LA
SANTÍSIMA COMUNIDAD
Ustedes verán.
Este escrito tiene dos partes
Primero: les cuento una verídica historia que acaso pudo suceder (capítulos A...B...C…)
Luego: sacamos consecuencias de esa historia (capítulos 1..2..3..)
(Según el humor que tenga usted, puede empezar a leer por la historia o por la reflexión más seria. Tal vez mejor, primero el cuentecito).
Hoy les presentamos primero el cuentecito.
LA
HISTORIA
Capítulo
A.: El penalty
Lugar
del suceso: estadio de fútbol de la ciudad.
“En
el nombredelpad-ydelhij-ydelespiritusantiamén.”
El
delantero hizo rápidamente con la mano un gesto en su cara, tomó
carrerilla y se dispuso a golpear la pelota.
En
ese mismo instante el arquero también pasó sus dedos por la frente,
el pecho (más bien la panza) moviendo los labios nervioso, con el
cuerpo tenso mirando a la pelota
En
ese mismo instante en un lugar preferente de las gradas, contemplaban
el partido un anciano venerable de largas barbas blancas, un hombre
joven con barba y cabellos negros y una paloma sin barbas que, sobre
los hombros de los dos acariciaba sus cabezas.
Se
miraron los tres con gesto interrogante, encogiendo los hombros o
las, como diciéndose ¿a cuál de los dos hacemos caso?
El
delantero corrió y golpeó. El arquero encogió un poco las piernas
para saltar.
La
bola salió disparada, pero a medio camino frenó. Se quedó unos
instantes balanceándose en el aire, luego se elevó por encima del
público, saltó las tapias del estadio y escapó a la calle.
Sentado
en la banqueta, junto al campo de fútbol, Chepito se disponía a
pelar un banano cuando junto a él botó y rebotó una pelota de
fútbol profesional. Solo rebotó una vez. Chepito tiró el banano,
agarró la pelota y salió corriendo.
Dentro
del campo, el público, los jugadores, los árbitros se quedaron con
la boca abierta.
Los
tres personajes con barba o plumas sonreían irónicos.
Chepito
seguía su carrera agarrado al tesoro de cuero y mirando atrás de
vez en cuando por si le seguían. Dos cuadras más allá encontró un
templo abierto. El niño no sabía lo que era el “derecho de
asilo”, pero lo supuso. Entró. Entró mirando a todos lados menos
al suelo. Eso le hizo tropezar con una banca. La pelota se le escapó
de las manos.
En
aquel momento, allá delante, unas personas con traje de fiesta
acercaban un tiernito a la pila bautismal y el sacerdote vertía agua
de una jarrilla sobre la cabecita: “Luis Fernando yo te bautizo en
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo...
¡Chop!
- respondió la pelota cayendo en mitad de la pila.
Luis
Fernando que, al sentir el agua fresquita, había empezado a llorar
se calló.
Los
asistentes y el sacerdote con distintos gestos lanzaron distintas
aunque respetuosas exclamaciones.
La
más lógica fue la madrina, Mari Trini, que dijo: ¡gol!.
Chepito
se había acurrucado temblando detrás de una banca. Mientras los
asistentes seguían gesticulando y pasándose al tiernito de mano en
mano, Trini muy tranquila sacó la pelota de la pila, se acercó a
Chepito y se la echó en las manos mientras le decía en voz baja:
“Corre patojo, que a estos no les gusta el fútbol”.
El
muchachito con cara de asombro agarró la bola, se dio media vuelta y
desapareció por la puerta.
Capítulo
B. : Tarjeta amarilla
Cuando
Chepe llegó a su casita chorreando sudor y felicidad, el sudor se le
empezó a quedar frío y la felicidad se le congeló cuando escuchó
a mamá Juana: “¿dónde has robado eso?”
El
niño no estaba preparado para la pregunta y empezó a balbucear una
respuesta incoherente en la que hablaba de tapias, de templo, de
bautizo y de una señorita. Eso fue suficiente para que doña Juana
agarrase al hijo poruña oreja y, olvidándose en ese instante de la
pelota, lo llevó a la parroquia cercana.
“Padre
Santiago a ver qué ha pasado aquí. Este loco de mi hijo...”
