CON
OLOR A QUÉ?
Con
olores de oficina
y
de cesta de la compra
que
se mezcla
con
el suave olor a incienso
de
la misa mañanera
del
señor ese de blanco
a
quien miran de reojo
Percibiendo
el suave olor
del
café y la mantequilla
compartiendo
el desayuno
con
los sirios refugiados en su casa
y
el abrazo que le dio aquel mendigo
en
la plaza de San Pedro;
el
abrazo que ha dejado en su sotana
ese
suave aroma a vino.
Los
pastores – había dicho ese de blanco–
será
bueno que reflejen el olor de las ovejas
.…
Reflexiona
el vecino de su izquierda:
…Y
nosotros ¿a qué olemos?
¿a
vulgar desodorante que no huele?
¿A
recibos y facturas en la empresa de seguros?
¿A
los pises del nieto
al
levantarlo esta mañana?
¿A
los llantos de la viuda que ayer vino
a
pedirme una demora en el pago de la deuda?...
…
La
viajera a su derecha se pregunta
si
también ella
que
no se mete en nada
y
no huele más que a lo barato del perfume
que
su nieto le compró,
no
tendría que empezar a preocuparse
por
la triste soledad de su vecina
y los niños desnutridos de su barrio
…
Se
contagia el ciudadano
en
el extremo de la cola
el
que lee las encíclicas
del
señor ese de blanco
y
se hace una pregunta que lo inquieta:
¿No
será que los pastores deberán oler a oveja
Y
nosotros deberemos no ser dulces ovejitas
sino
oler como pastores arriesgados
sin
dejarnos manejar por los estilos clericales
y
luchar contra los lobos que desangran nuestra tierra?
Se
detuvo ese momento el autobús
y
subieron empujándose
la
señora, los viajeros y el señor aquel de blanco
que
intentaba encontrar sitio
y
llegar a tiempo
a
las puertas del redil de las ovejas