COMENTARIOS
A los anteriores y
deportivos sucesos
Toda esta historia se
merece una reflexión. En todos los rincones de ella aparecían en “caricatura” o
en espíritu tres misteriosos personajes. Con sus nombres, los cristianos
hacemos más o menos rápida y conscientemente esa señal de la cruz sobre la frente
y el pecho. La hacemos al comenzar alguna oración, al salir de viaje, al pasar
por delante de un templo, antes de comer... o cuando nos lanzan un penalty.
Es difícil de
entender para los creyentes cómo son dichas personas que son tres pero un solo
Dios. Para escaparnos del problema decimos que esto es un misterio. Como ya hay
bastantes misterios en el mundo no nos preocupamos mucho de si la Trinidad,
aunque sea misterio para entenderla, tiene que ver con nuestra vida y nuestras
ocupaciones.
Parece que en la historia que contábamos la Trinidad sí
tenía algo que ver.
Capítulo 1: Humanidad = Comunidad?
“Cada uno es cada uno”.
Cada uno, cada persona distinta y
diferente, esa es la realidad. Todos los seres humanos somos más o menos
distintos.
Otra realidad es que cada uno de
nosotros no sirve para nada sin los demás.
Imagínese que está usted solo en el
mundo, que desaparecen todas las personas, mujeres y hombres y queda usted en
total soledad absolutamente solo o sola en todo el universo.
Terrible ¿verdad?
Un niño, en
cuanto empieza a ser empieza a comunicarse. Primero todavía en el seno, con su
mamá, aunque sea dándole deportivamente pataditas, como diciéndole: ¡Eh que
estoy aquí!
Luego, al
nacer, con los primeros lloros, las primeras risas... agarrándose al pecho que
le da el sustento.
Desde que nace una persona necesita
estar “con”... con alguien
Dios no creó al
hombre, así, singular y aislado. Creó mujeresss y hombresss. Creó la humanidad.
No es bueno que el hombre esté solo, se
dice en la Biblia.
Llega usted a
casa, entra y no hay nadie. ¡Qué bien se está tranquilo. Se sienta usted en un
sofá. Saborea esos minutos de tranquilidad, se sirve un café...
Pero suponga que sigue sin aparecer
nadie. Mira usted el reloj y se da cuenta de que ya tenían que haber llegado...
Le empieza a recorrer por el cuerpo un pequeño hormigueo. La tranquilidad se le
va convirtiendo en inquietud.
Échele
imaginación a la historia. Imagínese que pasan horas y horas y sigue sin
aparecer nadie. La inquietud se irá convirtiendo en angustia.
Sale usted a la
calle. Nadie. Pasan las horas. Recorre usted las calles, Nadie, nadie por
ninguna parte. Usted va enloqueciendo de terror. Es que somos imagen de Dios.
Capítulo 2: Imagen?
-
¿Y Dios qué tiene que ver con el miedo
a estar solo?
-
Pues que todos (¡TODOS!) somos imagen
de UN solo Dios. ¿Sí?
-
¿ Todos imagen de un solo Dios?.
-
Dios hizo al ser humano a su imagen.
Hombre y mujer los creo y les dijo: “crezcan y multiplíquense”. A imagen de
Dios.
Es un solo
Dios, ¡pero no es un Dios “sólo”!
-
¿Cómo es eso?
-
Que no es un Dios “solitario”
Por eso, al
mismo tiempo que hablamos de un solo Dios, hablamos también de tres personas en
Él. ES decir: un solo Dios es tres que llamamos personas: la que llamamos el
Padre, la que llamamos el Hijo, la que llamamos Espíritu Santo.
¿Complicado?
Somos seres
humanos y usamos el lenguaje que sabemos. Utilizamos las palabras de Jesús que,
como también es ser humano, hablaba del Padre, del Espíritu y de Él mismo: el
Hijo.
Pues tengamos
conciencia de que ¡ningún lenguaje nuestro puede explicar completamente a Dios!
Un solo Dios y
tres Personas, ninguna anterior o superior que las demás. Decimos.
Como dice San Juan y tanto repiten los creyentes:
“Dios es amor”.
