Venezuela:
el guion antes que los hechos.
Por:
Matías Bosch
En
la “valiente oposición democrática” venezolana, el guion puede
prescindir de los hechos.
...La
andanada mediática sin pruebas ni rigor ético ninguno, acompaña
todas las “denuncias” y “acusaciones” de los dirigentes de la
MUD para hacer valer que en Venezuela otra vez reinan “el caos” y
“la dictadura”.
María
Elvira Salazar, famosa en Miami y Estados Unidos, corre a decir los
nombres de los últimos jóvenes asesinados en Venezuela, asegurando
que han sido víctimas de los “colectivos armados chavistas”.
Lilian
Tintori -que para CNN es la equivalente a la esposa del Nelson
Mandela venezolano- asegura en televisión que la “quieren matar”
y que chavistas han disparado contra ella.
Henrique
Capriles llama a los venezolanos a salvar la República hasta que los
“30 millones caigan presos”.
En
Youtube aparece un video titulado “Cámara graba a Colectivos
Asesinan a Paola Ramírez en Venezuela 19 abril 2017”, aludiendo a
los “colectivos chavistas” y a la joven Ramírez efectivamente
asesinada en la fecha indicada.
En
ninguno de los casos antes mencionados se dan pruebas. Ninguno cuenta
con testimonios y con elementos demostrativos. En una época en que
producir una imagen tiene un costo menor a 0, en que cualquiera anda
con toda clase de dispositivos que graban voz y video, nadie de la
MUD muestra un solo ejemplo de un policía, un militar o un militante
oficialista asesinando a ninguno de los ya 41 muertos. Ninguno de los
conductores televisivos distingue entre los fallecidos cuáles eran
opositores al gobierno, cuáles no, y cuáles sencillamente no tenían
nada que ver, porque los hay.
¿Cómo
es esto posible? ¿Cómo los opositores a la famosa “dictadura
madurista” pueden hacer tan poco, demasiado menos que los
opositores a la tiranía de Pinochet en Chile, treinta años atrás?
¿Cuántas víctimas del horror de Somoza podían contar con tantas
empresas mediáticas a su favor y darse el lujo de no convencer al
público? ¿Cómo no logran María Elvira, Tintori, Capriles, CNN y
las cadenas privadas colombianas que por fin alguien les pueda creer?
¿Acaso no le temen al ridículo, a hablar y hablar sin demostrar
nada, faltando a los mínimos preceptos de la ética periodística y
política? ¿Cuál es el límite entre no probar lo que se dice y
mentir? ¿Cómo es posible que por toda América Latina y el mundo se
propaguen noticias calcadas sin la menor disección?
En
Venezuela ya hay precedentes más que serios. En 2002 engañaron al
mundo, con imágenes trucadas, adjudicando a militantes chavistas 19
muertes que fueron causadas por francotiradores estratégicamente
ubicados en aquella marcha del 11 de abril. El objetivo: presentar el
golpe de Estado como un “resultado natural” del “caos” y la
“violencia” en que Chávez había hundido a Venezuela. CNN y
todas las televisoras que hoy participan de la orgía informativa, no
dudaron en pasar, cuantas veces fuera necesario, aquel video falseado
del intercambio de disparos sobre Puente Llaguno.
La
oposición venezolana volvió con todo al ruedo en 2017. En enero
(ninguna gran cadena de los massmedia lo difundió) declararon en la
Asamblea Nacional que Nicolás Maduro había abandonado el cargo de
presidente, implicando el llamado a elecciones en 30 días.
Sencillamente decretaron cancelado al Poder Ejecutivo. De manera
sospechosamente coincidente, Luis Almagro redactó su informe de la
Secretaría General de la OEA planteando la misma exigencia:
elecciones en 30 días o nada.
Mientras
tanto, la andanada mediática sin pruebas ni rigor ético ninguno,
acompaña todas las “denuncias” y “acusaciones” de los
dirigentes de la MUD para hacer valer que en Venezuela otra vez
reinan “el caos” y “la dictadura”. Ya lo anunciaba Henry
Ramos Allup, el connotado dirigente, cuando habló, semanas atrás,
“de los muertos potenciales y eventuales” como un pitoniso
clarividente.
En
la “valiente oposición democrática” venezolana, el guion puede
prescindir de los hechos. La información puede prescindir de la
verdad. Grabar con un celular es mucho más difícil que contar ya 41
personas muertas. La cuenta a favor tiene que ser muy grande para que
costos tan grandes puedan ser pasados por alto. Los luchadores por
“la libertad” se dan lujos extraordinarios.