- “Hombre
Chepito ¿eras tú? No me fijé. - exclamó el padre divertido.
- No
se preocupe doña Juana, esa pelota estaba por aquí...y Trini, la
catequista que era la madrina se la regaló al niño.”
Doña
Juana, soltó la oreja e hizo una rápida señal de la cruz, como la
del delantero, en su frente.
“¡En
el nombre del Padr... Este hijo me va a matar a disgustos!, Fíjese;
hoy quería que su papá lo llevase al fútbol. ¡Buenos estamos para
gastos!. Pues él se füe hacia el estadio y volvió con una pelota
que parece profesional como la de los futbolistas.”
El
P. Santiago, riéndose por dentro, tranquilizó a Doña Juana. Ella
volvió a casa llevando ya de la mano a Chepito con la oreja aún
caliente y la felicidad ya descongelada bailándole en todo el
cuerpo.
Aquella
noche, en la cama, no se olvidó de rezar, aunque un poco
interesadamente, para que nadie le volviese a preguntar por aquélla
pelota caída del cielo.
Intentó
hacer la famosa señal: en el nombre del padi del hiji del
espíiiirituuu sant... Ahí terminó. Dormido.
En
ese momento, dentro del corazón del niño, el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo le hacían cosquillas con una suave sonrisa.
Capítulo
C: Discusión sobre el reglamento
- Yo
no creo en Dios.
-
Yo tampoco creo en ese - respondió Trini, alzando levemente los
ojos del libro.
El
bus acababa de reemprender la marcha por la carretera al Pacífico.
Lo había detenido una patrulla militar. Habían hecho bajar a los
hombres para registrarlos mientras otros soldados pedían la cédula
a las mujeres.
El
muchacho se volvía a sentar junto a Trini, guardando en su mochila
el pasaporte. Al sentarse había visto de reojo lo que leía aquella
morenita de larga trenza y huípil florido. El libro tenía un título
de algo religioso. Por eso se le escapó aquella expresión de sorda
rabia:
- “No
creo en Dios. Si ese Dios fuera todo poderoso y tan justo habría
aplastado
con
un rayo a esos hijos de...”
- ¡Mucho
trabajo - comentó Trini - para lanzar rayos a todos los criminales
que
han
oprimido y masacrado a nuestro pueblo... Le tembló un poco la voz
-
Y a los asesinos de todo el mundo. Y también entonces a los que
torturaron y
mataron
en la cruz al hijo de ese Dios” Jaime siguió desahogándose:
-
Y también habría aniquilado a los invasores, mis antepasados
que empezaron
las
masacres hace 5 siglos.
- Usted
no es de aquí ¿verdad?.
- Hace
3 años que vine de Guadalajara ¿México?
- No.
En España hay otra Guadalajara. Trabajo en “Manos para construir”
¿lo
conoce?. Una ONG que ayuda a levantar casas populares.
- ¿Por
qué ha venido a este país?
- Por
vergüenza. Para devolver al pueblo de aquí lo que le quitaron mis
abuelos de
allá-
- No
les eche la culpa a sus abuelos. Seguramente ellos se quedaron
tranquilitos en
Guadalajara.
Fueron otros, también de su tierra, los que se embarcaron para
invadir lo que no era
suyo.
- Y
fíjese: vinieron en nombre del rey de España ; y llegaron con sus
cruces
levantadas.
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo hicieron lo que
hicieron.
- Eso
dirían. En nombre del Padre... pero en ese padre tirano yo tampoco
creo.
- Pues
viene usted leyendo algo sobre Dios.
- Sobre
ese no . Sobre el Dios de Jesús. Supongo que ese Dios, el que me
interesa
a
mí, será el que obedecen otros compatriotas de usted; los que han
venido aquí a
trabajar
sin idea de conquistar. En mi aldea un buen muchacho, Luis, -
economista
creo que era - estuvo sacando la cara contra el finquero; apoyaba a
los
campesinos
que defendían su derecho a la tierra... Hasta que lo agarró la
policía y lo mandaron de vuelta a España.
- Tuvo
suerte. Andrés, primo de un amigo, desapareció en una aldea de
Huehue.
Era
misionero o algo así.
- Y
quienes lo hicieron desaparecer ¿eran católicos?.
