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18 de agosto de 2017

ADJUNTAMOS REPORTAJE IMPORTANTE



((Documento tomado de NOMADA,  periodismo real))



Las historias de los hospitales públicos son conocidas por los dramas invisibles de todos los días en el país que menos invierte en salud en todo el continente. Pero no tienen parangón si un grupo de hombres armados irrumpe en plena mañana. Amenazan, gritan y disparan sin control armas automáticas mientras buscan al líder de su pandilla para liberarlo, aprovechando que había salido de la cárcel para un examen de sangre. Avanzan por los pasillos y atacan a cualquiera que se interponga en su camino hasta que logran su objetivo. Eso fue lo pasó ayer en el Hospital Roosevelt.

POR Javier Estrada Tobar / 17 agosto, 2017

Walter Valdez Ramos, 33, llora por la muerte de su hermano Ediliberto, 30, que fue uno de los guardias de presidios asesinado ayer en el Roosevelt.
Foto: Carlos Sebastián
 
Elena de León se encontraba en el Hospital Roosevelt para acompañar a su hija, Evelyn, de 15 años, que estaba por dar a luz la mañana del 16 de agosto. Salieron temprano en una ambulancia de San Juan Sacatepéquez, pero el tránsito en la ruta hizo que se tardaran casi una hora para recorrer los 23 kilómetros hasta el hospital, en la zona 11 de la Ciudad.
Entraron después de las 7 de la mañana y esperaron más de media hora para recibir atención.

Evelyn es muy joven y no goza de buena salud; no tiene edad para estar embarazada. Su caso, que puede considerarse una violación porque fue embarazada a los 14 años, estuvo lleno de complicaciones y los médicos pronosticaban un parto difícil. El responsable, un hombre de 28 años, desapareció, y su madre tuvo que acompañarla a la Unidad de Maternidad, donde la prepararon para una cesárea de urgencia a los 8 meses de embarazo.

Mientras esperaba que los médicos operaran a su hija de 15 años, Elena salió del hospital para tomar un jugo, con su hijo menor en los brazos. Eran casi las 8 de la mañana, cuando escuchó una ráfaga de tiros dentro del hospital. Pánico. Caos. Elena solo pensó en salvar su vida y la de su hijo.

‘Nos podían matar’

Testigos vieron cómo un grupo de hombres con armas automáticas llegaron en una camioneta, atacaron al personal y entraron a toda prisa. Eran miembros de la Mara Salvatrucha que buscaban a Anderson Daniel Cabrera Cifuentes, de 29 años, líder de la clica Vatos Locos, quien guarda prisión en la cárcel de máxima seguridad Fraijanes 2, pero que esa mañana había sido trasladado al hospital para practicarle un examen de sangre.


Margarito Sucuc, guardia de seguridad del hospital, y Jorge Mario Picholá, conserje, estaban en la puerta principal y recibieron los disparos del comando armado. Fueron las primeras víctimas mortales.

Uno de los fallecidos, afuera del hospital.

Los atacantes avanzaron rápido por el hospital, mientras disparaban y amenazaban a las personas que encontraban a su paso. Una enfermera contó que un médico entró a la Unidad de Emergencias del hospital y les advirtió de lo que estaba pasando. Eso les dio tiempo para trasladar los pacientes en estado crítico hacia salas donde podrían encerrarse para evitar el enfrentamiento. Además, ayudó a correr la voz de alarma hacia otras unidades.

– Realmente no sabíamos lo que estaba pasando. Solo escuchamos las detonaciones pero no estábamos seguros de que había una amenaza, hasta que un doctor nos dijo que teníamos que protegernos. Nos podían matar.

En cuestión de minutos, los hombres armados encontraron a Anderson Daniel y le ayudaron a escapar. Para liberarlo atacaron a los guardias de presidios Juan Sical Toj y Adiverto Valdéz Ramos, quienes tenían a su cargo la custodia del reo. Ambos murieron. Su compañero, otro guardia, resultó herido de gravedad.

