Les ofrecemos este artículo de Umbrales, un
poco extenso que creemos importante por la ignorancia de muchos cristianos sobre las demás iglesias que llamamos
hermanos separados.
Ecumenismo: 1517 – 2017: 500
años buscando la unidad
como ya recordamos en los meses pasados, en
1517 Martín Lutero con sus 99 tesis dio comienzo
a un movimiento en la Iglesia que llevó a un
grave cisma (división) de la Iglesia occidental, separada entre católicos y protestantes. Por
más de cuatro siglos, católicos y protestantes se acusaron recíprocamente de no ser fieles y
obedientes a Jesús, con amenazas y sanciones recíprocas. El siglo pasado ha visto un
cambio importante, cuyo momento más emblemático ha sido el Concilio Vaticano II: el papa Juan
XXIII, deseoso de llevar al mundo el mensaje de Paz de Jesús, ha trabajado incansablemente porque
esta Paz reinara en primer lugar entre los cristianos que la anunciaban; la presencia de los
“hermanos separados” en la Asamblea Conciliar y los documentos que se promulgaron en la misma,
han señalado un antes y un después: ya no hay excomuniones recíprocas, sino aprecio por el
hermano que enriquece con su fe en Jesús Cristo que subraya aspectos diversos y a veces
olvidados.
Umbrales ha sido siempre atenta a los signos
de unidad en la Iglesia y al movimiento ecuménico impulsado por el Vaticano II: el movimiento
que promueve la unidad en la diversidad. En particular
el n. 200 fue una entrega especial sobre Ecumenismo, presentando las
distintas confesiones
cristianas con una mirada privilegiada al
diálogo ecuménico de las últimas 10 décadas, en que el camino hacia la unidad vivió un tiempo
privilegiado, tratando mostrar lo esencial de la fe y de la
experiencia cristiana de cada confesión.
Siempre Umbrales ha vivido la búsqueda de lo que une, más allá de lo que divide; el reconocimiento
de la verdad presente en el mundo, más allá del error que produce; el trabajo humilde de quien
cuida el crecimiento de las semillas del Reino, más allá de las apariencias que busca el periodismo
masivo.
En este mes de enero, reproducimos el
material ofrecido en el n. 200, en la sección relativa al movimiento protestante: una herramienta
sencilla y seria para conocer a nuestros hermanos en la fe.
Los protestantes
Templo protestante en Berlin
Historia y doctrina
El término “Protestantismo” históricamente se
refiere a los cristianos que siguen a los Reformadores Martín Lutero, Juan
Calvino y Ulrico
Zwinglio y a las
doctrinas fundamentales
de los mismos. La palabra viene de la
“protesta” que los discípulos de Lutero elevaron contra el decreto de la Dieta de Spira (1529) que
prohibía cualquier cambio de tipo religioso en los Estados
alemanes. Hoy el término se refiere en
general a todas las denominaciones que se inspiran en las Reformas impulsadas por Lutero en Alemania,
por Calvino y Zwinglio en Suiza, por Enrique VIII en Inglaterra durante el siglo XVI. Los
protestantes han sido los primeros en aplicar la hermenéutica moderna a la Sagrada Escritura.
Se habla de “reforma protestante”, pero en realidad hubo distintas etapas, si bien
relacionadas entre ellas.
El Luteranismo y la
Primera Reforma
El iniciador de lo que se llamó la Reforma
Protestante fue el monje agustino Martín Lutero
(1483-1646). Nació de familia pobre (su padre
era minero), empezó estudiando derecho, entró
después en los Agustinos de Erfurt y fue
ordenado sacerdote después de dos años. Luego enseñó Ética y Escritura en la Universidad de
Wittenberg. Era muy religioso, se destacaba por su inteligencia, pero de carácter fogoso y
polémico. Su interpretación de la Biblia, sobre todo de las cartas a los Romanos y a los Gálatas, lo
llevó a proponer la doctrina de la Justificación y enfrentarse con la autoridad eclesiástica. La
finalidad de Lutero y sus seguidores fue de “reformar”
la Iglesia (que ciertamente estaba corrupta
en aquel tiempo) pero no de dividirla. Por falta de diálogo de una parte y de la otra, Lutero
terminó siendo el fundador de un nuevo grupo cristiano.
La ocasión se dio cuando el dominico J.
Testzel emprendió la
predicación sobre las indulgencias para recaudar dinero para la construcción de
la Basílica de san Pedro. Contra todo esto Lutero
escribió sus 95 tesis, que fijó en la puerta de la iglesia
de Wittenberg el 31 de octubre de 1517, invocando de esta forma un debate sobre las
mismas. Posteriormente, debido también al silencio de sus interlocutores, buscó la protección de
los príncipes alemanes y comenzó a cuestionar algunos dogmas y sobre todo tradiciones de la
Iglesia de Roma. En 1520 fue excomulgado por el Papa León X y cuatro años después contrajo
matrimonio con la ex monja cisterciense Catalina Bora. En 1536 rompió definitivamente con
Roma. Murió el 18 de febrero de 1546 y fue sepultado en Wittenberg. A pesar de sus errores, se ha
revalorizado de parte católica la persona y el aporte
de Martín Lutero y se lo considera un
personaje influyente en la historia de la Iglesia. El mismo Juan Pablo II tuvo gestos y palabras positivas para
Lutero.
Las causas principales de la ruptura con Roma
fueron antes que nada de tipo religioso-moral. Había mucha corrupción en la alta jerarquía;
más que líderes espirituales los obispos eran
señores feudales y príncipes, interesados en
el dinero y en el poder. Debido al abandono de los fieles, florecían la superstición y la
ignorancia. Hubo también razones de tipo económico y político
que enfrentaron a los príncipes alemanes con
el Papa. Los príncipes alemanes, gracias a la doctrina de Lutero, querían llevar a cabo su
independencia del emperador, único interlocutor
político del Papa. Se quería supeditar la
Iglesia al Estado, negando la jurisdicción y el poder del Papa.
Edición de la Biblia de Lutero
Doctrina del
Luteranismo
Lutero quiso renovar la Iglesia del siglo XVI
mediante el retorno a un evangelio más puro, pero debido a las sucesivas evoluciones y
conflictos, quedó finalmente constituida la Iglesia Luterana,
cuyo cofundador fue Felipe Melanchton. Lutero aboga por la tradición de la
Iglesia antigua; por eso acepta los dogmas contenidos en los
“Credos” y rechaza las tradiciones posteriores como por ejemplo el celibato de los curas o la vida
religiosa. Sólo en la segunda mitad del siglo pasado surgió la experiencia monástica y celibataria
de los monjes protestantes de Taizé (Francia, ver pág. 20).
La doctrina de Lutero ha sido recogida en la “Confessio
Augustana” (1530),
redactada por Felipe
Melanchton y se identifica con los siguientes
principios:
– El único mediador entre Dios y los hombres es Cristo;
por lo tanto se rechaza el culto a la Virgen, a los santos, a las imágenes,
indulgencias, etc.
– La Escritura es la única fuente de la Fe y la
Moral que se les exige a los cristianos. Su lectura es literal y se la interpreta mediante el libre
examen, iluminados por
el Espíritu Santo. Se rechaza la Tradición de la Iglesia y el Magisterio
eclesiástico (del Papa, obispos y de los mismos concilios).
– Para la Salvación sólo hace falta la Fe en Cristo. Es la Fe que nos
justifica, a pesar de nuestros pecados, que quedan. No son nuestros méritos
ni nuestras obras las que nos salvan, sino
únicamente los méritos de la
sangre de Cristo. Lo
importante es aceptar a Cristo y llevar una vida de arrepentimiento y reparación. Las
obras buenas son fruto únicamente del Espíritu Santo que habita en
nosotros.
– Sólo dos sacramentos aparecen con claridad
en la Escritura, como instituidos por Cristo: el Bautismo y la Cena. A la que los católicos llaman Misa,
los luteranos llaman Cena porque es tan
sólo la actualización de la Cena de Jesús, no
de su Sacrificio en la cruz (esto fue suficiente y único).
En la celebración de la Cena prevalece la
Palabra de Dios y el canto. No se admiten los demás sacramentos; ni el del Orden Sagrado. Por eso
no se reconoce el sacerdocio jerárquico (Papa,
obispos, presbíteros); únicamente se reconoce
el sacerdocio común de los fieles, que procede del Bautismo. Los “pastores” son laicos al
frente de las comunidades.
Actitudes
ecuménicas Igual que los católicos, los Luteranos creen
en la Santísima Trinidad, en la divinidad de Cristo, en
la Vida Eterna, profesan el mismo Credo,
creen en la misma Escritura, en el mismo Bautismo, rezan el mismo Padre Nuestro. Su régimen
eclesiástico es sinodal. Existe también entre ellos el
Ministerio (obispos, pastores..), pero no es
sacramental; es tan sólo una función al servicio de la comunidad. Existe la Federación Luterana
Mundial (FLM), cuya
autoridad máxima es la
Asamblea que se reúne cada seis o siete años.
En forma permanente hay un Comité Ejecutivo con un Secretario General que reside en
Ginebra (Suiza).
La FLM tiene autoridad moral pero no tiene
poder para legislar ni para limitar la autonomía de las Iglesias. Los Luteranos, que son 68 millones
en el mundo, están volcados al ecumenismo; integran el CMI a nivel mundial y el CLAI a
nivel latinoamericano. El diálogo con la Iglesia Católica, sobre todo después del Concilio, ha
logrado un amplio entendimiento sobre distintos puntos de la doctrina.