El amor no
puede ser de una sola persona sin otras. El que solo se ama a sí mismo tiene
egoísmo, no tiene amor. Cuando alguien ama, ama a otra, o a otras personas.
Un poeta. Charles Péguy,- decía: “Algunas personas se
creen que aman a Dios porque no aman a nadie”.
Los seres
humanos cuando se aman de verdad, aunque los amantes sean dos, se aman como
formando uno solo. Pero no dejan de ser cada uno una persona distinta. Cuanto
más se amen, irán pensando y sintiendo igual, trabajando por lo mismo,
compartiendo las mismas cosas... Pero están lejos de llegar a la unidad total.
Somos personas limitadas. Tenemos límites, tenemos barreras. Pues eso. Cada uno
es cada uno.
Capítulo 3: El amor infinito. Dios:
Es Padre: también le podemos llamar
Madre o Amigo o Amante, o fuerza creadora... porque la palabra padre es
limitada también. Esa palabra “Padre” no explica todo lo que es Dios. Pero
alguna palabra hay que podamos emplear.
Es Hijo: manifestado como hombre, de
carne y hueso, en Jesús. Compañero nuestro de camino, salvador, que entrega su
vida, su cuerpo, parte el pan para todos y comparte la vida con todos.
Es Espíritu Santo: Espíritu que
comparamos con el viento, el “soplo” que entra en nuestros pulmones y nos da
vida. O lo comparamos como “fuego” que anima, da calor e ilumina.
También está en
el Evangelio la comparación del Espíritu con la “paloma”... pero para nosotros
eso tiene un simbolismo menos claro y la palomita ha servido para chistes.
Para inspiramos, quedan mejor los
símbolos del viento, el soplo, el fuego. Como les digo: ese lenguaje que habla
de Padre, Hijo y Espíritu está tomado de nuestro lenguaje diario, porque no
tenemos otro y es también el que Jesús empleó.
Pero ¡qué
curioso!: cuando Jesús hablaba del Padre parecía que hablaba de la Madre.
Estoy pensando en la parábola del Hijo
pródigo. Si la leen atentamente: ese padre que espera a su hijo en la puerta,
que cuando le ve llegar se le viene encima y lo abraza, que prepara la mejor comida,
echa la casa por la ventana... ¿verdad que más parece madre que padre, según
nuestras experiencias y sentimientos?
Capítulo 4:
Humanidad: imagen.
Dios nos hace,
a los seres humanos, a su imagen. Él es “trinidad”. Nos hace a imagen de la
Trinidad, pues. Su imagen. No algo individual y aislado. Pero ¿imagen de Dios
es cada hombre o mujer en particular o lo es toda la humanidad?
Lo que llamamos
sociedad mundial humana (Por ahora unos 6400 millones de seres) es imagen de la
Trinidad: de la Santísima Comunidad. No se rían.
-¡Cómo no reírse por no llorar!: ¿Una sociedad humana que
está hoy incomunicada, dividida en bandos, guerras, clases sociales,
multimillonarios, ricos, pobres y miserables, violencias y asesinatos,
abandonos, odios... ¿Decimos que “eso” es imagen de Dios, comunidad de amor
infinito?
Esa es la
ironía y la tragedia: porque no somos “copia” de Dios. Somos su “imagen”.
La copia: lo que hoy se llama “clonación”. Algo
reproducido igual hasta en sus menores detalles.
La imagen: el dibujo que hace un muchachito de sus
papás y se lo enseña tan satisfecho.”; Qué bien te ha salido!” - dice la mamá
haciendo un guiño sonriente al papá-.
Hemos sido capaces de desfigurar esa
imagen de Dios a golpes. La hemos desfigurado desde la primera narración de
Caín eliminando a Abel, porque le hacía sombra, hasta las actuales noticias de
televisión mostrando a los Caín modernos destrozando con bombas, a tiros, por
hambre, a los pobres Abel de toda edad, nacionalidad, sexo y condición. ¿Y
decimos que somos imagen de Dios?
Capítulo 5: Los
intentos del Hijo.