- Algunos
se llamaban cristianos: iban a su templo. El alcalde que lo
denunció
iba a misa y comulgaba cada domingo.
- Entonces
ese dios en el que usted cree debe de tener dos caras.
- No.
Es que hay dos dioses
- ¿Cómo?
- Sí.
Hay un Dios que es y otro que no es.
Jaime
puso cara divertida.
- Vaya,
muchacha estás saliendo teóloga. ¡Sabes mucho!
Solamente
lo que me ha enseñado la vida y los compañeros
- ¿Qué
compañeros?
- Es
un poco largo de explicar.
El
bus estaba entrando en la calle de una ciudad o pueblo grande,
justamente cuando los dos estaban empezando a hablarse de tú. Jaime
y Trini se despidieron con unos “a ver si un día nos vemos” y
los clásicos intercambios de dirección y teléfono. Esos papelitos
que luego se olvidan en el fondo del bolsillo.
Jaime
se quedó un rato mirándola alejarse.
Capitulo
D : Tarjeta roia
Trini
llegó por la mañana a la oficina. Una oficina que poco tenía que
ver con lo que normalmente se llama oficina.
Dos
habitaciones con las paredes estropeadas, tapizadas de afiches. En el
despacho de Trini una estantería cargada de papeles, una mesa grande
de pino con una computadora (los entendidos miraban aquel chunche con
gesto compasivo).
En
la otra sala algo parecido. Muebles, estanterías, papeles y sillas
de plástico, de las que se apilan cuando no hay reunión.
Allí
trabajaban dos hombres jóvenes, un viejo cargado de hombros, como si
le hubiera caído encima mucho peso desde su juventud. Ese viejo y
dos mujeres: Trini y otra compañera.
Para
saber qué negocios se ventilaban en aquellos lujosos despachos
bastaba con mirar los carteles de la pared.
Imágenes
de mujeres y hombres también con la cabeza, la espalda cargada o las
manos empuñando herramientas. Frases incitando a la unidad y a la
acción social. Fotos de milpas y paisajes. En muchos de los afiches
las siglas SOC y debajo: Sindicato Obrero Campesino.
Ya
habían empezado sus actividades en los despachos cuando alguien
llamó a la puerta. La compañera de Trini se levantó a abrir con
precaución:
- Trini,
alguien pregunta por ti.
Salió
al pasillo. Una pareja, mujer y hombre jóvenes la saludaron con un
afecto que parecía un poco exagerado o artificial. No entraron.
Desde
dentro no se escuchaba la conversación pero se les veía dialogar,
primero amistosamente, luego un poco excitados, y al final con muchos
gestos de enojo. Al final los visitantes se despidieron con fría
cortesía y se marcharon.
- Un
lío menos-dijo Trini al volver.
- ¿Cuál
era el lío - preguntó Juan Carlos, uno de los compañeros.
- Esos
son los coordinadores del movimiento “caminos del espíritu”
- ¿Caminos
de qué?
- Es
una asociación de la parroquia. Parece que están cansados de mí y
yo de ellos. Primero les parece mal que yo trabaje en un sindicato.
Luego quieren que por las tardes les acompañe en un estudio de la
Biblia.
- Eso
no me parece mal
- A
mí tampoco me parecía mal hasta que comprendí a qué llamaban
estudiar la Biblia. Ahora vienen a proponerme que el próximo 1 de
mayo organice yo en la parroquia la procesión de San José obrero.
- ¿El
uno de mayo?
- Les
he dicho que San José obrero no andaba de procesión. Estaba aquí
con los compañeros del sindicato. Que yo ese día iré a la otra
procesión, con pancartas y gritos desde el monumento a los
campesinos hasta la puerta de la municipalidad. Me han llamado
rebelde y atea. Que mejor no vuelva a las reuniones del movimiento
- ¿Lo
de ellos es un movimiento?
- Un
movimiento inmóvil
Desde
el otro despacho se escuchó la voz de Julián, el viejo presidente
del sindicato:
- Trini
déjate de tonterías y vente a nuestro grupo de los martes en la
parroquia de la Trinidad. Hace juego con tu nombre
- Trini
se acercó al despacho:
-
¡No por favor, más grupos no!. Por ahora me basta con el
sindicato.