El Calvinismo y la
Segunda Reforma
Mientras en Alemania surgía el Luteranismo,
en Suiza se originó la llamada “Iglesia Reformada”, en parte por la influencia de Lutero y en
parte de manera independiente. Juan Calvino se
proponía una “Iglesia reformada por la
Palabra de Dios”. La doctrina es fundamentalmente la Luterana, con algunas peculiaridades, como
por ejemplo la radicalización de la doctrina sobre la predestinación.
Juan Calvino (1509-1564) era un laico jurista
francés que empezó su Reforma en Francia hasta que se afincó en Ginebra. Llegó a construir
en Ginebra una teocracia para recrear el Reino de
Dios en la tierra. Se sentía llamado a ser
profeta de Dios para llevar a la Iglesia a la primitiva pureza. Impuso el rigorismo moral y el
puritanismo (los pecados graves eran penados en la hoguera), como reacción a la corrupción que
veía en la Iglesia de su tiempo.
La organización de la Iglesia Calvinista o
Reformada se apoya no sobre los obispos sino sobre los presbíteros. Por eso se los llama también,
sobre todo en Norteamérica, “Presbiterianos”. La
Alianza Mundial de Iglesias Reformadas agrupa
a 70 millones de fieles y practica el ecumenismo.
De los Reformados han salido teólogos
importantes como Oscar Cullman, Karl Barth, Paul Tillich, Willen Visser´t Hooft que fue secretario
general del CMI y tuvo una importante actividad
ecuménica.
Junto con Juan Calvino que predicó al pueblo
suizo de lengua francesa (Ginebra), hay que recordar también a Ulrico Zwinglio que se dedicó más bien a la Suiza de
lengua alemana (Zurich). La ideas de Zwinglio son muy
parecidas a las de Calvino. Su comunidad se unió más tarde al Calvinismo en 1580.
Palabras claves
*Reforma: la reforma de la Iglesia en 1500, era
algo que se veía necesario hace tiempo, porque la Iglesia se había alejado demasiado del
espíritu y la práctica del Evangelio. La querían el papa Paulo III de aquel tiempo y los anteriores,
muchos obispos y sacerdotes; la querían santos como Ignacio de Loyola, Teresa de Avila etc. Le
faltó fuerza a los papas y a los obispos para
implementar esa reforma. Por lo tanto con el
nombre de “Reforma” pasó a la historia la Protestante y los mayores Reformadores fueron
Lutero y Calvino. Ésta no fue una reforma de costumbres, afectó a las estructuras
eclesiales y a la doctrina.
Para
contrarrestar la expansión del Protestantismo, se dio después, desde
adentro de la Iglesia pero tarde, la llamada
“Contrarreforma” o sea la reforma católica a partir
del Concilio de Trento (1545-1563) convocado por Paulo III y terminado por Sixto
V.
*Justificación: Lutero enseña que a partir del pecado
original, la naturaleza humana ha quedado herida para
siempre; la persona es y
será siempre pecadora. Pero, gracias a los méritos de Jesús que cubren nuestros pecados,
Dios nos salva. El nos hace justos (=justifica) tan sólo por su gracia.
Lo que se nos
pide es la fe (= confianza) en Jesús y en la Escritura. En los últimos años ha habido diálogos y
acercamientos importantes entre luteranos y católicos sobre este tema.
*Predestinación: siguiendo la enseñanza de San
Agustín, Lutero afirmaba que la predestinación a la salvación por parte de Dios no es para
todos: si así fuera, Dios no sería libre, porque tendría
que salvar a todos. Específicamente Calvinista es la
radicalización de la doctrina de la Predestinación. La justificación sólo es fruto de la obra de
Cristo, la cual va en beneficio únicamente de los que han sido predestinados a la salvación por Dios;
también los réprobos son predestinados desde la eternidad para las penas eternas. Pocas
Iglesias Reformadas admiten hoy esta doctrina, ya que la redención de Cristo ha sido universal.
Diálogo ecuménico
En esta declacración conjunta de 1980, sobre
la Doctrina de la
Justificación, se recoge el fruto de más de treinta
años de diálogo ecuménico, pues antes del Vaticano II ya se iniciaron los contactos
informales entre ambas confesiones, aunque es en 1967, después del Concilio, cuando se inicia el
diálogo oficial. El consenso que en esta Declaración común se ha conseguido pone fin, al término
del siglo XX y al comienzo del XXI, a una cuestión
discutida durante muchos siglos.
Declaración oficial
conjunta entre la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica
1. Sobre la base de los acuerdos alcanzados
en la Declaración conjunta sobre la doctrina de la
justificación (DJ),
la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica declaran: “La doctrina de la justificación
expuesta en la presente declaración demuestra que entre luteranos y católicos hay
un consenso respecto a los postulados fundamentales de dicha doctrina”
(DJ 40). Con base en este consenso la Federación Luterana Mundial y la Iglesia
Católica declaran: “Las condenas del Concilio de Trento no se aplican al magisterio
de las iglesias luteranas expuesto en la presente declaración y, las condenas de
las Confesiones Luteranas no se aplican al magisterio de la Iglesia Católica expuesto
en la presente declaración” (DJ 41).
2. Con relación a la Resolución que acerca de
la Declaración conjunta fue tomada por parte del Consejo de la Federación Luterana
Mundial del 16 de junio de 1998, y la respuesta de la Iglesia Católica del 25 de
junio de 1998, y los interrogantes
planteados por ambas, la declaración adjunta
(denominada “Anexo”) acredita ulteriormente el consenso alcanzado en la
Declaración conjunta; de modo que sea claro que las anteriores mutuas condenas
doctrinales no son aplicables a las enseñanzas de ambas partes, tal como éstas
vienen presentadas en la Declaración conjunta.
3. Las dos partes en diálogo están
comprometidas a continuar y profundizar el estudio acerca de los fundamentos bíblicos de la
doctrina de la justificación. También buscarán una ulterior comprensión común de la
doctrina de la justificación más allá
de lo que ha sido tratado en la Declaración
conjunta y la declaración substancial adjunta. Basados en el consenso alcanzado, es
necesario continuar el diálogo; concretamente, se requiere una ulterior
clarificación sobre las cuestiones mencionadas especialmente en la Declaración
conjunta (DJ 43), para poder alcanzar la plena comunión eclesial, una unidad en la
diversidad, en la que las restantes diferencias podrían ser “reconciliadas” y no
tendrían más una fuerza divisoria.
Católicos y Luteranos continuarán ecuménicamente
sus esfuerzos en su testimonio común de interpretar el mensaje de la
justificación en un lenguaje apropiado para los hombres y mujeres de hoy, y con referencia a
las preocupaciones, tanto individuales como sociales, de nuestro tiempo.
1. Las siguientes elucidaciones subrayan el
consenso alcanzado en la Declaración conjunta sobre la Doctrina de la
Justificación (DJ) con referencia a las verdades básicas de la justificación; así se pone en
claro que las condenas mutuas de los tiempos pasados no se aplican a las doctrinas
católica y luterana sobre la justificación tal como éstas son presentadas
en la Declaración conjunta.
2. “Juntos confesamos: “Sólo por gracia
mediante la fe en Cristo y su obra salvífica y no por algún mérito nuestro, somos aceptados
por Dios y recibimos el Espíritu Santo que renueva nuestros corazones,
capacitándonos y llamándonos a buenas obras” (DJ 15).
1. La Respuesta de la Iglesia Católica no
pretende poner en cuestión la autoridad de los Sínodos Luteranos o de la Federación
Luterana Mundial. La Iglesia Católica y la Federación Luterana Mundial iniciaron el
diálogo y lo han llevado a cabo como
partes con iguales derechos ( “par cum
pari”). No obstante las
diferentes concepciones acerca de la autoridad en la
Iglesia, cada parte respeta el proceso propio de la otra para alcanzar las
decisiones doctrinales.
Testimonios
*Taizé
el hno. Roger
Es el nombre de una localidad de Francia
donde el pastor de la Iglesia Reformada suiza Roger Schutz, en agosto de 1940 empezó una “ vida de
comunidad en la que la reconciliación según el
Evangelio, sería vivida
en una realidad concreta”. Inicialmente todos los “hermanos” eran de origen protestante; buscaban vivir una vida
con reglas comunes de oración, celibato e comunión
de bienes. A partir de 1968 se les unieron
hermanos católicos. En 1952 el hermano Roger escribió
la “Regla de Taizé”; el papa Juan XXIII lo recibió en audiencia en 1958 y fue
invitado más tarde
al Concilio Vaticano
II como observador. La
comunidad de Taizé busca ser un signo de
reconciliación entre los cristianos divididos
y marca un camino de fe a la juventud que acude masivamente de toda Europa ya sea en Taizé
como en los encuentros europeos e internacionales. El hermano Roger permaneció
como prior de la comunidad hasta su muerte a los
90 años, en 2005.
Mucho más que sus palabras o su teología, su
vida daba testimonio de este valor que llevaba muy adentro: el ecumenismo vivo, dónde todos sean
verdaderamente hermanos: “Cuando la Iglesia
escucha, sana,
reconcilia, llega a ser lo que es en lo más luminoso de ella misma: límpido
reflejo UMBRALES - 274 - Ene. 2017 - 7
de un amor”. Su sucesor, designado por él mismo
unos años antes, es el hermano A lois Löser.