El Hijo volvió
a intentarlo el pobre. A intentar que fuéramos imagen: “Este es mi mandamiento,
que se amen”
“Que todos sean uno como tú, Padre y yo
somos uno”
“los jefes oprimen a quienes someten... el que quiera ser
el primero que se haga servidor...”
Después de que
a Jesús le destrozaron a latigazos y martillazos: destrozaron su imagen, su
rostro, su cuerpo, pero algo grande consiguió en su resurrección:
Consiguió que por la fe en Él, se
juntasen unos grupos: pequeñas comunidades que intentaban tener un solo corazón
y una sola alma, poner los bienes en común, partir el pan, compartir la vida.
Pero no se crean que a aquellas
comunidades que empezaban, les salió del todo bien el invento.
El
individualismo, el egoísmo y la competencia con frecuencia volvían a salir a
flote entre ellos, los primeros cristianos.
Las personas de
aquellas primeras comunidades dejaban muchas veces de ser personas para ser
solo individuos. Y eso nos sigue sucediendo hoy.
La persona -
dicen los filósofos - es un ser en relación, un ser que se comunica con los
demás.
Los individuos
en cambio aparecen aislados, separados unos de otros, encerrados cada uno en su
egoísmo; una individualidad contra otra individualidad. El individuo se aísla,
no da signos de comunicación.
Como decía
aquel “filósofo” popular: En este pueblo cada uno va a lo suyo, menos yo... que
voy a lo mío.
Muchas veces
uno hace lo que le da la gana y no cuenta con los demás.
Nos juntamos
para comer, para trabajar y hasta para rezar. Pero luego cada uno a lo suyo.
Cada uno no cuenta con los otros ni les cuenta nada a los otros de lo que hace
y piensa o podrían hacer juntos.
Sí. Hasta entre
gente que se dice creyente, en la comida, en el trabajo o en la oración muchas
veces cada uno se encierra en su torre. No digamos en los negocios y en tantas
competiciones, oposiciones, concursos, enfrentamientos, pleitos, discusiones,
donde para que uno gane tiene que perder el otro.
¿Y seguimos hablando los creyentes de
la Trinidad?
Y ¿todavía me atrevo en estas líneas a
proponer la Santísima Trinidad, la Santísima Comunidad, como fundamento o
modelo de la humanidad, de la comunidad humana?
Avergonzado escribo esto, sintiendo que
es un sueño de una realidad que llegará a ser así... en el infinito.
Pero, si
creemos en la Santísima Comunidad - Trinidad - nuestra fe nos pide a gritos que
caminemos, lo más juntos que podamos, hacia ese horizonte soñado. Ese sueño que
por lo menos nos sirve para... para caminar.
Somos imagen de
eso que soñamos.
Capítulo 6:;
Cómo hemos intentado llegar a la unidad?
Los intentos de libertad y de unidad que atormentan a
mujeres y hombres a lo largo de la historia los hemos intentado resolver de
varias maneras.
1.- Todos unidos, porque hay uno que une a todos a la
fuerza:
“Busquemos un
rey que nos dirija” (ver 1 Samuel 12, 12 ss) - decía el pueblo de la Biblia -. Ese
rey puede tener otros nombres: dictador, general, jefe autoritario, padre
tirano...
Ese “rey” da
unidad al país, a la comunidad humana. Eliminando a quienes no acepten su
gobierno. Todos sometidos.
El tirano lo es
en el plano político. También se manifiesta en familias, (en el padre mandón
sin diálogo sobre mujer e hijos) y en grupos, en empresas (con un jefecillo
impositivo), hasta en la religión: (obispo, sacerdote o presidente de comunidad
que... “aquí se hace lo que yo digo”)
Se manifiesta
por el paternalismo, el machismo, la falta de diálogo del que impone lo suyo a los demás -
Así hay dominio. Gente sometida en
masa. Unidad de mentira. Así no hay asociación ni parroquia. No hay comunidad.
2.- “Que cada uno haga lo que quiera:
“Todos somos
libres”: Lo malo es que, al final, unos (los que pueden más), son más “libres”
que otros (los más débiles).
La libertad se corrompe y se convierte
en la ley del más fuerte. Así es parecida a la “unidad” que existe bajo los
tiranos.
