((Documento
tomado de NOMADA, periodismo real))
Las historias de los hospitales públicos
son conocidas por los dramas invisibles de todos los días en el país que menos
invierte en salud en todo el continente. Pero no tienen parangón si un grupo de
hombres armados irrumpe en plena mañana. Amenazan, gritan y disparan sin
control armas automáticas mientras buscan al líder de su pandilla para
liberarlo, aprovechando que había salido de la cárcel para un examen de sangre.
Avanzan por los pasillos y atacan a cualquiera que se interponga en su camino
hasta que logran su objetivo. Eso fue lo pasó ayer en el Hospital Roosevelt.
POR Javier Estrada Tobar / 17 agosto,
2017
Los atacantes avanzaron rápido por el
hospital, mientras disparaban y amenazaban a las personas que encontraban a su
paso. Una enfermera contó que un médico entró a la Unidad de Emergencias del
hospital y les advirtió de lo que estaba pasando. Eso les dio tiempo para
trasladar los pacientes en estado crítico hacia salas donde podrían encerrarse
para evitar el enfrentamiento. Además, ayudó a correr la voz de alarma hacia
otras unidades.
– Realmente no sabíamos lo que estaba
pasando. Solo escuchamos las detonaciones pero no estábamos seguros de que
había una amenaza, hasta que un doctor nos dijo que teníamos que protegernos.
Nos podían matar.
En cuestión de minutos, los hombres
armados encontraron a Anderson Daniel y le ayudaron a escapar. Para liberarlo
atacaron a los guardias de presidios Juan Sical Toj y Adiverto Valdéz Ramos,
quienes tenían a su cargo la custodia del reo. Ambos murieron. Su compañero,
otro guardia, resultó herido de gravedad.
Una auxiliar de enfermería dijo que
escuchó los disparos y corrió junto con dos ancianos hacia una bodega para
esconderse. Ahí encontró a otras enfermeras y a pacientes que se refugiaron
cuando les alertaron de lo que estaba pasando.
– Era un momento de confusión. Solo se
escuchaban gritos y disparos. Había mucha gente que lloraba por el miedo y la
desesperación. Yo preferí esconder a mis pacientes y refugiarme con ellos, dijo
la auxiliar.
En pocos minutos, el comando armado
salió del lugar, pero la Policía lo persiguió y consiguió alcanzarlo; cinco
presuntos asesinos fueron capturados. Jonathan Daniel Chach Suret, de 19 años;
Ángel Estuardo García, de 20; Elder Josué Méndez Díaz, de 22; Santos Humberto
Cruz López, de 29, y un menor de 17 años, apodado El Niño, fueron trasladados a
la Torre de Tribunales.
Los acusados de ser los responsables de
los asesinatos.
En el hospital persistía el caos. La
Policía temía que hubiera más atacantes escondidos dentro del edificio. No
tenían claridad del número de personas que habían ingresado al hospital para
liberar al pandillero. Así que se organizaron en grupos para buscarlos.
Las autoridades del hospital evacuaron
las zonas de más riesgo y revisaron cada sala para asegurarse de que no hubiera
amenazas. El procedimiento duró alrededor de una hora y media. Poco a poco se
clausuraron las unidades y secciones del hospital, mientras los pacientes y el
personal médico abandonaban el lugar.
Un empleado del hospital, después del
tiroteo.
En la Unidad de Maternidad, la Policía
persiguió a un hombre que se escondió en un baño y después escapó por el techo.
Los agentes tuvieron que romper parte del cielo falso para subir al tejado y
perseguirlo. Lo detuvieron, pero no encontraron indicios para sospechar de él.
Al final, la calma fue regresando al hospital.
Las autoridades hicieron un recuento de
las víctimas: Además de los dos trabajadores del hospital y de los dos guardias
de presidios, otras tres personas murieron en el ataque. Fueron identificados
como Augusto Sarceño, Francisca Gómez y Elder Mayén. Además, doce resultaron
heridas, incluído un menor de ocho años.
Una paciente llora después del ataque en
el hospital Roosevelt.
La
vida en medio de la muerte
Cuando terminaron los gritos, Elena de
León, la madre de la quinceañera, salió de su escondite. Todo el tiempo estuvo
junto con su hijo debajo de una banca de madera. Lo primero que hizo fue buscar
a Evelyn, pero no la encontró. Caminó por las salas y la angustia se dibujó en
su rostro. No pudo contenerse y empezó a llorar.
Elena no tenía más espacio en su cuerpo
para el miedo. Pero lo que más le preocupaba era no encontrar a su hija y no tener
información sobre lo que pasó, hasta que una doctora le dio la noticia: En
medio del tiroteo, Evelyn dio a luz. El parto salió bien. Evelyn sobrevivió.
– No puedo creer que entre tanta muerte
y sangre haya vida. Estoy bendecida. Pero esta no es la vida que quiero para mi
nieta, en Guatemala ya no se puede vivir.