Actualmente, la comunidad de Taizé se compone
de un centenar de hermanos originarios de una treintena de países y que son cristianos
procedentes de diversas confesiones. La Comunidad es
un signo visible y palpable de la
reconciliación y unidad de los cristianos. La Comunidad no acepta ningún donativo y los hermanos se ganan la
vida con su trabajo, y sus herencias personales las dan a los más pobres.
Los momentos importantes en Taizé están
marcados por la oración común, que tiene lugar en la Iglesia de la Reconciliación tres veces al
día. Al son de las campanas se paralizan los trabajos y los encuentros, y todos, jóvenes, mayores y
niños, se reúnen con los hermanos para la oración.
Taizé ha creado un estilo musical único que refleja la naturaleza
meditativa de la comunidad. En la música de Taizé se repiten, o se cantan en
canon frases sencillas, normalmente versos de los
Salmos.
*Karl Barth
Es uno de los más grandes teólogos del siglo
XX. Nacido en Basilea (Suiza), fue discípulo de A.
Harnack y, como pastor, fue nombrado párroco
de la Iglesia Reformada en Ginebra. Fue profesor en Gotinga, Münster y Bonn. Además de su
labor como pensador y pastor cristiano, se destacó
por su férrea oposición a la adhesión de la
Iglesia al régimen nazi, la persecución contra los judíos, y todo tipo de atropellos contra las
libertades individuales que caracterizaron a su época.
Después de la guerra, siguió manteniéndose
muy interesado en la teología de su tiempo, y su autoridad y prestigio ejercieron una profunda
impresión cuando dirigió su discurso inaugural en
la Conferencia del Consejo Mundial de Iglesias
celebrado en Ámsterdam en 1948. Trabajó para la unión de las Iglesias.
Invitado como observador al
Concilio Vaticano II, no participó por razones de salud pero no dejó de conversar con teólogos católicos y
una vez recuperado visitó las universidades romanas hasta ser recibido por el mismo Pablo
VI. Resultado de ese
viaje (septiembre de 1966) fue su libro: “Ad límina Apostolorum”,
que significa en
latín la visita a las basílicas de los Apóstoles Pedro
y Pablo. Murió en Basilea el 10 de diciembre
de 1968.
“¿Buena fe? Nunca me la
permitiría. Cuando sea llamado ante mi Dios y Señor, no me voy a presentar con una cesta
a la espalda llena con mis obras completas; todos los ángeles se echarían a reír. Ni
tampoco diría para mi justificación: siempre tuve buena intención, ‘buena fe’. No, me presentaré allí
con las manos vacías y sólo me
parecerá oportuno decir: Dios, ten
misericordia de este pobre pecador”
*Walter Altmann
Fue presidente de la Iglesia Evangélica de la
Confesión Luterana de Brasil. Elegido en 2006 como
moderador del comité central del Consejo
Mundial de Iglesias, narra en esta entrevista su experiencia sobre Ecumenismo en América
Latina. Nacido en Porto Alegre en 1944, se inspiró teológicamente en Karl Barth, Dietrich
Bonhoeffer y Martín Lutero. En su trayectoria buscó convergencias entre la teología de la Reforma
y la teología de la liberación.
¿Cómo valora la
situación actual de las iglesias y del movimiento ecuménico en la región? Por una parte, América
Latina tiene una rica historia ecuménica. Las iglesias protestantes históricas han cooperado
entre sí en el campo de la misión desde la conferencia de misión de Panamá en 1916, aunque a
menudo concebían la misión como oposición a la Iglesia Católica. Por otra parte, el diálogo teológico con la Iglesia Católica, por ejemplo por parte de los luteranos del Brasil, se inició en
1957, anticipándose al Concilio Vaticano II. En la década de los setenta, en tiempos de las
dictaduras en la región, hubo en general una estrecha cooperación ecuménica en el campo de los derechos
humanos, con una significativa contribución del Consejo Mundial de Iglesias.
Hoy día la escena
religiosa en América Latina se caracteriza por un creciente pluralismo, dentro del cual se destaca el
crecimiento de las iglesias pentecostales (que se concentran en los dones
del Espíritu) y
neopentecostales (que se concentran en conceptos como guerra espiritual contra los demonios y promesas
de prosperidad para los creyentes). ¿Cómo definiría
usted su visión ecuménica y la finalidad del movimiento ecuménico?
La motivación permanente
del movimiento ecuménico ha sido el deseo de alcanzar la plena unidad entre las iglesias, y sobre esa base llegar a ser
instrumentos más fieles y eficientes del
amor de Dios en el
mundo. En el amor de Dios, la oikoumene se extiende mucho más allá de las fronteras de las
iglesias y abarca toda la humanidad y todo el universo creado.
Para las iglesias, el
movimiento ecuménico se basa en el don de la unidad que tenemos en Cristo por la fe y el bautismo.
Con esa base, en nuestro camino ya practicamos y experimentamos la
unidad de maneras muy
diversas. Rendimos culto al Dios uno y trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo
– unidad y comunión
perfectas.
Veo natural que para
todos nosotros nuestra fe, espiritualidad y acción estén profundamente arraigadas en nuestras respectivas iglesias. Pero
siempre he sentido que nuestras
divisiones
son una flagrante negación de todo lo que creemos, un
escándalo que es consecuencia del pecado humano. Por eso
tengo un sueño, lucho por que nuestras iglesias se renueven en todo
aquello que obstaculiza
el camino hacia la unidad de la familia cristiana, siguiendo una forma común de comunión,
testimonio y servicio. En el movimiento ecuménico hay un profundo y
creciente anhelo de
comunión.
¿Cuáles cree que
son los principales desafíos con que se enfrenta el movimiento ecuménico? Paralelamente a la
tendencia a la globalización, tenemos también hoy día los fenómenos de
fragmentación e
individualismo. Aún dentro del cristianismo, hay hoy una mayor diversidad religiosa que cuando
nuestros predecesores vieron la necesidad de un movimiento ecuménico.
¿Qué mensaje desea
transmitir a las iglesias?
La visión ecuménica es
de una gran belleza e inmenso atractivo. Combina la legítima diversidad y la apuesta por la
unidad. Es así, en si misma, un testimonio poderoso en nuestro mundo globalizado, que excluye
a las personas de tantas maneras. Hay multitudes de hambrientos, tanto física como espiritualmente. Nuestro deber es ofrecerles un testimonio creíble de la esperanza que está en nosotros
(1Pe 3,15), una esperanza que nos viene de Cristo. Estamos llamados a no
desanimarnos y a
perseverar. El movimiento ecuménico atraviesa un tiempo de cambio, pero es perpetuamente válido,
porque su inspiración es el Dios uno y trino.
www.esglesiaplural.cat
Los Anglicanos
Historia y doctrina
El Anglicanismo puede ser considerado la
tercera Reforma del
siglo XVI. Los anglicanos también se llaman “episcopalianos” (sobre todo en
Estados Unidos) por la importancia que tienen los
obispos en su organización interna. Cuando se
habla de Iglesia “anglicana”, este término designa en latín a la iglesia “inglesa” porque tuvo
su origen en Inglaterra y se difundió en los países de
habla inglesa. Los anglicanos de todo el
mundo, unos 77 millones, se mantienen unidos por una vinculación especial con la sede episcopal de
Canterbury (Inglaterra)
y por su participación en las
Conferencias de
Lambeth que ejercen la
máxima autoridad en la Iglesia y se celebran cada diez
o doce años.
Enrique VIII (1491-1542), rey de Inglaterra, era
católico. El papa León X lo había distinguido con el título de “Defensor de la Fe”, porque se
había declarado abiertamente en contra de las tesis de Martín Lutero. Enrique deseaba tener un
descendiente masculino para que fuera su sucesor y continuase la dinastía Tudor, pero sólo tenía
una hija de su esposa Catalina de Aragón. El Papa se opuso a su divorcio. El arzobispo de
Canterbury, Thomas Crammer, influenciado por las ideas reformistas, proclamó sin embargo nulo el
primer matrimonio del rey; lo mismo hizo el parlamento del Estado.
Después de varios intentos de
unión, Pablo III terminó excomulgando a Enrique VIII en 1538. El rey se casó con Ana Bolena y fue
tomando el poder sobre la Iglesia de Inglaterra,
obligando al clero a reconocer al rey como
cabeza suprema de la Iglesia; la administración de los bienes de la Iglesia pasó al parlamento.
Fueron disueltos los monasterios y murieron mártires de la fe católica, en 1536 el obispo John Fisher
y el ministro de estado Thomas Moro, canonizados después por la Iglesia Católica. Con el
sucesor Eduardo VI y después con Isabel Iª se concluyó el
proceso de ruptura con Roma y el definitivo
sometimiento de la Iglesia al poder de la corona. Hoy la Iglesia Anglicana de Inglaterra busca desatarse
de esos vínculos y manifiesta deseos de renovación.