Esta libertad
se ha llamado liberalismo y desemboca en el capitalismo.
En nombre del liberalismo sucumben
millones de personas, “libres” para morirse de hambre, por enfermedad, a tiros,
de desesperación.
Porque como
cada uno hace lo que quiere también puede engañar, estafar, dominar al más
débil.
Por eso los que
“pueden ser más libres” siguen defendiendo el libre mercado, la libre
información, la libre empresa de los que “pueden” (de los que pueden arruinar a
las pequeñas empresas o a las pequeñas personas). Total, que somos libres e
iguales... pero ¡unos más iguales que otros!. Tampoco así hay comunidad.
Muchos pobres, no pueden llegar a esa libertad y no saben por qué. No se dan cuenta de que en este mundo, además de
ser cuenta el tener. Los que tienen, quieren libertad para seguir teniendo cada
vez más a costa de los que no tienen, los que no se pueden defender.
Los que tienen son.
Los que no tienen no son.
Pero la
televisión y otros medios de comunicación siguen hablando de libertad en todo
el globo terrestre, la llamada “globalización”, y disimulando las causas de
tanta miseria y tragedia.
El mundo entero
“unido” bajo las garras de los que tienen y manejan las riquezas a su gusto y
conveniencia.
Les ayudan los
medios de comunicación, porque la televisión, la radio, la prensa suelen estar
en manos de los que tienen, o sea “los que son” (los que son los amos).
Los demás son los nadies, los que no
pintan nada.
Parece que no hay solución
¿Podremos ser libres todos y al mismo tiempo estar unidos
todos?. Esto merece capítulo aparte.
Capítulo 7: La
solución no es un tercer camino.
No lo es, como
piensan algunos “demócrata-cristianos.” Entre estos dos extremos (Unidad total
o libertad total) hay infinitos modos de intentar ser todos uno, unidos, y a la
vez ser libres.
Los que no
tienen, intentan a veces, cuando les dejan pensar (porque a veces ni eso les
dejan)... unirse. Unidos pueden mejor conseguir tener en común y así podrán
ser.
Fijémonos que
en esta bola del mundo tan poblada, son muchísimos más los que no tienen o
tienen poquito que los que tienen mucho o muchísimo.
Y eso, claro, impide que se viva en comunidad
En todos los
tiempos ha habido rebeldes que no han aceptado esta desigualdad y han gritado:
“¡este mundo, este país tiene que ser de otra manera!” Muchos de esos rebeldes
también se han rebelado contra el dios que admite la injusticia.
“Si hay un Dios bueno - dicen - ¿cómo
permite que otros nos roben, que nos exploten, que nos esclavicen...?
Y
todavía peor: algunos nos dominan y
esclavizan ¡en nombre de Dios!, diciéndonos que nos resignemos porque así lo
quiere el creador del mundo.”
Pero también hay otros rebeldes que
creen en Dios y creen que ese Dios nos ha hecho libres y unidos, a su imagen.
Tal vez por eso un filósofo, un tal Berdiaeff, ruso, dijo
algo que les puede parecer extraño, y que ha inspirado un poco este folleto:
“Nuestra política es la Santísima
Trinidad”
Capítulo 8: ; Cómo puede ser eso?
Dios no se mete en política.
No se mete en
esa política ayudando a que solo ganen los que pueden . Pero vamos a pensar un
poco:
Lo que llamamos
política es sencillamente la organización de las ciudades, de los pueblos, los
países las relaciones humanas.
Esas relaciones
no hace falta repetirlo están corrompidas por el individualismo. Cada uno no
cuenta con los demás, no cuenta para los demás, o cuenta contra los demás.
También
decíamos que para conseguir la unidad e igualdad de los hombres algunos han
organizado falsas revoluciones sujetando a todos en una unidad de hierro (aquí
mando yo) con dictadura y sin diálogo.
Entre el individualismo
(que suelen llamar liberalismo) y la dictadura (que tiene muchos nombres) no
existe nada. No hay ninguna tercera vía, ningún camino entre estos dos.
El camino que
existe está por encima, o por debajo de los dos polos opuestos.
Los cristianos podemos llamarlo la “comunión trinitaria”.