Una auxiliar de enfermería dijo que escuchó los disparos y corrió junto con dos ancianos hacia una bodega para esconderse. Ahí encontró a otras enfermeras y a pacientes que se refugiaron cuando les alertaron de lo que estaba pasando.

– Era un momento de confusión. Solo se escuchaban gritos y disparos. Había mucha gente que lloraba por el miedo y la desesperación. Yo preferí esconder a mis pacientes y refugiarme con ellos, dijo la auxiliar.

En pocos minutos, el comando armado salió del lugar, pero la Policía lo persiguió y consiguió alcanzarlo; cinco presuntos asesinos fueron capturados. Jonathan Daniel Chach Suret, de 19 años; Ángel Estuardo García, de 20; Elder Josué Méndez Díaz, de 22; Santos Humberto Cruz López, de 29, y un menor de 17 años, apodado El Niño, fueron trasladados a la Torre de Tribunales.

Los acusados de ser los responsables de los asesinatos.

En el hospital persistía el caos. La Policía temía que hubiera más atacantes escondidos dentro del edificio. No tenían claridad del número de personas que habían ingresado al hospital para liberar al pandillero. Así que se organizaron en grupos para buscarlos.

Las autoridades del hospital evacuaron las zonas de más riesgo y revisaron cada sala para asegurarse de que no hubiera amenazas. El procedimiento duró alrededor de una hora y media. Poco a poco se clausuraron las unidades y secciones del hospital, mientras los pacientes y el personal médico abandonaban el lugar.


Un empleado del hospital, después del tiroteo.

En la Unidad de Maternidad, la Policía persiguió a un hombre que se escondió en un baño y después escapó por el techo. Los agentes tuvieron que romper parte del cielo falso para subir al tejado y perseguirlo. Lo detuvieron, pero no encontraron indicios para sospechar de él. Al final, la calma fue regresando al hospital.

Las autoridades hicieron un recuento de las víctimas: Además de los dos trabajadores del hospital y de los dos guardias de presidios, otras tres personas murieron en el ataque. Fueron identificados como Augusto Sarceño, Francisca Gómez y Elder Mayén. Además, doce resultaron heridas, incluído un menor de ocho años.


Una paciente llora después del ataque en el hospital Roosevelt.

La vida en medio de la muerte

Cuando terminaron los gritos, Elena de León, la madre de la quinceañera, salió de su escondite. Todo el tiempo estuvo junto con su hijo debajo de una banca de madera. Lo primero que hizo fue buscar a Evelyn, pero no la encontró. Caminó por las salas y la angustia se dibujó en su rostro. No pudo contenerse y empezó a llorar.

Elena no tenía más espacio en su cuerpo para el miedo. Pero lo que más le preocupaba era no encontrar a su hija y no tener información sobre lo que pasó, hasta que una doctora le dio la noticia: En medio del tiroteo, Evelyn dio a luz. El parto salió bien. Evelyn sobrevivió.

– No puedo creer que entre tanta muerte y sangre haya vida. Estoy bendecida. Pero esta no es la vida que quiero para mi nieta, en Guatemala ya no se puede vivir.

Los médicos que evacuaban a los pacientes le dijeron a Elena que no podría visitar a su hija, que estaba en un área especial protegida por la Policía. Con su hijo en brazos, la mujer siguió llorando y caminó fuera del complejo hospitalario para buscar un bus con rumbo a San Juan Sacatepéquez. Pidió que alguien le avisara a su hija que sí sobrevivió al ataque. Volverá hoy para conocer a su nieta.

Un reo importante

Anderson Daniel Cabrera Cifuentes tiene 29 años y es considerado un reo de máxima peligrosidad. De acuerdo con la Policía, tiene 20 señalamientos en su historial criminal, incluyendo asesinatos, asociación ilícita, conspiración, portación ilegal de arma y robo. Ahora se le considera prófugo de la justicia.