Doctrina y
organización
Las causas de la ruptura fueron en un primer
momento de carácter personal por el divorcio del rey, pero casi enseguida tomaron un carácter
político-nacionalista por la constante tirantez con Roma (los ingleses acusaban de injerencia a
Roma y Roma denunciaba la invasión del Estado sobre los asuntos eclesiásticos). También la
Iglesia Anglicana, con el arzobispo de Canterbury a la cabeza, se propuso imitar a las demás
Reformas para devolver al Cristianismo la pureza inicial. En un primer momento la mayoría de
los obispos creía posible combinar una Iglesia nacional con la soberanía puramente
espiritual del Papa; no querían cambios en la doctrina, sino limitar el poder del Papa sobre la Iglesia de
Inglaterra. Con el tiempo hubo cambios también en la doctrina. Según los anglicanos, la única
regla de Fe es la Sagrada Escritura y los primeros cuatro Concilios de la Iglesia. La profesión o el Credo
del Concilio de Nicea (325) es fundamento suficiente para la Fe. De los sacramentos son
necesarios el bautismo y la Cena del Señor, los únicos instituidos por Cristo; los demás han
sido instituidos por la Iglesia. Se mantiene el triple orden sacramental del Ministerio (obispos,
presbíteros, diáconos) y la liturgia es parecida a la católica. Repudian la soberanía del Papa
reivindicando libertad para las Iglesias nacionales.
Reconocen en la historia de la salvación el
lugar privilegiado de María, pero rechazan los dogmas de la Inmaculada Concepción y de la Asunción.
Hay conmemoración de los santos de antes de la
Reforma.
Comunión anglicana
La Iglesia Anglicana es jerárquica. Al
arzobispo de Canterbury se le reconoce un primado de honor (es el primero entre iguales) y preside
las Conferencias de Lambeth en las que participan todos los obispos de la Comunión Anglicana.
Cada provincia eclesiástica es jurídicamente independiente y tiene su Sínodo. Los
anglicanos son muy abiertos al ecumenismo desde sus
comienzos y se han redactado documentos muy
positivos entre católicos y anglicanos, fruto de un diálogo que se ha intensificado después del
Concilio Vaticano II. Entre las iniciativas ecuménicas
destacamos las Conversaciones de
Malinas.
Surgió a comienzos del siglo XIX desde
adentro del anglicanismo un movimiento (en Oxford), por el cual volvieron a existir órdenes y
congregaciones religiosas ya sea masculinas como femeninas: en este movimiento encontraron
apoyo los Anglo-católicos . En el Movimiento de Oxford tuvo relevancia especial la figura de
John Newman, que
después se convirtió al catolicismo y fue cardenal: ahora está en
proceso de canonización. Un nuevo y grave punto de
divergencia entre Iglesia Católica y
Anglicanos se dio en 1992 cuando estos últimos decidieron la ordenación sacerdotal de mujeres.
Las reformas dentro
de la gran reforma Tras las grandes reformas de Lutero, Calvino
y Enrique VIII, surgieron otros grupos minoritarios más radicales aún. Son los llamados “Evangélicos” o “Iglesias Libres” o “Iglesias Misioneras”. A
diferencia de las Iglesias instituidas,
prefieren mantenerse libres e independientes. El “evangélico” (o “evangelical” en inglés) subraya la conversión
adulta y personal a través del bautismo de
adultos por el cual uno se considera un
“renacido”. Es rigorista y hace una lectura literal de la Biblia. Los evangélicos en Norteamérica se
han aliado con los políticos conservadores (la “Moral Mayority”) promoviendo tele-predicadores
famosos.
“Iglesia electrónica” es la expresión que se usa en Estados Unidos para designar a estos
predicadores, a menudo fundamentalistas, que usan masivamente los medios de comunicación
social. Los más famosos son Billy Graham, Pat Roberston, Jimmy Swaggart, etc.. Han hecho
también agresivas cruzadas misioneras en América
Latina. En los últimos años la influencia de
estos movimientos ha preocupado a la Iglesia Católica y también a las Iglesias protestantes
históricas que ven disminuir el número de sus adeptos de manera notable. La unidad para ellos es una
realidad espiritual dada por Cristo a través del Espíritu Santo, mas allá de cualquier
institución. Entre estas iglesias habría que recordar a los Valdenses que hicieron suya la tendencia
reformada pero que en realidad están vinculados históricamente con el movimiento laico de los
“Pobres de Lyón” de Pedro Valdo en el siglo XIV. En
general estas iglesias o comunidades
eclesiales comparten con los católicos, con los ortodoxos y los protestantes la validez del mismo
bautismo. La Cena representa una presencia puramente
simbólica de Cristo.
Palabras Claves
*Anglo-católicos: el anglicanismo puede ser definido
como una vía media entre la Iglesia Católica y el Luteranismo. Por eso en su seno
se debaten distintas corrientes: está la tendencia
afín al Protestantismo (llamada “Iglesia
Baja”) y la tendencia hacia el Catolicismo (“Iglesia Alta”); en esta última tendencia se inscriben los anglo-católicos
. Ellos han
querido mantener las
ceremonias litúrgicas de siempre y una
teología en comunión con los Padres de la Iglesia y la tradición de los primeros siete siglos de la
Iglesia. Los anglo-católicos siempre han demostrado,
especialmente después del Movimiento de
Oxford, un interés especial en la comunión con la Iglesia católica romana.
*Movimiento de
Oxford: es un movimiento
espiritual y teológico que surgió en la Iglesia de Inglaterra entre 1830 y 1845. Se llama “de
Oxford” porqué en aquella universidad su iniciador, Henry Newman fue preceptor y rector de la
capilla universitaria como presbítero de la Iglesia de Inglaterra. Acentuaba el legado de la Iglesia
Católica en Inglaterra antes de la Reforma. Este
movimiento trataba de demostrar que la
Iglesia de Inglaterra era la descendiente directa de la Iglesia de los Apóstoles, lo que luego los
llevo a reconsiderar la relación de la Iglesia de Inglaterra con la Iglesia Católica Romana. El movimiento
de Oxford tiene una influencia lejana en la estructura ideológica de Alcohólicos
Anónimos.
*Conversaciones de
Malinas: desde 1921 a
1926 se celebraron cinco históricos encuentros en el arzobispado de Malinas (Bélgica)
encabezados por el anglicano Lord Halifax y el cardenal Desiré Mercier, con el visto bueno de Roma y
Canterbury. El intento era acercarse y reforzar la posición anglo-católica en el seno del
anglicanismo. Según Lord Halifax la Iglesia de Inglaterra no
era protestante, sino una Iglesia apartada de
la Iglesia Católica con la que compartía todas las raíces y con la que debía volver a reunirse.
Sucesivos encuentros con un religioso lazarista francés, el p. Fernando Portal, lo llevaron a
conocer al cardenal Desiré Mercier, arzobispo de Malinas. Los encuentros fueron muy fructuosos
pero no encontraron resonancia en las altas esferas y con la muerte de los protagonistas
el proyecto fracasó.
Diálogo ecuménico
El don de la
Autoridad
“La autoridad en la Iglesia III”, es un documento
de 1999, fruto del trabajo de la Comisión Internacional
Anglicano-Católica (=ARCIC). La Comisión inició su actividad en 1968 y luego de
distintas etapas llegó a este importante
documento que consta de 63 párrafos, articulados en cuatro partes: una Introducción [nn. 1-6], y
tres divisiones, tituladas “La autoridad en la Iglesia”
[nn. 7-31], “El ejercicio de la autoridad en
la Iglesia” [nn. 32-50] y “Acuerdo sobre el ejercicio de la autoridad: pasos hacia la unidad visible”
[nn. 51-63]. Citamos los párrafos que subrayan algunos
aspectos en los que se ha ampliado el acuerdo alcanzado en los diálogos anteriores. El
“principio inspirador” de todo el Documento es el concepto de
autoridad como don de Dios.
El don de la autoridad correctamente
ejercido, permite a la Iglesia seguir en obediencia al Espíritu Santo, que la mantiene fiel en el servicio
del Evangelio para la salvación del mundo.
Deseamos aclarar más cómo el ejercicio y la aceptación
de la autoridad en la Iglesia es inseparable de la respuesta de los
creyentes al Evangelio. Así, podrá haber un redescubrimiento de
elementos que fueron descuidados y una rememoración nueva de las promesas de Dios, que lleve a la
renovación del “Amén” de la Iglesia. Podrá también haber un examen de lo que ha sido
recibido porque algunas de las formulaciones de la Tradición han sido vistas como inadecuadas o
incluso engañosas en un nuevo contexto. Todo este proceso puede denominarse como re-recepción.
La Iglesia debe permanecer fiel de modo que
el Cristo que viene en gloria reconozca en la Iglesia la comunidad que fundó; debe permanecer libre
para recibir la Tradición apostólica de nuevos
modos de acuerdo con las situaciones a las
que se ve confrontada.
El proceso de tradición entraña claramente la
transmisión del Evangelio de una generación a otra (diacrónica). Sí, la Iglesia debe permanecer unida
en la verdad, esto también
entraña la
comunión de las Iglesias en todos los lugares
en este único Evangelio (sincrónica). Ambas son necesarias para la catolicidad de la Iglesia.
En la acción del sensus fidelium (= lo que creen los fieles) hay una relación
complementaria entre el Obispo y el resto de la comunidad. Los que ejercen la episkopé (= obispos) en el Cuerpo
de Cristo no deben ser
separados de la ‘sinfonía’ de todo el pueblo de Dios en el
que tiene un papel que jugar. El carisma y función de
episkopé están específicamente conectados con
el ministerio de m emoria. Mediante este ministerio el Espíritu Santo mantiene viva en
la Iglesia la memoria de lo que Dios hizo y reveló.
Los Obispos, el clero y los otros fieles
deben todos reconocer y recibir lo que es mediado de Dios por medio del otro. Así, el sensus
fidelium del pueblo de
Dios y el ministerio de memoria existen juntos en una relación recíproca.