Dios uno, no único,
formado por el amor de tres. Tres significa muchos, infinitos. Un amor donde
cada uno es él y al mismo tiempo es unión con los demás.
Imagínense algo
inimaginable: Una humanidad a imagen de Dios donde, aunque somos millones de
seres, tenemos todos y todas tal unión, tal vida en común que somos como uno
solo.
Imagínense que
entre tanta gente no hay ni enfrentamientos, ni desequilibrios, ni robos ni
despojos, ni aislamientos ni dominios.
Es un comunismo absoluto que nada tienen que
ver con lo que se ha llamado comunismo.
Es un socialismo tan completo que no tiene víctimas sino sociedad total de todas las personas, sin quitarnos la libertad unos a
otros
Es un
liberalismo donde somos libres sin separamos ni rechazamos unos a otros, sin
que haya altos y bajos
Es un
personalismo tan especial que todos somos personas precisamente porque estamos
unidos en completa y pacífica amistad unos con otros.
-
Todo esto es imposible.
-
Claro. Por eso es un misterio.
-
Es el misterio de la Santísima Trinidad vivido
por las personas en comunidad.
Lo vemos como
un horizonte allá lejos, lejos... en el infinito.
Lo vemos tan
cerca, tan dentro, tan dentro de nosotros que no lo podemos alcanzar por eso,
porque está demasiado cerca. Para alcanzarlo tenemos que cambiar por dentro
completamente.
Por eso el
auténtico político revolucionario es místico, contemplativo... (y por eso hay
tan pocos). Contempla ese horizonte pero no para quedarse mirando quieto, sino
para caminar, trabajar por llegar a él; Dios entregado, a disposición de todos.
Así intenta
crear una sociedad nueva.
Cuando aquel
condenado, coronado de espinas dijo “mi reino no es de este mundo” no dijo que
no era del mundo sino que no era de ESTE sino de OTRO mundo que estaba por
venir, una sociedad totalmente distinta.
En cambio, el
político politiquero o tiene un liberalismo egoísta (cada uno a lo suyo) o
tiene un socialismo a medias donde no pone en común su vida. Solo intenta que
se tengan en común algunos bienes. Claro, los bienes de los demás. Pero ¿los
suyos?...
Nuestra organización humana, la
familia, el país, el mundo, está... ¡tendría que estar! habitada por ese Dios
Trinidad, uno e infinito que nos transforma. Tendrá que ser la Santísima
Comunidad.
Capítulo 9: Las
falsificaciones
Como es difícil avanzar por ese camino
de la Trinidad hemos fabricado sucedáneos, falsificaciones, comunidades “light”
para tranquilizar nuestra conciencia. Así podemos seguir muy piadosos ante Dios
sin hacer cambios ni revoluciones. Veamos cómo son esos sucedáneos
descafeinados:
Falsificación a.) La Trinidad misterio vacío:
Se hace la
señal de la cruz, se dice en el nombre del Padre... etc., pero eso no tiene
ninguna influencia en nuestra vida.
Cuando a un
catequista le piden explicar eso de la Santísima Trinidad responde simplemente:
“Es un misterio”, y se queda tan fresco.
Sí: es un misterio; pero el misterio no está flotando por
encima de nosotros, como una extraña nube. Tampoco está detrás como historia
pasada.
Está dentro de
nosotros o delante.
Dentro: “¡Con nosotros está... y no le
conocemos!”, dice la canción.
Y
San Agustín: “Dios está más dentro de
mí que yo mismo.”
Piénsenlo.
Dios está en lo
profundo de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos, de nuestras
comunidades. Una comunidad (familia, asociación, congregación...) cristiana es
precisamente la que vive unida con Dios y unidos entre ellos todos los que la
forman.
Cada uno es
libre, es persona y al mismo tiempo está unido a los demás en colaboración, en
amistad, en trabajos.
-
Qué difícil ¿no?
-
Claro: estamos sumergidos, como en el
fondo del océano, en el misterio de algo tan grande y maravilloso que no
llegamos. Por eso decimos que La trinidad no está arriba ni detrás sino aquí en
nosotros y nosotros en ella y allá delante como un horizonte que nos llama.