- Lo
nuestro no es sindicato, es una comunidad.
- Total
lo mismo que esos “caminos del espíritu.”
- Si
vienes verás que no. Allí no hay discursitos ni órdenes del jefe.
Todos
participamos en el diálogo; y no nos dedicamos a procesiones.
Platicamos sobre la realidad de lo que pasa en nuestra colonia, en el
pueblo y en el país.
Luego,
relacionándolo con eso meditamos algo del Evangelio y oramos a Dios
para
saber lo que debemos hacer... y hacerlo.
Trini
termino el dialogo con un “lo pensaré”.
Cada
uno volvió a su trabajo.
Capítulo
E: Fichaie de la federación
Chepe
no podía sacar su pelota celestial a la calle. Sabía que duraría
menos que un caramelo en la puerta de una escuela. Un caramelo o una
pelota allí no durarían. Prefería jugar en el patio de su casa con
dos o tres amigos que guardaban el secreto de ese trozo de campeonato
de liga que botaba en el patio por entre la ropa tendida; la pelota
acompañada por los gritos de la árbitra: mamá Juana.
- Una
cosa que debían ustedes hacer - aconsejaba la mamá
- Es
dar las gracias al P. Santiago, que no lo has visto después de que
te regaló la pelota.
La
pelota me la regaló Dios - contestó Chepe
- Bueno,
como sea, pero el P. Santiago representa a Dios. Anden vayan,insistió
la Juana mirando de reojo su ropa en peligro .
El
P. Santiago estaba en el despacho rellenando una partida de
matrimonio.
- Hola
patojos, ¡qué hace por aquí esta trinidad de tres?
- Padre
veníamos... que dice mi mamá... que...
-
Que si es Dios quien ha tirado la pelota en la calle para Chepe.
(Quien intervenía
era
Carlitos echándole un cable al compañero)
-
Pues yo no se mucho de fútbol - respondió el padre - pero
cualquiera que haya
sido
quien te tiró la pelota creo que estaba inspirado por Dios ¿ispi...
qué?
-
Bueno, como si Dios le hubiera dicho al oído: compañero a ver si
haces feliz a ese
chirís.
Intervino
Pedrito, el tercero de la trinidad:
-
Y¿ quien puede ser ese compañero que le hizo caso a Dios?
-
Ah eso no lo sé. Lo que sí pienso es que esto se puede hinchar
-
¿La pelota?
-
La pelota ya está hinchada - aclaró el sacerdote -. El grupo, el
grupo es lo que se
debe
hinchar
-
¿Hinchar?
-
Digo que puede crecer el grupo que está un poco desinflado. Que
pueden jugar más
compañeros
con esa pelota tan buena
-
Pero nos podemos quedar sin pelota (ya hablaban los tres a la vez)
-
Sí, es un peligro, pero peor es quedarse sin amigos.
-
(Ya callaban los tres a la vez.) Siguió el P. Santiago que creía
sobre todo en la
catequesis
práctica.
-
¿Saben que se está organizando en la colonia un campeonato de
fútbol? En la
parroquia
Luis prepara un equipo. Pueden prestar la pelota.
Se
miraron los tres y habló Chepe:
-
Entonces ¿también podremos jugar nosotros en el equipo? Yo de
portero y estos dos
de
defensas derecho e izquierdo.
-
Yo solo se que se pondrán los demás muy contentos si les prestan la
pelota. También es
probable que se puedan quedar sin ella. Ya saben cómo está la
colonia. Pero el jugar
a la derecha o a la izquierda no me
corresponde a mí decidirlo sino a Luis el entrenador.
-
Cuando salían los tres de la parroquia, después de haber dado un
“sí, bueno, Padre” con el estómago un poco encogido,
dijo Pedrito: Pero no le hemos dado las gracias al Padre Santiago No
contestó Chepe - pero le hemos dado la pelota. Bueno, si a mí no
me
costó comprarla, está bien que la sigamos dejando a los demás.
- El
Padre de largas barbas blancas, el Hijo de la barba negra y la paloma
que
agitaba las alas andaban precisamente paseando por allí y escucharon
la
conversación . Se miraron diciendo: “ Esto funciona. A veces
parece
que
de verdad están hechos a nuestra imagen y semejanza.
