Por
Juan Fernández de la
Cueva¿Recuerdas el cuento de la Cenicienta maltratada y humillada por su malvada madrastra en las tareas de la casa? Esta mala madre en lugar de repartir entre sus tres hijas la tarea de la casa, la cargaba toda sobre la Cenicienta sin ningún miramiento. ¡Tremenda explotación! Eso se repite hoy en las trabajadoras domésticas y de cuidados, que son nada menos en el mundo que 64,5 millones, de los cuales el 15% son niños. En muchos países el 90% de este colectivo lo forman fundamentalmente las mujeres migrantes, a veces con títulos académicos y profesionales superiores, pero que un 30% trabajan en negro.1
Te cuento un caso real: “Me llamo Rafaela y he
tenido la suerte de haber trabajado 20 años con la misma familia, con la que
tengo una gran relación, tanto profesional como humana. Limpiar, cocinar,
planchar, fregar… pero, sobre todo, cuidar a las personas. No nos damos cuenta
de que una de las cosas más importantes que hacemos
las trabajadoras del hogar es cuidar a las personas que más quieren
los demás.
Pero sé que hay miles de mujeres que no
tienen la misma suerte que yo. Algunas están viviendo situaciones muy
extremas. He visto a compañeras ir a trabajar con la pierna recién
escayolada, a otras a las que se las despedía al quedarse embarazadas sin
finiquito ni una mínima indemnización.
He visto compañeras internas a las que sus
empleadores les han prohibido salir de casa o les han negado la comida… Y,
aunque parezca mentira, he visto incluso a compañeras que han sufrido gritos,
insultos, malos tratos físicos y psicológicos, acoso y condiciones de
semiesclavitud”.
Menos mal que la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) hizo de hada madrina de las
“Cenicientas” empleadas domésticas y terminó con la indignidad de estas
condiciones de trabajo. Por primera vez en la historia, el 16 de junio de
2011, la OIT consiguió redactar y firmar en Ginebra el “Acuerdo 189” en consenso con naciones de Europa
y América. Este acuerdo es el único instrumento internacional que establece
una regulación sobre este sector.
Al año siguiente la legislación española ejerció
también de hada madrina con estas Cenicientas del trabajo doméstico al pasarlas
de trabajadoras de un “Régimen Especial” en la Seguridad Social, (especialmente
discriminatorio, como ahora veremos) al “Régimen
General” de los trabajadores (no ajeno a la discriminación, pero
común)
¿En qué consistió esa mejoría legal ?: en pasar
de contrato verbal a escrito, salario mínimo interprofesional, derecho a baja
de enfermedad, fijación de una jornada de 8 h,
máximo 10 si estás interna con un descanso semanal de 36 h.
seguidas…
¡Bendito cambio de la legislación(¿Pasa igual en tu
país? ! Propició que mucha economía
sumergida en el trabajo doméstico emergiera, y también el reconocimiento
de esta actividad como empleo desde la primera hora de trabajo. Pero todavía
200.000 personas no gozan del reconocimiento de derechos fundamentales para los
trabajadores tal como propone la OIT.
¿Cuáles son esos derechos fundamentales que
propone la OIT en el “- libertad sindical, libertad de asociación y de negociación colectiva.
- medios de protección con inspectores contra el abuso, el acoso y la violencia.
- No exigir a los trabajadores domésticos pruebas médicas sobre el VIH/SIDA y el embarazo.
Menciono sólo algunos derechos del “Acuerdo 189”
que funcionarían como varita mágica del hada sobre la Cenicienta. Sólo
falta ahora que el Estado rubrique este
convenio internacional para reconocer la dignidad de las trabajadoras domésticas. Infórmate
qué pasa en tu país
Escuchemos la voz de mujeres como Rafaela, la mujer
del testimonio del principio: “Igual que nos dejamos la piel para cuidar
a las personas más queridas de los demás, exigimos también unas condiciones de
trabajo dignas y una protección laboral como la que tienen los empleados
en otros sectores diferentes al nuestro. Si tú también crees que nosotras no
somos menos, por favor, firma y pídele al Gobierno de tu país que ratifique el convenio 189 de la OIT
(Organización Internacional del Trabajo) para proteger de la sobreexplotación a
las trabajadoras del hogar.
(1) Aunque la OIT
habla de este colectivo en masculino, yo hablo aquí de trabajadoras porque , el 90% son mujeres.