llama con cariño
periferia?