Capítulo
F.- Nuevo fichaie:
Llego
el 1 de mayo. Trini se puso su más bonito huípil y salió camino
del punto de partida. El monumento a los campesinos. Como siempre la
marcha tardaba en salir y era el momento de encontrarse con “compas”
de otras organizaciones, de comprar una visera para el sol, y alguna
botella de agua...
Pronto
(no muy pronto) las bocinas dieron la orden de marcha, se alzaron los
carteles y las mantas. Empezó la manifestación. Cada grupo gritaba
sus consignas, lucían playeras con frases contundentes, a veces
cantaban con la voz más desafinada posible.
A
medio camino lejos aun de la plaza alguien gritó:
- ¡Eh
vos, Trini!
Al
volverse escuchó el ¡clic! De una máquina de fotos y asomó detrás
del aparato la cara sonriente del muchacho de Guadalajara.
- ¡Te
cacé!
Fueron
caminando juntos.
Entre
grito y grito se contaban sus experiencias desde esos pocos días
cuando habían llegado en el bus.
Jaime
estaba empeñado en la construcción de la barriada Juan Gerardi a un
par de kilómetros del pueblo. Intentaban que allí todo se hiciera
en cooperativa y que los miembros de la colonia no fueran cada uno
por su lado buscando su interés particular.
- Nos
está costando. La gente está acostumbrada a hacer la vida cada uno
solo, sin comunicarse. Estos treinta y seis años de guerra que han
sufrido han dejado a todos muy reprimidos y callados. Las heridas han
sido demasiado profundas... ¿Y tú a qué te dedicas?
-
- Ya
ves (detrás caminaban los carteles y mantas del SOC) haciendo lo que
puedo en el sindicato.
- ¿No
será con estos compañeros donde me dijiste que aprendes a conocer a
ese tu Dios que “sí es”.
- Pues
sí, con ellos aprendo.
- Pensé
que te lo enseñarían en alguna iglesia.
- Hace
unas semanas que me salí de una asociación muy católica porque me
querían llevar de procesión en vez de venir a esta marcha. Pero no
estoy a gusto sola con mis ideas. No puedo vivir aislada. Empiezo a
reunirme con una comunidad de base.
- De
qué base?...
- Pues
de esta base donde tenemos puestos los pies. Gente del pueblo, de
abajo, que no intenta trepar ni buscar a Dios en las nubes ni en las
torres sino en la tierra.
Jaime
quedó en silencio. En ese momento pasaban por delante de la
parroquia de San José y hubo un grupo que empezó a gritar:
“¡
¡ Salgan a marchar - que no basta con rezar! !.
Naturalmente
nadie salió.
Jaime
habló otra vez
- Oye
tengo curiosidad por conocer esa base o comunidad de que hablas.
- Es
fácil. El sábado por la noche, a las siete, en casa de don Efraín.
Te presentaré al grupo.
Capítulo
G. Entrenamiento para pequeños
Entre
tantas idas y venidas a la parroquia, la mamá de Chepe se dio cuenta
de que su hijo no había hecho la primera comunión. La verdad es que
ella no la hizo hasta el día de su matrimonio y luego había vuelto
poco a misa. Solo en funerales y bodas. Pero las vecinas la insistían
en que convenía que el niño la hiciera. Puede hacerle falta para
entrar en algún colegio o para... Dios sabe para qué. Chepe no se
opuso. El P. Santiago era ya un poco amigo suyo, a pesar de la mala
jugada que le hizo con lo de la pelota.
Juana
fue con su hijo de la mano ( no de la oreja) a la parroquia.
- Padre,
que mi Chepe... que tendría que hacer la comunión.
- ¿La
comunión?. ¡Si ya la ha empezado a hacer!.
Juana
abrió la boca pero no supo qué decir. Siguió el Padre:
- El
otro día prestó la pelota para que jugase todo el equipo. La puso
en común. Ya empezó a hacer comunión.
A
Chepe le toco como catequista una tal Marisa que llevaba 14 años
dando la misma catequesis, siempre con las mismas preguntas, los
mismos ejemplos y las mismas respuestas.