En el cuerpo entero, el Colegio de obispos
ejerce el ministerio de memoria con este fin. En circunstancias específicas, los que tienen el
ministerio de vigilancia (episkopé)
asistidos por el
Espíritu Santo, pueden llegar juntos a un
juicio que, siendo fiel a la Escritura y acorde con la Tradición apostólica, esté preservado del
error. Esto es lo que significa cuando se afirma que la
Iglesia puede enseñar infaliblemente. Esta
enseñanza infalible está al servicio de la indefectibilidad de la Iglesia. La autenticidad
de la enseñanza
de los obispos individuales es
evidente cuando esta enseñanza es solidaria
con la totalidad del Colegio episcopal.
Una experiencia de primacía universal de este
tipo confirmaría dos conclusiones particulares a las que hemos llegado: –que los Anglicanos están abiertos
a, y desean una recuperación y
re-recepción bajo ciertas condiciones claras
del ejercicio de la primacía universal del Obispo de Roma; –que los católicos están abiertos a, y
desean una re-recepción del ejercicio de la primacía
por el Obispo de Roma y el ofrecimiento de
este ministerio a toda la Iglesia de Dios.
Testimonios
*Desmond Tutu
Desmond Tutu
Es un obispo anglicano sudafricano. Tutu
nació el 7 de octubre de 1931 en Klerksdorp y emigró con su familia a los 12 años hacia
Johannesburgo. Aunque quería ser médico, orientó su
educación a la enseñanza debido a que su
familia no podía pagarle estudios más costosos.
Sus primeros años de vida acdémica fueron
marcados por hacer percibir a todos la diferencia de condiciones existentes entre blancos y negros
en su país, lo que lo llevó a dejar cargos importantes denunciando esta realidad. En
1976 se realizaron las célebres protestas de Soweto contra la obligación del uso del Afrikaans
como lengua de instrucción en las escuelas negras, convirtiéndose en una revuelta masiva
nacional contra el apartheid, revuelta en la cual Tutu tomó parte activa, dando soporte al boicot
económico internacional contra su país. Sus fuertes palabras y actitudes adquirirían fama mundial en la
década de 1980 a causa de su oposición no violenta a la segregación racial. Por este motivo es
considerado uno de los íconos modernos de la lucha no violenta por la libertad y la igualdad de
las personas. El 16 de octubre de 1984 le fue concedido el Premio Nobel de la
Paz por su constante
lucha contra el apartheid. El 7 de septiembre de 1986 fue ordenado Arzobispo de la Iglesia de
la Provincia de África Meridional, siendo nuevamente el primer hombre negro en
conseguirlo, ocupando su cargo de Arzobispo de Ciudad del Cabo entre aquel año y 1996. Tutu llama a
su país, la Nación de Arco Iris, en alusión a la convivencia entre las personas de la gran
variedad de etnias que lo habitan.
A raíz de su participación en un Foro de
Teología, Jon Sobrino escribió:
“tuve la oportunidad de saludar a Desmond Tutu.
Había tenido una ponencia impresionante, por la hondura de compasión, el hambre de
justicia y la profundidad de fe. Se lo agradecí, y sólo añadí que venía de El Salvador, la tierra
de Monseñor Romero. Entonces, como ensimismado, comentó con convicción y
agradecimiento: “¿Romero? He inspired us”. Nuestro Monseñor, salvadoreño y católico, estaba
presente en la Sudáfrica anglicana. Sin conocerse, Desmond Tutu y Oscar Romero, llegaron a ser
hermanos, no sólo dialogantes ecuménicos. Y lo que ahora quiero
enfatizar, lo fueron sin dejar ninguno de los dos su Iglesia, y sin buscar, para que prosperase el
ecumenismo, mínimos comunes, sino verdaderos máximos: en ambos casos el gran amor por
sus pueblos oprimidos, y la disposición a darlo todo por su liberación”.
*John Newman
El card. Newman
John Henry Newman nació en Londres en 1801.
En 1842 se retiró a Littlemore, y vivió bajo condiciones monásticas con un pequeño grupo
de seguidores. A sus discípulos les asignó la tarea de escribir sobre la vida de los santos
ingleses, mientras que él escribía “Ensayos sobre el desarrollo de la
doctrina cristiana”, y poco a poco fue reconciliándose con el credo y la
liturgia de la Iglesia católica romana, gracias a sus
estudios sobre la relación de la Iglesia de Inglaterra y la de Roma. En febrero de 1843 publicó un
anuncio anónimo en el Diario Conservador de Oxford,
una retractación formal de todas las
afirmaciones que pronunciara contra Roma. Se convirtió luego al catolicismo. Se tornó en una de las
más grandes figuras del anglicanismo y del
catolicismo en el siglo XIX. Fue iniciador
del Movimiento de Oxford.
Durante años estuvo en el punto de mira de
anglicanos que veían en él a un desertor y de católicos que lo consideraban demasiado
liberal. En 1870 expresó su oposición a la oportunidad de la definición del dogma de la
infalibilidad pontificia, teniendo en cuenta a las otras Iglesias cristianas. Sólo al final de su vida, el Papa León XIII
lo nombró cardenal, en mayo de 1879. Su última Misa la celebró el 25 de Diciembre
de 1889. Falleció al año siguiente, el 11 de agosto de 1890. Su epitafio dice Ex umbris
et imagínibus in veritatem (Pasó de las sombras y las imágenes a la Verdad’).
Los Pentecostales
Historia y doctrina
América Latina no se vuelve protestante –como
decía David Stoll-, sino pentecostal. Lo más
llamativo de los últimos 20 años es la
permanente noticia titulada “crecimiento evangélico”, que no se refiere a las iglesias evangélicas
clásicas, sino al pentecostalismo en todas sus expresiones.
En tan sólo 100 años se ha transformado en el
movimiento cristiano de mayor y más rápido crecimiento de toda la historia. Más allá de las
cifras, su notorio crecimiento “rompe los ojos”, y
llenan estadios con miles de fieles cada año,
mientras que los templos históricos no se llenan ni en sus fiestas litúrgicas más importantes. Un
nuevo paradigma cristiano se vuelve hegemónico y no aparecen síntomas de estancamiento, sino
todo lo contrario.
El fenómeno del pentecostalismo está presente en el cristianismo desde
sus orígenes. Sin embargo, nos referimos ahora al movimiento
que se generó en el siglo pasado: el Pentecostalismo clásico es el que
comenzó en 1901 entre
cristianos que se reunían en la calle Azusa en Los Ángeles, y que en un principio
unía a las iglesias pentecostales en una sola organización cristiana. Es la corriente
pentecostal más grande entre todas las demás, pues está conformada por organizaciones religiosas que
se formaron en aquellos años y mantienen manifestaciones espirituales y doctrinas
similares.
Si bien podemos pensar que esta expansión
tiene un “techo”, un límite de crecimiento, éste es cada vez más alto, debido al aumento de la
pobreza y a los importantes cambios culturales que le hacen de “caldo de cultivo” a este tipo de
manifestaciones religiosas. Para comprender algunas de las principales
causas de su crecimiento, es preciso ubicarnos en la actual crisis de la modernidad, y las crisis
de proyectos frustrados de países latinoamericanos que soñaron con competir en el primer mundo y
quedaron presos del subdesarrollo y la resignación, por diversos factores de orden político,
económico y sociocultural. A su vez hay un cansancio frente a un cristianismo tradicional que no
responde a las necesidades espirituales y afectivas de los creyentes. Hay un agotamiento de las
razones, y se buscan nuevas experiencias.
En primer lugar, la crisis del mundo moderno
afecta a las Iglesias que se amalgamaron con la modernidad, y a la católica de manera
particular en el post Concilio Vaticano II. Los mitos modernos (progreso, razón, etc.) que
comenzaban a caer en la década del 60, son asumidos tardíamente por la Iglesia católica.
Entonces, cuando el mundo se vuelve contra el proyecto moderno y sus fracasos, se vincula a las
Iglesias históricas como parte de ese pasado perimido y autoritario. Se percibe un agotamiento de
todo lo burocrático e institucional. Las Iglesias históricas se secularizaron y el
pueblo quiere mística, misterio y fe, no dogmas, sino experiencia.
Aunque es verdad que muchos pentecostales son
muy austeros y críticos de la cultura moderna, también hay una suerte de consumo religioso a
medida de las necesidades del momento, y cada uno se sirve según la oferta del “aquí y
ahora”. Mientras algunos investigadores pueden ver en la crisis social un factor decisivo para la
indiferencia religiosa, en América Latina la crisis
sociocultural y económica son un acelerador
de conversiones masivas al pentecostalismo y a los cultos afrobrasileños.
Si observamos los orígenes de los más
importantes “avivamientos” religiosos, sobre todo de corte cristiano, éstos han sucedido en importantes
crisis sociales y económicas, y parece ser una regla
general: cuando el mundo se quiebra, hay que
buscar un “mundo nuevo”. Por algo será que tantas personas dejan de cultivar su
dimensión espiritual en el ámbito de las iglesias tradicionales
y van en busca de otras respuestas para las
mismas preguntas. Parece que el pentecostalismo sea recibido particularmente
entre los pobres. El
especialista católico Robert E. Mosher describe tres razones de este fenómeno. En
primer lugar la espiritualidad intensamente vivencial que permite una expresión corporal y
emocional de fuertes sentimientos. “ Cuando el evangelio se
asocia más con los
sentimientos que con el intelecto, llega a ser central para un grupo social que sufre la marginalización
y la anomia, furto del desempleo y la pobreza”.