Delante.
Ya pero todavía no, dicen los teólogos.
Ya está en nosotros y nosotros en Él.
Pero todavía
no: aún está infinitamente lejos, tenemos que ir transformando nuestra vida
continuamente.
Caminaremos hacia vivir la Trinidad.
(Muchas
canciones de Iglesia hablan de caminar “¡caminamos hacia el sol!... ¡Un pueblo
que camina por el mundo!...)
A los primeros
cristianos, antes de llamarles cristianos les llamaban “los del camino”( Hechos
9, 2)
Todos los seres
humanos unidos, compenetrados en total amistad, sin dejar de ser nosotros
mismos, libres. Caminaremos toda la vida... Esa es nuestra vida. Caminar, ir
cambiando buscando ser cada vez más unidos todos, más libres todos.
Caminaremos.
Al final de
nuestra vida nos dirán: “felicidades. Has hecho lo que has podido”.
Como el susodicho niño que ha pintado
la imagen de sus papás.
-
“¡Qué bien te ha salido!” y la mamá
sonríe, mirando de reojo al papá.
A algunos y algunas de esos que han
intentado ese camino les canonizan en la basílica del Vaticano. Les pintan en
la cabeza un aro luminoso y les llaman beatos o santos.
Pero existen
muchos otros que no están canonizados aunque a veces lo han hecho mucho mejor
que los santos oficiales.
Si a estos santos desconocidos no los “han
hecho santos” en Roma es porque sus amigos y discípulos, los que querían y
admiraban al difunto, no tenían ni dinero ni ganas de empezar la causa de
beatificación. Por eso muchos se quedan en santos anónimos. A los susodichos
eso le trae, sin cuidado.
Moraleja: evitemos las falsificaciones
de la Santísima Trinidad. No la colguemos del cielo entre nubes. La Trinidad está
aquí en nuestro mundo, en nosotros, en nuestra comunidad... y esperándonos en
el horizonte de nuestras vidas.
Vamos con otra...
Falsificación b.) La fe a trocitos:
Más que
falsificación se trata de división. Aunque recemos el Credo: creo en Dios
Padre... en Dios Hijo,... en Dios Espíritu Santo muchos de nosotros nos
centramos en una de las “tres caras de Dios” y dejamos a las otras de lado. Eso
hace que nuestra fe se ocupe de un aspecto y se olvide un poco de los demás.
Para unos, Dios
es sobre todo Padre. Entonces su fe se vuelve como autoritaria. El retrato de
Dios (aunque teóricamente sepa que a Dios nadie lo ha visto y, claro, no tiene
retrato visible) es como ese anciano de barba blanca, con un cetro en la mano,
sentado en un trono. Hago caricatura. La verdad es que para ellos Dios es el
que manda, el que castiga a los malos y premia a los buenos, el que da
mandamientos que “hay que” obedecer.
Para otros Dios es sobre todo el Hijo:
Dios y Hombre verdadero, amigo y compañero de viaje, que nos lleva a
comprometernos en este mundo no solo en la oración sino sobre todo en el
trabajo por un mundo diferente, mejor, nuevo. Dios es el primer revolucionario
que en Cristo se enfrenta contra las injusticias y acoge al pobre, bajo de este
mundo. (Cuando Cristo caminó por la tierra no se había inventado la fotografía,
pero ellos tienen la imagen que los pintores y el cine les presentan del
hombre, joven, valiente cariñoso y abierto de espíritu...)
Para otros Dios es sobre todo Espíritu
Santo. No miran mucho a Cristo ni al Padre. Se dedican a dejarse llevar por el
viento del espíritu. (La imagen que tiene de Dios es pues como el viento suave
o impetuoso.) Ese viento muchas veces no les empuja hacia adelante sino que les
eleva sobre las realidades de este mundo y les hace mirar al cielo. O mejor, a
las nubes. Ese viento las hace levantar las manos, cantar la alegría del
espíritu, Para ellos Cristo está resucitado pero no se fijan mucho en el Jesús
que antes de su resurrección pasó por los caminos de esta tierra, por los
enfrentamientos con los amos del pueblo, por el cariño a los leprosos y
pecadoras, por la cruz...