Como
Dios es eterno y no cambia, ella pensaba que también su enseñanza
tenía que ser un poco eterna. Y a los niños se les hacían bastante
eternas muchas de aquellas sesiones doctrinales.
Aquélla
tarde el P. Santiago se daba un paseito entre los grupos escuchando
cómo se defendían las y los catequistas. Al pasar junto al equipo
de Marisa escuchó:
- Niños
,repitan conmigo: “Dios es uno en esencia y trino en
personas.
Aver
repitan: Dios es uno...”
También
el párroco escuchó a Chepe que preguntaba:
- Seño
¿y por qué trinó Dios?, ¿porqué trina?. ¿Es un pajarito? Marisa
un poco desesperada : ¡nooo!, trino quiere decir que son tres
-
¿Tres pajaritos?
-
Tres personas
- ¿Los
pajaritos son personas?
- Los
pajaritos., las personas. Dios....Mira niño cállate y repite lo que
te enseño. Esto es un misterio.
Marisa
iba enrojeciendo. El P. Santiago también pero de risa contenida.
Marisa pidió socorro:
- Padre,
padre, explíqueles a estos niños el misterio de la Santísima
Trinidad.
El
padre se tragó la risa, se volvió y se acercó un poco al grupito:
- Yo
tampoco se lo puedo explicar. Como es un misterio tan
misterioso...
Pero
miren aquel afiche de la pared ¿qué pone?
- Debajo
de una foto donde sonreían agarrados de la mano varios niños y
niñas Carlitos pudo leer en voz alta:
- DI-OS-ES-A-MOR.
- ¿El
amor de que habla ahí es uno o muchos?.- Preguntó el Padre
- Es
uno, porque es Dios - comentó una niña, Sami
- Si
es amor tienen que ser por lo menos dos o tres- apuntó Rocío
- O
más, añadió Carlitos
- Tienes
razón; o más - explicó el P. Santi - porque el que ama solo lo
suyo no ama, es un egoísta. No puede ser amor. Para quererse tienen
que ser varios.
Carlitos
le dio un pellizquito a Sami que le empujó molesta. Santiago hizo
como que no veía y siguió:
- Cuando
uno tiene una pelota (Chepe agachó un poco la cabeza) y no la presta
a nadie, no puede estar muy unido con Dios. Si la deja para todos, la
pone “en común” y si todos los demás también ponen en común
lo que tienen, entonces se van pareciendo a la Santísima Trinidad
que es algo así como un grupo de amigos, pero infinito, infinito,
unidos infinitamente. Yo más no les puedo decir por ahora. Cuando
sean mayores...
Marisa
quedó rascándose la cabeza con el lápiz.
Chepe
salió de la catequesis comentando con Carlitos:
- Entonces...
aunque sea trino, Dios no es un pajarito, sino que es como una pelota
con la que jugamos todos.
- Pero
una pelota infinita, infinita, infinita
Capítulo
H: Entrenamiento para mayores.
Por
el tiempo en que Chepe comenzaba su catequesis Jaime empezaba a
participar en esas reuniones de la comunidad que Trini llamaba “de
base”. Esos días estaban comentando preocupados los intentos de
los finqueros para dividir al sindicato y a los trabajadores.
Efraín
informaba:
- Ya
hemos perdido cuatro compañeros porque el dueño les ha sobornado.
Les ofreció unas becas para que sus hijos hagan el diversificado en
la capital
- Así
nos quitan fuerza. Si cada uno va a lo suyo nunca llegaremos a tener
unidad para defendernos
- Mientras
tanto los capataces nos están presionando para que abandonemos las
tierras pagándonos una miseria. Luego quieren vendérselas a una
empresa minera. Parece que bajo esas tierras hay algo; cinc o estaño,
o no sé.
-
Lo malo es que nos están socavando la vida...El gobierno deja hacer
y ni el
sindicato
ni la parroquia ni organismo internacionales ni nadie parece que lo
puede
evitar.
- Si
fuéramos capaces de hacer presión juntos.... Todos: las
comunidades, el sindicato, las parroquias, los vecinos
- Al
paso que vamos sobornarán o amenazarán a muchos y nos quedaremos
solos.
Siguieron
analizando la situación.