La segunda razón es gracias a la preocupación
paternal del pastor por
sus cargos y por su propia vida, por su participación y por la
capacitación en algún oficio o actividad. “ Esta capacitación del
individuo, quien es, a la vez pobre y marginalizado de otras instancias de educación formal o de
participación en instituciones de la sociedad, le ayuda a descubrir por vez primera sus propios
dones de liderazgo, de discurso público, de habilidad musical, etc.” En último lugar, gracias a las mencionadas
anteriormente, se destaca el rol de la mujer y su promoción. El vivir relegada en un ámbito
demasiado machista, la igual dignidad predicada en el
pentecostalismo (sacerdocio universal de
todos los fieles, hijos de Dios, etc.) lleva a la mujer a adquirir roles de protagonismo y a moverse
con libertad en un ámbito donde le es posible
desarrollar sus dotes de liderazgo.
El que antes “no era nadie”, y “no tenía
oportunidades en la sociedad”, es “levantado entre los hombres para dar testimonio de la Verdad”. El
llamado a evangelizar con el “poder de Dios”,
contribuye a elevar los niveles de autoestima
y seguridad personal. La comunidad pentecostal es un ámbito cálido, una familia alternativa, que ofrece
todo aquello de lo que la sociedad le ha despojado: dignidad. Pablo Deiros afirma al respecto: “El
protestantismo popular parece detectar los verdaderos problemas
del pueblo, sus angustias y esperanzas, su ansia de trabajo, seguridad, perdón y de todos los
aspectos de una vida humana normal… Moviliza a la gente en su progreso personal y de grupo. No
es de extrañar entonces la adhesión masiva que ha logrado en los últimos años en América
Latina”.
Doctrina:
Experiencia antes que discurso, vivencia antes que doctrina Una parte del pentecostalismo se mueve en una
antropología unitaria, bíblica, donde no hay dualismo, no hay fragmentación. La única
división es en el plano de lo que pertenece a Dios y lo que es del Diablo, aunque subyace en la mayoría
de los casos un dualismo cosmológico y antropológico. Justamente al primar la
experiencia, ésta toma a la persona en la totalidad de su ser, y no una sola dimensión. La salvación se
experimenta como “poseídos por el Espíritu de Dios”, como rezara una canción
pentecostal-carismática “ lo siento en mis manos, lo siento en
mis pies, los siento en mi
alma y en todo mi ser”, bailando mientras alaban a Dios por haberles llenado
con su Espíritu.
El testimonio tiene un lugar privilegiado en la
liturgia y en la vida cotidiana del pentecostal, ya que es el vehículo privilegiado para contar
la “experiencia” subjetiva, “las vivencias de lo que Dios
ha hecho en su vida”. El testimonio de “la
obra de Dios” en el creyente.
El encuentro con
Cristo resucitado como experiencia fundante: la Salvación-justificación, por la gracia de Dios, ganada por la muerte de
Jesucristo y recibida por la fe, se hace palpable y
experimentable en la conversión. Descrita
indistintamente como “nuevo nacimiento” (Jn 3), “conversión”, “cambio de vida”, “vida nueva”,
refleja no un asentimiento formal, intelectual de ciertas verdades doctrinales, sino de tener
“una experiencia de Dios”, que a su vez exige un cambio radical de vida y de la escala de
valores. Esto es posible gracias al poder salvador deJesús, llevado a
cabo por la acción salvadora del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo:
el poder de Dios en la vida del creyente. Se trata de recibir el poder (la
fuerza, la energía, la vitalidad, etc.)
necesaria para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios y vivir según sus planes. De allí el tema recurrente
del “poder” para obrar. La experiencia que une a los pentecostales es “el bautismo en el
Espíritu Santo”.
El cambio de vida
como experiencia sanadora: La sanación tiene un lugar relevante, como superación de situaciones personales que han
bloqueado la vida. Para la gran mayoría de los pobres de América sus condiciones de vida
están muy lejos de representar el mejor de los mundos posibles, y para ellos la vida es una
difícil lucha cotidiana. La experiencia pentecostal es tan profunda, que se traduce (no siempre) en
superación personal de dolencias, y en la propia promoción social del individuo que ha
adquirido una nueva dignidad como hijo de Dios.
Una Iglesia viva:
la comunidad de los que han sido transformados por Cristo. Lo que constituye a la Iglesia pentecostal es la
común participación en la experiencia del encuentro con Jesús resucitado bajo el poder del Espíritu
Santo. Por esta razón el pentecostal no entiende una Iglesia que esté incorporada a un sistema de
cristiandad, porque Iglesia es la comunidad de los
que han sido salvados por Cristo, de los que
han experimentado el poder de Dios y no los cristianos “nominales” aunque pertenezcan a
alguna institución eclesial. Pentecostés sirve de mito fundacional y la Iglesia primitiva de
Hechos de los Apóstoles de arquetipo para comprender lo que es la Iglesia para el pentecostal. No
le interesa si alguien pertenece a su comunidad o a otra, sino “ si ha sido salvado”. De ahí que sólo establezcan vínculos
con personas fuera de su Iglesia con la única finalidad de
“convertirla”.
Sacerdocio común de
todos los fieles :
No existe una comunidad con un ministro ordenado. Los líderes son personas carismáticas, elegidos
por el Espíritu, tomados de su comunidad. Los dones
se imponen por sí mismos como manifestación
del Espíritu. Cada pentecostal se sabe -y se siente- un discípulo de Jesucristo, llamado a
la santidad y a la radicalidad de la fe. Todos tienen la
misión de evangelizar, de predicar, de
conquistar al mundo para Cristo, cada uno según sus dones y ministerios.
Demonología y
guerra espiritual: De
especial manera en los neopentecostales se evidencia una permanente lucha con “los poderes del mal”, y
se lo “ata” antes de comenzar el culto para que no interfiera en la oración del pueblo creyente.
Esto lleva en algunos casos a justificar que la existencia de todos los males que afectan al
hombre son de origen demoníaco, aunque no es
igual en todos los casos. Los exorcismos son
parte normal del culto, ya que es una oportunidad para evidenciar el poder de Dios frente al
mal, y la victoria de Cristo. Es una ocasión para
acrecentar la fe y “dar gloria a Dios”.
La sagrada
escritura como Palabra Viva de Dios y como suprema norma para la vida cristiana. Como en sus hermanos mayores, los hijos de la
Reforma, los pentecostales centran su fe y su
culto en la Palabra de Dios.
Palabras claves
*Testimonio: entre los pentecostales, antes que
cualquier doctrina o teoría acerca de lo sobrenatural está la experiencia
transformadora de Dios vivo por medio de Jesús. El que
verdaderamente encontró a Jesús no puede ser
el mismo. Palabras como conversión, cambio de vida, experiencia, son subrayadas y puestas
en común, de manera que cualquier persona pueda entender, en términos muy sencillos, que
tienen que ver con el “experimental”, con la vida concreta.
*Bautismo en el
Espíritu Santo: Se
trata de una experiencia personal, en la que el individuo se deja “llenar” por el Espíritu Santo hasta
sentirse sumergido (bautizado) en el poder, en el amor y la presencia de Dios. Esta experiencia
transforma la vida del creyente, capacitándolo con carismas para la
misión y para dar
testimonio con la fuerza del Espíritu Santo. Esta experiencia común es lo que une a
pentecostales y carismáticos.
*CLAI: el Consejo Latinoamericano de
Iglesias es una organización de iglesias y movimientos cristianos fundada en Lima, en
1982, creada para
promover la unidad entre los cristianos y cristianas del continente. La idea del CLAI
echó raíces cuatro años antes, en la gran reunión de iglesias evangélicas celebrada en Oaxtepec,
México, en setiembre de 1978.
Diálogo ecuménico
Diálogo Católico-Pentecostal (1972-1997)
Asamblea del CMI
El diálogo internacional católico-pentecostal
es uno de los frutos del Concilio Vaticano II. Uno de los observadores en el mismo Concilio fue el líder
pentecostal Rvdo. David du Plessis, quien
luego de su experiencia de la Iglesia
católica reunida en Concilio, toma contacto con el Secretariado (hoy Pontificio Consejo) para la
promoción de la Unidad de los Cristianos con miras a iniciar una relación entre católicos y
pentecostales.
Luego de dos reuniones exploratorias
(1970-1971) que tuvieron como objetivo constatar la posibilidad de iniciar un diálogo teológico, en
1972 se da inicio al
diálogo oficial. Como no existe una organización pentecostal
internacional que los reúna o represente a todos, muchos participan en este diálogo a título
personal o de su propia denominación.
El primer quinquenio (1972-1976), el único en
el cual junto con los pentecostales también participaron carismáticos anglicanos y
protestantes, se centró en argumentos que son de interés de los pentecostales: el bautismo en el
Espíritu Santo, la Iniciación cristiana y los dones del Espíritu, el bautismo y la relación entre Tradición
y Escritura, la oración y la alabanza.
El segundo quinquenio (1977-1982), continúa
el intercambio de orden espiritual y teológico. Los temas no fueron fáciles de asumir en modo
común: hablar en lenguas, relación entre fe y
experiencia, el ministerio de curación en la
Iglesia y el papel de María.
El tercer quinquenio (1985-1989), el tema
central fue la “koinonía”, donde ambos reconocen que existe una comunión real entre católicos y
pentecostales, aunque imperfecta.