Como ven, todos
tienen razón pero su fe se queda incompleta. Esa visión de Dios depende del
temperamento, de la educación de cada uno, a veces del momento de nuestra vida,
de lo que nos ha sucedido...
Lo importante aunque un poco difícil es
no perder ninguno de estos aspectos de nuestra fe y tenerlos como
complementarios, aunque a veces destaquemos más alguno pero sin perder los
demás.
Vamos pues con otra:
Falsificación c.) La comunión mecánica:
Comulgar para algunos es abrir la boca y tragar la eucaristía pero no es tragar al prójimo ni crear comunidad, unión en Dios y en la humanidad.
Comulgar para algunos es abrir la boca y tragar la eucaristía pero no es tragar al prójimo ni crear comunidad, unión en Dios y en la humanidad.
Se hace el rito
de la misa totalmente ajeno a Dios y a la sociedad, Muchos “reciben” la
comunión, pasivos, pero no la “hacen”
No intentamos
que haya un mundo en comunión. Se nota en que al terminar la misa cada uno va a lo suyo.
No somos
consecuentes conque la Santísima Trinidad se refleja, se vive en la comunión, en la Santísima
Comunidad... voy a decir algo chocante en el comunismo Trinitario.
Me explico:
Un creyente en
Jesús y en su palabra no puede separar “lo que Dios ha unido”. : la unión con
Dios y la unión con la humanidad.
Esta unión con
la humanidad empieza por la unión con los cercanos, próximos, prójimos.
Esto lo hemos
disimulado con hacer comuniones, con ritos, con ceremonias.
Cierto que muy importante para la
Iglesia es la eucaristía, la comunión.
La comunión:
Com -unión, es un modo de unimos con Jesús y entre nosotros. Pero ya se
esperaba él que íbamos a fallar cuando dijo: “No todo el que me dice Señor,
Señor entrará en el reino de los cielos.” Como si dijera: Ustedes los que
presumen de creyentes, menos cuentos, templos y ceremonias y más unión entre
ustedes.
O cuando dijo:
“Cuando hicieron el bien a uno de estos
pequeños a mí mismo me lo hicieron..”
Por eso parece una falsificación cuando algunos grupos
creyentes se conforman con realizar muchas misas, cultos, procesiones, eventos
pero se olvidan de trabajar para que exista una verdadera comunión entre ellos
y en la humanidad.
Cuando veo que
a mucha gente le da vergüenza tomar la eucaristía con la mano y solo sacan la
lengua para comulgar pienso: “¿No será porque la boca sirve para comer y las
manos para trabajar y preferimos comer sin trabajar? “
Jesús les dio a aquellos pescadores y comerciantes la
comunión en sus manos callosas, tal vez sucias del trabajo y les mandó por el
mundo a trabajar por su reino.
Pero estamos
olvidando el tema de todas estas reflexiones: la comunión con la Trinidad, la
comunión en la Comunidad.
RESUMEN
FINAL DE ESTA DEPORTIVA CRÓNICA
Resumimos diciendo que lo más
importante como cristianos es que vivamos este misterio de la Trinidad,
viviendo el misterio de la Comunidad; ese que vemos tan lejos y tan cerca y que
es la manera de seguir a Jesucristo.
Incluso
aquellos que no se consideren cristianos, pensamos que, si son sinceros con
ellos mismos y con la vida de la humanidad, también pueden entrar en este
misterio de la vida: La Vida trinitaria, comunitaria, que nos pide a cada uno
caminar en el absoluto respeto y comunicación con los que son distintos y con
la total fidelidad a lo que somos cada uno.
La unidad junto
con la libertad.
La libertad
junto con la unidad,
La liberación
de todas las mujeres y hombres del mundo: del globo este tan mal globalizado
hoy.
Vivir con la Santísima Trinidad
viviendo la santa Comunidad.
Entonces, con
esa pelota universal: la comunidad, en la historia del mundo, habremos marcado
el gol infinito que dé el triunfo a todos, ¡a todos!, a todos los equipos de la
tierra que juegan la aventura de la vida.