En
un momento Efraín echó mano a la Biblia:
- Precisamente
este domingo... Escuchen el Evangelio: “De San Juan capítulo 17:
Dice Jesús: “Padre que todos sean uno como tú y yo somos uno
Era
la primera reunión de aquella comunidad a la que Jaime asistía.
Intervino un poco inseguro:
- Yo
tengo idea de que al principio de la Iglesia eran así las cosas.
Estaban muy unidos.
- Más
o menos, también tenían sus problemas - aclaró Julián - pero sí
es cierto que las primeras comunidades ponían como centro la unión
con Jesús y entre ellos. Hoy ya ves: el finquero financiando
piadosamente las obras para la capilla de San Lorenzo mientras
conspira para dividimos y quitarnos las tierras.
Habló
Trini ;
- Lo
vamos a tener difícil. Habría que comenzar un trabajo de conciencia
entre los compañeros, los vecinos de las colonias. Que se den cuenta
de lo que está pasando ylo que puede pasar en este pueblo. Que si no
nos unimos nos van a devorar
Siguieron
analizando la situación, comentando la Biblia en relación con lo
que estaba pasando y planificando cómo actuar para que todo aquello
no se quedase en palabras...
En
un momento Jaime susurró al oído de Trini:
- Si
todos los que se llaman creyentes tuvieran un Dios así cambiarían
muchas cosas en este país. Eso del Dios uno y muchos, puede ser una
revolución para los que dicen creer en Él.
La
reunión terminó con una oración y un canto. Efraín echó mano a
la guitarra y entonó el verso de Martín Fierro
Los
hermanos sean unidos
porque
esa es la ley primera,
tengan
unión verdadera
en
cualquier tiempo que sea
que
si entre ellos se pelean
los
devoran los de afuera.
Capítulo
I: Remate a puerta.
(Este
capítulo podría ser bastante largo si les cuento todo lo que fue
sucediendo; pero lo voy a resumir en pocas palabras.)
Unas
pocas semanas después, precisamente cuando se celebraba el domingo
de la Santísima Trinidad, Jaime felicitó a Trini y la invitó a
comer.
Mientras
ella desenvolvía el regalo:
- Trini,
me gustaría hablar más a fondo de este misterio de la Trinidad
- ¿Qué
te inquieta ahora de la Trinidad?
- Pues
que eso de ser muchos pero ser como uno, me gustaría que lo
practicásemos entre tú y yo. Empezaríamos a ser dos y luego alguno
más y poco a poco...
Trini
se puso bastante colorada.
Capítulo
J: Final del encuentro
Saltemos
limpiamente un año y caigamos en el año siguiente:
Trini
y Jaime llegaron, como él propuso, a la unidad . La boda fue en la
parroquia de la Trinidad. Meses después fueron a vivir a la capital.
Allí les nació una tiernita.
Para
entonces Chepe ya había hecho la primera comunión a pesar de Marisa
y de los trinos de los pajaritos. El P. Santiago se atrevió a
aceptar a Chepe como acólito y precisamente aquel día se estrenaba
ayudándole en el bautismo de María la nena de Trini y Jaime.
Allí
estaban todos: con los padrinos, los amigos del SOC que había
acudido del pueblo, mamá Juana y su esposo asombrados de que su hija
fuera capaz de ser acólito, y hasta Marisa que tampoco se acababa de
convencer de que Chepe estuviera allí vestido de una pequeña
sotana.
El
bautizo transcurrió normal....
- Trini
y Jaime, ¿Desean que su hija Maria sea bautizada en la fe de Jesús?
- Si
claro.
- Acérquenla
pues a la pila bautismal.
- María,
yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hij o y del Espíritu
Santo.
- ¡Chop!
respondió una pelota cayendo, de no se sabe dónde, en la pila
bautismal.
- María
yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hij o y del espíritu
Santo.
- ¡chop!
respondio una pelota cayendo, de no se sabe dónde, en la pila
bautismal.
- Trini,
Jaime, el P. Santiago, Juana y consorte, los del SOC, Chepe y hasta
Marisa respondieron a coro:
- ¡Gooooool!
++++
Esta
pequeña narración estará seguida. en el próximo blog de una
reflexión que intenta meditar sobre lo que llamamos Santísima
Trinidad y lo que llamamos Comunidad