Los médicos que evacuaban a los
pacientes le dijeron a Elena que no podría visitar a su hija, que estaba en un
área especial protegida por la Policía. Con su hijo en brazos, la mujer siguió
llorando y caminó fuera del complejo hospitalario para buscar un bus con rumbo
a San Juan Sacatepéquez. Pidió que alguien le avisara a su hija que sí
sobrevivió al ataque. Volverá hoy para conocer a su nieta.
Un
reo importante
Anderson Daniel Cabrera Cifuentes tiene
29 años y es considerado un reo de máxima peligrosidad. De acuerdo con la
Policía, tiene 20 señalamientos en su historial criminal, incluyendo
asesinatos, asociación ilícita, conspiración, portación ilegal de arma y robo.
Ahora se le considera prófugo de la justicia.
Pablo Xitumul, juez del Tribunal Primero
de Sentencia Penal, autorizó su traslado desde la cárcel Fraijanes 2 al
Hospital Roosevelt, para que se le practicara una hematología, un examen de
sangre que se hace previo a una operación. Al reo se le deben extraer restos de
proyectiles de armas de fuego que están incrustados en su cuerpo. Esta
autorización del juez Xitumul llegó a pesar de que los antecedentes en estos
casos apuntan a que no es aconsejable el contacto entre reos de alta peligrosidad
y pacientes en hospitales públicos. Y a pesar de que el examen de sangre es una
cuestión que no necesita un traslado al segundo hospital nacional.
Dos personas observan el lugar del
atentado del 11 de marzo de 2015, en el hospital San Juan de Dios.
Ya hay antecedentes de atentados durante
el traslado de reos. En 2015, el traslado desde la cárcel de Fraijanes I de
Marlon Alexander Ochoa provocó un atentado delante del hospital San Juan de
Dios.
Lea: Crónica del bombazo en el hospital
San Juan de Dios en 2015
El ministro de Gobernación, Francisco
Rivas, cuestionó la decisión del juez: ‘Hoy, el privado de libertad iba a
realizarse una hematología, algo para lo que no era necesario acudir a un
centro hospitalario como el Roosevelt, cuando se pudo hacer en otras
circunstancias’. El ministro dijo que aumentarán el número de los policías que
cuidan los hospitales.
La ministra de Salud, Lucrecia Hernández
Mack, lamentó el hecho en la radio y pidió a las autoridades judiciales dejar
de enviar a reos de alta peligrosidad a hospitales públicos.
El presidente Jimmy Morales dijo que la
incursión armada en el Hospital Roosevelt fue un ataque terrorista por parte de
los pandilleros. Pidió que los jueces busquen que antes de autorizar esto,
pidan la opinión del Instituto Nacional de Ciencias Forenses, para verificar si
realmente es necesario trasladar a los reos a los centros asistenciales.
El presidente también pidió al Congreso
apruebe un préstamo de US$300 millones con el BCIE para financiar proyectos de
seguridad y justicia. Parte de esos recursos se destinarían para la creación de
nuevas cárceles. La sobrepoblación carcelaria, según el presidente Jimmy
Morales, es el principal reto del Sistema Penitenciario. Las clínicas
construidas dentro de las cárceles son utilizadas como dormitorios, debido a la
falta de espacio.
El presidente no habló sobre la
comunicación entre Anderson Cabrera y el comando que lo liberó. ¿Cómo se coordinó
el rescate del reo? ¿Aún se permite el uso de celulares dentro de las cárceles
y quién lo autoriza? Cuando se le consultó sobre el problema de las cárceles,
el ministro Rivas dijo que investigarán lo sucedido. Desde el inicio del
gobierno, el presidente Jimmy Morales confió el control del Sistema
Penitenciario a personas cercanas a sus asesores militares y no al Ministro de
Gobernación.
Una trabajadora del hospital observa
desde la ventana una de las escenas del crimen.
Los
políticos discuten lejos de Evelyn
Mientras en el Hospital Roosevelt se
buscaban estrategias para volver a operar y garantizar la seguridad de los
usuarios, varios políticos intervinieron. El alcalde Álvaro Arzú sugirió
cárceles móviles. El superintendente de administración tributaria Juan
Solórzano Foppa, ofreció donar un mes de salario para construir una cárcel de
alta seguridad con clínicas para que no haya que trasladar a los reos.
El diputado ultraconservador Fernando
Linares Beltranena solicitó la interpelación del ministro Francisco Rivas. La
bancada Todos pidió que se dé trámite a la ley para prohibir las maras. La
política Zury Ríos insistió en la aplicación de la pena de muerte. Nadie habló
de la posibilidad de que los reos de alta peligrosidad puedan ser tratados en
otro hospital público con más seguridad, como el Centro Médico Militar.
Mientras eso pasa, el Gobierno prometió
que a partir de hoy la Policía y del ejército cuidarán de toda la
infraestructura de la red hospitalaria.
Evelyn de León regresará hoy desde San
Juan Sacatepéquez. Su hija es madre desde los 15 años. Su nieta nació en medio
de un tiroteo y asesinatos en el hospital público un miércoles 16 de agosto de
2017 en la Ciudad de Guatemala.