Pablo Xitumul, juez del Tribunal Primero de Sentencia Penal, autorizó su traslado desde la cárcel Fraijanes 2 al Hospital Roosevelt, para que se le practicara una hematología, un examen de sangre que se hace previo a una operación. Al reo se le deben extraer restos de proyectiles de armas de fuego que están incrustados en su cuerpo. Esta autorización del juez Xitumul llegó a pesar de que los antecedentes en estos casos apuntan a que no es aconsejable el contacto entre reos de alta peligrosidad y pacientes en hospitales públicos. Y a pesar de que el examen de sangre es una cuestión que no necesita un traslado al segundo hospital nacional.

Dos personas observan el lugar del atentado del 11 de marzo de 2015, en el hospital San Juan de Dios.

Ya hay antecedentes de atentados durante el traslado de reos. En 2015, el traslado desde la cárcel de Fraijanes I de Marlon Alexander Ochoa provocó un atentado delante del hospital San Juan de Dios.

Lea: Crónica del bombazo en el hospital San Juan de Dios en 2015

El ministro de Gobernación, Francisco Rivas, cuestionó la decisión del juez: ‘Hoy, el privado de libertad iba a realizarse una hematología, algo para lo que no era necesario acudir a un centro hospitalario como el Roosevelt, cuando se pudo hacer en otras circunstancias’. El ministro dijo que aumentarán el número de los policías que cuidan los hospitales.

La ministra de Salud, Lucrecia Hernández Mack, lamentó el hecho en la radio y pidió a las autoridades judiciales dejar de enviar a reos de alta peligrosidad a hospitales públicos.

El presidente Jimmy Morales dijo que la incursión armada en el Hospital Roosevelt fue un ataque terrorista por parte de los pandilleros. Pidió que los jueces busquen que antes de autorizar esto, pidan la opinión del Instituto Nacional de Ciencias Forenses, para verificar si realmente es necesario trasladar a los reos a los centros asistenciales.

El presidente también pidió al Congreso apruebe un préstamo de US$300 millones con el BCIE para financiar proyectos de seguridad y justicia. Parte de esos recursos se destinarían para la creación de nuevas cárceles. La sobrepoblación carcelaria, según el presidente Jimmy Morales, es el principal reto del Sistema Penitenciario. Las clínicas construidas dentro de las cárceles son utilizadas como dormitorios, debido a la falta de espacio.

El presidente no habló sobre la comunicación entre Anderson Cabrera y el comando que lo liberó. ¿Cómo se coordinó el rescate del reo? ¿Aún se permite el uso de celulares dentro de las cárceles y quién lo autoriza? Cuando se le consultó sobre el problema de las cárceles, el ministro Rivas dijo que investigarán lo sucedido. Desde el inicio del gobierno, el presidente Jimmy Morales confió el control del Sistema Penitenciario a personas cercanas a sus asesores militares y no al Ministro de Gobernación.


Una trabajadora del hospital observa desde la ventana una de las escenas del crimen.

Los políticos discuten lejos de Evelyn

Mientras en el Hospital Roosevelt se buscaban estrategias para volver a operar y garantizar la seguridad de los usuarios, varios políticos intervinieron. El alcalde Álvaro Arzú sugirió cárceles móviles. El superintendente de administración tributaria Juan Solórzano Foppa, ofreció donar un mes de salario para construir una cárcel de alta seguridad con clínicas para que no haya que trasladar a los reos.

El diputado ultraconservador Fernando Linares Beltranena solicitó la interpelación del ministro Francisco Rivas. La bancada Todos pidió que se dé trámite a la ley para prohibir las maras. La política Zury Ríos insistió en la aplicación de la pena de muerte. Nadie habló de la posibilidad de que los reos de alta peligrosidad puedan ser tratados en otro hospital público con más seguridad, como el Centro Médico Militar.

Mientras eso pasa, el Gobierno prometió que a partir de hoy la Policía y del ejército cuidarán de toda la infraestructura de la red hospitalaria.

Evelyn de León regresará hoy desde San Juan Sacatepéquez. Su hija es madre desde los 15 años. Su nieta nació en medio de un tiroteo y asesinatos en el hospital público un miércoles 16 de agosto de 2017 en la Ciudad de Guatemala.