La cuarta fase del diálogo (1990-1997),
estuvo centrada en la reflexión común sobre Evangelización, proselitismo y el testimonio
común. Consejo de Iglesias Cristianas del Uruguay (CICU) Lo integran ocho Iglesias cristianas
(Católica, Anglicana, Luterana, Metodista, Armenia, Evangélica del Río de la Plata , Pentecostal
Naciente y Ejército de la Salvación) y fue fundado el
22 de diciembre de
1998 en la Catedral
anglicana de Montevideo, contando con la presencia de los dirigentes y pastores de las referidas
Iglesias (ver Umbrales n. 93). El espíritu del organismo
es reconocer que el fraccionamiento y
división del mundo cristiano es producto del pecado de las mismas Iglesias. Estas Iglesias se proponen
un camino para intentar poner en acción esta base doctrinal mínima: “nos reconocemos como comunidad de Iglesias que
confiesan al Señor Jesucristo como Dios y
Salvador: según el testimonio de las Escrituras, y que procuramos
responder juntas a su vocación común para la gloria del Dios
único, Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
Recordando el común bautismo y la misma responsabilidad apostólica
frente a los problemas del mundo, las Iglesias se
comprometen al diálogo fraterno hablando la verdad en un espíritu de amor. En unidad de trabajo, con mucha
humildad piden que el Espíritu las ilumine y las conduzca a toda verdad. Los objetivos del
organismo son: información y conocimiento mutuo
entre las Iglesias con respecto al trabajo
que realiza cada una y a los problemas que enfrenta, así como su historia, doctrina, formas de culto y
tradiciones. Promover las iniciativas de diálogo,
oración y testimonio común y buscar áreas de
mutua cooperación. Discernir, a la luz del Evangelio, los signos de los tiempos en la
comunidad nacional y mundial, para ayudar a la formación de las conciencias y pronunciar
eventualmente una palabra en común (cuando el acuerdo sea unánime). Por último, se señala
como objetivo la promoción de la tarea ecuménica y el acercamiento fraterno.
Seminario ecuménico
Los católicos admiten que conocen poco del
mundo pentecostal y neopentecostal, y que es necesario abrir una “nueva frontera” del
ecumenismo. Comprender ese fenómeno religioso fue el objetivo del seminario realizado en São
Paulo, en 2005, y que contó con la participación del presidente del Consejo Pontificio para la
Promoción de la Unidad de los Cristianos, card. Walter Kasper.
“En verdad, debemos
reconocer que, hasta recientemente, ese fenómeno religioso no era tomado con seriedad, sea porque
no era significativo numéricamente, sea porque sus manifestaciones
eran consideradas un
tanto exóticas y sin chance de tener gran incidencia en el cuadro religioso de Brasil”, afirma el secretario general de la
Conferencia Nacional de Obispos del Brasil (CNBB),
dom Odilo Pedro
Scherer.
Los grupos pentecostales y neopentecostales
eran considerados “sectas”, un concepto que “denota una evaluación insuficiente y
prejuiciosa”, admite Scherer. El crecimiento de iglesias y movimientos pentecostales y neopentescostales
levanta la pregunta sobre las motivaciones que llevan a las personas a migrar de una comunidad
cristiana tradicional y adherir a esos grupos.
La acogida, destaca el secretario general de
la CNBB, “es la primera e indispensable actitud pastoral”. Y en ese aspecto, los católicos
romanos fallan con frecuencia, reconoce. “La difusión
del pentecostalismo cuestiona nuestra
catequesis, muchas veces insuficiente e inadecuada; pero también deja clara muestra de la vida del
pueblo; estamos distantes de las situaciones de
enfermedad, de luto y de dolor”, manifiesta.
El Seminario sobre el Pentecostalismo quiso, además de entender mejor el fenómeno, buscar
aperturas y pistas para el diálogo ecuménico. El encuentro fue promovido por la Comisión
Episcopal Pastoral para el Ecumenismo y el Diálogo Inter-Religioso de la CNBB, el Consejo
Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos
y el Consejo Episcopal Latinoamericano
(CELAM). En la reunión participaron obispos de Brasil y representantes de las conferencias
episcopales de América Latina. NoticiaCristiana.com
Testimonios
En Aparecida
La presencia pentecostal en América Latina es
mucho más temprana de lo que se suele pensar (los casos más tempranos son Chile: 1909;
Argentina y Brasil: 1910; Perú: 1911; Nicaragua: 1912; México: 1914; Guatemala y Puerto Rico: 1916).
Esto significa que la historia del pentecostalismo en América Latina comienza antes que se
constituyeran las grandes denominaciones pentecostales norteamericanas o europeas.
Mientras en Chile se trató de un avivamiento local, en los demás países mencionados el trabajo lo
iniciaron misioneros solitarios o inmigrantes. Por lo tanto, la primera fase de expansión pentecostal no contó con respaldo institucional ni financiero de denominaciones norteamericanas o europeas.
Casi sin excepción, en esta primera fase las iglesias pentecostales crecieron
en sectores rurales empobrecidos y en los emergentes
barrios
periféricos. Por lo tanto, se
trata efectivamente de sectores de población que aunque hubieran sido bautizados, no contaban con
asistencia pastoral, lo que había debilitado su
adhesión a la Iglesia Católica. Las
dificultades para el diálogo ecuménico Pentecostal-Católico en América Latina, más allá de las obvias
diferencias histórico-teológicas, deben entenderse en el
contexto de las tensiones propias que emergen
cuando se da una relación de minoría-mayoría religiosa. Aunque existe un proceso de
diálogo Católico-Pentecostal iniciado en el año 1972, este
es apenas conocido en América Latina. Sin
embargo, hay evidencias que también en nuestro continente el cambio de
lenguaje para referirse
unos a otros, y la apertura al diálogo, puede producir buenos frutos. En Chile, por
ejemplo, donde se constituyó la “Fraternidad Ecuménica” el año 1972, con participación de algunas
iglesias pentecostales, existe ya una larga tradición de oración común y de co-participación en otras
iniciativas de interés público. Un punto culminante fue la firma, en mayo de 1999, de un
compromiso de reconocimiento mutuo del Bautismo celebrado según la fórmula trinitaria. Ya en
1998 se realizó en Quito un primer encuentro latinoamericano entre sacerdotes católicos y
pastores pentecostales, convocado conjuntament por CELAM y CLAI (Consejo Latinoamericano de
Iglesias) . Una de sus principales conclusiones fue que para avanzar en el diálogo hay que
crear espacios para conocerse, orar juntos, y así derribar los prejuicios mutuos.
Lo más importante de este tipo de
aproximación, es que al generar oportunidades para el reconocimiento mutuo como “hermanos y
hermanas en Cristo”, permite que el ejercicio de la
vocación misionera y de la atención pastoral
se desarrolle con creciente respeto mutuo. De esa manera va emergiendo una cultura de
convivencia y un ecumenismo práctico que se evidencia en situaciones tan cotidianas como velatorios,
visitación de enfermos, acompañamiento en situaciones de crisis, etc.
Pastor Dr. Juan Sepúlveda
Aparecida, Mayo de 2007 Los laicos en el
diálogo ecuménico
Ante la disyuntiva que se plantea en algunos
sectores sobre la dicotomía diálogo/misión, el Card.
Kasper, en Buenos Aires, en 2007, señaló que:
“Es evidente que en este momento la Iglesia latinoamericana debe
afrontar serios desafíos. ¿Cómo mantener un verdadero compromiso misionero y, al mismo
tiempo, llegar a realizar la voluntad de Jesús sobre la unidad de sus discípulos? Podemos
decir que, en América Latina, no está aún resuelta la aparente oposición entre compromiso
misionero y compromiso ecuménico. Escuchando a los obispos, se toma conciencia de que para
no pocos hacer ecumenismo significa debilitar el fervor misionero de los católicos (o se predica
el Evangelio o se hace ecumenismo). Esta situación hace que, no pocas veces, el ecumenismo sea dejado de lado o sea confinado a la
“pastoral especializada” o sea reservado a una elite de católicos: la integración de la
promoción de la unidad de los
cristianos en los
programas de pastoral orgánica sigue siendo una tarea permanente. Quizás el problema sea más
profundo: debemos recuperar
la formación y rescatar el verdadero sentido de la acción ecuménica de los católicos a todos los
niveles para que ellos puedan participar en la misión en favor de la
unidad que realiza la Iglesia católica. Hablar entonces de los principios que
animan la actividad
ecuménica es algo necesario”.
Estas palabras entregan el ecumenismo al
compromiso no sólo de los teólogos y de los obispos, sino de todos los creyentes. Sin el aporte de
los laicos, ¿se dará este camino de unidad de las
Iglesias?
*David Du Plessis
David Duplessis Conocido como “Mr. Pentecostés”, tuvo una
experiencia pentecostal del bautismo en el Espíritu en 1918, y en 1930 fue predicador
Pentecostal. Seis años más tarde el evangelista Pentecostal Smith Wigglesworth profetizó sobre Duplessis
que él sería uno de los instrumentos de Dios en un
inminente avivamiento ecuménico mundial. Para
la década de 1950 Duplessis llegó a estar inmerso en la tarea
del ecumenismo. Él
predicó que Dios estaba derramando el poder de la lluvia tardía justo precediendo al retorno de
Cristo.
Viajó extensamente, visitando a los líderes
evangélicos de las denominaciones principales. Llegó a ser amigo de los líderes del Consejo
Mundial de Iglesias y participó en la segunda asamblea del mismo en 1954 y en la tercera asamblea en
1961. Fue invitado al Vaticano a hablar personalmente con el Papa Juan XXIII y fue el
único Pentecostal invitado a concurrir al Concilio
Vaticano II.
En su autobiografía él testifica que su
corazón se quebró y él literalmente lloró durante la realización de una misa Católica.
Cuando él se encontró con 24 líderes
evangélicos del movimiento ecuménico en 1956, dijo: “sentí un tibio resplandor
viniendo sobre mí” y que su actitud de juzgar la doctrina de los otros se deshizo. “Sentí tal amor y
compasión por esos líderes eclesiásticos que yo más bien habría muerto por ellos que
dictarles sentencia”. Él contrastó eso con los “viejos días” cuando hubiera denunciado su falsa teología.
Cuando visitó el Vaticano, Duplessis afirmó
que una experiencia similar causó que su prejuicio contra el Catolicismo se deshiciera de modo
que en lo sucesivo él podría fácilmente aceptar a los
sacerdotes católicos como hermanos
en Cristo sin ningún
juicio negativo de ninguna clase hacia su doctrina.
Por una experiencia espiritual muy intensa
que tuvo asistiendo a misa durante el concilio Vaticano II, Duplessis dijo que fue depurado
enteramente de la suspicacia sobre la doctrina Católica.
La revista Time describió a David Du Plessis de la
siguiente manera: “N adie en el siglo XX ha podido tan efectivamente
unir a los tres principales movimientos religiosos, tal como lo hizo “Mr.
Pentecostés” David Du
Plessis: El movimiento Pentecostal, el movimiento ecuménico y el movimiento carismático”.
Breve diccionario
*Bautistas
Los bautistas quieren volver radicalmente al
Evangelio, en forma independiente; Jesús es el único Señor de la Iglesia.
Nacieron en Inglaterra a principios del siglo XVII,
rechazando la Iglesia de Estado y cualquier Iglesia oficial. Se formaron espontáneamente
y por libre convicción. El nombre de “bautistas”
surgió en Inglaterra porque estos cristianos
le daban gran importancia al bautismo
de adultos, que se hace por
inmersión. Se difundieron sobre todo en Estados Unidos, gracias a los
inmigrantes. Famosos son los nombres del pastor Martin
Luther King y del ex presidente
norteamericano Jimmy Carter. Los bautistas se agrupan en la Alianza Bautista Mundial. No todos los
bautistas, por miedo a perder su independencia, participan
del movimiento ecuménico.
*Metodistas
Mientras los bautistas tienen raíces
protestantes, los metodistas nacen de un movimiento de renovación inglés, conducido por el pastor
anglicano John Wesley (1703-1791)
en Oxford. Este
pastor criticaba a la iglesia de Inglaterra
por haber olvidado la importancia de la conversión y la búsqueda de la santidad. Estableció un “método”
sistemático para la vida
espiritual y apostólica, que el mismo practicaba. Nunca quiso
separarse de la Iglesia anglicana pero después de su muerte, su organización cada vez más
independiente y la ordenación de sus propios ministros
de culto terminó con la ruptura oficial en
1795. Wesley fomentaba prácticas piadosas, conductas religiosas
exigentes, lectura metódica
del Nuevo Testamento, días de ayuno, examen de conciencia etc. La doctrina metodista es la
misma que la de los anglicanos, pero acentúa la conversión, un proceso de arrepentimiento y
salvación en Cristo por la sola gracia divina; la
santificación personal por la sola fe y el
poder del Espíritu Santo. Es importante sin embargo la disciplina y el esfuerzo personal, llevar una
vida cristiana de meditación y contemplación, ejercer
la caridad y la acción social. Resulta ser
una de las iglesias más organizadas. Toda la estructura metodista está al servicio de la
misión; el mismo Wesley
predicaba al pueblo en las calles y plazas.
Los metodistas, desde 1951, se han
organizado en el Consejo Metodista Mundial. En América Latina los metodistas son una de las
denominaciones más ecuménicas. Conocidas son
las figuras del pastor Emilio Castro y del
obispo Federico Pagura.
*Adventistas
El movimiento adventista (del latín “adventus”
= venida) cree
desde el año 1843 en el próximo retorno de Cristo a la tierra. Los
adventistas pueden ser considerados una corriente del
protestantismo y mantienen los principales
elementos de la fe cristiana. Se caracterizan por una especial insistencia en la espera
de la segunda venida de Cristo, que nos libraría del dolor y de la muerte. Los más conocidos y difundidos son
los “Adventistas del Séptimo Día”, porque según una supuesta revelación que se atribuyó su
fundadora Ellen White, Dios quiere que se santifique
el día sábado (=séptimo día) y no el domingo.
Creen en el Reino de Dios sobre esta tierra; no admiten el infierno ni el purgatorio porque
los impíos serán destruidos y sólo los justos recibirán la
inmortalidad como don de Dios. La vida nueva
en Cristo exige renunciar al alcohol, al tabaco, a las drogas; exige pagar el diezmo de las
ganancias a la iglesia, la honradez y la justicia, el
compromiso social. La iglesia adventista no
forma parte del Consejo Mundial de las Iglesias. Los Adventistas se sienten unidos espiritualmente
a todos los que aman a Dios y al prójimo, pero no creen en el ecumenismo institucionalizado.
*Ejército de
Salvación
El Ejercito de Salvación es una iglesia o
comunidad cristiana, no una simple organización social,
fundada por el pastor metodista William Booth
(1829-1912) que se dedicó con mucha generosidad a los pobres en los barrios periféricos
de Londres. Su
movimiento se llamó “Ejército
de Salvación” en 1878 y sus títulos,
organización y uniformes son de tipo militar, con una disciplina rigurosa. La de ellos es una “guerra”
a la pobreza, al vicio, al pecado. Pertenecen al Consejo Ecuménico de las Iglesias, como
Iglesia Libre o Misionera. La doctrina es de una línea metodista, pero no tiene sacramentos. Su
servicio religioso se compone de oración, canto, sermones sobre la Palabra de Dios. El
Ejército de Salvación se considera el ejercito de Cristo.
*Discípulos de
Cristo
Los Discípulos de Cristo (llamados así en
Gran Bretaña) o Iglesias de Cristo (en Estados Unidos) siguen las vertientes metodista y bautista,
con algunas particularidades. Los adherentes están
abiertos al ecumenismo y no se consideran los
únicos cristianos; desean superar la división entre las iglesias.
Movimientos
religiosos paralelos al cristianismo Existen una serie de movimientos religiosos
que surgieron dentro del cristianismo, pero no se los considera
cristianos , ya que en su
doctrina existen elementos opuestos a las bases del cristianismo y en algunos casos niegan
verdades fundamentales del cristianismo (Divinidad de Jesucristo, Trinidad, Vida eterna, etc). Algunos elementos comunes que tienen estos
grupos es el uso de la Biblia en forma literal, aplicada a sus propias doctrinas y
coexistiendo con una revelación paralela que tiene el mismo valor que la Biblia.
Esta revelación paralela es tomada como la
verdadera y definitiva revelación del cristianismo y se presentan como “cristianos”, aunque en
esencia no lo son. Se les llama “paracristianos” porque
utilizando la Biblia para argumentar y predicando sobre Jesucristo se presentan como cristianos, pero
su doctrina y su interpretación de la Biblia es ajena al cristianismo y a la misma Biblia. Muchas
veces se los llama “sectas” por su cerrazón al diálogo, fanatismo y fundamentalismo.
En su mayoría buscan captar a la gente
sencilla y con poca formación religiosa, pero que tengan una previa simpatía por la fe cristiana. Suelen ser muy agresivos con las iglesias
históricas del cristianismo, especialmente contra el catolicismo.
No están interesados en el diálogo
interreligioso, y no forman parte del diálogo ecuménico por su condición de
no-cristianos. En
muchos casos tienen una estructura sectaria y fundamentalista, lo cual dificulta cualquier
tipo de diálogo.
En algunos casos mezclan doctrinas cristianas
con otras de origen masónico, gnóstico y esotérico. La mayoría de ellos surgen en Estados Unidos
en el siglo XIX como escisión de movimientos
adventistas, con un fuerte acento
apocalíptico, predicando el fin del mundo en forma inminente. Pero siguen apareciendo nuevos grupos hasta
la actualidad con un discurso doctrinal que varía
mucho de una agrupación a otra.
Los más conocidos presentes en América Latina
son:
– Los Testigos de Jehová – 1878
– La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días (Mormones)-
1830
– La Iglesia de Cristo Científico (Ciencia Cristiana)- 1879
– La Iglesia de la Unificación (Moon)- 1954
– Misión de la Luz Divina- 1949
– Los Niños de Dios (La Familia) -1968
Algunos autores ubican en esta clasificación
a dos “Iglesias” de fachada pentecostal, pero cuyos contenidos no deberían considerarse
cristianos, al ser una amalgama de catolicismo popular, evangelismo pentecostal, espiritismo y cultos
afrobrasileños. Las brasileñas “Dios es Amor” (1961) y la “Iglesia Universal del Reino de Dios” (Pa re de Sufrir,
1977). Estas dos
agrupaciones se presentan como cristianas,
pero doctrinalmente no lo son y no son consideradas evangélicas por el mundo protestante. Muchos
sociólogos las clasifican como pentecostales,
cuando en realidad son paracristianos. Muchos
de ellos ofrecen “cursos bíblicos” cuya interpretación está lejos de cualquier
comunidad cristiana, ya que el sincretismo (mezcla arbitraria
de doctrinas de diverso origen) en estos
grupos es una nota característica.